El fin del mundo escrito por mujeres no tiene zombis ni asteroides
El cambio clim¨¢tico con su sequ¨ªa extrema, sus huracanes e inundaciones est¨¢n en la obra de Agustina Bazterrica, Mar¨ªa Ferencuhov¨¢ o Elisa D¨ªaz Castelo, como en la de Margaret Atwood o Gabriela J¨¢uregui
El mundo se acaba y no ha ca¨ªdo un gigante e impredecible asteroide. Tampoco ej¨¦rcitos de zombis han tomado las ciudades. El mundo se acaba y lo que ocurre ya se sab¨ªa. Se secan los lagos y pantanos, se contaminan los r¨ªos, los mares hierven; el aire es irrespirable, se van muriendo las plantas y los animales; el calor se hace extremo, la lluvia cae de forma extrema, los vientos arrasan de forma extrema. Luego, las guerras por el agua, las migraciones masivas, el caos. En las distop¨ªas escritas por mujeres lo que hay es realidad. Autoras como Agustina Bazterrica, Mar¨ªa Ferencuhov¨¢ o Elisa D¨ªaz Castelo presentan en la FIL de Guadalajara sus obras atravesadas por la crisis clim¨¢tica, que tambi¨¦n trataron otras como Gabriela J¨¢uregui o Margaret Atwood.
El ambiente es tan opresivo que ahoga. Algunas decenas de mujeres sobreviven encerradas a un mundo donde las mariposas queman, no quedan mam¨ªferos y los ni?os no saben qu¨¦ es un tigre, donde todas las estaciones se viven en una misma semana y estar al aire libre implica tener erupciones en la piel, ahogarse. Hace tiempo que el Estado ha desaparecido, incapaz de contener la debacle. La violencia ha aprovechado para ocupar todo su espacio.
La protagonista de Agustina Bazterrica en Las indignas (Alfaguara, 2023) no tiene nombre. Naci¨® a?os despu¨¦s de que ya hubieran tenido que cerrar los colegios. Su madre falleci¨® despu¨¦s de no poder salir a por agua ni comida tras una brutal inundaci¨®n; la ni?a sobrevivi¨® y se hizo errante. A?os despu¨¦s de vagar por tierras arrasadas llega desmayada a los muros de una casa, controlada por un culto religioso, que funciona como refugio e infierno. El mundo de Bazterrica es cruel, pero porque el mundo es cruel.
¡°Hay gente que est¨¢ viviendo su propia distop¨ªa en este momento. Mujeres en burdeles clandestinos siendo violadas decenas de veces por d¨ªa. Eso es una distop¨ªa. Gente que vive de la basura. Eso es otra¡±, dice la escritora argentina, que utiliza su formaci¨®n en historia del arte, su visita a un monasterio cusque?o, su lectura exhaustiva de la Biblia y su dura experiencia en un colegio de monjas como germen de una novela donde parece no haber liberaci¨®n. Con fuertes escenas de torturas y sacrificios a mujeres, Bazterrica apunta, de vuelta, a la realidad: las sac¨® de los documentos de lo que hizo la dictadura argentina a las secuestradas, la Inquisici¨®n a las brujas.
Tampoco se acaba la violencia contra las mujeres en un mundo que se acaba. Eso ya lo escribi¨® Margaret Atwood en El cuento de la criada y en Los testamentos. ¡°Bastar¨¢ una crisis pol¨ªtica, econ¨®mica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados¡±, recuerda Bazterrica que ya predijo Simone de Beavoir.
Esa mirada cobra m¨¢s fuerza despu¨¦s de las advertencias continuas de la ONU: las mujeres van a ser las que m¨¢s sufran la crisis del planeta. Son ya el 80% del total de desplazados clim¨¢ticos. ¡°Los desplazamientos m¨¢s largos aumentan su exposici¨®n a la violencia fuera del hogar¡±, dice el organismo internacional. El centro de seguridad de Ginebra ya ha comprobado, adem¨¢s, que la violencia de g¨¦nero se dispara tras las cat¨¢strofes clim¨¢ticas. Tambi¨¦n aumentan pr¨¢cticas como el matrimonio infantil, familias, que en Bangladesh, Etiop¨ªa y Kenia, por ejemplo, casan a sus hijas a la fuerza para recuperar lo que se ha perdido en una sequ¨ªa, una tormenta o por las inundaciones repetidas.
