La fiebre del pepino de mar y su herencia maldita: la pesca ilegal acaba con las especies de Yucat¨¢n
El bum de la especie caus¨® una crisis social que parece irreparable en las costas yucatecas. Ante la amenaza de muerte sobre un oficio con siglos de tradici¨®n, los pescadores locales hacen un ¨²ltimo esfuerzo por salvar los recursos marinos y su modo de vida
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Entrar al centro de Celest¨²n, en las costas del Golfo de M¨¦xico, es como visitar un lugar que se qued¨® estancado en el tiempo. Los caminos sin pavimentar desembocan en peque?as casas de cemento y madera, algunas a medio construir, entre un camino de palmeras. Este peque?o pueblo costero en el extremo poniente del Estado de Yucat¨¢n entr¨® en el radar internacional hacia 1990, cuando un grupo de asi¨¢ticos descubri¨® que sus aguas eran ricas en pepino de mar, un animal marino viscoso y poco atractivo que representa un manjar culinario con usos medicinales y hasta afrodis¨ªacos para los extranjeros. Para los lugare?os solo era una forma de escapar de la pobreza. Lo que no pod¨ªan saber es que les iba a costar tan caro.
Los primeros permisos para pescar de forma experimental el pepino de mar en Yucat¨¢n fueron emitidos por la Comisi¨®n Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) en el a?o 2000. Para 2006, 42 embarcaciones pod¨ªan extraer hasta 154 toneladas del animal. Para 2013, el pepino de mar ya era explotado de manera masiva por 569 embarcaciones que llegaron a extraer cerca de 2.500 toneladas de esta especie. Dos a?os despu¨¦s se emitieron las regulaciones para pescarlo de manera legal y controlada, pero ya era demasiado tarde: el bot¨ªn parec¨ªa demasiado grande para respetar las reglas.
¡°Aqu¨ª nadie ten¨ªa ni idea de qu¨¦ era el pepino de mar¡±, recuerda Joaqu¨ªn Cauich, pescador de Celest¨²n, desde la sala de su casa. Incluso cuenta que les ¡°estorbaba¡± cuando pescaban otras especies como el pulpo. ¡°Pero para nosotros fue el punto de quiebre de la pesca ilegal en la regi¨®n¡±. Antes de que la demanda de esta especie se disparara, su vida y la de sus compa?eros se mov¨ªa al ritmo de las estaciones de pesca. De agosto a diciembre se pescaba pulpo y a veces complementaban con pargo mulato, langosta y mero. La historia cambi¨® cuando el pepino lleg¨® ¡°a cubrir lo que siempre hab¨ªamos padecido¡±, dice.
La necesidad econ¨®mica en las regiones pesqueras de Yucat¨¢n termin¨® impulsando un comercio descontrolado de este equinodermo que habita en fondos de roca, arena y fango, desde aguas superficiales hasta 61 metros de profundidad. Su forma de gusano gigante le quita carisma pero cumple una funci¨®n crucial en la limpieza de los oc¨¦anos, ya que descompone y recicla los nutrientes del agua.
De acuerdo con datos de captura de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO), de las 215.000 toneladas de pepino de mar que se pescaron entre 2013 y 2017 a nivel global, 7.800 proven¨ªan de M¨¦xico. Seg¨²n el plan para la conservaci¨®n y aprovechamiento sustentable del pepino de mar en M¨¦xico de 2020, la pesca ilegal en el pa¨ªs representa un porcentaje del 45 al 90% adicional a la producci¨®n nacional oficial. Asia ¡ªprimordialmente China¡ª es su principal consumidor. All¨ª se ofrece en platos con salsa o en sopa. Su precio var¨ªa entre especies, pero puede valer desde 200 hasta 3.500 d¨®lares por kilo en China y Hong Kong.
