Everardo Gonz¨¢lez, director de ¡®Una jaur¨ªa llamada Ernesto¡¯: ¡°En M¨¦xico es m¨¢s f¨¢cil encontrar un arma que encontrar un buen empleo¡±
El documental acerca al espectador al entorno de ni?os y j¨®venes que tienen libre acceso a todo tipo de armas, una realidad nacional invisibilizada
El cineasta Everardo Gonz¨¢lez (Colorado, 52 a?os) ide¨® un mecanismo que consta de un soporte met¨¢lico que sostiene una c¨¢mara ¡°en el punto m¨¢s vulnerable de una persona: la espalda¡±. La coloc¨® a varios j¨®venes para que la historia de Una jaur¨ªa llamada Ernesto la contaran ellos mismos, desde una perspectiva muy parecida a la de algunos videojuegos en los que el jugador puede ¡°ejercer la hiperviolencia sintiendo que no pasa nada¡±, explica. Pero esta no es una historia de ficci¨®n, y las personas ah¨ª son muchachos de distintas edades en M¨¦xico conviviendo todos los d¨ªas con armas de fuego que circulan diariamente en su entorno.
El primer inconveniente con el que Gonz¨¢lez se encontr¨® al filmar este documental fue el hecho de que deb¨ªa grabar a menores infractores, a j¨®venes y personas con acceso no solo a armamento, sino a un contexto violento, aunque la c¨¢mara no necesariamente capturara escenas de enfrentamientos u otros escenarios repetidos hasta el cansancio en los noticieros o en las calles de cualquier ciudad del pa¨ªs. ¡°Es un poco a lo que invito al espectador, que entre a la violencia jugando y que poco a poco se d¨¦ cuenta de que no hab¨ªa tanto juego detr¨¢s de este ejercicio¡±, cuenta el director, en los momentos previos de la presentaci¨®n de Una jaur¨ªa llamada Ernesto, este mi¨¦rcoles en el llamado barrio bravo de Tepito.
Ah¨ª, en pleno coraz¨®n de la capital mexicana, entre puestos callejeros que ocupan todo el espacio en las aceras y del ruido de las voces de los vendedores, las motocicletas que arrancan a toda velocidad, los camiones y microbuses, existe un nutrido grupo de personas que est¨¢n tratando de que la cultura y el arte sean tambi¨¦n dos motivos por los que se hable del barrio. Haxah tiene 26 a?os, naci¨® y creci¨® en Tepito, es artista y productor de m¨²sica urbana. ?l es tambi¨¦n el eje narrativo del documental, en el que todo el tiempo se le ve como si quien lo mira tuviera en sus manos un control que puede usar para manipular su realidad. Haxah habla con cari?o y admiraci¨®n de Everardo Gonz¨¢lez, asegura que, como ¨¦l, el director pudo haber encontrado unos mil j¨®venes m¨¢s en Tepito que est¨¦n haciendo esfuerzos para hacer m¨²sica, para trabajar o estudiar, para salirse de los m¨¢rgenes y del estigma que la violencia les impuso. ¡°Nosotros ni siquiera nos damos cuenta. Yo, aunque no he tenido experiencias violentas con armas, s¨ª he tenido un arma en mis manos y jam¨¢s me puse a pensar que era un ni?o¡±, dice.
La grabaci¨®n de la pel¨ªcula se vio interrumpida por la pandemia de la covid-19, entonces, el equipo de grabaci¨®n ideado para acoplarse a sus cuerpos y tallas, se los quedaron Haxah y algunos compa?eros que ayudaron a darle forma al relato y que tambi¨¦n contribuyeron con la realizaci¨®n de la m¨²sica del documental. ¡°Trabajaron una cosa muy loca, dos traperos de la calle con un productor bajista del grupo Zo¨¦. Yo creo que eso ayud¨® much¨ªsimo a que todos los chicos entraran a jugar. Ellos son los que me trajeron las voces que cuentan esta pel¨ªcula. Fue un proyecto muy fraterno, muy carnal, como se dice aqu¨ª¡±, recuerda Gonz¨¢lez. El resultado fue material de muchas horas recopilado por los j¨®venes que mandaban diariamente al equipo de producci¨®n, cuya espontaneidad ayud¨® a construir un retrato fiel de su realidad. Adem¨¢s de que la m¨²sica es un retrato muy cercano a lo que art¨ªsticamente se est¨¢ haciendo por generaciones nuevas de artistas emergentes de ritmos urbanos.
