Javier Sicilia: ¡°Hay algo infernal en este pa¨ªs. No hay un camino de regreso¡±
Reflexiones sobre el mal y la derrota dibujan la lucidez del poeta mexicano. Alejado del activismo, Sicilia prepara dos libros, uno que sigue el proceso contra los asesinos de su hijo y otro, una colecci¨®n de ensayos sobre el esp¨ªritu del mundo
Aparece Sicilia por la puerta de la cafeter¨ªa y lo hace con un andar cauto, como si estar all¨ª le sorprendiera. Se acerca despacio, se sienta y sonr¨ªe. Inquieta su mirada. No hay en sus ojos rastro alguno de dolor, de pesar, de cansancio. Hay algo parecido a la curiosidad, como la huella de intereses perdidos. Quiz¨¢ sea solo un disfraz. A un poeta le matan un hijo y el poeta, Sicilia, convierte su vida en una causa. Pero luego todo se acaba: la energ¨ªa, los argumentos, la esperanza. ?Qu¨¦ pasa despu¨¦s?
Ensayista y novelista, adem¨¢s de poeta, Javier Sicilia (Ciudad de M¨¦xico, 1956), vive en un exilio vital desde el fin de las caravanas por la paz, ya hace 10 a?os. Ante el asesinato de su hijo, en marzo de 2011, conjur¨® toda la rabia de un pa¨ªs entregado a la violencia y la arroj¨® en la cara del Gobierno, dirigido entonces por Felipe Calder¨®n (2006-2012). Galvaniz¨® el malestar de una sociedad que entonces ignoraba que todo aquello -las masacres, las cabezas cercenadas, los desaparecidos, los rostros desollados- apenas empezaba. El cambio parec¨ªa posible. Sicilia march¨® por el pa¨ªs, le acompa?aron miles.
Pero todo sigui¨® igual, el movimiento se agot¨®, y el poeta volvi¨® a su casa. Sicilia vive en Morelos, en un pueblito camino a Guerrero, en pleno calor, a kil¨®metros del sitio donde apareci¨® el cad¨¢ver de su hijo. No se quiere ir. Para qu¨¦. ¡°Aqu¨ª escrib¨ª la mayor parte de mi obra, aqu¨ª asesinaron a mi hijo, hay una historia dura, dolorosa, donde muchos sue?os se rompieron. Ya se acab¨®, ya lo que haga es un plus, la vida se acab¨®. Lo que ten¨ªa que hacer ya lo hice¡±, dice en un momento al final de la charla.
Sicilia dej¨® la poes¨ªa. ?l mismo lo explic¨®, la muerte de su hijo le dejaba sin palabras. Pero escribe. O tapiza de palabras los residuos de su esp¨ªritu. El fundador del Movimiento por la Paz, que ha se?alado incansablemente a los gobiernos las consecuencias de sus pol¨ªticas de seguridad, prepara la segunda parte de su novela El Deshabitado, donde descargaba el peso del asesinato de su hijo. Adem¨¢s, acaba de terminar una colecci¨®n de ensayos que titular¨¢ Aproximaciones a un tiempo del fin. La charla ocurre entre menciones a sus viejos escritos, el mal, el dolor y el deseo.
Pregunta. Cuando ven¨ªa pas¨¦ por el pueblito de San Juan Bautista. Me acord¨¦ de algo que escribe en el pr¨®logo de su novela sobre la vida del santo, una cita de Sartre en realidad: ¡°Sin enterarnos de los sue?os de un hombre, no sabemos nada de ¨¦l¡±. ?C¨®mo est¨¢n los sue?os de Javier Sicilia?
Respuesta. Realmente no tengo sue?os. Creo que la realidad que estamos viviendo a nivel mundial, y en este pa¨ªs¡ Es un cambio civilizatorio de una profundidad muy extrema, in¨¦dita. Yo la definir¨ªa como el otro lado de lo inhumano, lo ahumano, con la inteligencia artificial y todo.