La pesca es una de las actividades econ¨®micas m¨¢s emblem¨¢ticas de Yucat¨¢n: de ella dependen m¨¢s de 12.000 familias a lo largo de la costa. Aunque su volumen no es muy grande en comparaci¨®n con otros estados, su producci¨®n es de alto valor, ya que la gran mayor¨ªa de estos productos se exporta. La pesca industrial o de altura est¨¢ presente, pero la mayor parte la llevan a cabo flotas artesanales o ribere?as: embarcaciones con dos o tres pescadores que hacen viajes cortos.
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La repentina demanda del pepino de mar sent¨® no solo un precedente de sobreexplotaci¨®n no regulada que empresarios y negocios locales aprovecharon para comerciar con otras especies, sino tambi¨¦n introdujo un exceso de competencia desleal entre pescadores que hacen lo que sea necesario para subsistir. Nadie imaginaba que, una vez que esta especie empezara a escasear hasta pr¨¢cticamente desaparecer de estos mares, emerger¨ªa debajo un iceberg de descomposici¨®n social que tiene consecuencias hasta la actualidad.
Las especies antes abundantes en el Estado, como el mero rojo, el pulpo y la langosta, tambi¨¦n se est¨¢n agotando debido a la sobreexplotaci¨®n e impunidad heredadas de la fiebre por el pepino de mar, que arras¨® con a?os de tradici¨®n. Todo se centr¨® en la captura de especies cuyos principales consumidores son pa¨ªses extranjeros. Mientras el pepino viaja a Asia y el mero a Estados Unidos, el pulpo se exporta a Espa?a, Jap¨®n e Italia y la langosta a Estados Unidos, China y Vietnam.
La pesca ilegal o furtiva en M¨¦xico ha crecido desmesuradamente a todos los niveles del oficio. En 2013, el Environmental Defense Fund (EDF) ya estimaba que el volumen de la pesca ilegal en el pa¨ªs era de m¨¢s de la mitad respecto de la legal.
Las estrategias tradicionales para combatir la pesca ilegal como las vedas, las multas y el ordenamiento pesquero se han visto rebasadas. Las leyes para combatirla existen en el papel, pero hay una clara falta de gobernanza y de conciencia ecol¨®gica y social, adem¨¢s de falta de presupuesto, que resultan en que todos los actores ¡ªdesde los pescadores y comerciantes hasta las autoridades locales y federales¡ª se encuentren totalmente superados para poder revertir la situaci¨®n.
¡®El bum petrolero de su ¨¦poca¡¯
Cahuich es franco: antes de que llegara la fiebre del pepino de mar se intentaban respetar las vedas a gran escala, aunque a veces los restaurantes y bares de la zona les ped¨ªan especies fuera de temporada. ¡°Eso era la pesca ilegal que se hac¨ªa: traerle producto fresco a un restaurante, diez kilos a la semana¡±. A su entender, no hab¨ªa ning¨²n problema con esto; el recurso se ve¨ªa como algo inagotable y las autoridades pocas veces tomaban medidas. ¡°¡®?Si el mar est¨¢ regrand¨ªsimo! Nunca lo vamos a gastar, dec¨ªamos¡±.
Nunca pensaron que esa pr¨¢ctica de peque?a escala se saldr¨ªa de control. ¡°En su apogeo, el kilo de pepino de mar seco y procesado lleg¨® a costar 300 d¨®lares¡±, recuerda Cahuich. Seg¨²n datos oficiales, el pepino de mar se encuentra en las costas de las pen¨ªnsulas de California y Yucat¨¢n. A nivel nacional, la exportaci¨®n de estas especies signific¨® m¨¢s de 126 millones de d¨®lares entre 2014 a 2017; es decir, m¨¢s de 30 millones de d¨®lares anuales, mucho m¨¢s que casi cualquier otra especie de pesca.
