La muerte de un l¨ªder sindical
Todo lo que represent¨® Carlos Romero Deschamps se lo lleva a la tumba, porque las alternancias ¡ªni las panistas, ni la actual¡ª nada le quitaron. Ni el sue?o, vaya
En el pa¨ªs en el que el trabajo formal siempre ha sido considerado no sin raz¨®n un privilegio, ha muerto un l¨ªder sindical y la noticia supone el recordatorio de tanta cosa id¨¦ntica entre los viejos tiempos y la supuesta renovaci¨®n que cada ma?ana inunda el discurso que no la realidad.
La muerte de Carlos Romero Deschamps, l¨ªder petrolero as¨ª haya dejado el puesto hace cuatro a?os, remueve los tejidos de un sistema que se solaza en la simulaci¨®n. Todo lo que represent¨® se lo lleva a la tumba, porque las alternancias ¡ªni las panistas, ni la actual¡ª nada le quitaron, ni el sue?o vaya.
Si en enero de 1989, con la detenci¨®n del poderoso l¨ªder petrolero Joaqu¨ªn Hern¨¢ndez Galicia ¡°La Quina¡±, los mexicanos creyeron que su mundo mejorar¨ªa, estaban muy equivocados. Tras un periodo de ajuste arribar¨ªa Romero Deschamps, se?al de que en M¨¦xico el cambio nada transforma.
¡°La Quina¡± fue destronado del sindicato petrolero con lujo de exhibici¨®n medi¨¢tica para que la condena fuera la humillaci¨®n, no lo que eventualmente sentenciara la justicia. Fue un ajuste de cuentas en la ¨¦lite, no un cambio de reglas. Cobrada la afrenta, al sindicato de Pemex llegar¨ªa un igual.
Correcci¨®n: no lleg¨® uno igual ¡ª¡±La Quina¡± forj¨® una era de novela¡ª, pero s¨ª uno similar. Otro secretario surgido no de la democracia gremial, sino de la dispensa presidencial, no para la defensa de los trabajadores sino para el trueque de favores, y como correa de transmisi¨®n al operar elecciones.
Romero Deschamps rein¨® en el sindicato petrolero poco m¨¢s de 25 a?os. Sin inmutarse, escuch¨® desde el tim¨®n del sindicato petrolero las promesas de seis presidentes que juraron ante la patria que ahora s¨ª, Petr¨®leos Mexicanos se librar¨ªa de la corrupci¨®n y llegar¨ªa la eficiencia. A todos ellos aplaudi¨®.
Se retir¨® tras un susto mayor. A la mesa donde estaba comiendo en Las Lomas ¡ªdonde si no comen los l¨ªderes sindicales en este pa¨ªs¡ª llegaron en julio de 2019 polic¨ªa pertrechada como para ir a detener a Al Capone. Pan para el susto: iban por el otro comensal. Tres meses despu¨¦s se fue del puesto.
?Pero si en tu sill¨®n queda uno de tus incondicionales, si no te pasas los siguientes a?os en juzgados tramitando amparos, si tu vida no se convierte, luego de las mieles de la plenitud del poder, en una danza de abogados y contadores, de ma?aneras y exilio, realmente te derrot¨® este Gobierno?
Romero Deschamps fue expulsado del para¨ªso sin caer en ning¨²n infierno. El sistema que lo arrull¨® por cuarenta a?os, desde su primera diputaci¨®n hasta el ¨²ltimo d¨ªa en el senado en 2018, con el cambio sexenal le dej¨® en la cuneta a merced del olvido m¨¢s ayuno de persecuci¨®n real o decomiso de riqueza.
Consuelo y resignaci¨®n ha deseado Palacio Nacional a los deudos del l¨ªder petrolero. Se agradece la franqueza con la que el actual mandatario reconoce que los emblemas de la corrupci¨®n de ayer son enaltecidos hoy. Los servicios del sindicato petrolero prestados al r¨¦gimen se cobran transexenalmente.
Porque el sindicato petrolero es una de esas cosas que pueden ser definidas como el sistema del sistema. Una deidad tolerada por esa sant¨ªsima trinidad que en la era priista fue Dios padre presidente, Dios hijo Gobierno y Dios Esp¨ªritu Santo partido. El sindicato serv¨ªa a, y se serv¨ªa de, los tres. A¨²n hoy.
