Enrique Serna: ¡°Dentro de la correcci¨®n pol¨ªtica solo se puede escribir mala literatura¡±
El autor presenta su nuevo libro, ¡®Lealtad al fantasma¡¯, un compendio de siete cuentos sobre id¨®latras irredentos, donjuanes inseguros y amantes inesperados
La ¨²ltima obra de Enrique Serna (M¨¦xico, 63 a?os) es un libro de fantasmas. Tras el ¨¦xito de ventas de El Vendedor de Silencio, el escritor explora los impulsos secretos y las pasiones inconfesables que llevan a sus personajes a perder el control de sus vidas y sus voluntades. Lealtad al fantasma (Alfaguara, 2022) es una colecci¨®n de siete cuentos sobre id¨®latras irredentos, donjuanes inseguros y amantes de mundos opuestos. Sentado a unos metros de la alberca de un hotel en Ciudad de M¨¦xico, el autor interrumpe la lectura de Falsa Liebre de Fernanda Melchor para hablar en entrevista de c¨®mo exorciza sus propios fantasmas, de su proceso creativo y del esp¨ªritu provocador de su obra. ¡°Dentro de la correcci¨®n pol¨ªtica solo se puede escribir mala literatura¡±, sostiene Serna.
Pregunta. ?Qu¨¦ son los fantasmas y por qu¨¦ quiso explorar este tema en sus personajes?
Respuesta. Porque creo que muchos de nosotros tendemos a inventarnos fantasmas y a entregarles las riendas de nuestro destino. El conflicto que eso puede suscitar dentro de una persona que siente la zozobra de que est¨¢ cediendo el tim¨®n de su vida puede ser muy interesante. Eso crea una lucha interior y me parece que esas luchas son justamente uno de los temas m¨¢s interesantes de la literatura.
P. Muchos de los fantasmas del libro surgen del sexo y el deseo er¨®tico. ?Por qu¨¦ estos fantasmas en particular tienen un poder tan grande sobre los personajes?
R. Porque la pasi¨®n es algo que te arrebata el control de tu vida, hasta cierto punto. El ideal amoroso rom¨¢ntico, el de la entrega absoluta a la persona amada, tambi¨¦n entra?a cierta angustia, porque eso te pone en riesgo de que se desintegre la personalidad. Lo que yo quise mostrar aqu¨ª es a esos personajes que ya no son due?os de su voluntad o que tratan de recuperarla en algunos casos. Quise proyectar eso haciendo una analog¨ªa con personajes que se han entregado a una fuerza sobrenatural o que descubren que una fuerza sobrenatural es la que gobierna sus vidas y eso los hace dudar de su propia existencia.
P. ?Y esa batalla interna es universal? ?Nos pasa a todos?
R. S¨ª, claro. Creo que todos los seres humanos somos proclives a esto. Y cada quien lo puede manejar de manera diferente.
P. Cuando los personajes se enfrentan a estas fuerzas se asustan o se descolocan. ?Por qu¨¦ no nos gusta ver dentro de nosotros mismos de repente?
R. Estamos obligados a ver dentro de nosotros mismos porque la conciencia no puede escapar de s¨ª misma, pero al mismo tiempo tenemos una aspiraci¨®n de escapar de nosotros mismos. Creo que eso es lo m¨¢s atractivo de la entrega amorosa. Tambi¨¦n es quiz¨¢ el origen de la afici¨®n a las drogas, por ejemplo, o al alcohol, que son otras maneras que utilizamos para escapar de nosotros mismos.
P. ?Por qu¨¦ estos deseos ocultos, vicios y escapes rivalizan tanto con lo socialmente aceptado?
R. Porque las pasiones amorosas suelen ser incompatibles con el orden social. Adem¨¢s, creo que todos los temas que m¨¢s enriquecen la literatura siempre est¨¢n al margen de la de la correcci¨®n pol¨ªtica. Dentro de la correcci¨®n pol¨ªtica s¨®lo se puede escribir mala literatura.
P. ?Estamos en un momento social en el que las fronteras de lo aceptable se han diluido o se han hecho m¨¢s fuertes?
R. Depende mucho del sector social al que pertenece cada ser humano. En el mundo conservador todav¨ªa hay reglas muy r¨ªgidas que nadie se atreve a transgredir en p¨²blico, aunque seguramente muchos la transgreden en privado. En el mundo liberal, al contrario. Hay una enorme cantidad de libertades y hay una permisividad muy grande.
P. Parece que cada cuento es una provocaci¨®n al lector¡
R. Desde luego. La literatura provocadora es la que trata de enfrentar al lector con sus propios pudores y ponerle un espejo delante de los ojos. Un espejo que va en contra de lo complaciente. No trata de halagar ni de congraciarse, sino trata m¨¢s bien de llevar la sinceridad a un extremo en donde pueda provocar una catarsis.
