Steve Jones y los Sex Pistols: de la clandestinidad a Disney
La banda nunca salt¨® al ¨¦xito masivo sino que permaneci¨® en la antesala, como un material radiactivo y peligroso que cualquiera puede intentar apropiarse
Pensar que un d¨ªa Disney iba a producir una serie sobre los Sex Pistols habr¨ªa sonado a chiste hasta hace quiz¨¢ cinco minutos. Despu¨¦s de todo, el corporativo de entretenimiento se ha esforzado en mostrarse como defensor de los ¡°valores¡± y los Pistols, por su lado, son el grupo de rock maldito por antonomasia: unos provocadores que apenas sab¨ªan tocar sus instrumentos cuando los tomaron en las manos y que, como le dijo el guitarrista de la banda, Steve Jones, a la revista NME en 1975: ¡°No estamos en el negocio de la m¨²sica, sino en el del caos¡±. Pero ya es 2022, en el mundo del espect¨¢culo campea un culto por la nostalgia que exige sacrificios continuos (algunos tan enormes como darle el ?scar a Bohemian Rhapsody) y la serie no solo se hizo, sino que se estren¨® el pasado 31 de mayo. Est¨¢ basada en Lonely Boy, el libro de memorias del citado Jones, un retrato dickensiano y emotivo de unos chicos de clase trabajadora que no saben si convertirse en estrellas o dinamitar el negocio de la m¨²sica, y se desbandan y hunden antes de decidirlo.
Steve Jones es un personaje muy complejo, que lo mismo confiesa ser incapaz de amar (o de relacionarse siquiera en t¨¦rminos rom¨¢nticos), que se muestra agudo y autocr¨ªtico en sus comentarios sociales y humanos. Esa complejidad ha sido bien aprovechada por el director de la serie, Danny Boyle (s¨ª, el de Trainspotting), quien adem¨¢s de ser brit¨¢nico y fan del punk rock, vivi¨® en primera persona el ascenso y ca¨ªda de los Pistols porque pertenece a aquella generaci¨®n que removi¨® hasta los cimientos la gris Inglaterra de mediados de los setenta, que acabar¨ªa en manos de Margaret Thatcher.
Steven Philip Jones naci¨® en Londres en 1955. Su padre era un boxeador aficionado que abandon¨® a la familia cuando su hijo ten¨ªa dos a?os. Su madre se emparej¨®, tiempo despu¨¦s, con Ron Dambagella, un padrastro golpeador que, seg¨²n se asienta en Lonely Boy, abus¨® de Steve, y lo crio en un ambiente de humillaci¨®n, violencia y abandono. L¨®gicamente, el muchacho fue un fracaso escolar (ya adulto no era capaz de leer nada m¨¢s complejo que un r¨®tulo) y se dedic¨® a deambular por las calles y meterse en problemas. Comenz¨® a robar autos y se pas¨® a los atracos a salas de conciertos y clubes. Hurt¨® equipo de David Bowie (uno de sus ¨ªdolos) y de Bob Marley y as¨ª form¨® su primera banda, sin saber distinguir siquiera una nota. Malcolm McLaren y su esposa, la dise?adora Vivienne Westwood, universitarios de buena familia, eran due?os de la boutique de vanguardia Sex, ubicada en el barrio de Chelsea, y lo tomaron bajo su protecci¨®n. McLaren jugaba con la idea de promover a un grupo de rock que enarbolara sus ideales revolucionarios influenciados por el situacionismo franc¨¦s. Una banda que reuniera el ruido, el esc¨¢ndalo, la subversi¨®n y el gusto m¨¢s dudoso¡ Una ma?ana, John Lydon apareci¨® por la tienda. Y lo dem¨¢s es historia.
Pistol, se llama la serie, y es un buen retrato de una ¨¦poca cuajada de figuras hoy legendarias o, cuando menos, famosas, que bajo la mirada de Jones/Boyle resultan pintorescas y coloridas. Como algunos de los propios Pistols: John Lydon (apodado Rotten, ¡°podrido¡±), el cantante, retratado como un freak ir¨®nico y radical, pero del que, curiosamente, est¨¢n orgullosos sus padres, detalle que lo enfrenta con el maltratado e ignorado Jones. O Sid Vicious, el jovenc¨ªsimo y naif bajista suplente, quien acab¨® devorado por la hero¨ªna y la tragedia, pero antes supo dejar en la retina del mundo la imagen eterna del punk inadaptado. O McLaren y Westwood, creativos, manipuladores y un poco siniestros, que rescatan a Jones, s¨ª, pero se refieren a ¨¦l, sin tapujos, como ¡°mascota¡±. O los amigos alrededor de la banda, como Chrissy Hines, a la postre l¨ªder de la banda de pop Pretenders, quien en la historia oficia de consejera y ligue ocasional de Jones, y es de lejos el personaje m¨¢s emp¨¢tico y c¨¢lido de todos (lo que no es dif¨ªcil en un contexto de adolescentes agresivos). El final del camino es sabido: los Pistols duraron m¨¢s o menos dos a?os juntos (no sin cambios y convulsiones), grabaron un disco, que hoy es un imprescindible de la m¨²sica popular del siglo XX, fueron prohibidos en media Inglaterra y se desintegraron por choques entre Lydon y McLaren al final de su primera gira por EU.
Pero aunque la gran Chrissy Hines logr¨®, luego de muchas frustraciones, un lugar en el negocio de la m¨²sica e incluso el ¨¦xito, la mirada de Jones/Boyle no deja de reconocer que los Sex Pistols estaban hechos de una pasta muy distinta a bandas pop como Pretenders. Y por eso a¨²n hay adolescentes en medio mundo con playeras de los Pistols, por eso una banda de ¨¦xito masivo como Green Day sigue saqueando alegremente su imagen, sonido y est¨¦tica, por eso Disney produce una serie de seis cap¨ªtulos para su plataforma. Porque nunca saltaron al ¨¦xito masivo sino que permanecieron en la antesala, como un material radiactivo y peligroso que cualquiera puede intentar apropiarse.
Steve Jones, por su parte, sigui¨® en el negocio de la m¨²sica con algunas bandas ef¨ªmeras (los subestimados The Professionals, la mejor de ellas), un par de discos como solista y alg¨²n proyecto con fans destacados de otras generaciones, como Neurotic Outsiders, en el que altern¨® con miembros de Guns N?Roses y Duran Duran. Hace a?os que conduce un popular show de radio en Los ?ngeles, donde vive desde los a?os noventa. Ha sobrevivido un infarto. Es vegetariano. Nunca se ha casado. Dice que ya no escucha punk rock sino a Steely Dan. Y quiz¨¢, al final, madurar sea eso: cenar verduras junto con Mickey Mouse.
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