Mar¨ªa Ospina: ¡°Un p¨¢jaro, que no tiene que mostrar papeles ni cruzar fronteras, nos cambia la perspectiva¡±
La escritora colombiana presenta en la FIL ¡®Solo un poco aqu¨ª¡¯, premio Sor Juana In¨¦s de la Cruz, una novela sobre el impacto de la vida humana en los desplazamientos y la b¨²squeda del hogar de los animales
La de Mar¨ªa Ospina (Bogot¨¢, 47 a?os) es una literatura que camina. Se desplaza, vuela, corre, se impulsa hacia arriba y hacia abajo y tambi¨¦n avanza hacia los lados. En el principio fue el movimiento y con ¨¦l, la b¨²squeda de un hogar. Eso es lo que comparten las perras, la t¨¢ngara escarlata, el escarabajo y la cuerpoesp¨ªn que protagonizan la novela de la escritora colombiana Solo un poco aqu¨ª (Random House, 2023). Que se mueven y que buscan, s¨ª, y tambi¨¦n que no son humanos, aunque sus vidas se cruzan con las suyas y se transforman para siempre con esa interacci¨®n. ¡°Vivimos en un mundo interespecie, as¨ª que tenemos que preguntarnos c¨®mo esos otros seres con los que lo compartimos experimentan lo que nosotros destruimos a su alrededor¡±, reflexiona Ospina, que este mi¨¦rcoles recibir¨¢ en la FIL el premio Sor Juana In¨¦s de la Cruz por una historia en la que prima la mirada compasiva hacia un mundo que todav¨ªa nos resulta esquivo.
La forma que encontr¨® la autora de hacerse esas preguntas fue la ficci¨®n. ¡°Fui encontrando la voz de la escritura desde que empec¨¦ mi doctorado en literaturas latinoamericanas, antes hab¨ªa escrito solo para m¨ª¡±, revela. Esta es su primera novela, aunque cuenta con un libro de cuentos, Azares del cuerpo (2017), y otro de ensayo, El rompecabezas de la memoria (2019). Su conexi¨®n con la literatura, sin embargo, se remonta a su infancia en Bogot¨¢ y a la casa de su abuela. ¡°Ella ten¨ªa un cuarto con disfraces y hac¨ªamos muchas obras de teatro. En la familia hubo una tradici¨®n de contar historias y tambi¨¦n de o¨ªrlas de otra gente, y eso nutri¨® mi deseo de narrar¡±, recuerda con ternura.
Ospina es profesora en la Universidad de Wesleyan (Estados Unidos) y no se imagina la posibilidad de haber escrito ninguno de sus libros sin el espacio de reflexi¨®n que representa el aula. ¡°La conversaci¨®n con los estudiantes, sus ideas y preguntas, son como el combustible para sentarme a narrar¡±, destaca. Tambi¨¦n le ayud¨® caminar, mucho, por el bosque, el mismo al que desembocan en uno u otro momento sus personajes. Porque el movimiento no es un medio para llegar sino el destino. Al igual que la autora, inmigrante en EE UU y con una vida dividida entre los dos hemisferios, los animales que pueblan su historia emigran y se desplazan buscando consciente o inconscientemente una morada que los acoja. La narradora les sigue y se pregunta por las emociones que les invaden en cada momento, pero siempre desde el misterio de unos seres cuyas mentes son impenetrables para la humana.
¡°Ten¨ªa muy claro que no quer¨ªa simplemente antropomorfizar al animal y proyectar emociones humanas sobre unos seres que tienen otros modos de percibir el mundo¡±, explica Ospina: ¡°Quer¨ªa respetar esa soberan¨ªa del animal¡±. Esa distancia prudente se traduce en el texto en la aparici¨®n de numerosas expresiones que implican duda: quiz¨¢, puede ser que, tal vez. Lo ¨²nico certero es que esos ¡°animales m¨¢s que humanos¡±, en palabras de la autora, se mueven de un hemisferio a otro y se desplazan horizontalmente dentro de las ciudades y los bosques que habitan.