Pero bueno, mi desesperanza m¨¢s inmediata, que evita que tenga sue?os, es la tragedia que vive este pa¨ªs, la cantidad de cr¨ªmenes, desde Calder¨®n. Desaparecidos, desmembrados, bueno, unos niveles alarmantes de violencia. Y no se est¨¢ haciendo nada, por m¨¢s presiones que hemos hecho. Parece no importarle a la clase pol¨ªtica.
P. Parece no importarle a nadie
R. A nadie. Hay un pasaje de Primo Levi terrible. Levi va a entrevistar a uno de los supervivientes de los musselman, que eran estos seres que hab¨ªan perdido el impulso vital y los nazis los usaban para cualquier tipo de cosas, los trabajos sucios. Duraban tres o cuatro meses y luego los asesinaban para que no quedar¨¢n testigos. Bueno, Levi entrevista a uno de los supervivientes. Narra algo banal, un partido de futbol que se juega al lado de los hornos crematorios, junto a cad¨¢veres, junto al infierno. Yo creo que en este pa¨ªs, bueno, ese partido se sigue jugando. Llevamos desde 2006 oyendo, mirando, sintiendo, la destrucci¨®n de personas, el secuestro del pa¨ªs. Cada vez con menor capacidad de respuesta. Eso me deja sin esperanza y, por tanto, casi sin sue?os.
P. En el mismo pr¨®logo, escribe: ¡°Toda vida espiritual tiene su nacimiento, su crecimiento y su crisis¡±. ?La suya anda en crisis o d¨®nde anda?
R. Sigue en la crisis. Lo que me ha llevado a replantear muchas de mis propias ideas sobre lo espiritual. Acabo de terminar un libro de ensayos donde pongo en duda todo esto. Hablo de crisis como un momento de decisi¨®n. Aunque es verdad que asociamos esa palabra con cat¨¢strofes, no, yo hablo de crisis como la posibilidad de salir de un momento terrible. Estamos en una crisis sin crisis aqu¨ª.
P. ?Quiere decir que no hay posibilidad de salir?
R. Exacto. El sistema, la estructura del sistema nos ha atrapado, no solo en este pa¨ªs, sino a nivel mundial. Como la computadora, que es una buena met¨¢fora de todo esto. No tiene puertas ni ventanas, solo ilusiones donde estamos atrapados, enchufados, hacia la ca¨ªda, la destrucci¨®n, con el cambio clim¨¢tico, la banalizaci¨®n de la vida, de las cosas.
P. Suena un poco al ¨²ltimo Subcomandante Marcos.
R. S¨ª, coincidimos mucho. He estado leyendo sus textos.
P. Hace un par de semanas publicaba uno donde dec¨ªa cosas como las que dice usted. Por ejemplo: ¡°El capital ha convertido la relaci¨®n con la naturaleza en una confrontaci¨®n, una guerra de saqueo y destrucci¨®n. El objetivo de esta guerra es el aniquilamiento del contrario, la naturaleza en este caso (humanidad incluida)¡±.
R. Es que estamos en la derrota. La idea de Dios como vac¨ªo, como un acompa?ante que solo puede acoger, como cuando anduvo por ac¨¢, encarnado. Lo dec¨ªa un gran te¨®logo, Dietrich Bonhoeffer, que luego asesinaron, un te¨®logo que se opuso muy duro al r¨¦gimen nazi. Bueno, en unos escritos que tiene maravillosos, Resistencia y Sumisi¨®n, dec¨ªa que la humanidad hab¨ªa llegado a una ¨¦poca de madurez espiritual. Y eso implicaba que deb¨ªamos prescindir de la hip¨®tesis de Dios como poder. Ten¨ªamos que aprender a vivir en un mundo sin Dios. Y eso lo dec¨ªa un te¨®logo. La ¨²nica forma en que nos acompa?a ese Dios, dec¨ªa, es en su pobreza, su debilidad e impotencia. Una gran paradoja. He estado trabajando desde ah¨ª, retir¨¢ndome, acogiendo lo que puedo acoger.
