En el coraz¨®n de La Casa de los Famosos, el ¡®reality show¡¯ m¨¢s visto de la televisi¨®n mexicana
EL PA?S se adentra en las entra?as del programa y habla con los productores de un fen¨®meno que ha atrapado a gente de todas las edades y clases sociales
Quedan dos horas y media para que empiece el programa de las diez en Televisa y todav¨ªa queda mucho por hacer. Es viernes y los viernes hay fiesta en la casa. El ambiente es fren¨¦tico, la gente entra y sale, va y viene como si algo grande estuviera a punto de suceder. Nicol¨¢s, encargado de la direcci¨®n de arte, est¨¢ en el jard¨ªn preparando una fiesta de tem¨¢tica disco para los concursantes. Sillones de un gris plateado, c¨®cteles, una pista de baile, muchos globos y brillantinas. Son los preparativos para el reality show que ha conquistado M¨¦xico, La Casa de Los Famosos, en el que 14 participantes se encierran en una vivienda y tratan de ser el ¨²ltimo en ser expulsado para ganar un premio de cuatro millones de pesos (unos 236.000 d¨®lares).
Kir¨¦n Miret y Paly Alonso, los productores, atienden a EL PA?S en una de las salas de reuniones de Endemol Shine Boomdog, la empresa que produce el programa para TelevisaUnivision en sus instalaciones del Estado de M¨¦xico. En las pantallas de televisi¨®n de la sala aparece Nicola, uno de los participantes, de 35 a?os. Hace unos minutos ha protagonizado una pelea con Wendy Guevara, la favorita del show, que amenaza con zanjar la relaci¨®n cada vez m¨¢s ¨ªntima que los dos participantes llevaban semanas construyendo. Eso ha obligado a Alonso a cambiar el plan que ten¨ªan para la noche: el peruano va a ser ahora el protagonista. Aun as¨ª, Alonso y Miret se sientan para analizar el fen¨®meno televisivo que los directivos de Televisa comparan, en t¨¦rminos de audiencia, con el mundial de f¨²tbol de Qatar del a?o pasado.
La clave del ¨¦xito parece ser una combinaci¨®n de varios trabajos bien hechos: el equipo de producci¨®n supera las 300 personas, las redes sociales han sido un revulsivo crucial para saltar de la pantalla de la televisi¨®n a la del m¨®vil, y el casting ha sido ¡°impresionante¡±. ¡°Puedes tener el resto de los elementos a la perfecci¨®n¡±, asegura Miret, ¡°pero si las personas que has elegido no funcionan, nada funciona¡±. A su m¨®vil no dejan de entrar mensajes. Afuera todo se mueve a la velocidad del rayo. Alonso a?ade: ¡°En el casting siempre esperas algo de los elegidos, pero nunca sabes lo que va a pasar. Lo de Sergio Mayer [57 a?os, exdiputado de Morena, productor, actor] lo pod¨ªamos esperar, pero lo potenci¨®, y lo mismo pas¨® con Poncho de Nigris [47 a?os, presentador, influencer]¡±.
La trastienda de la casa
Termina la entrevista. Quedan menos de dos horas para que empiece el programa. Alonso corre a revisar el guion, redactado por su equipo en el ¨²ltimo minuto. Miret acompa?a a los periodistas hasta las entra?as de la casa, el lugar en el que sucede el fen¨®meno que ha conseguido disparar los n¨²meros de Televisa y Vix, la plataforma que retransmite el programa las 24 horas. All¨ª, en una puerta trasera, est¨¢ Eduardo, encargado de la producci¨®n que rodea el recinto. La casa tiene 64 c¨¢maras, asegura. Las paredes est¨¢n recorridas por unos pasillos oscuros desde los que se puede ver todo. Los espejos que hay en la casa son transparentes para los trabajadores que est¨¢n del otro lado. Un riel eterno recorre toda la longitud del exterior de la casa y los trabajadores, acostumbrados a la oscuridad, se mueven y siguen a los personajes con sus c¨¢maras.