Tambi¨¦n lo hacen los humanos con los que se cruzan que, como el resto de las criaturas, son principalmente del sexo femenino. La escritora duda a la hora de explicar la raz¨®n de esa elecci¨®n, pero finalmente se inclina por la coherencia de desplazar ¡ªtambi¨¦n ah¨ª hay un movimiento consciente¡ª el foco de atenci¨®n. ¡°Quer¨ªa seguir como con esa peque?a irritaci¨®n hacia una tradici¨®n literaria en la que los universos masculinos han sido tan cerrados. Donde el hombre ha sido el motor de la ficci¨®n¡±, apunta finalmente.
La irritaci¨®n es una palabra recurrente cuando habla de sus intenciones literarias. No como un af¨¢n de molestar pero s¨ª de incomodar. ¡°La escritura tiene un rol muy relevante a la hora de abrir preguntas que quedan abiertas, que complican lo que para algunos es la obviedad y la simpleza del mundo¡±, defiende. Para ella no hay nada evidente y por eso decide indagar en el misterio de unos seres que no son tenidos en cuenta en gran parte de las decisiones que se toman y que tambi¨¦n desv¨ªan su rumbo.
¡°Ayer le¨ª un art¨ªculo que dec¨ªa que para poder poblar Marte ¡ªes tan delirante¡ª, se necesita llevar insectos. Y yo dec¨ªa: claro, es eso. La historia no es: Elon Musk lanz¨® el cohete. Para m¨ª la historia es: el escarabajo est¨¢ en Marte. ?Qui¨¦n lo llev¨®?, ?qu¨¦ decisi¨®n tom¨®?¡±, se pregunta incisiva. Su novela est¨¢ atravesada por ese cambio en la posici¨®n desde la que se mira y que es, en s¨ª misma, un desaf¨ªo al sistema.
Su lenguaje, sin embargo, es po¨¦tico y delicado. Se mueve sensible y ligero entre los personajes y los espacios, y no renuncia a una belleza que expande el significado de las palabras. Esquiva el idioma habitual de la pol¨ªtica como la t¨¢ngara esquiva el radar que quiere rastrearla de un lado a otro del hemisferio, incapaz de seguir su vuelo. Tambi¨¦n ah¨ª se planta desafiante Ospina. ¡°Un p¨¢jaro, que no tiene que mostrar papeles ni cruzar fronteras, nos cambia la perspectiva del espacio¡±, se?ala. Tambi¨¦n la de los dispositivos: ¡°En un mundo en el que el registro visual es el registro m¨¢s importante, el p¨¢jaro es la victoria contra la tecnolog¨ªa humana¡±.
A ella le interesaba explorar otra forma de mapear, de mirar y de acompa?ar los cuerpos y la vida animal. Por eso sus protagonistas, tal y como destac¨® el jurado del premio, son mujeres ¡°compasivas y comprometidas con su comunidad¡±. Representan la empat¨ªa de quien se conmueve por el sufrimiento del otro, aunque ese otro pertenezca a otra especie.
Tambi¨¦n ellas, en realidad, est¨¢n buscando un hogar que para Ospina siempre es fr¨¢gil y temporal, pues depende de la hospitalidad de los dem¨¢s. ¡°Mientras salieron este libro y el anterior, se desmoronaron todos mis hogares: se muri¨® mi abuelo, perd¨ª la casa de mis abuelos de toda la vida, perd¨ª otro lugar adonde yo siempre iba en el campo, en Colombia, que era el espacio de mis peregrinaciones¡±, enumera, aunque en su voz no hay pesar: ¡°Perd¨ª mucho, pero la ficci¨®n fue mi forma de volver a Colombia¡±. Como la mujer que se cruza con la t¨¢ngara, tambi¨¦n ella sentir¨¢ ¡°el tir¨®n de la cordillera lejana como un ramalazo entre las v¨¦rtebras¡±.
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