La expropiaci¨®n petrolera de M¨¦xico, el hito que marc¨® el Gobierno de L¨¢zaro C¨¢rdenas
El 18 de marzo de 1938, C¨¢rdenas dio su decreto por la radio nacional. Pidi¨® el apoyo de los ciudadanos para ¡°salvar al petr¨®leo mexicano y el pisoteado honor nacional de M¨¦xico¡±
Por radio nacional, a las 22.00 horas del 18 de marzo de 1938, el presidente L¨¢zaro C¨¢rdenas del R¨ªo decret¨® la expropiaci¨®n de las empresas petroleras. El Gobierno se apropi¨® legalmente de 17 compa?¨ªas extranjeras que controlaban la industria. En su mensaje a la naci¨®n dej¨® claro que, conforme a la situaci¨®n del pa¨ªs, de la industria y de los trabajadores, no exist¨ªa otra opci¨®n; ¡°habiendo quedado rotos los contratos de trabajo entre las compa?¨ªas y sus trabajadores, por haberlo as¨ª resuelto las autoridades del trabajo, de no ocupar el Gobierno las instalaciones de las compa?¨ªas, vendr¨ªa la paralizaci¨®n inmediata de la industria petrolera, ocasionando esto males incalculables al resto de la industria y a la econom¨ªa general del pa¨ªs¡±.
Los mexicanos salieron a celebrar a las calles con pancartas que apoyaban la decisi¨®n presidencial, se reunieron 200.000 personas de manera espont¨¢nea en el Z¨®calo de la Ciudad de M¨¦xico y llevaban toda clase de donaciones para cumplir con la indemnizaci¨®n correspondiente que C¨¢rdenas hab¨ªa pactado con las empresas extranjeras.
Como paso siguiente se cre¨® el Centro de Redenci¨®n Econ¨®mica Nacional y el Comit¨¦ Femenino Nacional Propago de la Indemnizaci¨®n Petrolera. El 12 de abril recibieron donativos en efectivo y en especie de ciudadanos de todos los estratos sociales y de todo tipo, ¡°desde joyas hasta animales tra¨ªdos de las granjas¡±, de acuerdo con el relato de Lorenzo Meyer. Este episodio de la historia moderna de M¨¦xico se convirti¨® en un ejemplo ¡°de la dimensi¨®n ideol¨®gica de la pr¨¢ctica cardenista¡±, de acuerdo con el historiador Eitan Ginzberg.
La econom¨ªa mexicana durante el Gobierno de L¨¢zaro C¨¢rdenas
La llegada de L¨¢zaro C¨¢rdenas a la presidencia en 1934 estuvo marcada por una econom¨ªa nacional favorecedora. M¨¦xico se recuperaba de la gran depresi¨®n y la pol¨ªtica se enfocaba en la reanimaci¨®n econ¨®mica y el pleno empleo, con esto, 1932 y 1945 el tama?o de la econom¨ªa se duplic¨®, de acuerdo con informaci¨®n de los investigadores Luis Aboites y Engracia Loyo.
Como lo menciona el historiador Arnaldo C¨®rdova, ¡°ni antes ni despu¨¦s de aquel periodo ha existido un estadista que tuviese una idea tan clara como la ten¨ªa C¨¢rdenas, del papel fundador de un verdadero poder pol¨ªtico en el siglo XX que desempe?an las masas trabajadoras, sobre todo cuando estas est¨¢n organizadas¡±.
En la industria el¨¦ctrica, las compa?¨ªas extranjeras eran indiferentes con las necesidades clave que los ciudadanos necesitaban, tales como mejoras y ampliaciones del servicio. De este modo, el gobierno decidi¨® invertir directamente en la industria, seg¨²n lo relatan los investigadores Aboites y Loyo.