P. ?Hay mayor margen para esa literatura actualmente?
R. Por supuesto. La permisividad hace que ahora ya puedas ser mucho m¨¢s expl¨ªcito en cuanto a c¨®mo viven la sexualidad tus personajes. En el siglo XIX, en tiempos de Flaubert, ¨¦l ten¨ªa que recurrir a las elipsis para insinuar c¨®mo hab¨ªa sido la vida sexual de Madame Bovary, por ejemplo. ?l dice que se va a la noche de bodas y al d¨ªa siguiente, ella est¨¢ muy enfurru?ada y molesta, de ah¨ª t¨² deduces que le fue bastante mal. Incluso con esas precauciones, Flaubert fue v¨ªctima de un proceso judicial en aquel tiempo.
Hab¨ªa una censura muy f¨¦rrea que ya hemos superado, por fortuna, en los pa¨ªses libres del mundo, porque en el mundo isl¨¢mico sigue pesando terriblemente. Ahora podemos ser m¨¢s expl¨ªcitos y creo que eso es bueno para hacer un retrato m¨¢s completo y m¨¢s profundo de las pasiones humanas. En el caso de Abuela en brama, uno de mis cuentos, la vida sexual de mi protagonista es fundamental para entender qu¨¦ es lo que est¨¢ viviendo y c¨®mo se ha entregado a su amante. Sin embargo, siguen existiendo esos peligros y hay todav¨ªa sectores de la sociedad, incluso en pa¨ªses liberales, que desear¨ªan amordazar a los que piensan de una manera diferente.
P. ?C¨®mo lidia con sus propios fantasmas?
R. Trato de exorcizarlos mediante la escritura y tambi¨¦n de escuchar lo que me quieren decir. Hay veces que los personajes te est¨¢n susurrando al o¨ªdo y quieren cobrar vida. Intento tener bien abiertas las antenas para dejar que ellos te posean. Ah¨ª es cuando creo que pueden salir las mejores novelas o los mejores cuentos.
P. ?Qu¨¦ le susurran?
R. Los embriones de las historias son a veces muy nebulosos. No los puedes discernir claramente. Hay algo que te llama la atenci¨®n de algo que has visto, que le¨ªste o que te platicaron. Y entonces, se va quedando esa semilla en tu imaginaci¨®n. Despu¨¦s, tal vez por ciertas sesiones de ideas, empiezas a darle forma. Te inventas un yo potencial, al que colocas en unas circunstancias que pueden ser muy diferentes a las de tu propia vida. Eso te ayuda a que ese personaje empiece a cobrar vida propia.
P. En el primer cuento del libro, el narrador y el personaje principal no se ponen de acuerdo sobre c¨®mo terminar la historia. ?Usted tiene de pronto esas discusiones con sus personajes? ?No le dicen: ¡°No manches, no me hagas eso¡±?
R. (Risas) Bueno, d¨ªgamos que es una parodia de lo que te puede pasar con los personajes. Lo que yo creo que es muy importante es tener muy claras cu¨¢les son las motivaciones de su conducta, porque a m¨ª me parece que una trama nunca puede ir en contra de las motivaciones de los personajes. Eso hace que, por ejemplo, muchas series de televisi¨®n empiecen a resultar falsas, porque como los guionistas necesitan dar golpes dram¨¢ticos o dejar un suspenso, ah¨ª es donde me parece que se vuelven monigotes y dejan de ser buenos personajes.
P. ?Por qu¨¦ decidi¨® hacer un libro de cuentos despu¨¦s de publicar una novela como El vendedor de silencio?
R. Porque se me empezaron a ocurrir algunas ideas que eran m¨¢s para cuento que para novela. Como yo me he movido entre los dos g¨¦neros pr¨¢cticamente desde que empec¨¦ a escribir, pens¨¦ que pod¨ªa ir reuniendo material para un libro de cuentos y esto fue lo que hice durante la pandemia.
P. ?Le da m¨¢s libertad un g¨¦nero m¨¢s que el otro?
R. S¨ª, me da m¨¢s libertad que la novela hist¨®rica. Con los relatos hist¨®ricos hay que tener mucho cuidado de no cometer anacronismos, hacer una investigaci¨®n, situar al personaje en esa ¨¦poca, reconstruirla con la mayor precisi¨®n posible. Y eso a veces constri?e la imaginaci¨®n.
P. En otras entrevistas dijo que a lo mejor la mayor¨ªa esperaba que escribiera otra novela por el ¨¦xito de ventas.
R. S¨ª, si me guiara por los imperativos de la mercadotecnia editorial, pues s¨ª, probablemente me hubiera convenido m¨¢s hacer otra novela as¨ª, pero yo siempre he procurado escribir por necesidad expresiva.
