Muere a los 97 a?os Esteban Volkov, nieto y guardi¨¢n de la memoria de Le¨®n Trotsky
Superviviente del terror estalinista, con 14 a?os fue testigo directo del asesinato de su abuelo en la casa de Ciudad de M¨¦xico que ¨¦l mismo acabar¨ªa convirtiendo en museo
Esteban Volkov Bronstein, nieto y guardi¨¢n de la memoria de Le¨®n Trotsky, ha muerto la noche de este s¨¢bado en Ciudad de M¨¦xico, el ¨²ltimo refugio de su abuelo en el exilio y a donde orden¨® traerle siendo un ni?o en 1939. Una d¨¦cada antes, Josef Stalin hab¨ªa jurado borrar de la tierra a toda la estirpe del que hab¨ªa sido uno de los art¨ªfices de la revoluci¨®n rusa y jefe del Ej¨¦rcito Rojo. Superviviente del terror estalinista, el ni?o Volkov fue testigo directo del asesinato de su abuelo, uno de los hitos de la historia pol¨ªtica del siglo XX. Fue en aquella casa de aires coloniales donde ¨¦l sol¨ªa jugar con los galgos rusos de la familia y que d¨¦cadas despu¨¦s acabar¨ªa convirtiendo en un museo para honrar la memoria de su abuelo, que marc¨® de forma tr¨¢gica a toda su familia.
Nacido en Yalta, Ucrania, en 1926, su nombre original era Vsevolod. A los cinco a?os sali¨® de Mosc¨² con su madre hacia la isla turca de Pr¨ªnkipo, primer refugio de Trotski. ¡°Vivimos en casa del abuelo en las Islas de los Pr¨ªncipes, en el mar del M¨¢rmara¡±, sol¨ªa recordar de aquella primer¨ªsima ¨¦poca. En 1932 madre e hijo se mudan a Berl¨ªn, donde el partido nazi empezaba ya su ascenso al poder. A las pocas semanas ella, enferma de tuberculosis, se quita la vida dejando abierto el gas de la cocina. Pasa un a?o y medio en un internado de Viena dirigido por disc¨ªpulos de Sigmund Freud y en 1934 lo env¨ªan a Par¨ªs con su t¨ªo Le¨®n Sedov, mano derecha de Trotsky, que morir¨ªa delirando en una cl¨ªnica, supuestamente envenenado, apenas cinco a?os despu¨¦s. Su padre y sus t¨ªos abuelos acabar¨ªan tambi¨¦n fusilados.
Despu¨¦s de la truculenta muerte de Le¨®n, Trotski ordena que lo manden a M¨¦xico con ¨¦l y le ponen de nombre Esteban. O Sieva, como le llamaba cari?osamente su abuelo. Apenas un a?o despu¨¦s, el martes 20 de agosto de 1940, llega el asesinato. En una entrevista con este diario, Volkov rememoraba en 2015 los detalles del acontecimiento. Era medio d¨ªa y cuando Esteban llega de la escuela a casa han pasado solo unos minutos despu¨¦s de que su abuelo hubiera recibido el pioletazo homicida de Ram¨®n Mercader, el agente estalinista que durante meses se hab¨ªa infiltrado en el c¨ªrculo m¨¢s cercano de Trotsky. ¡°Cuando escuch¨® mis pasos, les dijo a los guardias: ¡°Mantengan a Sieva alejado. No debe ver esta escena¡±, recordaba. En un recodo del jard¨ªn, dos polic¨ªas sujetaban al asesino enviado por Mosc¨². ¡°En ese momento no lo reconoc¨ª. Ten¨ªa la cara ensangrentada y emit¨ªa extra?os chillidos y aullidos¡±.
Tres meses antes, en mayo, un primer ataque a balazos liderado por el muralista estalinista David Alfaro Siqueiros hab¨ªa dejado alg¨²n rasgu?o en el pie de Sieva. ¡°Tuve mucha suerte. Un asaltante vaci¨® seis disparos, en mi colch¨®n. Pero me refugi¨¦ bajo la cama. Recuerdo el ruido terrible, el olor a p¨®lvora¡±, recordaba en otra entrevista. La familia decidi¨® extremar la seguridad de la casa del barrio de Coyoac¨¢n, al sur de la capital. En el recorrido que este diario hizo en 2015, Volkov recordaba: ¡°Muchos dicen que esto era una fortaleza. ?La fortaleza de Trotski! No era ninguna fortaleza. Eso s¨ª, despu¨¦s del primer atentado se tapiaron algunas ventanas y se levantaron muros¡±.
Hasta los a?os setenta, Volkov vivi¨® en esa misma casa, donde cri¨® a sus cuatro hijas. Y en 1990 decidi¨® convertirla en museo. Un fijo en todas las gu¨ªas tur¨ªsticas de la ciudad, su impulso y dedicaci¨®n la convirti¨® tambi¨¦n en punto de encuentro de figuras e intelectuales ligados a su abuelo. Como el escritor cubano Leonardo Padura, autor de El hombre que amaba los perros, uno de los mejores acercamientos novelados al universo de Trotsky y su asesino. Padura volvi¨® al lugar del crimen en 2017. En en aquel encuentro, desde un patio de la casa abarrotado de gente, el escritor cubano explic¨®, acompa?ado de su amigo Volkov, los detalles de su gran novela basada en una historia real donde, como le dijo un amigo, ¡°todos mienten¡±.
El nieto de Trotsky ha sido el albacea de su memoria m¨¢s que de su doctrina. ¡°Yo siempre he estado alejado de la pol¨ªtica. Mi papel ha sido dar testimonio de lo que viv¨ª. La persecuci¨®n feroz que sufri¨® mi familia, el alud de mentiras y de falsedades monstruosas¡±. Trotsky tampoco quiso meterlo en sus asuntos. De hecho, reprend¨ªa a sus guardias si lo hac¨ªan: ¡°No hablen de pol¨ªtica con mi nieto¡±, ordenaba.
En M¨¦xico el joven Esteban estudi¨® qu¨ªmica y en los a?os cincuenta form¨® parte del laboratorio mexicano que sintetiz¨® por primera vez en la historia el elemento base de la p¨ªldora anticonceptiva. Despu¨¦s mont¨® por libre una peque?a planta de reciclaje de desechos. Su mujer, la madrile?a Palmira Fern¨¢ndez, ten¨ªa tambi¨¦n un pasado digno del de su marido. Su familia hab¨ªa quedado dividida entre el bando nacional y el republicano tras la Guerra Civil y ella estuvo trabajando varios a?os como jefa de taller de Balenciaga hasta que lo dej¨® todo y se fue a M¨¦xico para reunirse con sus hermanos, exiliados del bando perdedor.
En el sal¨®n de la casa donde vivi¨® lo ¨²ltimos a?os, hab¨ªa un un cuadro. Es una representaci¨®n pesadillesca del momento final de su abuelo, que aparece acurrucado en brazos de su compa?era, Natalia Sedova, espantado ante la muerte. A Volkov no le gustaba, como cont¨® tambi¨¦n a este diario. Se quejaba de que no era fidedigno porque Trotsky se mantuvo en pie tras el golpe, ¡°con las gafas rotas y la cabeza ensangrentada, se?alando a Mornard¡±, dec¨ªa empleando el nombre falso de Mercader como si no mereciera uno propio. Para enmendar la imprecisi¨®n hist¨®rica, el nieto de Trotsky decidi¨® tapar la expresi¨®n de horror de su abuelo con un trozo de cinta adhesiva.
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