El auge de las movilizaciones de los trabajadores
A la par, hubo movimientos obreros que se extendieron r¨¢pidamente por el pa¨ªs. Las grandes movilizaciones de trabajadores y organizaciones llevaron a la unidad de los obreros, no solamente en este sector, sino que inclu¨ªa la adhesi¨®n y consenso de los empleados rurales y urbanos.
Los petroleros eran famosos por ser independientes y combativos, lo que se fortific¨® en 1935 cuando se cre¨® el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la Rep¨²blica Mexicana (STPRM). A partir de 1936, cuando ya contaba en sus filas con m¨¢s de 20.000 miembros, comenz¨® a reclamar nuevos derechos laborales y un contrato colectivo.
Entre las peticiones estaban la semana de 40 horas, pago durante enfermedades, indemnizaci¨®n familiar en caso de muerte o incapacidad total y salario m¨ªnimo. A partir de ese momento hubo diversos conflictos entre las empresas y las luchas sindicales. Las agrupaciones de trabajadores buscaban cumplir y mejorar los contratos de los empleados.
En 1936 se cre¨® la Confederaci¨®n de Trabajadores de M¨¦xico (CTM), organizaci¨®n que reun¨ªa a varios sindicatos industriales clave. Esta organizaci¨®n obrera se hizo de mucho poder sindical y pol¨ªtico, tanto que, seg¨²n la propia confederaci¨®n, ten¨ªa 3.594 sindicatos afiliados y 946.000 miembros. El STPRM se uni¨® a la CTM.
Para 1936 la compa?¨ªa El ?guila control¨® el 56% de la producci¨®n, refinaba el 71% y exportaba el 65%. Exist¨ªa una explotaci¨®n irracional de los yacimientos petroleros, seg¨²n el investigador Jos¨¦ Rivera Castro. Las maniobras para perforar los pozos y explotar los recursos eran incorrectas, lo que provocaba incendios, problemas en propiedades agr¨ªcolas y consecuencias ecol¨®gicas.
La CTM expres¨® apoyo a los sindicatos y las normas propuestas por C¨¢rdenas, quien dec¨ªa que los derechos obreros eran simple justicia laboral y aseguraba que sin justicia social, todo progreso en M¨¦xico ser¨ªa imposible. Esta fiebre y uni¨®n de las organizaciones con el gobierno permit¨ªa la contrataci¨®n colectiva de los trabajadores y el respaldo obrero hacia las decisiones del gobierno.
En una convenci¨®n para discutir las cl¨¢usulas que el STPRM consideraba las m¨¢s importantes, de 248 cl¨¢usulas, los patrones solamente aprobaron 36 al considerar el resto ¡°absurdas¡±. Entre las que rechazaron estaban la semana laboral de 40 horas, pago salarial durante enfermedades, indemnizaci¨®n por incapacidad total o muerte o jubilaciones.
Para 1937 las organizaciones sindicales aseguraron que llegar¨ªan a una huelga si las empresas privadas no aceptaban su pliego petitorio. ¡°Las empresas petroleras extranjeras, sobre todo las estadounidenses, se opon¨ªan¡±, seg¨²n lo relatado por Aboites y Loyo.
Ese mismo mes estall¨® la huelga y despu¨¦s de negociaciones intensas y la intervenci¨®n de la Junta de Conciliaci¨®n y Arbitraje y la Suprema Corte de Justicia, se lograron acuerdos como una jornada de 40 horas, salario m¨ªnimo de cinco pesos diarios y la retribuci¨®n de los salarios ca¨ªdos que los trabajadores hab¨ªan perdido durante la protesta.
Aunque los patrones quer¨ªan imposibilitar la resoluci¨®n, se conden¨® la implementaci¨®n de la misma para cumplirse el pago a principios de 1938. Las compa?¨ªas impugnaron y exigieron al gobierno que arreglara el conflicto, alegaron que no ten¨ªan los recursos econ¨®micos suficientes para acatar las demandas de los trabajadores, aunque de acuerdo con el historiador Alan Knight, ¡°financieramente era factible¡±.