Hasta los a?os ochenta, aseguran los pescadores, ellos ten¨ªan una cultura de amplio respeto hacia las temporadas de pesca y las vedas. Pero en las d¨¦cadas posteriores, un flujo migratorio sin precedentes de campesinos desempleados por la crisis henequenera rompi¨® el equilibrio. Hasta ese momento, el ingreso de la mitad de la poblaci¨®n de la regi¨®n depend¨ªa del henequ¨¦n (una especie de agave utilizado para obtener fibras). La industria se monopoliz¨® en los a?os ochenta y desplaz¨® a los agricultores. Las costas pasaron de tener 700 embarcaciones registradas a m¨¢s de 4.200 para el a?o 2000: un crecimiento de 600%. Esto fue un duro golpe en t¨¦rminos ecol¨®gicos. Graciela Alcal¨¢, antrop¨®loga social del Instituto Polit¨¦cnico Nacional (IPN), explica que la mitad o m¨¢s de las personas que ahora se dedican a la pesca no conocen el ecosistema marino ni crecieron con una cultura de respeto hacia este.
¡°No tienen tradici¨®n de captura, no saben ni c¨®mo es el mar, ni c¨®mo es el clima, ni el color de las aguas, ni los vientos. Tampoco saben de artes de pesca, ni de temporadas¡±, dice Alcal¨¢. Esta improvisaci¨®n aument¨® el descontrol que ya se ten¨ªa con la exportaci¨®n de pepino y promovi¨® la sobreexplotaci¨®n de otras especies como el mero o el pulpo.
A medida que el negocio del pepino se volv¨ªa m¨¢s lucrativo, los miles de pescadores que llegaban de otras regiones sin experiencia estaban desesperados por obtenerlo, lo cual cre¨® un problema social sin precedentes. Las mismas autoridades reconocen que el dinero en efectivo y sin impuestos de la venta del pepino atrajo prostituci¨®n, delincuencia organizada y drogas. La falta de control promovi¨® que se sacaran camiones de producto directo al aeropuerto, cuenta Mauro Cristales M¨¢rquez, coordinador estatal de Conapesca en Yucat¨¢n. ¡°El pepino es una especie car¨ªsima que vino a cambiar la mentalidad [de los pescadores], se volvi¨® como el bum petrolero de su ¨¦poca¡±.

El bot¨ªn era tan irresistible que, de acuerdo con los pescadores, hasta las autoridades quisieron su parte. ¡°Los mismos inspectores que ven¨ªan desde Conapesca transportaban pepino en su camioneta¡±, dice Cahuich. Pero como eran autoridades, asegura, no los deten¨ªan ni los revisaban en las carreteras del Estado. Las oficinas centrales de Conapesca en Mazatl¨¢n no respondieron a la solicitud de entrevista para hablar sobre estas acusaciones.
Desde los ojos de los pescadores, el ambiente comenz¨® a ser aterrador. Guillermo Novelo, pescador de tradici¨®n en la regi¨®n de Sisal, cuenta que el crimen organizado comenz¨® a acosarlos para robarles el ¡°oro marino¡± que sacaban: ¡°Te quitaban el producto y te botaban al agua. Era gente armada o con machetes. El motor lo deterioraban para que uno no pudiera ir a ning¨²n lado¡±, explica Novelo. ¡°Te dejan sin nada, y si te pones bravo no la cuentas porque est¨¢n armados¡ A todos nos ha pasado algo¡±.
El crimen organizado es solo uno de los peligros de pescar en Yucat¨¢n. Cada noche, cientos de pescadores se adentran en las aguas del Banco de Campeche, una extensa plataforma continental que abarca aproximadamente 175.000 kil¨®metros cuadrados alrededor del Estado y representa un para¨ªso para los pescadores ribere?os, ya que las aguas no son muy profundas.
Aqu¨ª, el buceo es el principal arte de pesca. Durante la madrugada, dependiendo del clima, cientos de pescadores salen de los 14 puertos del Estado con una compresora de aire que les permite permanecer hasta dos horas debajo del agua, mientras capturan langostas, pulpo y pepino de mar, al igual que peces que pudieran escapar a los anzuelos, como el mero. Y cada noche puede ser mortal.
