?Es posible aplicar la pol¨ªtica de paz total de Gustavo Petro en M¨¦xico?
La propuesta del presidente colombiano rebasa, por mucho, lo que se ha contemplado como ¡°abrazos, no balazos¡± en M¨¦xico, donde es necesario empezar a considerar la posibilidad de dialogar con grupos armados para construir una nueva ruta
En este art¨ªculo proponemos que establecer un di¨¢logo con actores armados es una ruta que los gobiernos pueden seguir con el objetivo de construir paz. Para sostener este argumento, recurrimos a experiencias de investigaci¨®n en el estado mexicano de Michoac¨¢n y en los departamentos de Medell¨ªn y Urab¨¢, Colombia. Este ejercicio tiene sentido si se considera que este ¨²ltimo pa¨ªs tiene un largo historial de emprender procesos de paz con grupos de la guerrilla pol¨ªtica. Es en ese contexto en el que el presidente Gustavo Petro propone una ¡°paz total¡± que incluye establecer un proceso de negociaci¨®n con grupos armados delictivos para erradicar la violencia.
En M¨¦xico, no hay antecedentes ni tampoco propuestas comparables a Colombia. En la historia reciente, el ¨²nico proceso de paz que se pens¨® como tal fue con el Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional (EZLN), de 1994 a 1996. Luego, tras una d¨¦cada de la guerra contra el narco, el presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador anunci¨® que buscar¨ªa la paz a trav¨¦s de ¡°abrazos, no balazos¡±. Los ¡°abrazos¡± consisten mayormente en focalizar los programas sociales en aquellos municipios con la mayor tasa de homicidio doloso con el prop¨®sito de atender las causas estructurales de la violencia. Solo en algunos momentos se ha intentado algo semejante a negociar la paz con los grupos delictivos: entre estos, en 2014 y nuevamente en 2021, en el estado de Michoac¨¢n, en el centro occidente del pa¨ªs.
Tras seis a?os de investigaci¨®n acad¨¦mica e intervenci¨®n profesional en Michoac¨¢n, el mes pasado visitamos Colombia con un equipo de investigadores acad¨¦micos con larga experiencia en ese pa¨ªs. Hablamos con diversas organizaciones con enfoque de paz, adem¨¢s de funcionarios municipales, departamentales y nacionales. Visitamos Medell¨ªn, que en la d¨¦cada de 1990 lleg¨® a ser la ciudad m¨¢s violenta del mundo y, sin embargo, ahora tiene una de las menores tasas de homicidio en Colombia. Tambi¨¦n fuimos a la regi¨®n de Urab¨¢, en la costa caribe?a, considerada como una de las m¨¢s conflictivas del pa¨ªs, donde hay presencia de movimientos guerrilleros y de delincuencia organizada.
Medell¨ªn y Urab¨¢ frente a la pol¨ªtica de paz total
En nuestra visita a Colombia, hallamos que tanto organizaciones como funcionarios ven con ¡°buenos ojos¡± la propuesta de paz total. Sin embargo, resienten que el proceso de negociaci¨®n se hiciera mayormente con cabecillas de los grupos armados. Las organizaciones de la sociedad civil consideran que no han sido tomadas en cuenta por el Gobierno nacional. Se espera que los actores sociales pac¨ªficos tengan capacidad de interlocuci¨®n con la presente Administraci¨®n.
Igualmente, se expres¨® la preocupaci¨®n de que, si bien la pol¨ªtica de paz total puede ser exitosa y lograr desmovilizar a actores armados concretos, en lo relativo a delincuencia organizada, se piensa que, si la rentabilidad de las econom¨ªas ilegales no se ataja, llegar¨¢n nuevos actores a solventar las demandas del mercado.
Asimismo, recogimos cr¨ªticas que se?alan que la Administraci¨®n de Gustavo Petro es ¡°ingenua¡±, en tanto imagina a los grupos delincuenciales como configuraciones jer¨¢rquicas con liderazgos claros. Seg¨²n nuestros interlocutores en Colombia, muchos grupos de delincuencia organizada operan, en realidad, como redes, por lo tanto, crecen en sentido horizontal y con abundantes ramificaciones. Esto significa que no hay un mando claro con el cual negociar. Adem¨¢s, aun en los casos donde la estructura de las organizaciones criminales permite referir a un mando central, no existen garant¨ªas de que esta sea obedecida.