P. Me ha sobresaltado mucho leer sus meditaciones m¨¢s antiguas sobre el mal, en El reflejo de lo oscuro, en Las confesiones¡ Una l¨®gica casi premonitoria. Luego el mal arrasa con usted.
R. S¨ª, como si todo fuese una premonici¨®n¡
P. En El Reflejo¡ el abogado Baudet dice sobre Fesh, hijo de burgueses franceses, preso por asesinato: ¡°Eran inocentes cuyos cr¨ªmenes solo obedec¨ªan al gesto de una humanidad podrida, que hab¨ªa encontrado en esas inocencias desplazadas las manos que hicieron posibles los actos premeditados en su coraz¨®n¡±. ?C¨®mo ha lidiado con la idea o la imagen del perpetrador estos a?os?
R. Creo que el mal me ha perseguido siempre, en forma de pesadillas, de premoniciones. Ha estado ah¨ª, con el evangelio, la poes¨ªa, han estado imbricados. Yo creo que mi literatura es una respuesta al mal. Y¡ ?qu¨¦ me preguntabas?
P. Sobre la idea o la imagen del perpetrador
R. Ah, s¨ª. Yo creo que el perpetrador¡ El mal en alg¨²n momento se elige. Hay distintos niveles del mal. La sociedad en la que vivimos es la consecuencia de un proceso hist¨®rico que se fue degradando. Pero en el caso de un perpetrador, en un momento determinado eligi¨® da?ar. Y el problema de esa elecci¨®n es que lo lleva a la oscuridad total. Es muy dif¨ªcil volver a un estado humano.
P. ?Por qu¨¦ dice eso?
R. Me he metido mucho en entrevistas que soci¨®logos hacen a torturadores, sicarios, todo el trabajo que ha hecho Rosanna Reguillo, por ejemplo. Luego me encontr¨¦ con esta novela, La Dimensi¨®n Desconocida, de Nona Fern¨¢ndez, chilena, que se basa en buena parte en entrevistas con un torturador chileno, que en un momento determinado tiene una crisis de conciencia, va, busca a una periodista y se confiesa. Y el tipo narra su vida. Y cuenta una cosa que es¡ El problema es que ya no puede sentir. Y cuando uno no puede sentir, perdi¨® su humanidad, es casi habitar en el infierno.
P. Es convertirse en enajenaci¨®n
R. S¨ª. Aunque tratan de recuperar su vida, no pueden. Porque perdieron la sensaci¨®n, sus niveles m¨¢s humanos. Se vuelven una especie de zombis, de muertos vivientes, de seres que incorporaron el horror a sus propias vidas. Y es ese horror¡ Lo incorporaron como victimarios. La v¨ªctima tiene una posibilidad de salida, el victimario no. La v¨ªctima no deja de sentir. Estos son la muerte misma. No s¨¦ si haya una redenci¨®n m¨¢s adelante, pero s¨ª veo que estos seres se da?aron a niveles sumamente profundos.
P. Cuando ve¨ªa al personaje de Baudet, pensaba que era como un alter ego suyo, abogado, creyente, defensor de la redenci¨®n¡
R. Ah, s¨ª, Baudet, s¨ª.
P. Pero ya no me parece as¨ª¡
R. No. Porque la redenci¨®n tiene que ver con una disposici¨®n del alma. No s¨¦ si existe en el perpetrador una disposici¨®n del alma. Puede venir una disposici¨®n ps¨ªquica, pero, ?del alma?
P. Todo esto viene por algo que me inquietaba. Espero no ser demasiado invasivo, pero, pregunto. ?Alguna vez intent¨® hablar con los asesinos de su hijo?
