El Senado de M¨¦xico honra a Elena Poniatowska: ¡°Transform¨® la indignaci¨®n en denuncia¡±
La escritora recibe la medalla Belisario Dom¨ªnguez, m¨¢ximo reconocimiento a un ciudadano mexicano, con un homenaje al periodismo, su gran pasi¨®n, y reivindicando el papel de las mujeres en la literatura
Fue un homenaje al periodismo. La escritora mexicana Elena Poniatowska dedic¨® el discurso de aceptaci¨®n de la Medalla Belisario Dom¨ªnguez, m¨¢ximo reconocimiento a un ciudadano de M¨¦xico, para hacer una exaltaci¨®n al periodismo, su gran pasi¨®n desde que ten¨ªa 21 a?os y comenz¨® su carrera como reportera en la redacci¨®n de Exc¨¦lsior.
La autora record¨® no solo esos inicios, cuando una joven tuvo la insolencia de meterse en una profesi¨®n de hombres y machista, sino una larga carrera que la ha llevado a cubrir los grandes acontecimientos que han marcado y llenado de heridas a este pa¨ªs: la matanza estudiantil de 1968, el devastador terremoto de 1985, el alzamiento zapatista. En su discurso tambi¨¦n sonaron los nombres de personajes importantes que ella perfil¨®, desde Diego Rivera y Octavio Paz hasta Mar¨ªa F¨¦lix y Dolores del R¨ªo. ¡°Desde 1953 escribo, cuando era una joven preguntona, y todav¨ªa insisto en los por qu¨¦, para qu¨¦, c¨®mo, cu¨¢ndo y d¨®nde¡±, ha dicho la incansable reportera Poniatowska este mi¨¦rcoles ante un Senado que la escuchaba cautivado y que de tanto en tanto la interrump¨ªa con aplausos. ¡°?Elena!¡± ¡°?Elena!¡±, gritaban los legisladores en una rara muestra de unidad en un pa¨ªs sumido, incluso desde la prensa, en una profunda polarizaci¨®n.
Fue un homenaje a la reporter¨ªa. A esa labor que puede ser muy cansada, ese ponerse sobre las calles y preguntar hasta el hast¨ªo, de buscar las voces de protagonistas de historias de infamia, de abusos, de corrupci¨®n o de vidas seductoras. El indagar como un sabueso hasta sacar a luz lo que el poder quiere ocultar. ¡°Aprend¨ª dichos y pregones¡±, ha recordado Poniatowska de aquellos d¨ªas andando y desandando las calles en b¨²squeda de sus historias. Ha recordado aquellos d¨ªas de 1985, tras la espantosa tragedia del terremoto que devast¨® Ciudad de M¨¦xico y dej¨® miles de muertos, sin que las autoridades de la ¨¦poca, muy aferradas a la censura, dieran un n¨²mero exacto de fallecidos. Poniatowska recorri¨® las calles destruidas al lado del tambi¨¦n periodista Carlos Monsiv¨¢is para tener una idea de la inmensidad de la desgracia. Sub¨ªan a los techos de los edificios derrumbados como castillos de naipes, preguntaban a los supervivientes, segu¨ªan de cerca la solidaridad de los mexicanos, buscaban las historias de esperanza, como las hilanderas que salvaron la vida lanz¨¢ndose a las calles sujetadas de las telas que hab¨ªan confeccionado.
Se present¨® tambi¨¦n en el Senado el fantasma de Tlatelolco. Poniatowska record¨® en su discurso aquel trauma que a¨²n despierta dolores profundos en los mexicanos, una herida de la que todav¨ªa emana sangre. Hizo la escritora un homenaje personal a las madres de los j¨®venes asesinados y desaparecidos por la infame violencia desatada desde el Estado, a los estudiantes valientes que arriesgaron su vida, a los vecinos de Tlatelolco, ese barrio capitalino venido a menos, que aguantaron con hero¨ªsmo el asedio de las fuerzas estatales. ¡°Soy de las que levantan la cabeza cuando un helic¨®ptero pasa por un caser¨ªo, como ocurri¨® en 1968 en Tlatelolco, cuando un helic¨®ptero inicio la balacera¡±, ha afirmado la escritora. ¡°Haber vivido este acontecimiento sigue siendo una profunda herida¡±, ha reconocido la autora de La noche de Tlatelolco, obra de culto que re¨²ne las historias que reconstruyen aquel horror.
Ese trabajo, lectura obligada para los mexicanos, tambi¨¦n fue reconocido durante la ceremonia en el Senado. Fue la senadora Sasil de Le¨®n, presidenta de la comisi¨®n que otorga la Medalla Belisario Dom¨ªnguez, la encargada de leer el discurso en el que se justifica la entrega del reconocimiento a Poniatowska. De Le¨®n ha dicho que Poniatowska es la princesa ¡°humilde y modesta¡± que lleg¨® a M¨¦xico con diez a?os, que con el tiempo se convirti¨® en una reportera incansable dispuesta a contar ¡°las historias de los olvidados, del otro M¨¦xico, de los que no importan¡±, para darles voz y que las injusticias sufridas por ellos no se olviden. Mencion¨® la senadora, como ejemplo, La noche de Tlatelolco, una obra que defini¨® ¡°como un duro golpe al presidencialismo mexicano¡±, que ¡°transform¨® la indignaci¨®n en denuncia¡±.