Henry Polanco, pescador del peque?o puerto de El Cuyo, relata que es bastante com¨²n escuchar historias de buzos pescadores que mueren ahogados o por s¨ªndrome de descompresi¨®n (cuando el nitr¨®geno disuelto en la sangre por la presi¨®n del mar forma burbujas en el torrente sangu¨ªneo y provoca fatiga, dolor muscular y a veces la muerte). Muchos mueren por falta de experiencia, del equipo apropiado o de condici¨®n f¨ªsica.
Todos los pescadores entrevistados para esta historia saben de alguien que ha perdido la vida. Cada a?o, en promedio, mueren 35 pescadores en altamar, seg¨²n datos de la Secretar¨ªa de Pesca y Acuacultura Sustentables de Yucat¨¢n (Sepasy). La mayor¨ªa, a causa del buceo.
Ni los peligros, ni la escasez de recursos, ni las advertencias de las autoridades han sido suficientes para detener la pesca ilegal. No cuando hay d¨ªas en que ellos ganan menos de 200 pesos mexicanos (unos 10 d¨®lares).
Un oficio en agon¨ªa
Polanco narra que bucea desde que ten¨ªa 11 a?os. ¡°Hasta hace seis a?os yo dec¨ªa que a m¨ª me hubiera gustado que mis hijos se dedicaran a la pesca. Hoy no, no quiero que tengan nada que ver con el mar¡±, sostiene.
Despu¨¦s de la vor¨¢gine que caus¨® el pepino de mar, regular a los pescadores ribere?os se ha convertido en un problema con intereses econ¨®micos y pol¨ªticos entrelazados. Para empezar, no todas las embarcaciones est¨¢n registradas y la gran mayor¨ªa de los pescadores de la zona no cuentan con un permiso de pesca. Los requisitos de la Conapesca para obtenerlo resultan inalcanzables para muchos de ellos. Mientras, las autoridades no llevan un control genuino sobre los permisos emitidos. Todo culmina en un caos burocr¨¢tico que se presta a la falsificaci¨®n.
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¡°Los empresarios se dieron cuenta que la autoridad es corrupta. Metas las lanchas que metas al agua, nadie te dice nada y puedes traer las toneladas que quieras¡ es un negocio redondo¡±, explica Pastor Contreras Avil¨¦s, pescador de San Felipe y l¨ªder de una federaci¨®n de cooperativas, despu¨¦s de su jornada de trabajo en R¨ªo Lagartos. Desesperanzado, dice que su visi¨®n hacia el futuro no es muy alentadora, porque ya no hay qu¨¦ pescar. ¡°Nosotros somos los que vemos el fondo y en el fondo no vemos nada. No hay nada, no hay vida¡±, dice.
En algunos lados, las cooperativas, formadas por pescadores que se unen para resolver intereses comunes, son esenciales para la protecci¨®n del recurso marino y la autorregulaci¨®n ante la falta de autoridad: si se descubre que un miembro ha pescado fuera de temporada, por ejemplo, se le impone una multa de 15.000 pesos mexicanos. La cooperativa tiene su propia vigilancia, a?ade Polanco, y en ocasiones ellos mismos han aprehendido a pescadores ilegales.
Tanto pescadores y cooperativas como autoridades y cient¨ªficos coinciden en que el primer paso para acabar con el desastre que trajo el pepino de mar es el ordenamiento pesquero; es decir, que todos los pescadores y embarcaciones est¨¦n registrados debidamente, respeten las vedas y dem¨¢s regulaciones.
