M¨¢s de 50 tiros para acribillar a una defensora del territorio rar¨¢muri y a su hija en Chihuahua
Gloria Ca?ez llevaba m¨¢s de 30 a?os tratando de recuperar los campos para las comunidades ind¨ªgenas. ¡°A ciencia cierta que el crimen fue por una disputa por el recurso maderable con auxilio de alguna asociaci¨®n delictiva de la regi¨®n¡±, se?ala el fiscal de distrito
La historia es vieja: un conflicto por la tierra, comunidades ind¨ªgenas despojadas de sus territorios ancestrales, caciques locales que explotan los campos y deforestan los bosques respaldados por la ley de las armas y defensores de los pueblos originarios que son asesinados por el camino. Gloria Ca?ez Ch¨¢vez, una defensora de los derechos de los rar¨¢muris de 63 a?os, y su hija Sally Avella Ca?ez, de 23, fueron acribilladas por m¨¢s de 50 disparos el pasado s¨¢bado en el municipio de Balleza, Chihuahua, de acuerdo con la Fiscal¨ªa del Estado. Tras los homicidios se oculta una disputa por los permisos de tala de unos terrenos forestales, ha confirmado a EL PA?S este mi¨¦rcoles el fiscal de distrito de la zona sur de Chihuahua, Juan Carlos Portillo.
Sus cuerpos no fueron encontrados hasta el domingo. Los cad¨¢veres de las dos mujeres aparecieron en un camino de la comunidad Yerbabuena acribillados a balazos. Los forenses recogieron al menos 51 casquillos percutidos a su alrededor del calibre .223 ¡ªmuy similar a la munici¨®n est¨¢ndar que utilizan las tropas de la OTAN, lo que ayuda a ilustrar el tipo de arsenal al que ten¨ªan acceso los asesinos¡ª, 7.62x39 ¡ªun tipo de bala para fusil de origen sovi¨¦tico, de acuerdo con foros especializados¡ª y 40 mil¨ªmetros ¡ªde pistola¡ª, de acuerdo con la Fiscal¨ªa. ¡°Estamos buscando cu¨¢l es el grupo criminal predominante en la zona, pero indudablemente tenemos a ciencia cierta que el crimen fue por una disputa por el recurso maderable con auxilio de alguna asociaci¨®n delictiva de la regi¨®n¡±, asegura Portillo.
Ca?ez Ch¨¢vez llevaba m¨¢s de 30 a?os trabajando junto a las comunidades rar¨¢muris que habitan la regi¨®n. Se ocupaba principalmente de ayudar a dirimir conflictos por la tierra: recuperar para las comunidades ind¨ªgenas el territorio que, consideraba, les hab¨ªa sido arrebatado. Buscaba que fueran los habitantes del pueblo originario los que pudieran trabajar los terrenos que hist¨®ricamente hab¨ªan sido suyos, en lugar de las compa?¨ªas gestionadas por empresarios y caciques locales.
La Fiscal¨ªa contradice este relato y apunta a que la v¨ªctima no se trataba de una activista, sino que, al contrario, ten¨ªa intereses personales para explotar los terrenos. Recientemente, hab¨ªa obtenido permiso para trabajar un predio conflictivo, sobre el que hab¨ªa terceras partes tambi¨¦n interesadas. Presuntamente, la concesi¨®n gener¨® tensiones con los ejidos de San Carlos y Guajolotes, seg¨²n la prensa local.
¡°Ella se encargaba de ese tipo de asuntos, pero no desde la perspectiva de la defensa, sino leg¨ªtimamente supongo yo, con inter¨¦s sobre la tala a trav¨¦s de permisos¡±, se?al¨® el fiscal estatal, C¨¦sar J¨¢uregui Moreno, en una rueda de prensa. Durante la comparecencia, el funcionario tambi¨¦n sostuvo que contra Ca?ez Ch¨¢vez se hab¨ªan presentado varias denuncias, todas relacionadas con derechos de explotaci¨®n de la tierra.
Los vecinos de la regi¨®n discrepan con el fiscal. Son muchas las voces que aseguran que, a pesar de tener tambi¨¦n intereses personales ¡ªla recuperaci¨®n de las tierras de su familia¡ª, a Ca?ez Ch¨¢vez la avalaban tres d¨¦cadas de defensa por los derechos de los rar¨¢muris y de lucha por conseguir que ellos pudieran recobrar y trabajar sus tierras. El peri¨®dico El Heraldo de Chihuahua recoge testimonios que afirman que una frase que la mujer sol¨ªa decir en las asambleas locales era: ¡°Ustedes tambi¨¦n tienen derecho a vivir dignamente, comprar un veh¨ªculo y explotar las tierras que sus padres y abuelos les dejaron¡±.
Preguntado por EL PA?S, el fiscal de distrito Portillo reconoce que Ca?ez Ch¨¢vez acud¨ªa a las asambleas, pero mantiene que la Fiscal¨ªa no la considera una activista: ¡°Hay versiones encontradas¡±, concede.
Hace casi 10 a?os, en 2014, el marido de Ca?ez Ch¨¢vez, Rub¨¦n Avella Molina, fue tambi¨¦n asesinado a balazos. Su historia es m¨¢s turbia que la de su esposa. Sobre Avella Molina pesaba la acusaci¨®n de haber matado a su vez a dos hombres en 2010. Fue encarcelado cuatro a?os. Cuando sali¨® de prisi¨®n, alguien lo mat¨®. Detr¨¢s del crimen tambi¨¦n se escond¨ªa una disputa por unos terrenos.
El doble homicidio de Ca?ez Ch¨¢vez y su hija se produce en la misma semana que un nuevo informe de Global Witness se?ala a M¨¦xico como el tercer pa¨ªs m¨¢s letal para los medioambientalistas y defensores de la tierra en 2022: 31 asesinatos, solo por detr¨¢s de Colombia (60) y Brasil (34). El pa¨ªs ha registrado una ca¨ªda respecto a 2021, cuando encabez¨® el r¨¢nking con 54 homicidios, pero aun as¨ª las cifras siguen siendo sangrantes y la violencia, como ha vuelto a poner en evidencia el crimen de Chihuahua, no termina. ¡°La situaci¨®n general en el pa¨ªs no ha dejado de ser alarmante para las personas defensoras de la tierra y el medio ambiente¡±, defiende la ONG.
En el territorio rar¨¢muri, el doble asesinato tampoco pilla por sorpresa. Hace poco m¨¢s de un a?o, en junio de 2022, dos sacerdotes jesuitas, Javier Campos Morales (78 a?os) y Joaqu¨ªn Mora (80), junto a un gu¨ªa tur¨ªstico, Pedro Palma (60), fueron acribillados en la puerta de la iglesia de Cerocahui, un pueblo en el coraz¨®n de la sierra Tarahumara. Javier ?vila, uno de los principales l¨ªderes de la comunidad jesuita y activo defensor de los derechos humanos en la regi¨®n, resume as¨ª la situaci¨®n: ¡°Lamentablemente, no la conoc¨ªa [a Ca?ez Ch¨¢vez] ni sab¨ªa de su trabajo, pero independientemente, es penoso verla en la lista de homicidios cobijados por la vergonzosa impunidad que caracteriza estos Gobiernos federal y estatal. Repito: no juzgo su trabajo, que desconozco. Juzgo la lamentable realidad que vivimos de homicidios y feminicidios en aumento d¨ªa tras d¨ªa, una prueba patente de los fallidos programas de seguridad y lo equivocada que est¨¢ la militarizaci¨®n¡±.
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