Fue un homenaje a las mujeres. Poniatowska ha recordado a sus 91 a?os los nombres de las mujeres que han ayudado a levantar el M¨¦xico moderno, desde la cultura, la literatura, la lucha revolucionaria y el alzamiento zapatista. Miles de mujeres cuyos nombres se mantienen en la oscuridad, muchos de ellos olvidados, pero que han ayudado a romper los muros para que otras pudieran ocupar espacios destinados a hombres. El nombre de Rosario Castellanos, la gran escritora chiapaneca, reson¨® varias veces en el auditorio, pero tambi¨¦n las adelitas o soldaderas, las mujeres que hicieron la Revoluci¨®n mexicana y participaron en actos insurgentes, a veces m¨¢s peligrosos que los de sus compa?eros hombres, ha recordado la escritora. Los nombres de las madres que en un incansable ir y venir por el pa¨ªs buscan a sus hijos desaparecidos. El nombre de las ocho mujeres que antes que ella recibieron la medalla. Solo 9 mujeres desde su creaci¨®n en 1954.
La senadora De Le¨®n ha recordado tambi¨¦n que la misma Poniatowska con su trabajo como periodista, escritora y activismo pol¨ªtico ha dado un papel importante a las mujeres mexicanas y al feminismo. Su lucha, ha dicho la legisladora, ¡°abri¨® brechas para el feminismo del pa¨ªs¡±. De Le¨®n ha afirmado que desde su obra la escritora mexicana ha ofrecido un tributo a ¡°las mujeres olvidadas¡± y a las que han elevado la voz para dar un cambio de tim¨®n. No sorprende que Poniatowska haya estado en la ceremonia escoltada por mujeres como la feminista Marta Lamas o la senadora Jesusa Rodr¨ªguez.
Fue tambi¨¦n una jornada controvertida. La ceremonia de entrega de la Medalla Belisario Dom¨ªnguez tambi¨¦n estuvo marcada por controversias pol¨ªticas. Desde d¨ªas previos al evento se especulaba sobre la participaci¨®n del presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador en el homenaje, porque la tradici¨®n dicta que es el mandatario de la Rep¨²blica quien entrega el m¨¢ximo honor concedido a uno de sus conciudadanos. L¨®pez Obrador dijo que no asistir¨ªa y esa decisi¨®n gener¨® una ola de cr¨ªticas desde la oposici¨®n y entre intelectuales. El mandatario se limit¨® a enviar un saludo a Poniatowska a trav¨¦s de Twitter, en el que la llamaba una ¡°santa laica¡±. El presidente escribi¨®: ¡°En esta ocasi¨®n no erraron los senadores al otorgar la Medalla Belisario Dom¨ªnguez a Elena Poniatowska. Elenita es la mejor escritora de nuestros d¨ªas, la m¨¢s inteligente, pero sobre todo la que ha estado siempre con los que sufren y luchan por los dem¨¢s. Es una santa laica¡±. El mensaje iba acompa?ado de una imagen de L¨®pez Obrador al lado de Poniatowska en Palacio Nacional. La escritora lament¨® el hecho de que el presidente no la acompa?ara en un momento tan importante. Comenz¨® su discurso precisamente con un mensaje para el mandatario. ¡°Me da tristeza que no me acompa?e el se?or presidente de la Rep¨²blica, porque tanto mi familia y mis amigos lo queremos y no solo lo queremos, lo admiramos¡±, ha afirmado la escritora.
La controversia tambi¨¦n la desat¨® la senadora De Le¨®n al final de su discurso, al criticar a la Suprema Corte por tumbar la reforma del presidente que pretend¨ªa transferir al Ej¨¦rcito el control de la Guardia Nacional. Las palabras de la senadora generaron una protesta de la oposici¨®n, que salt¨® de sus curules y grit¨® ¡°?fuera!¡± ¡°?fuera!¡± a la legisladora ante el perplejo de Poniatowska, que no entend¨ªa lo que pasaba. Pero tras esos momentos de diferencias pol¨ªticas, la ceremonia contin¨²o como estaba programada y hubo aplausos, gritos de cari?o y besos al aire para Poniatowska. ¡°?Elena!¡± ¡°?Elena!¡±, tronaba la vieja sede del Senado, un hermoso edificio con sede en la calle de Xicot¨¦ncatl, en el Centro Hist¨®rico de Ciudad de M¨¦xico, y la escritora homenajeada respond¨ªa con una sonrisa espl¨¦ndida. ¡°Gracias a la vida que me ha permitido escribir lo que pienso¡±, afirm¨® la princesa roja ante los senadores que la homenajeaban.
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