A cuadro se ven siempre esos ¡°puntos vulnerables¡± del ser humano, puntos de referencia para mirar al mundo que enfrentan. Una mujer declara, mientras camina entre lo que parecen ser puestos comerciales, que comenz¨® a comprar armas, a venderlas y rentarlas por el gusto de tenerlas y de cuidarse a ella misma y a sus hijos: ¡°todas dicen made in china, o propiedad de la Armada¡±, dice ri¨¦ndose. Un expolic¨ªa sobre una camioneta contando que sus proveedores siempre fue el Ej¨¦rcito; chicos haciendo ejercicio en una barra met¨¢lica, en el parque del barrio, montando una motocicleta, cantando y bailando en un bar.
Ya antes, Everardo Gonz¨¢lez ha retratado la violencia y las consecuencias de la violencia en M¨¦xico, en documentales como La libertad del diablo (2017). Lo ha hecho siempre encontrando una nueva y potente forma de narrar algo que, de tan normalizado, se ha convertido en algo habitual incluso para las distintas formas de expresiones art¨ªsticas en el pa¨ªs. Ahora, sin embargo, Gonz¨¢lez percibe que todo se ha recrudecido: ¡°creo que estamos muy desensibilizados porque est¨¢ tan a la mano la imagen del dolor que estamos vacunados y sedados. Podemos scrollear en twitter y ver una masacre en Gaza, y luego subes y ves las fotos de los polic¨ªas asesinados en Guerrero, y luego subes y cuerpos flotando en Acapulco, y luego un meme, luego un comercial de tenis, y luego un chiste del presidente y luego un comercial de otra cosa y luego vuelve la masacre¡±, dice.
Adem¨¢s, la vulnerabilidad que siempre retrata en las personas a quienes filma tambi¨¦n le ha comenzado a consumir el pensamiento: ¡°Todo esto tambi¨¦n tiene que ver con mi construcci¨®n masculina, con la de mi hijo adolescente, pero tambi¨¦n la construcci¨®n que uno tiene del futuro, que no es tan distinta. Y es que tenemos un Estado que ofrece pocas garant¨ªas a futuro. Solo que unos lo resolvemos en la cotidianidad de una manera y otros de otra, pero proyectar a futuro es muy complicado, entonces a veces me siento igual de vulnerable. Porque el que no nace millonario, es vulnerable. En M¨¦xico es m¨¢s f¨¢cil encontrar un arma que encontrar un buen empleo, por ejemplo, es as¨ª de terrible¡±.
Una jaur¨ªa de versos
Hay murales coloridos por todas partes, el escenario est¨¢ listo para presentar Una jaur¨ªa llamado Ernesto en Tepito. Personas del barrio y de otros puntos de la ciudad se han congregado para ver el documental, pero tambi¨¦n para participar y mirar la batalla freestyler de rap, la llamada jaur¨ªa de versos que a trav¨¦s de la etiqueta #somosjaur¨ªa se ha invitado a la gente para asistir. El tema ha sido el documental de Everardo Gonz¨¢lez, en realidad el tema son ellos mismos, el barrio que los ha visto nacer y crecer y en el que se han inspirado todos ellos y ellas para hacer las rimas m¨¢s potentes e inteligentes en torno a lo que acaban de ver. No se cortan, son creativos y confrontan a sus adversarios, pero tambi¨¦n muestran ternura y agradecimiento, poseen una naturaleza avasalladora y un talento que est¨¢n dispuestos a demostrar.
Haxah es la estrella de la noche, le piden fotograf¨ªas y entrevistas por todos lados. ?l sonr¨ªe y es amable con todos. En su mirada todav¨ªa infantil revive el ni?o de unos ocho a?os que mientras su abuela lo llevaba caminando desde Tepito hacia La Villa ¡ªla bas¨ªlica de la virgen de Guadalupe¡ª descubre que puede improvisar frases que riman y que tejen su propia historia. Como ¨¦l, chicas y chicos se emocionan y aplauden, un jurado determinar¨¢ qui¨¦n ha sido el vencedor.
Del otro lado del lugar, recargado sobre la pared, Everardo Gonz¨¢lez recuerda el momento en que su hijo adolescente mir¨® el documental. Ayud¨® a su padre y a su equipo a seleccionar algunos materiales, ten¨ªa entonces 16 a?os. Ahora, a sus 19, ¡°en su ¨²ltimo a?o de adolescencia¡±, como explica su pap¨¢, le ha dicho que le ha gustado mucho. ¡°Me dijo algo bien ching¨®n: ¡®no somos tan diferentes unos de otros¡¯, y cuando me dijo eso yo pens¨¦: lo hicimos bien. Eso es lo que hay que contar. Que no somos tan diferentes¡±.
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