La librer¨ªa infantil que quiere reescribir d¨¦cadas de abandono en un mercado de Nezahualc¨®yotl
Tania Navarro y Fernando Vera abrieron Navegui en mayo de 2021 en un local min¨²sculo de un mercado tradicional. Es la ¨²nica tienda de cuentos de la zona, un barrio pobre que carga con el estigma de la inseguridad
El abandono lleg¨® para quedarse hace a?os al mercado del Carmen, al norte de Nezahualc¨®yotl, uno de los municipios de ese monstruo de concreto que rodea la capital pero pertenece al Estado de M¨¦xico. Sus pasillos se vaciaron, la gente se march¨® y solo los clientes m¨¢s fieles siguieron acudiendo a los pocos puestos que permanecieron abiertos. Hasta que en mayo de 2021 Tania Navarrete y Fernando Vera, a contracorriente y en contra de los consejos de todo el mundo, decidieron alquilar uno de los peque?os locales, y en vez de vender frutas o chiles secos, llenaron las estanter¨ªas de cuentos infantiles: la Librer¨ªa Navegui. All¨ª: en ese lugar desahuciado y por el que nadie daba un peso, en esas calles suburbiales, pobres y atravesadas por el estigma de la inseguridad, tan alejadas de las rutas culturales y la inversi¨®n p¨²blica. ¡°Deber¨ªa haber una librer¨ªa en cada barrio¡±, sentencia Vera.
¡ªEs la librer¨ªa que hubi¨¦ramos querido tener de chavitos ¡ª dice Navarrete¡ª. Es una cuesti¨®n muy personal, tener oferta cultural de calidad en un sitio perif¨¦rico. Quer¨ªamos romper el tab¨² de la cultura cara y elitista: que vayas a la poller¨ªa o por una quesadilla y te pongas a ver libros. Neza es la idea de marginaci¨®n total y pobreza extrema, pero se tienen que cultivar espacios. Una empresa dir¨ªa ¡®aqu¨ª no¡¯, pero a nosotros no solo nos interesa la cuesti¨®n mercantil, tambi¨¦n reparar el tejido social.
Al sol de las cinco de la tarde del ¨²ltimo jueves de junio, las calles aleda?as parecen un poblado fantasma en el que no se ve ni un alma. En uno de los pasillos del mercado, con todas las tiendas cerradas, dos perros grandes combaten a zarpazos el sopor y las moscas que les sobrevuelan. Una mujer vende quesadillas en una esquina, del fondo de un corredor llegan los ruidos de un taller de reparaci¨®n de electrodom¨¦sticos. La librer¨ªa es un local peque?o, de tres por tres metros, igual que la poller¨ªa o el altar a la Virgen de Guadalupe que tiene al lado. Tiene el suelo de madera, un techo bajo y estanter¨ªas repletas de cuentos.
Navarrete (35 a?os) y Vera (36), como buenos lectores, llevan grandes gafas. Ella tiene el pelo rizado y los labios rojos, ¨¦l una barba rala. Los dos visten delantales, como los tenderos tradicionales. Estaban cansados de que las librer¨ªas solo pudieran encontrarse en colonias ricas, como La Condesa o la Roma, y que la periferia fuera un p¨¢ramo cultural, olvidado por el Estado, sin acceso a la cultura.
¡ª?Por qu¨¦ una librer¨ªa infantil?
¡ªLa especialidad es clave, y este pa¨ªs no la tiene. Yo tuve la oportunidad de estudiar sobre literatura infantil porque era profesor de secundaria. Siempre di a mis alumnos libros distintos a los del programa, libros cercanos a su realidad. Una vez un profesor me dijo: ¡®M¨¦xico no tiene problemas graves en alfabetizaci¨®n, sino en la distribuci¨®n de los libros¡¯. Se me prendi¨® la luz y dije: ¡®alg¨²n d¨ªa voy a tener mi propia librer¨ªa¡¯. La parte pasional es que este tipo de libros son los que me hicieron lector, son la simiente para empezar a cambiar. No es que a los ni?os les aburran los libros, es que no los conocen¡ªdesarrolla Vera.
En la tienda no solo venden cuentos: tambi¨¦n consiguen libros de cualquier g¨¦nero por encargo, organizan talleres para ni?os y proyecciones de cine. ¡°Hemos vivido toda la vida en suburbios de la Ciudad de M¨¦xico y nunca hemos tenido actividades de este tipo, y nos hubiera gustado mucho. Si alguien no tomaba el riesgo, nadie lo iba a hacer. Hab¨ªa que allanar el camino y si en unos a?os llegan aqu¨ª cadenas de librer¨ªas como El S¨®tano, nosotros estuvimos primero, es un orgullo haber resistido¡±, sintetiza Vera.
La idea era ¡°reactivar un espacio en el abandono con muchos problemas¡±, explica Vera. Al local de la librer¨ªa le han ganado unos metros: han construido una estructura de madera en el techo a la que se llega por una escalera blanca de caracol. Como tejado hay una chapa y como paredes han colocado lonas y pal¨¦s. Ah¨ª, con un par de mesas y unas cuantas sillas recicladas, hacen los talleres.
