Una mancha de sangre ¡®tejida¡¯ en el ?ngel de la Independencia se alza contra la violencia
A trav¨¦s de un manto rojo, un colectivo de artistas re¨²ne a familiares de v¨ªctimas de feminicidios, desaparecidos o trata con los viandantes de Ciudad de M¨¦xico para hacer conciencia sobre las heridas abiertas del pa¨ªs
Si un p¨¢jaro lo viese desde arriba, pensar¨ªa que el ?ngel de la Independencia est¨¢ sangrando, herido de gravedad. La mancha rojo carmes¨ª se extiende por las escaleras del monumento de la avenida Reforma, en Ciudad de M¨¦xico. Ha conseguido cubrir casi por totalidad todos los pelda?os de la glorieta, gracias a los hilos del vibrante color que van sumando los viandantes curiosos. Los que han elegido este domingo para pasear se suman a los activistas contra la trata, los familiares de mujeres asesinadas o de desaparecidos que se sientan a tejer como forma de protesta pac¨ªfica, y tambi¨¦n como terapia. ¡°El hilo rojo representa la sangre que derrama la violencia en M¨¦xico. Queremos llegar a los 100.000 metros cuadrados, uno por cada persona desaparecida¡±, dice Emelina Guzm¨¢n, cuyo hijo es parte de esa interminable lista.
Entre todos ensanchan cada vez m¨¢s el manto de ¡®Sangre de mi sangre¡¯, una obra colectiva coordinada por el Colectivo Hilos. Este grupo de artistas, compuesto puramente por mujeres dedicadas al arte, el periodismo, o la psicolog¨ªa, convoca a la poblaci¨®n a tejer en diferentes ciudades de M¨¦xico. Se suman colectivos de desaparecidos, madres de mujeres asesinadas o de v¨ªctimas de trata. Ellas ense?an a los que se interesan a tejer, creando un espacio para contar sus historias, tener un impacto visual, o al menos mantener la cabeza ocupada en uno de los momentos m¨¢s desesperados de sus vidas. ¡°Siento que estoy haciendo algo por mi hijo. Aunque sea peque?o, para m¨ª es importante¡±, dice Patricia del Carmen Don Mendes, que ha viajado desde Chiapas para a?adir sus puntadas al tejido.
Con el tiempo, el manto rojo se ha ido haciendo m¨¢s grande, de forma proporcional a las cifras de v¨ªctimas de la violencia del pa¨ªs. Hasta ahora, M¨¦xico suma 108,787 personas sin localizar y se asesinan a 10 mujeres por d¨ªa. Es ¡°la met¨¢fora perfecta¡±, seg¨²n Claudia Rodr¨ªguez, fundadora del colectivo. ¡°Es una herramienta para que volteen a ver los n¨²meros. Es un grito de ¡®ya basta¡±, asegura. El proyecto se inici¨® en 2019 con el aumento de los feminicidios en Jalisco. Las mujeres empezaron a tejer todos los domingos en el Parque Rojo de Guadalajara. Algunos parches del inmenso manto que hoy luce Ciudad de M¨¦xico se han tornado marrones por el sol, testigos de aquellos inicios y del momento en que fueron incorporados a la obra. El tejido cobr¨® relevancia en la marcha del 8M justo antes de la pandemia y ha sido expuesto en diferentes museos y monumentos del pa¨ªs.
La denuncia social se suma a la acci¨®n terap¨¦utica para la mayor¨ªa de mujeres que pasan un hilo debajo del otro. ¡°El tejer con alguien de alguna manera es empatizar, estimular la solidaridad¡±, a?ade Rodr¨ªguez. Y las personas que se concentran en las hebras de rafia roja le dan la raz¨®n. Luz Mar¨ªa Sarabi empez¨® a tejer hace 10 a?os por su cuenta, poco despu¨¦s de que su hijo no volviera a casa tras salir con su carro a realizar unos mandados. ¡°La misma depresi¨®n me empuj¨® a ello. Aprend¨ª porque en esos momentos me relajaba y me ayudaba a distraerme¡±, confiesa cansada del viaje desde Mazatl¨¢n. Sarabi ense?a con esa habilidad donde ha volcado la frustraci¨®n de toda una d¨¦cada en ense?arle a Laura Ivone Vald¨¦z, que busca a su t¨ªo. ¡°Estos hilos nos unen y nos sensibilizan¡±, dice emocionada por a?adir un peque?o trozo de tejido rojo a la obra.
Otro ejemplo es el caso de Ver¨®nica Evangelina Guill¨¦n. Sali¨® en 2019 al cine con su esposo y dos de sus hijos. Volvieron en coches separados y el de Karina del Carmen Ruiz Guill¨¦n y Carlos Alfredo Ruiz Guill¨¦n nunca lleg¨® a casa. Con ellos iba el marido de Karina, Hugo Francisco Tan M¨¦ndez. Su madre ha viajado hasta la capital desde Chiapas para tejer. Desde que Ver¨®nica le avis¨® de que su hijo y su nuera hab¨ªan desaparecido, se han apoyado mutuamente. De hecho, fue Guill¨¦n quien le anim¨® a aprender a tejer y sumar su participaci¨®n a la obra. ¡°Por ah¨ª anda un pedacito chueco que tej¨ª¡±, dice con una sonrisa rota.
Entre los grupos de desaparecidos se oyen otras voces de la violencia, como la de Sandra Mercado. Su hija desapareci¨® en 2017, cuando apenas ten¨ªa 14 a?os. En los grupos de mujeres que buscan a sus familiares, sustituyendo el trabajo de las autoridades, encontr¨® el apoyo y la fuerza para denunciar y no rendirse. Fue en esa ¨¦poca donde encontr¨® consuelo en tejer. Un v¨ªdeo que se viraliz¨® en redes sociales de su hija asegurando que se hab¨ªa ido por voluntad propia le devolvi¨® la esperanza que muchas familias de desaparecidos sue?an con tener. Al menos estaba viva. El a?o pasado consigui¨® recuperarla. Las autoridades federales la rescataron del departamento de un hombre con antecedentes al que buscaban. Mercado cree que todo este tiempo estuvo en una red de trata y la obligaron a grabar ese v¨ªdeo para que ella dejara de buscarla. ¡°Ella no me quiere decir. Me dice que no quiere que lo sepa para que no me ponga triste¡±, susurra. Pese a tenerla a su lado ahora, sigue tejiendo. ¡°Lo hago por las mujeres que conoc¨ª en mi lucha que siguen buscando, y por las que encontraron a sus seres queridos donde no deb¨ªan. En fosas comunes¡±, dice con orgullo y a?ade: ¡°Si la sociedad se uniera como nos unimos nosotras, como se unen estos hilos en el tejido, temblar¨ªan los poderosos en el cielo y la tierra¡±.
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