Tambi¨¦n hay perspicacia respecto a que el ¡°sometimiento a la justicia¡±, la pieza central del proyecto de ley de paz total, mismo que contempla que los grupos armados entreguen informaci¨®n sobre sus actividades criminales, acepten responsabilidad en los cr¨ªmenes y ofrezcan reparaci¨®n a sus v¨ªctimas. Tal sometimiento, dicen algunos, es poco atractivo para las organizaciones delincuenciales. Adem¨¢s, algunos grupos delictivos insisten en que se les reconozca haber brindado orden durante d¨¦cadas en sus territorios, en defecto del Estado.
Intervenciones por la paz con grupos delictivos en Michoac¨¢n
Considerando las caracter¨ªsticas de las estructuras delincuenciales en M¨¦xico, ?ser¨ªa posible plantear un experimento similar al que se est¨¢ llevando a cabo en el contexto colombiano?
En 2013, en Michoac¨¢n, se registr¨® un levantamiento en armas de personas que se identificaban como autodefensas y dec¨ªan que su movimiento social era una respuesta a la extorsi¨®n y otros abusos cometidos por la organizaci¨®n delincuencial de Los Caballeros Templarios. Ante dicha situaci¨®n, el Gobierno federal nombr¨®, un a?o despu¨¦s, a un comisionado de seguridad que, en t¨¦rminos pr¨¢cticos, relev¨® al gobernador de Michoac¨¢n. Algunas de las estrategias del comisionado incluyeron procesos de negociaci¨®n, tales como alianzas con los grupos de autodefensa para hacer frente a Los Caballeros Templarios. Incluso se cre¨® una corporaci¨®n policiaca nueva, la Fuerza Rural, y se registr¨® a diversos sectores de vigilantes en dicha unidad policial.
En 2015 y 2016, en Michoac¨¢n, hubo un descenso en la tasa de homicidios; sin embargo, era notorio que los grupos de autodefensa hab¨ªan empezado a incursionar en econom¨ªas ilegales antes operadas por Los Caballeros Templarios, mientras que en otros casos se aliaron con la organizaci¨®n delincuencial de C¨¢rtel Jalisco Nueva Generaci¨®n.
?C¨®mo se comparan los prospectos actuales de lograr paz con grupos delictivos en Medell¨ªn y Urab¨¢ con los intentos de paz en Michoac¨¢n en 2014?
Por un lado, los intentos de paz en Michoac¨¢n han enfrentado los mismos l¨ªmites se?alados por nuestros interlocutores en Colombia. En Michoac¨¢n, no ha habido una estrategia real para evitar que otro grupo sustituya a los grupos que en su momento ejerc¨ªan el control del territorio y de los negocios ilegales.
Por otro lado, los esquemas de paz en Colombia van mucho m¨¢s all¨¢ de lo que se ha contemplado hasta ahora en M¨¦xico.
No se contempl¨® en Michoac¨¢n algo semejante al sometimiento a la ley que ha sido central en los esquemas de paz de Colombia. En 2014, en el espacio de unos meses, algunos personajes pasaron de ser reconocidos miembros de Los Caballeros Templarios a ser autodefensas y, luego, a polic¨ªas uniformados, para luego ser denunciados como delincuentes nuevamente. En un pa¨ªs donde levantarse en armas no se persigue como delito, es dif¨ªcil construir una paz duradera.
De igual manera, los intentos de paz en Michoac¨¢n han hecho caso omiso de las v¨ªctimas. No se ha contado con un proceso de justicia transicional como ¨¦l que se proyecta para Colombia. Si la paz requiere de un sentido de justicia para sostenerse, es dif¨ªcil contemplarla en Michoac¨¢n.
En conclusi¨®n, tanto Gobierno como ciudadanos en Colombia han desarrollado, a base de d¨¦cadas de victimizaci¨®n, perspectivas sofisticadas sobre la paz, incluida la paz con grupos delictivos.
La paz total propuesta por Petro rebasa, por mucho, lo que se ha contemplado como ¡°abrazos, no balazos¡± en M¨¦xico. En este ¨²ltimo pa¨ªs es necesario empezar a considerar la posibilidad de dialogar con grupos armados para construir una ruta hacia la paz.
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