Los Ariel: una flor cortada al jard¨ªn del centralismo
Los premios, que consiguieron salir a flote fuera de la Ciudad de M¨¦xico, podr¨ªan tomarse como un ejemplo de gesti¨®n de los recursos y ejercicio del poder descentralizado y compartido
Los Ariel, galardones que premian a lo mejor del cine mexicano, parec¨ªan hasta hace poco abocados a la desaparici¨®n o, cuando menos, a una minimizaci¨®n absoluta. Hace uno meses, por falta de dineros federales, la ceremonia prevista para este a?o qued¨® en duda. Hubo pronunciamientos de la Secretar¨ªa de Cultura, que trat¨® de serenar los ¨¢nimos, y de numerosos cineastas, entre ellos Guillermo del Toro, alertando sobre el retroceso que ser¨ªa perder un evento como esta premiaci¨®n. Al final, a los Ariel los rescat¨® el gobierno de Jalisco, mediante un acuerdo con la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematogr¨¢ficas (AMACC). Y la ceremonia se celebr¨® el s¨¢bado en el Teatro Degollado de Guadalajara, que podr¨ªa volver a ser su sede en 2024.
Este conflicto, que tuvo un final feliz, al menos de momento, abri¨® la puerta a que comenzara a mencionarse de nuevo una palabra que poco se escucha en el discurso p¨²blico estos d¨ªas: descentralizaci¨®n. Ya se habla de que los Ariel, en el futuro, podr¨ªan ser itinerantes y viajar por distintas entidades del pa¨ªs. Lo que, de entrada, suena muy bien, pero que no termina, desde luego, con el problema de fondo, que es el hecho incontrovertible de que M¨¦xico es un pa¨ªs centralizado hasta los dientes. No solo su producci¨®n cinematogr¨¢fica (que lo est¨¢ y mucho). Tambi¨¦n la planeaci¨®n (y el ejercicio de los recursos) de la cultura est¨¢ completamente centralizada. Y mucho m¨¢s all¨¢: tambi¨¦n lo est¨¢ la misma gesti¨®n p¨²blica, la realidad pol¨ªtica y, demasiadas veces, econ¨®mica, del pa¨ªs.
Al tomar la presidencia, en 2018, el actual mandatario, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, propuso una descentralizaci¨®n masiva de secretar¨ªas y entes federales a diversos estados. Los planes tardaron en echarse a andar y surgieron resistencias entre los afectados (queda claro que pocos bur¨®cratas y a¨²n menos altos funcionarios federales son felices si los obligan a mudarse a cientos o miles de kil¨®metros de la todopoderosa capital, porque se alejan de sus familias y quedan, de paso, ¡°fuera del juego¡± de las chambas y la pol¨ªtica y la grilla). La pandemia de covid-19 congel¨® todo por meses y meses. Y ahora, con el final del sexenio a la vista y las campa?as presidenciales ya encima, es obvio que el plan no llegar¨¢ a t¨¦rmino pronto ni se consumar¨¢ en los tiempos originalmente dispuestos. Apenas un pu?ado de empleados han sido trasladados desde las oficinas centrales y solamente unos pocos recintos se han habilitado para estos fines en las diferentes sedes de los estados. Pero el poder f¨¢ctico y real, el de todos los d¨ªas, sigue concentrado, c¨®mo no, en la capital.
?Seguir¨¢ con el plan de descentralizaci¨®n la heredera de L¨®pez Obrador, Claudia Sheinbaum, cuya entera trayectoria es capitalina y que viene de ejercer el gobierno de la Ciudad de M¨¦xico los ¨²ltimos cinco a?os y antes lo hizo al frente de una de las alcald¨ªas m¨¢s populosas de la CDMX? ?Lo har¨ªa cualquier eventual candidato ganador de otra fuerza pol¨ªtica? Parece muy dudoso. Por herencia del virreinato, por elecci¨®n de los mandamases en cada etapa de nuestra historia, por las pistolas (es decir, las capacidades, las conexiones, los alcances) de las ¨¦lites de la capital, M¨¦xico ha sido un estado centralizado desde que se recuerda, con muy escasos par¨¦ntesis de federalismo real.
El caso de los Ariel, que salieron bien y consiguieron salir a flote fuera de la Ciudad de M¨¦xico, podr¨ªa tomarse como un ejemplo, en adelante. Pero no basta con que la entrega de estatuillas sea itinerante. La gesti¨®n de los recursos, el ejercicio del poder, tambi¨¦n deber¨ªa comenzar a ser compartido. Porque lo que tenemos ahora es una capital hipertrofiada y un resto del pa¨ªs rebajado a la fuerza a la minor¨ªa de edad perpetua de ser solo ¡°provincia¡±.
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