Utop¨ªas de Iztapalapa: el laboratorio de la dignidad y el futuro
Aqu¨ª, en el mayor laboratorio de dignidad del continente, se construye el porvenir y algo m¨¢s: la conciencia de saber que, aun dentro del capitalismo salvaje, existen ap¨®stoles que velan por los desheredados
Encaramado en el segundo piso del bus que luc¨ªa el pomposo membrete de Iztapalapatour, soport¨¦, junto a decenas de copart¨ªcipes, una can¨ªcula inclemente. Sombreros de pl¨¢stico, semejantes a los tejidos en paja, pero sin su textura ni su peso mosca, nos proteg¨ªan parcialmente del solazo. El clima bochornoso y la potencial insolaci¨®n fueron vencidos por la curiosidad por conocer ese proyecto del que me han hablado con admiraci¨®n: las utop¨ªas.
Tom¨¢s Moro ide¨® el ¡°lugar que no existe¡± para legar al porvenir su consagraci¨®n a la ¨²nica virtud que no escap¨® de la caja de Pandora: la esperanza. La utop¨ªa de Moro comprend¨ªa la propiedad com¨²n de los bienes en una isla democr¨¢tica de paz y remanso, cuya posible ubicaci¨®n estar¨ªa referida por las narraciones de Am¨¦rico Vespucio y su traves¨ªa por Sudam¨¦rica. Es imaginaria, pero no irreal, porque los sue?os transformados en ilusiones son m¨¢s gratos que las pesadillas, por m¨¢s que estas formen parte de la vida diaria en el capitalismo.
Quien le dio un sentido pol¨ªtico contempor¨¢neo a la utop¨ªa fue el cineasta Fernando Birri, quien, al finalizar una charla compartida con Eduardo Galeano en Cartagena de Indias, contest¨® a la pregunta de un asistente:
¡ª ?Para qu¨¦ sirve la utop¨ªa?
Birri, con su traza de Quijote argentino, respondi¨®:
La utop¨ªa est¨¢ en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos, y el horizonte se corre diez pasos m¨¢s all¨¢. ?Entonces para qu¨¦ sirve la utop¨ªa? Para eso, sirve para caminar.
A la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, autora intelectual y material del proyecto, le debe haber inspirado aquella frase: sirve para caminar, porque nos gui¨® en largo recorrido por aceras y caminos bordeados por un se?uelo de identidad, porque m¨¢s que sigla, es un concepto: Unidades de Transformaci¨®n y Organizaci¨®n para la Inclusi¨®n y Armon¨ªa Social, UTOPIAS.
?En qu¨¦ cabeza cabe, d¨®nde cabe? se preguntar¨ªa Alberto Cortez, al admirar este proceso social que es matriz de un nuevo tiempo. La alcald¨ªa m¨¢s poblada de la ciudad, el segundo municipio en habitantes del territorio mexicano, con el 22% de la poblaci¨®n de la capital y con cerca de un mill¨®n de personas en situaci¨®n de pobreza, vive una transformaci¨®n sin igual en Am¨¦rica Latina.
Fue Meyehualco la primera en nuestro peregrinaje. All¨ª est¨¢ instalado el parque llamado Iztapasauria, jard¨ªn visitado especialmente por la ni?ez que admira asombrada la puesta en escena de los tiempos tr¨¢sico y jur¨¢sico. Rex, tric¨¦ratops y otros animales gigantes generan el bullicio, el grito asombrado y el miedo contenido de millares de ni?os y ni?as que no pagan un centavo para acceder a ese vergel arcaico. Disney se revolcar¨ªa de rabia al enterarse de que la entrada es gratuita. Y es que en eso reside la base ideol¨®gica del proyecto redistributivo: que los pobres tengan lo mismo que los ricos, con similar estructura, con servicios de primer nivel. Desde el cielo amaranta de los mejores humanos, al mirar el espect¨¢culo contra el ego¨ªsmo, Marx repetir¨ªa su frase: los obreros necesitan m¨¢s respeto que pan.
