El feminicida del Suntory: un hombre de gustos caros y manejos oscuros que desenfund¨® la pistola contra su esposa
El empresario mat¨® a su esposa, la cantante Yrma Lydya, en un restaurante japon¨¦s de Ciudad de M¨¦xico
A toro pasado, algunas muertes podr¨ªan calificarse de cr¨®nicas anunciadas. Es, quiz¨¢, el caso de la cantante mexicana Yrma Lydya, pareja de un hombre del que estos d¨ªas se revelan numerosos detalles de su personalidad y su modo de conducirse. Ninguno bueno. Jes¨²s Hern¨¢ndez Alcocer asesin¨® a tiros a la mujer de 21 a?os en el restaurante Suntory, el jueves pasado por la noche, delante de todos los que all¨ª estaban. El impacto que cobr¨® de inmediato el crimen no se debe solo a su espectacularidad y descaro, ni en exclusiva a la fama de la muchacha, pronto se supo tambi¨¦n que el que accion¨® el gatillo era un hombre de influencias en el mundo judicial y pol¨ªtico, bien conocido en algunas esferas p¨²blicas. Tanto es as¨ª, que algunos temen que el juicio por este asesinato pudiera quedar impune o sin el castigo que precisa.
Debido a su presencia en la vida p¨²blica y en asuntos noticiosos, como el caso de fraude del obispo On¨¦simo Cepeda, del que sali¨® absuelto en 2015, varios periodistas lo conocieron, porque fue dizque su defensor, y hoy rememoran su encuentro con ¨¦l. Nada bueno. El escritor y reportero Emiliano Ruiz Parra traza un perfil del feminicida cercano a los g¨¢nsteres de los a?os Veinte del siglo pasado, tanto en su ostentosa indumentaria como en su fanfarroner¨ªa. Lo mismo presum¨ªa de haberse entrevistado con el papa Juan Pablo II que le ped¨ªa un besito a la mesera que les atend¨ªa en el restaurante. Esto fue hace a?os, pero los que han tenido contactos con ¨¦l en las ¨²ltimas semanas cuentan que su comportamiento no ha cambiado. Hoy duerme en el reclusorio Norte mientras la justicia sigue su curso.
La cantante Dulce, que compart¨ªa escenario con la desventurada Yrma Lydya, cont¨® a este peri¨®dico que Hern¨¢ndez Alcocer alardeaba constantemente de sus contactos jur¨ªdicos. ¡°Si tienes alg¨²n problema con la justicia solo tienes que dec¨ªrmelo que yo te lo resuelvo¡±, sol¨ªa decirle a la artista. Tambi¨¦n cuenta que la madre de la asesinada no ten¨ªa ninguna simpat¨ªa por su yerno, que superaba en 58 a?os la edad de su hija. Quiz¨¢ notaba c¨®mo Hern¨¢ndez Alcocer pretend¨ªa separarla de Yrma Lydya. La cantante fallecida le ocultaba al esposo cuando visitaba a su madre, y segu¨ªa su trayectoria, con los tres guardaespaldas que ¨¦l le hab¨ªa puesto controlando cada paso que daba.
Los contactos del feminicida del Suntory con gente importante no se circunscriben al ¨¢mbito judicial, ni se quedan en el pasado. Tambi¨¦n se han conocido relaciones con el mundo militar y el pol¨ªtico, de ayer y hoy. El periodista Raymundo Riva Palacio cita fuentes militares para relatar la conexi¨®n con el general Audomaro Mart¨ªnez Zapata, director del Centro Nacional de Inteligencia de M¨¦xico, por ejemplo, y menciona que el abogado despachaba en el restaurante pr¨¢cticamente a diario con la pistola colgando al cinto, dicen que chapada en oro. Con el general, relata el analista, les un¨ªa una empresa de seguridad a nombre del hijo de este.
Tanto presum¨ªa el ahora encarcelado, que es dif¨ªcil determinar hasta d¨®nde era cierta su influencia o cu¨¢nto hab¨ªa de bravuconer¨ªa. Al escritor Ruiz Parra le ofreci¨® de todo en aquella cita de 2013, menos lo que ¨¦l buscaba: informaci¨®n veraz para escribir sobre la jerarqu¨ªa cat¨®lica a ra¨ªz del caso del obispo de Ecatepec. Compart¨ªa mesa, dice, con otros comensales que le suger¨ªan un negocio de empe?o de joyas y autom¨®viles, con un hombre que dijo ser su hijo, y con una novia tambi¨¦n veintea?era. Hern¨¢ndez Alcocer ha tenido otras dos parejas, que tambi¨¦n murieron.
As¨ª pues, noviembre de 2013, un sal¨®n privado en el restaurante Max Prime, cuatro de la tarde. Como capo de pel¨ªcula, vest¨ªa camisa blanca de seda bajo un traje de sastre de rayas, tirantes. El reloj y la corbata llenos de brillantes. Para escribir de la jerarqu¨ªa cat¨®lica, como ped¨ªa el reportero, tendr¨ªa que esperar a que ¨¦l se muriera, solt¨® el abogado, que por entonces no lo era. Sac¨® su licenciatura en leyes apenas en 2017, por tanto, si defend¨ªa algunos casos lo har¨ªa de forma extrajudicial.