¡°Yo llegu¨¦ a encontrar permisos clonados y duplicados¡±, comenta Cristales M¨¢rquez en su oficina de la Conapesca en M¨¦rida. Dado que no todos los propietarios de embarcaciones quieren pescar, las rentan a alguien m¨¢s, quien tramita un segundo permiso con los mismos datos de la embarcaci¨®n. ¡°Entonces tengo 5.000 embarcaciones [registradas], pero en permisos tengo 8.000¡å.
Por otro lado, las sanciones y multas para aquellos que pescan de forma irregular tampoco parece representar una amenaza suficiente para dejarlo de hacer, pues son m¨ªnimas en comparaci¨®n con las ganancias de seguir pescando fuera de la ley. Y, muchas veces, ni siquiera se les impone la sanci¨®n.
La instituci¨®n encargada de vigilar las actividades de pesca il¨ªcita es la Conapesca. Sin embargo, en 2020, la agencia federal contaba solo con 156 personas enfocadas en la vigilancia pesquera de todo el territorio marino nacional, que abarca m¨¢s de 3,1 millones de kil¨®metros cuadrados, y en el mismo a?o sufri¨® un recorte de presupuesto de m¨¢s del 70%. Mientras tanto, los apoyos que otorgaban a organizaciones pesqueras regionales para controlar la pesca ilegal fueron cancelados en 2019, limitando la colaboraci¨®n con las comunidades.
Simplemente no existe la organizaci¨®n o los recursos necesarios para mantener el orden. Rafael Combaluzier Medina, director de la Sepasy, explica que una vez que se mete una denuncia de pesca ilegal a la Conapesca esta se puede tardar hasta 15 d¨ªas en emitir un acta de cateo, y m¨¢s tiempo a¨²n en tomar acci¨®n. Si es que llegan a tomarla.
Y tampoco es que se puedan fiar de las autoridades, se?ala Polanco, que tambi¨¦n es presidente de una federaci¨®n regional de cooperativas pesqueras. La corrupci¨®n es tan conocida que los pescadores que han capturado se burlan ya montados en la patrulla. ¡°Nadie, exactamente nadie, puede decir que no conoce c¨®mo sucede la pesca ilegal o el problema que afecta cien por ciento al sector pesquero¡±, dice Polanco.
Como si esto no fuera suficiente, la pesca furtiva se ha extendido a nuevos espacios: la pesca deportiva. A 40 kil¨®metros al norte de M¨¦rida, en Puerto Progreso, el pescador Ricardo Dom¨ªnguez ve yates de lujo por doquier en su paseo matutino en la marina. Con un permiso que se obtiene por internet con facilidad, estos yates pueden sacar del mar cualquier especie de valor sin importar las vedas. Actualmente hay alrededor de 2.500 en el Estado y han desplazado ya a las embarcaciones pesqueras. ¡°El proyecto de aqu¨ª es que desaparezcan los pescadores, que esto se vuelva exclusivo para los yates¡±, dice Dom¨ªnguez, mientras recorre con su lancha las zonas en las que sol¨ªa jugar de ni?o en Progreso, y a las que ahora debe de entrar con cautela si no quiere ser sancionado por traspaso de propiedad privada.
Un recurso finito e indispensable
¡°Ser pescador es una cultura¡±, dice Jos¨¦ Luis El Chino Carrillo Galaz, que preside otra federaci¨®n regional de cooperativas, en su oficina de Puerto Progreso. Para ¨¦l, la gesti¨®n es mejor en grupo y resolver el problema de la pesca ilegal depende de un trabajo conjunto entre pescadores, investigadores, autoridades y consumidores.
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En algunas partes del mundo, a los consumidores les preocupa cada vez m¨¢s que sus alimentos sean pescados de manera sustentable y favorecen m¨¢s al mercado local. Pero en Yucat¨¢n, persuadir al consumidor final de no fomentar la pesca ilegal es algo dif¨ªcil, ya que la mayor¨ªa de sus productos se exportan.