Los ineficientes gobiernos panistas nada pudieron con ese sindicato ni a la hora de investigarlo por desv¨ªos de cientos de millones de pesos a la campa?a de 2000. El ef¨ªmero retorno del PRI premiar¨ªa a Romero Deschamps con una senadur¨ªa, como no podr¨ªa ser de otra manera el nuevo PRI era el de siempre.
Y tras la llegada a la silla presidencial de quien discrecionalmente ataca la corrupci¨®n echando buena parte de la suciedad debajo del tapete, Romero Deschamps vio desde la barrera al toro que cuerna a jueces, opositores, prensa y hasta gobiernos extranjeros. Al ceder la plaza conserv¨® la calma.
Quiz¨¢ haya extra?ado ejercer la profesi¨®n a la que m¨¢s dedic¨® su vida. En M¨¦xico, por lo com¨²n, un l¨ªder sindical no es un sindicalista, que nadie se confunda. Sindicalista es para libros de texto o para nostalgias juveniles, reales o trasnochadas. Lo suyo, lo suyo, era ser palanca, hacer y cobrar favores.
Aqu¨ª volvemos al tema del trabajo y el privilegio. En la rep¨²blica en que cada sexenio se inventa el hilo negro, con no pocas crisis en el camino y demasiados a?os de crecimiento mediocre, tener plaza fija, ajena a los vaivenes del mercado o de las decisiones presidenciales, es ganarse la loter¨ªa.
Romero Deschamps era uno de los se?ores de la loter¨ªa nacional. Bueno para conseguir plazas, para otorgar plazas, para dise?ar negocios alternativos desde y para Pemex cuyos puestos de trabajo, por supuesto, ser¨ªan para los recomendados del sindicato. Negociazo pernicioso para Pemex y la naci¨®n.
Petr¨®leos Mexicanos no est¨¢ en quiebra por culpa de sus trabajadores. Ellos quieren trabajar, pero sexenio tras sexenio la paraestatal ha sido no de M¨¦xico sino del sistema que naci¨® de la cultura de la palanca, el fruto remanente del yo conozco a alguien que tiene un contacto adentro¡
Eso es por lo general un l¨ªder sindical en M¨¦xico. Eso fue Romero Deschamps. Una de las palancas que no movieron un mundo sino las cuentas bancarias en M¨¦xico y el extranjero del cerrado grupo de la clase pol¨ªtica y empresarial que medr¨® con el tr¨¢fico de influencias desde que la compa?¨ªa se nacionaliz¨®.
Ahora que est¨¢ de moda criticar a la meritocracia habr¨ªa que poner incienso a la magia de la palancacracia de la que Romero Deschamps fue sant¨®n mayor.
Pero no hay favores gratis: el pueblo que llev¨® alcanc¨ªas y gallinas para pagar la nacionalizaci¨®n vio por generaciones como la riqueza nacional del subsuelo termin¨® en jets, rolex, champ¨¢n y camionetas blindadas de l¨ªderes sindicales y pol¨ªticos que les acompa?an. ?Qu¨¦ orgullo ser mexicano cada 18 de marzo!
Ha muerto Romero Deschamps, sus pecados personales que los arregle con Dios. Sobre sus pendientes p¨²blicos quedar¨¢ una deuda para la historia y el anecdotario, para la picaresca que llama listos a quienes transan y tontos a quienes carecen de una palanca, un contacto, un amigo en el sindicato.
Mientras averiguamos si llega una o varias novelas sobre sus haza?as y modos, sus obituarios provocan sonrojo de tanto delito que en variado momento le imputaron.
Salve bendita presunci¨®n de inocencia, qu¨¦ mal gusto de la prensa resucitar hoy cuentos legaloides que nunca llegaron a sentencia. Seguro les mueve la envidia por m¨¢s de medio siglo de no vivir en el error sino del erario. Ingratos.
Qu¨¦ m¨¢s prueba quieren de que nada deb¨ªa tan caballeroso hidalgo si el presidente santigua desde Palacio Nacional vida y obra de Romero Deschamps: ¡°No hay que meterse con los finados, hay que respetarlos¡±.
Acaso alguien, desobedeciendo al presidente, raye en la pared del pante¨®n, o cerca de la estatua de Fidel Vel¨¢zquez que incre¨ªblemente sigue en pie al lado de la plaza de la Rep¨²blica: aqu¨ª yace un charro y hace bien, ¨¦l descansa y el sistema, que tanto le dio y le protegi¨®, tambi¨¦n.
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