De all¨ª a la c¨¢rcel. Y no es met¨¢fora. Vamos hacia la Utop¨ªa Libertad, situada a pocos metros del Reclusorio Oriente. En Latinoam¨¦rica se construyen centros penitenciarios en zonas deprimidas, con entornos violentos y expreso desd¨¦n y desprecio por los familiares de los presidiarios. La est¨¦tica de la miseria, la desgracia, la drogadicci¨®n y el crimen, junto a la injusticia y la infamia, fueron expuestos por Jos¨¦ Mar¨ªa Arguedas en su obra El Sexto, o Jos¨¦ Revueltas en El Apando. Seguramente dentro del reclusorio los estigmas y la desesperanza campeen, pero afuera, en territorio que fuera expropiado, se levanta la dignidad. Granja, ajolotario, planetario, alberca, sistema p¨²blico de cuidados, juegos infantiles, son la contracara de la ignominia. Quiz¨¢ la algarab¨ªa de los infantes llegue a o¨ªdos de los reclusos. Ser¨¢ una m¨²sica que el viento lleve y ofrende al menos una promesa de redenci¨®n o de justicia a los desesperados.
Desde el aire, merced al viaje en el cableb¨²s, una obra extraordinaria de la administraci¨®n de Claudia Sheinbaum, observamos el mayor territorio de murales del continente. Orozco, Rivera, Siqueiros, O¡¯Gorman y Aurora Reyes deben aplaudir la creatividad, sensibilidad y arrojo de cientos de muralistas que le pintaron la cara a la pobreza. Los depredadores le hab¨ªan quitado al pueblo hasta el derecho a mirar, a sentir y a disfrutar el arte. La Iztapalapa gris, donde la muralla era el papel del canalla, como sol¨ªan decir los colonialistas, es hoy territorio simb¨®lico y visual de la hermandad. Grandes formatos, en paredes de cal, tierra, adobe o bloques de cemento, lucen el crisol y el arco¨ªris de mensajes y retratos: carnavales, flores, rostros, sand¨ªas, lagunas, sonrisas, se mezclan con tributos a Mar¨ªa Izquierdo, Nahui Olin, comandante Ramona, Rosario Castellanos, Elisa Carrillo, Oscar Ch¨¢vez, Matilde Montoya, Consuelo Vel¨¢zquez, que dan cuenta de la toma de conciencia, de la reivindicaci¨®n hist¨®rica, y tambi¨¦n del presente, como esa pintura con el pu?o enlazado por un pa?uelo violeta que reza: Somos el grito de las que ya no est¨¢n. M¨¢s all¨¢, el rostro de Emiliano Zapata que con l¨¢grimas en ojos y mejillas parece repetir su sentencia: El que quiera ser ¨¢guila que vuele, el que quiera ser gusano que se arrastre, pero que no grite cuando lo pisen.
Junto a los murales y la mejor iluminaci¨®n de la ciudad, est¨¢n los Caminos de Mujeres Libres y Seguras, manifiesto y acci¨®n de transformaci¨®n de calles, barrios, colonias por donde las mujeres y ni?as puedan transitar sin miedo. Son una especie de barrera luminosa contra el machismo y la violencia.
El itinerario era m¨¢s largo, porque ya se han construido doce Utop¨ªas y est¨¢n en proceso seis m¨¢s, pero cerramos esta primera visita con el Barco, as¨ª llamado por tener la forma de un nav¨ªo. En el Acuario Digital observ¨¦ a infantes pasmados que por primera vez ten¨ªan contacto con el mar; visitantes que adquir¨ªan conciencia en la sala de exhibici¨®n del cambio clim¨¢tico y tambi¨¦n turistas europeos que inquir¨ªan sobre la sala de grabaci¨®n y la sala de m¨²sica instrumental. Poco antes una orquesta nos ofreci¨® un breve concierto. Es quiz¨¢ la primera vez que escucho con fruici¨®n a una filarm¨®nica de barrio o sinf¨®nica de bendita vecindad. Y es la apuesta por el arte la que transforma a quienes la practican con pasi¨®n. Como dec¨ªa el paraguayo Luis Szar¨¢n: El joven que toca Mozart de d¨ªa, no puede romper vidrieras de noche.
Nunca m¨¢s la estigmatizaci¨®n a los pobres que lo son porque son vagos. Nunca m¨¢s desprecio a la plebe, al naco siempre ofendido por g¨¹eros que son, en realidad, hueros. No m¨¢s inservibles ni desahuciados, no m¨¢s colmenas de adictos ni favelas, no m¨¢s racistas que olvidaron al otom¨ª, el agave o el huipil. Aqu¨ª, en el mayor laboratorio de dignidad del continente, se construye el porvenir y algo m¨¢s: la conciencia de saber que, aun dentro del capitalismo salvaje, existen ap¨®stoles que velan por los desheredados. Ojal¨¢ se multipliquen las Brugadas, para que la Clara luz de la solidaridad y la justicia impere en todo el territorio de la capital y todo el territorio mexicano.
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