P. ?El ¨¦xito puede convertirse en un obst¨¢culo creativo para un escritor?
R. De repente puede ser que llegue a intimidar a algunos escritores, por el miedo a fracasar en tu siguiente libro. Creo que eso le pudo haber pasado a Juan Rulfo despu¨¦s de que public¨® Pedro P¨¢ramo. Pero tambi¨¦n es cierto que despu¨¦s de escribir una maravilla como Pedro P¨¢ramo, ya te puedes sentir tranquilo y decir ¡°ya no tengo que escribir nada m¨¢s¡±.
P. ?Las expectativas de los dem¨¢s pueden ser intimidantes?
R. Puede ser, pero tambi¨¦n ser¨ªa terrible que esa intimidaci¨®n te llevara a la par¨¢lisis.
P. ?El ¨¦xito entonces no es lo m¨¢s importante para usted?
R. Yo nunca tengo en la mira a un lector que sea necesariamente muy culto. Yo escribo para el lector com¨²n, pero con la idea de que ese lector haga un esfuerzo imaginativo para complementar el significado de mis obras. A veces, los temas que elijo coinciden con el gusto mayoritario y a veces, no. De hecho, publicar un libro de cuentos implica, de entrada, salirte un poco de ese gusto mayoritario porque se lee mucho menos que una novela.
P. Usted ha reivindicado mucho en su trabajo la cultura popular. ?Por qu¨¦ es importante para usted darle cabida en su obra?
R. Me parece que la b¨²squeda del prestigio cultural es muy despreciable, al igual que la b¨²squeda de estatus. Adem¨¢s, creo que las fronteras entre la alta cultura y la cultura popular son artificiales. Se entrecruzan constantemente. He sido argumentista de telenovelas, bi¨®grafo de ¨ªdolos populares, publicista de pel¨ªculas mexicanas y mi formaci¨®n me ha puesto mucho en contacto con esos g¨¦neros dirigidos al p¨²blico masivo. No creo que eso sea malo porque finalmente la literatura trata tambi¨¦n de atrapar y cautivar a los lectores. Hay que desplegar una estrategia de seducci¨®n. La ventaja de la literatura es que tienes una enorme libertad que no tiene, por ejemplo, un guionista que tiene que someterse a cartabones de mercadotecnia o que tiene que someterse al melodrama, como cuando yo trabajaba en telenovelas.
P. ?Le llegaron a imponer cosas como argumentista de telenovelas en los ochenta?
R. Es que en esa ¨¦poca hab¨ªa una censura muy f¨¦rrea. En ese tiempo ya pasaban en M¨¦xico series gringas como Falcon Crest o Dallas, en las que ya hab¨ªa homosexualidad o drogas. Eso lo pasaban en el canal cinco. Pero como las telenovelas ocurr¨ªan en M¨¦xico, en las telenovelas del canal dos no pod¨ªas mostrar ese tipo de cosas. Haz de cuenta como que hab¨ªa una censura paternalista de que en el sagrado territorio mexicano no pasan estas cosas. Todo ten¨ªa que ser muy sugerido, insinuaciones y dem¨¢s, porque no pod¨ªas ser claro.
P. ?Busca inspiraci¨®n en algo en particular?
R. De todo lo que est¨¢ a mi alrededor. Tengo las antenas siempre abiertas para captar qu¨¦ es lo que me puede servir para armar una ficci¨®n.
P. ?Pero cuando lee algo no desconecta, no es lector y nada m¨¢s?
R. S¨ª, claro. He pasado largos periodos sin escribir, en las ¨¦pocas de sequ¨ªa.
P. ?Son dif¨ªciles de sobrellevar? ?Los periodos de sequ¨ªa y de trabajo intenso?
R. S¨ª, sobre todo al terminar una novela. Te puede dar una depresi¨®n posparto. A m¨ª me ha pasado. Como es algo que ocupa por completo tu existencia, en el momento en que lo pierdes sientes un vac¨ªo, pero hay que saber aguantarlo. Creo que empezar una novela al d¨ªa siguiente de haber terminado otra, te convierte en un workaholic.
P. El libro tiene una playlist, ?qu¨¦ papel tiene la m¨²sica en su proceso creativo?
R. El bolero y la canci¨®n ranchera son mis fuentes de inspiraci¨®n, desde luego. Tengo, incluso, una novela que lleva el t¨ªtulo de un bolero, Fruta verde, y otra novela m¨ªa sale de un verso de una canci¨®n de Cri Cri. Creo que mi educaci¨®n sentimental y la de muchos mexicanos de mi generaci¨®n est¨¢ ya prefigurada en el bolero y en las rancheras. Ahora no s¨¦, supongo que ser¨¢ en el reggaet¨®n, si se le puede llamar educaci¨®n sentimental.
P. ?Incluir¨¢ reggaet¨®n en la playlist de su pr¨®ximo libro?
R. No, lo aborrezco.
'Lealtad al fantasma', de Enrique Serna
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