¡°Si corres esta cortina, creo que este es el comedor¡±, dice Eduardo mientras tira de la tela negra. Al otro lado aparecen Poncho de Nigris, Emilio Osorio y Mariana La Barbie Ju¨¢rez (43 a?os, antigua boxeadora profesional). Hablan y toman algo que parece un t¨¦. No se les escucha bien. ?Ellos no nos ven? ¡°No, ni siquiera saben que nosotros podemos verles a trav¨¦s de los espejos¡±, dice Eduardo. Seguimos avanzando entre los pasillos oscuros que rodean la casa. ¡°Creo que esta es la habitaci¨®n del equipo infierno¡±. S¨ª. Ah¨ª est¨¢ Sergio Mayer, al otro lado del cristal-espejo, ordenando la ropa encima de su cama. En el neceser tiene su desodorante, el cepillo de dientes, el champ¨² para la ducha.
Por la puerta de la habitaci¨®n entra H¨¦ctor Quijano (se hace llamar Apio) con una percha de ropa para la fiesta disco. Est¨¢ tapada por una especie de bolsa con cremallera. La abre. Le encanta lo que ve dentro. ¡°Gracias, Jefa¡±, se le escucha decir. Le agradece a La Jefa, la mujer a la que ellos solo conocen por su voz, que habla con ellos y les rega?a cuando duermen demasiado o llevan el micr¨®fono mal puesto. La siguiente sala es la habitaci¨®n del Equipo Cielo, al que solo le quedan dos personas, Jorge El Espa?ol y Barbie, la boxeadora. Est¨¢n los dos en la habitaci¨®n. Sergio est¨¢ vestido con su ropa de fiesta disco, vaqueros, botas, mirada un tanto arrogante. Barbie est¨¢ frente al cristal-espejo en el que est¨¢n los periodistas. Mira sin ver lo que tiene al otro lado, se maquilla sin saber que hay tres tipos mir¨¢ndola. Es raro. Solo queda una hora para que empiece el programa.
¡°Este es un formato que te obliga a ser quien eres, antes o despu¨¦s¡±, reflexionaba hace un rato, en la sala de reuniones, Kir¨¦n Miret. ¡°No puedes sostener al personaje demasiado tiempo, y el aislamiento en el que se encuentran exacerba todas las emociones. Cuando est¨¢s triste vas a estar muy triste, cuando est¨¢s feliz vas a estar muy feliz, y cuando est¨¢s enojado vas a estar muy enojado. Te lleva al l¨ªmite¡±, cuenta. La productora para la que trabaja, Endemol Shine Boomdog, ha producido otros grandes shows como MasterChef Latinos o la serie Todo por Lucy. ¡°La producci¨®n no mete la mano en lo que est¨¢ pasando en la casa¡±, asegura, frente a las cr¨ªticas de los fans de que est¨¢n manipulando el escenario para conseguir unos supuestos objetivos que ellos aseguran no tener. ¡°La casa lleva su flujo y nosotros nos vamos adaptando a ¨¦l, sumando en lo posible, como cuando trajimos al hijo de Poncho en su cumplea?os¡±.
Sea como sea, La Casa de los Famosos ha sido un ¨¦xito de esos que la televisi¨®n mexicana no ten¨ªa desde hace d¨¦cadas. ¡°Hab¨ªamos perdido la experiencia colectiva de ver algo juntos como pa¨ªs y disfrutar y discutir sobre ello¡±, cuenta Cristina Salazar, doctora en Medios de Comunicaci¨®n por la Universidad de Columbia. Parec¨ªa del todo imposible que en los tiempos que corren, un solo programa fuera de capaz de atrapar a los diferentes estratos sociales, econ¨®micos y de edades del pa¨ªs. La Casa de los Famosos lo ha conseguido. ¡°Es muy fuerte que pueda platicar del programa con mi madre de Le¨®n, Guanajuato, y tambi¨¦n con mis amigas, que son acad¨¦micas como yo, y hasta con mis sobrinos o con el portero de mi edificio¡±, dice emocionada sobre un programa que tiene a 20 millones de personas enganchadas.
En los pasillos oscuros que rodean la casa se percibe una sensaci¨®n extra?a, casi inc¨®moda. Es como estar en las entra?as de un experimento sociol¨®gico, como observar los peces a trav¨¦s de la seguridad del cristal de un acuario. Tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. En la siguiente sala, el confesionario, est¨¢ Nicola, el peruano favorito de M¨¦xico. Est¨¢ con un m¨¦dico del equipo, explica Eduardo. Le est¨¢ revisando la mu?eca, parece que se ha hecho da?o haciendo deporte. Nicola est¨¢ cansado, las ojeras que tiene no las ten¨ªa hace unos d¨ªas. Este mi¨¦rcoles le han nominado para salir de la casa. La resoluci¨®n, que votan los fans del programa, es este domingo. Y encima la pelea que tuvo con Guevara. Se le acumulan los problemas.