La mexicana Gabriela J¨¢uregui encontr¨® en Feral (Sexto Piso, 2022) una salida para las mujeres en un mundo que despu¨¦s de siete siglos se marchit¨®. ¡°Todav¨ªa afuera, llueve sangre. Afuera, mueren las palmeras, los pinos, los mares escupen la basura y sus monstruos, los lagos se secan, se llenan de veneno¡±, describe M¨¦xico la escritora. ?Y ellas? ¡°Nos escondimos temblando de miedo, de coraje, erizadas, crespas. Para sobrevivir vibramos tan bajo que fuimos subterr¨¢neas. Nos hundimos en los restos ajenos para salvar al mundo con cada grito¡±. Las mujeres se metieron dentro de la tierra, crearon cuevas, t¨²neles y madrigueras, aguantaron sin agua, empezaron a correr a cuatro patas, las u?as tan largas se les hicieron garras. Y as¨ª, sobrevivieron, dispuestas a llevar un archivo sobre lo ocurrido. ¡°Mientras arriba todo arde, lo que resiste bajo esta tierra es rascar hasta construir la posibilidad del futuro en medio de la cat¨¢strofe¡±.
Poes¨ªa ante el desastre anunciado
En 2011, a la poeta eslovaca Mar¨ªa Ferencuhov¨¢ le llegaron unas fotograf¨ªas de lo que hab¨ªa causado el terremoto en Hait¨ª, el tsunami en Fukushima. Sinti¨® las im¨¢genes como un grito de emergencia y escribi¨® Threatened Species. ¡°Pero en 2012 era muy pronto para alzar la voz sobre una emergencia del planeta en Eslovaquia¡±, dice en un sal¨®n de la FIL de Guadalajara, ¡°pensaban que la poes¨ªa no deb¨ªa lidiar con esos temas¡±. Pero ella no solt¨®.
A?os despu¨¦s public¨® Tierra negra (Vaso roto, 2020) ¡ªel ¨²nico de sus libros que se encuentra traducido al espa?ol¡ª donde explora un universo al borde del colapso. ¡°Con una sola exhalaci¨®n / esparcir¨¦ cuencos / platos jarros vinagre manteles / flores polvorientas libros / toallas y colchones / romper¨¦ las ventanas sucias / escarbar¨¦ la tierra / te arrancar¨¦ con tus ra¨ªces / te regar¨¦ con la saliva / y te dejar¨¦ secar¡±, escribe en el poema Sequ¨ªa. ¡°Estamos creando historias sobre un mundo que se desvanece, pero no podemos salvar el mundo con la literatura¡±, reflexiona la tambi¨¦n cr¨ªtica de cine, que ha convertido la poes¨ªa en la ¨²nica forma de canalizar la urgencia de un rescate.
Elisa D¨ªaz Sotelo cree que no lo ha conseguido. ¡°Me preocupa casi todos los d¨ªas el cambio clim¨¢tico, la sexta extinci¨®n en la que estamos inmersos y, sin embargo, es uno de esos temas que no he sabido todav¨ªa c¨®mo tratar desde lo po¨¦tico¡±, dice la mexicana, que se aproxima de forma indirecta en su ¨²ltimo poemario Planetas habitables (Almad¨ªa, 2023). ¡°Llegu¨¦ al continente rojo, donde abril tiene otro nombre y hay que escarbar en la tierra para que salga el sol y sea de d¨ªa. Ah¨ª segu¨ªan vivan las pocas abejas que quedan en el mundo y el sin¨®nimo de las primeras palabras¡±.
Ante esta perspectiva, la creadora alemana Judith Schalansky ¡ªque tiene un asteroide con su nombre y es colaboradora de la Biblioteca del Futuro de Oslo, un proyecto art¨ªstico de 100 a?os de duraci¨®n, para el que ha entregado un ¡°manuscrito secreto¡± dirigido a lo que quede¡ª propone: ¡°Nuestras historias est¨¢n mal. No necesitamos construir un h¨¦roe que salva todo, sino buscar un proyecto colaborativo, una soluci¨®n donde quepamos todos¡±. En la misma feria, otro d¨ªa, en otro lugar, D¨ªaz Sotelo concede su refugio com¨²n: ¡°La literatura es un planeta habitable en un mundo que es cada vez menos habitable. Aunque no lo utilicemos como escape, es una manera de enfrentar las crisis, de empezar a trabajarla. Esos son solo peque?os mundos donde uno puede quedarse y sentirse a salvo, al menos, por un rato¡±.
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