A Emiliano Ruiz Parra, con quien este peri¨®dico ha conversado por tel¨¦fono, le ofreci¨® en aquella mesa entrar en pol¨ªtica. Si quer¨ªa el PRI, le presentaba a Emilio Gamboa; si el PRD, a Jes¨²s Ortega; si prefer¨ªa el PAN, ah¨ª estaba su amigo Luis Alberto Villarreal. Ofrec¨ªa sus contactos como el que se abre el saco y deja ver, colgados del forro de la prenda, un surtido de relojes.
?Qu¨¦ no gustaba esa mercanc¨ªa? Ten¨ªa otras. Le habl¨® de sus obras de arte y le propuso una comisi¨®n por vender, por ejemplo, un Rubens, una pieza de marfil, una obra de Bernini, en concreto un fauno. ¡°Y me mostr¨® una nota publicada en una revista gringa, American Lawyer, donde aparec¨ªa ¨¦l bajo el apodo de El Padrino. La verdad es que nunca busqu¨¦ esa revista, pero todo lo dem¨¢s de aquella reuni¨®n est¨¢ mi cuaderno y en mi memoria¡±, dice Ruiz Parra, que trabaja en un proyecto de periodismo de investigaci¨®n, Corriente Alterna, para los alumnos de la UNAM.
El Tirantes ten¨ªa su pasado religioso: un ni?o que quiso ser sacerdote pero acab¨® expulsado del seminario. Eran aquellos a?os en que las ¨®rdenes religiosas obligaban a los pupilos a vestirse y desnudarse sin que se les viese el cuerpo, tambi¨¦n lo hac¨ªan las monjas. Al feminicida le parec¨ªa un recuerdo digno de contar el que los religiosos les ense?aran as¨ª ¡°a cuidarse de los maricones¡±. De mayor tuvo un confesor, Jos¨¦ Luis Guerrero, cont¨® tambi¨¦n a Ruiz Parra, ¡°al que le ofrecieron ser juez del Tribunal de la Rota, el que se encarga de deshacer matrimonios cat¨®licos de famosos y acomodados¡±. El cura rechaz¨® el puesto, para disgusto de Hern¨¢ndez Alcocer. ¡°Ah¨ª se manejan los divorcios de los reyes, con un divorcio as¨ª no habr¨ªa vuelto a trabajar en mi vida. Yo hubiera divorciado a Vicente Fox¡±, segu¨ªan las fantasmadas de la reuni¨®n de aquella tarde en el restaurante, ante un periodista que iba grabando todo en su memoria.
Antes de asistir a aquella cita, Ruiz Parra activ¨® sus protocolos de protecci¨®n. Ya entonces el empresario, como se daba a conocer, ten¨ªa fama de ser un personaje oscuro y relacionado con las fuerzas de seguridad del pa¨ªs, incluido el secretario Garc¨ªa Luna, que fue responsable de la polic¨ªa en tiempos de Felipe Calder¨®n y que ahora est¨¢ en la c¨¢rcel en Estados Unidos. ¡°Les dije a mis amigos que me reunir¨ªa con ¨¦l en aquel restaurante, que ir¨ªa solo y que ya sab¨ªan d¨®nde pod¨ªan buscarme si no me reportaba¡±.
Hace unas semanas, el feminicida y su esposa tuvieron una comida en su casa del Pedregal. All¨ª estaban compositores y relaciones p¨²blicas, todos ellos trataban de relanzar la carrera de la cantante, para lo que su marido dijo no tener l¨ªmite: lo que fuera necesario. Yrma Lydya vest¨ªa ese d¨ªa muy elegante y se hab¨ªa puesto sus joyas. All¨ª cant¨® para ellos, recuerda el relaciones p¨²blicas de la artista, V¨ªctor Hugo S¨¢nchez. Interpret¨® un bolero de Armando Manzanero, Se?or Amor: ¡°Lo hizo muy bien¡±. Los que visitaron la casa la recuerdan enorme y con objetos de lujo. El buen vino y los rudos modales son comunes en los relatos que estos d¨ªas circulan sobre el feminicida.
Hern¨¢ndez Alcocer abandon¨® el sigilo que le ha acompa?ado en sus negocios la noche del jueves 23 de junio, cuando apret¨® el gatillo contra su joven esposa bajo las luces del restaurante Suntory. Pasado el momento, volvi¨® a sus negocios: quiso comprar su fuga a los agentes que lo reten¨ªan para llevarlo ante la justicia, pero estos no se dejaron sobornar. Las im¨¢genes muestran al Tirantes esposado a la espalda, con su camisa blanca y su pantal¨®n gris, los mismos tonos que la corbata. Llevaba un cubrebocas negro. As¨ª sali¨® del restaurante donde las camareras ¡°sol¨ªan llevar fajas que les constre?¨ªan la cintura¡±. Y donde alguna vez se le oy¨® rega?ar con desparpajo y sin modales a los meseros que le rend¨ªan pleites¨ªa. ¡°Ya vienes a poner tu cara de chango¡±, le espet¨® a uno de ellos. Fue en noviembre de 2013.
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