Un reporte del a?o pasado de la Comisi¨®n de Comercio Internacional de los Estados Unidos ¡ªUSITC en ingl¨¦s¡ª, estima que ese pa¨ªs import¨® 2,4 millones de d¨®lares de productos del mar derivados de pesca ilegal, no reportada y no regulada en 2019, lo que representa casi el 11% de sus importaciones. En el mismo reporte, M¨¦xico ocupa el segundo lugar, despu¨¦s de Filipinas, de pa¨ªses cuyo producto tiene procedencia ilegal o no regulada, con un total de 25%.
¡°?De qui¨¦n es la responsabilidad de lidiar con esto?¡±, pregunta Renee Berry, investigadora de la USITC. ¡°Creo que tanto el lado de la oferta como el de la demanda deben ser parte de la soluci¨®n¡±, a?ade.
El Gobierno mexicano, rebasado, sigue sin controlar una situaci¨®n que ya escal¨® a pol¨ªticas internacionales. El 7 de febrero, Estados Unidos prohibi¨® la entrada de embarcaciones mexicanas a sus puertos por actividades de pesca ilegal en aguas estadounidenses.
Combaluzier Medina asegura que la Sepasy tiene ¡°muy bien identificado, en un 80%, a los grandes compradores de pesca furtiva del estado¡±. Pero al no tener atribuci¨®n para capturarlos y procesarlos, lo ¨²nico que pueden hacer es ¡°pasarle¡± la informaci¨®n a la Conapesca. Tambi¨¦n menciona que cuentan con solo cinco inspectores para vigilar los 378 kil¨®metros de la costa yucateca.
Alicia Poot Salazar, investigadora y jefa del Centro Regional de Investigaci¨®n Pesquera del Instituto Nacional de Pesca (Inapesca) en Yucaltep¨¦n, sostiene que lo m¨¢s importante es que no se deje de pescar, ¡°porque la gente necesita vivir¡±. No solo se trata de dar subsidios, sino de repoblar y apoyar a los pescadores a que tengan otras fuentes de ingreso, como ranchos marinos y zonas de refugio pesquero. ¡°Es algo que puede funcionar y unir a una comunidad¡±, dice la investigadora.
El mero, al ser una especie emblem¨¢tica de Yucat¨¢n, ha sido el foco de estos esfuerzos. Se ha proyectado un centro de reproducci¨®n, no solo para repoblar las costas sino tambi¨¦n para la engorda, y las cooperativas est¨¢n tratando de trabajar un programa estrat¨¦gico para su recuperaci¨®n con el gobierno federal.
Tambi¨¦n se ha pugnado por disminuir su consumo local e implementar estrategias de trazabilidad; es decir: el registro minucioso de la proveniencia de un producto del mar. ¡°Aunque la trazabilidad s¨ª importa, en M¨¦xico [su implementaci¨®n] todav¨ªa es complicada¡± porque falta conciencia de las pr¨¢cticas que se necesitan para llevarla a cabo, explica Edel Guti¨¦rrez Moguel, director de la plataforma de monitoreo y trazabilidad Plenumsoft Marina, con sede en M¨¦rida. Mientras el gobierno centralice la informaci¨®n y no se interese por una buena capacitaci¨®n ni por adquirir tecnolog¨ªa de punta, el panorama ser¨¢ imposible. Para ¨¦l, la Secretar¨ªa de Hacienda deber¨ªa tener un papel fundamental, pues es la instituci¨®n encargada de llevar un control de la comercializaci¨®n pesquera. Carrillo Galaz coincide: ¡°Es m¨¢s f¨¢cil perseguir 50 comerciantes que 50.000 pescadores¡±.
Por ejemplo, el 80% del mero que se pesca en el estado se va para Florida, en Estados Unidos que exige una buena trazabilidad para que el producto entre al pa¨ªs. ¡°Pero al sistema claro que se le puede enga?ar¡±, comparte Guti¨¦rrez Moguel. ¡°Hay que ser honestos: mientras los gringos quieran seguir comprando barato, ellos van a ver c¨®mo hacer que el producto ilegal llegue¡±.