Los trabajadores pararon nuevamente las labores hasta tener una respuesta clara. El siguiente movimiento ser¨ªa entrar a las plantas para controlarlas. En Minatitl¨¢n evitaron que los empleados brit¨¢nicos entraran a la refiner¨ªa.
La expropiaci¨®n petrolera
El historiador Eitan Ginzberg asegura que L¨¢zaro C¨¢rdenas orquest¨® la expropiaci¨®n petrolera desde su llegada a la presidencia, aunque, como ¨¦l mismo aclara, muchos otros historiadores como Lorenzo Meyer, Tzvi Med¨ªn y Alan Knight aseguran que m¨¢s bien fue un hecho no planeado.
Para Ginzberg uno de los primeros movimientos de C¨¢rdenas fue en 1935, cuando durante su discurso anual en el Congreso declar¨® inconsistencias entre la Ley de Petr¨®leo de 1925 y el art¨ªculo 27 de la Constituci¨®n, por lo que propuso, se crear¨ªa una nueva ley, que en 1936 se convirti¨® en la Ley de Expropiaciones de Utilidad P¨²blica cuyo argumento principal reca¨ªa en otorgarle al gobierno derechos legales para expropiar bienes de valor social a cambio de compensaciones.
Esa noche del 18 de marzo de 1938, C¨¢rdenas dio su decreto por la radio nacional. Pidi¨® el apoyo de los ciudadanos para ¡°salvar al petr¨®leo mexicano y el pisoteado honor nacional de M¨¦xico¡±. En la capital desfilaban los ciudadanos con ata¨²des que ten¨ªan el nombre de las compa?¨ªas petroleras ¡°Standard, Huasteca, El ?guila¡¡± Donaban dinero, joyas, m¨¢quinas de coser, anillos de boda.
El Estado se qued¨® con maquinaria, instalaciones, edificios, refiner¨ªas, estaciones de distribuci¨®n, embarcaciones, oleoductos, tanques de almacenamiento, v¨ªas de comunicaci¨®n, muebles e inmuebles.
Los empresarios corr¨ªan rumores en los que dec¨ªan, los trabajadores dejar¨ªan de recibir un sueldo, que el Estado no era capaz de operar la maquinaria y la producci¨®n petrolera, que habr¨ªa una cat¨¢strofe econ¨®mica. En efecto, hubo dificultades al inicio de la operaci¨®n gubernamental, sobre todo en cuanto a log¨ªstica, distribuci¨®n y manejo de maquinaria.
Seg¨²n los testimonios del embajador, en el extranjero la ira de los inversores y directores de la industria exigieran a Estados Unidos que interviniera, empleara la fuerza y que incluso llegara a la guerra para obligar a M¨¦xico a ceder ante la inversi¨®n externa.
Las empresas extranjeras bloquearon la venta del crudo mexicano. Con una crisis global que polarizaba las opiniones sobre, por ejemplo, la venta de petr¨®leo a Alemania a inicios de la Segunda Guerra Mundial, el Gobierno mexicano tuvo que vender petr¨®leo a este pa¨ªs, Italia y Am¨¦rica Latina hasta que Franklin Roosevelt rompi¨® el veto.
Para el 7 de junio del mismo a?o se fund¨® la paraestatal Petr¨®leos Mexicanos (Pemex) cuya operaci¨®n se basaba en la colaboraci¨®n del gobierno con el sindicato. Ten¨ªa la tarea de realizar exploraci¨®n, explotaci¨®n, refinaci¨®n y comercializaci¨®n, pero los problemas parec¨ªan aumentar. C¨¢rdenas intent¨® organizar la nueva empresa para estabilizarla. Los conflictos econ¨®micos no eran menores y se tuvieron que tomar medidas de austeridad, reducciones salariales y mayor esfuerzo.
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