Reconocen que el negocio todav¨ªa no genera muchos ingresos y tienen que compaginar con otros trabajos ¡ªVera es profesor de literatura en la UNAM, Navarrete se dedica a la gesti¨®n cultural¡ª. ¡°Todo el mundo lo hubiera visto desde la adversidad y nosotros quisimos empe?arnos en lo que se pod¨ªa cambiar. S¨ª, va lento, no nos da para vivir, pero lo vemos a largo plazo. Tratamos de encontrar el equilibrio entre pasi¨®n y raz¨®n, es el reto¡±, dice Vera. ¡°No es que no nos interese el dinero, pero no queremos ir al espacio como el se?or de Amazon, queremos crear un cambio¡±, apunta Navarrete, que est¨¢ sac¨¢ndose un doctorado en Letras.
Teatro antiguo y okupas vascos
Vera creci¨® en Nezahualc¨®yotl, Navarrete en Ecatepec. Los dos se conocieron estudiando Letras Hisp¨¢nicas en la UNAM. Con los a?os se reencontraron, se hicieron pareja, empezaron el proyecto de la librer¨ªa, cuya semilla comenz¨® en un grupo de venta de Facebook en 2015 y evolucion¨® hasta lo que es ahora. Entre 2019 y 2020, Vera, que es doctor en literatura mexicana, recibi¨® una beca para ir a estudiar a Espa?a. Durante el d¨ªa investigaba sobre teatro antiguo en archivos espa?oles, y en las noches, despu¨¦s de ir al CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas), recorr¨ªa las librer¨ªas de Madrid.
Para aprovechar el viaje, Vera y Navarrete recorrieron tambi¨¦n Sevilla, Barcelona y el Pa¨ªs Vasco. All¨ª se quedaron fascinados con los movimientos de okupaci¨®n. En Donosti conocieron a un grupo de titiriteros que se dedicaban a darle nueva vida a los lugares que ya nadie usaba; entraban a mercados tradicionales abandonados, como el del Carmen, y realizaban espect¨¢culos de danza y teatro. ¡°Fue impresionante ver ese tipo de din¨¢micas, recuperar espacios abandonados a trav¨¦s del arte. Pensamos, ¡®nosotros no tenemos eso¡¯¡±. El germen de Navegui acababa de nacer.
Conoc¨ªan el mercado del Carmen porque Vera hab¨ªa crecido cerca. Y decidieron importar el modelo que hab¨ªan visto en Espa?a. Pidieron un pr¨¦stamo, la ayuda de amigos para realizar la reforma y llevaron sus viejas estanter¨ªas. Al principio no fue f¨¢cil. El lugar llevaba muchos a?os olvidado, con la mayor¨ªa de locales vac¨ªos ¡ª¡±por corruptelas¡±, apunta Vera¡ª y apenas un pu?ado de clientes, la mayor¨ªa gente de mayor que les miraba con extra?eza y no entend¨ªa que hac¨ªan all¨ª. ¡°No hay un click total, tanto por la edad como por sus rutinas. Siempre nos ven con ojos de ¡®?pero esto qu¨¦ es?¡¯ Pero hay gente que viene a diario a comprar y nos han hecho parte de su tour, eso para nosotros es valios¨ªsimo¡±, cuenta Navarrete.
Nezahualc¨®yotl es una ciudad pobre, marginada y acostumbrada a que se le preste solo atenci¨®n cuando hay una balacera. M¨¢s del 70% de la poblaci¨®n se siente insegura, seg¨²n la Encuesta Nacional de Seguridad P¨²blica Urbana. Pero sobre todo, es un barrio popular olvidado por las instituciones que necesita nuevas iniciativas, defienden Navarrete y Vera. Al poco de abrir tuvieron un incidente: un hombre armado con un cuchillo trat¨® de robarles, pero una patrulla pasaba por all¨ª y le detuvo. ¡°Hasta la fecha no hemos tenido mayor problema, pero se siente el clima de inseguridad generalizado del pa¨ªs. Es un terror psicol¨®gico m¨¢s que palpable. Pese a todos los problemas que pueda tener esta zona, es relativamente segura¡±, se?ala Vera. ¡°Tenemos actividades nocturnas como el cineclub, y cuando est¨¢ vac¨ªo s¨ª da miedo¡±, confiesa Navarrete.
¡°Queremos algo distinto para nuestro barrio, aunque nos digan que aqu¨ª no hay futuro y nos vamos a ir a pique. Ya tenemos un a?o. Algo bien hacemos¡±, dice orgulloso Navarrete. De momento, parece que la apuesta funciona: los dos aguantan tras esa barricada cultural que han erigido en el lugar a priori menos indicado, con la firme convicci¨®n de que los libros son el camino para mejorar el barrio; de que la tinta, a veces, es m¨¢s fuerte que las balas y el olvido.
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