Empresas como Plenumsoft Marina est¨¢n desarrollando tecnolog¨ªas para implementar una trazabilidad confiable. Pero otras tecnolog¨ªas que buscan combatir la pesca ilegal se ven bloqueadas por el Gobierno. La organizaci¨®n Oceana, por ejemplo, busca rastrear con GPS la ruta de las grandes embarcaciones pesqueras para encontrar actividades ilegales en su plataforma Global Fishing Watch. El problema es que depende de datos que la Conapesca no ha transparentado.

A¨²n as¨ª, algunos pescadores ribere?os ya han adoptado pr¨¢cticas de manejo sustentable. Se est¨¢n uniendo a las m¨¢s de 20 pesquer¨ªas en el pa¨ªs con certificaciones que acreditan capturas bajo medidas sustentables o que se encuentran en ese camino.
Los mismos pescadores furtivos ya han empezado a entender que el recurso se acaba si no lo respetan. A ra¨ªz de eso, pobladores a lo largo de la regi¨®n han iniciado proyectos que buscan desarrollar un comercio sustentable, como la granja de pulpos en Sisal, as¨ª como el repoblamiento de especies. Uno de los proyectos m¨¢s prometedores se est¨¢ cocinando en la regi¨®n que, parad¨®jicamente, ha sido una de las m¨¢s afectadas por la pesca ilegal.
Cauich cuenta que en Celest¨²n se est¨¢ trabajando en la construcci¨®n de un refugio pesquero comunitario para hacer repoblamiento del pepino de mar y otras especies. La idea principal es establecer una franja de 210 kil¨®metros cuadrados frente a la playa para contrarrestar la pesca ilegal y la sobreexplotaci¨®n de especies. ¡°A nosotros no nos interesa cuidar todo el mar, ya vimos que no podemos. Pero cuidar esta partecita y ense?arle a la gente c¨®mo se dan las cosas, c¨®mo se reproducen, ser¨ªa el ¨¦xito¡±.
En paralelo, planean traer turismo para mostrar este esfuerzo pionero de conservaci¨®n. Cahuich suena emocionado: ¡°Para m¨ª es un proyecto s¨²per ambicioso, pero s¨²per noble, porque te permite perdonar a todos lo que en alg¨²n momento lo hicieron mal y hasta los que no quieren participar, tambi¨¦n es para ellos¡±.
Pese a que este proyecto lleva a?os queriendo concretarse y que muchas autoridades se negaron a apoyarlo durante a?os, cient¨ªficas como Poot Salazar, algunos pescadores e instituciones como la Sepasy no dejaron morir la idea, que hoy est¨¢ a punto de concretarse. ¡°A m¨ª me mueve el pensar que podemos hacer algo por las mismas comunidades¡±, dice Poot Salazar, quien apoy¨® esta iniciativa desde el principio.
El refugio pesquero se decret¨® en octubre de 2019. Ya existe un comit¨¦ de manejo para la actividad pesquera y el gobierno del Estado est¨¢ apoyando. Aunque la pandemia lo fren¨® parcialmente, no lo hizo del todo. La idea es que cada vez m¨¢s personas entiendan que es un plan comunitario y que todo aquel que pertenezca al sector pesquero, siempre y cuando est¨¦ ordenado, puede participar. ¡°Para m¨ª, este proyecto es el futuro de Celest¨²n, del Estado de Yucat¨¢n y de nuestro pa¨ªs¡±, concluye Cahuich.
Este reportaje se realiz¨® con el apoyo de Oceana, la mayor organizaci¨®n internacional dedicada a la protecci¨®n de los oc¨¦anos, y es resultado de una convocatoria conjunta entre EL PA?S y Oceana para investigar sobre la pesca ilegal en M¨¦xico.
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