El m¨¦dico termina de revisarle, parece que est¨¢ todo bien. Ya puede volver a la casa, pero se espera un segundo, est¨¢ cansado. Va a pulsar el bot¨®n para abrir la puerta, pero no quiere, no puede, baja la mirada, respira hondo, se le caen los hombros, casi parece que no quiere volver a entrar. Respira otra vez, levanta los hombros, pulsa el bot¨®n, y de vuelta al experimento sociol¨®gico. El m¨¦dico abre la otra puerta y aparece en la oscuridad penetrante de los pasillos. ¡°Hola¡±, dice, y se marcha. ¡°Hay que irse¡±, dice entonces Eduardo. Solo queda media hora para que empiece el programa, tienen que trabajar. ?Todav¨ªa faltan las fotos para el reportaje! Mejor en el jard¨ªn de la casa. All¨ª, Nicol¨¢s, el director de arte, est¨¢ a punto de terminar las preparaciones para la fiesta de los concursantes de esta noche. R¨¢pido, todo tiene que quedar perfecto. Miret y Alonso se sientan en el sof¨¢ plateado. Foto. Se plantan encima de la plataforma de baile. Foto. Listo.
El factor Wendy Guevara
?Y Wendy? ¡°Esta no es La Casa de Wendy¡±, dec¨ªa Miret en la entrevista de hace una hora, ¡°pero es cierto que ella sienta un precedente no solo para este formato sino para la televisi¨®n y para un pa¨ªs donde la transfobia es una realidad que termina con la vida de muchas mujeres trans cada a?o¡±. ¡°No somos wendydependientes¡±, insiste Alonso. ¡°Es un personaje que tom¨® vida, tom¨® luz, pero, por ejemplo, hoy el programa est¨¢ recostado sobre Nicola¡±, explica. Salazar, sin embargo, piensa que Wendy es el centro neur¨¢lgico del programa. ¡°Lo m¨¢s valioso es su naturalidad, y eso se lo ha contagiado al resto de concursantes. A los que mejor les ha ido es a los que han comunicado naturalidad como ella¡±, analiza la catedr¨¢tica en medios de comunicaci¨®n.
Quedan diez minutos para que empiece el programa. La sala de control, el coraz¨®n del programa, est¨¢ en plena ebullici¨®n. Alonso es tambi¨¦n el show runner, la persona a cargo del programa que se emite a las diez en Televisa. La sala de control es una pared llena de pantallas, un suelo lleno de mesas con ordenadores y al menos treinta personas operando. Alonso llega, se sienta. ¡°Necesito que Nicola se ponga la playera [la camiseta]¡±, dice un poco al aire, al ver que Nicola est¨¢ desnudo de cintura para arriba. Solo tiene un cintur¨®n de cuero alrededor del pecho. Nicola estaba listo para la fiesta.
¡°Tienes que decirle a La Jefa que le diga a Nicola que se ponga la playera, porque le voy a poner a discutir con Wendy y va a quedar muy raro que est¨¦ sin playera¡±, vuelve a pedir. Quedan cinco minutos y contando. Nicola no se pone la camiseta. En el plato de televisi¨®n, los presentadores se preparan sobre el escenario principal, los comentaristas se acomodan en sus sillones, los espectadores se sientan en las gradas. Dentro de la casa, los concursantes se juntan en el sof¨¢ donde est¨¢ la pantalla que les conecta con los presentadores del programa. Nicola sigue sin camiseta. ¡°Necesito que alguien le diga a Nicola que se ponga la playera¡±, repite Alonso un poco m¨¢s alto. Nadie escucha, Nicola no hace caso, nadie sabe lo que est¨¢ pasando. ¡°Ya le dijimos que se la ponga, ya se la va a poner¡±, dice alguien en la sala de control. Nicola est¨¢ sentado en el sof¨¢, no se mueve. Quedan dos minutos para salir al aire en Televisa. Treinta segundos, dice el encargado del tiempo. El peruano sin camiseta, por fin, se levanta y se pone una camiseta. Est¨¢ todo listo. En el jard¨ªn les espera la fiesta disco dentro de un rato, despu¨¦s de la conversaci¨®n con los presentadores. ¡°20 segundos¡±, dicen, y luego ¡°8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1, ?aire!¡±. Que empiece el programa.
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