R. S¨ª, yo mand¨¦ el mensaje. Mi cu?ado, abogado, acompa?¨® todo el proceso, me dijo, ¡®est¨¢ bien, ?los quieres ver? Ok, pero primero mira el expediente¡¯.
P. ??l no quer¨ªa que usted los conociera?
R. No, o sea, ¨¦l me da el expediente, porque me dice, ¡®a ver, s¨ª, vamos a conocerlos, buscamos el camino, pero quiero que veas con qui¨¦n te vas a enfrentar¡¯. Por eso me da el expediente. Y cuando lo veo y leo sobre el Negro Radilla, el perpetrador fundamental¡ Era un sicario que qued¨® despu¨¦s de las estupideces que hizo Calder¨®n, de cazar a los capos del crimen. Quedaron estos pinches criminales que nadie controlaba, y que a fuerza de horror se impusieron. Y como no ten¨ªan acceso a la droga, secuestraban, extorsionaban¡ Este hombre ten¨ªa una historia larga y nadie lo hab¨ªa detenido, pese a que hab¨ªa denuncias.
Y ¨¦l se paseaba, como se pasean ahora, sin que nadie haga nada. Entonces empec¨¦ a ver la cantidad de asesinatos que hab¨ªa tenido. Y veo el ¨²ltimo que hab¨ªa cometido, una semana antes del asesinato de mi hijo, con una sierra el¨¦ctrica matando en vivo a un¡ Y cuando veo eso, digo, no, no me pertenecen. No pertenecen a lo humano. Si me hubieran dicho, ¡®oye, s¨ª te quiere ver, te quiere pedir perd¨®n¡¯, hubiera ido. Pero as¨ª, era un empe?o absurdo. No hab¨ªa manera. No era un universo que me perteneciera.
P. Hay un poema que escribi¨®¡ ¡°Cierro los ojos y miro a mi hijo, ese muchacho noble, con su angustia, aterrado, esperando que unos tipos lo vayan a matar. Ese instante me duele mucho, en el que uno que se parece a ti te arranca la vida. La memoria es terrible, ya sucedi¨®, pero sigue sucediendo, ya pas¨®, pero no¡±.
R. S¨ª, s¨ª¡
P. Se me ponen los pelos de punta. Estas fantas¨ªas siniestras que acechan y aparecen de repente.
R. Es como un presente constante.
P. Fantas¨ªas que aterrorizan cuando son solo eso, fantas¨ªas. No quiero ni pensar c¨®mo debe ser cuando s¨ª ha ocurrido.
R. La memoria es esa. Hay algo¡ Walter Benjamin habla del ¨¢ngel de la historia, que est¨¢ basado en una pintura de Paul Klee, Angelus Novus, una pintura horrenda, nada que ver con la tradici¨®n. Con las alas extendidas, el ¨¢ngel mira el viento que viene del para¨ªso. Benjamin se refiere a la ca¨ªda [la expulsi¨®n de Ad¨¢n y Eva]. Un viento que le arroja hacia adelante. Y lo que la historia ve como progreso, el ¨¢ngel lo ve como destrucci¨®n. Y la angustia del ¨¢ngel es querer detenerse para reparar lo roto. Lo roto es eso, un hijo muerto.
Marcos habla de eso en su ¨²ltimo escrito, la preservaci¨®n de la memoria de lo roto, de los muertos. La ¨²nica forma de repararlos es manteniendo la memoria con todo y su horror. Porque cada vez que llega un mes¨ªas a reparar lo roto termina por romperlo m¨¢s. Es la ¨²nica manera de no traicionarlos. Mi lucha ha sido¡ No puedo reparar lo roto de mi hijo, pero quer¨ªamos repararlo de forma que no hubiera m¨¢s muchachos rotos. No lo logramos, no hay voluntad pol¨ªtica, ni conciencia, ni nada. Lo que queda es sostenernos en la memoria, sostenernos en el horror.
P. Es grande la desaz¨®n.
R. S¨ª, es terrible. Cuando yo cierro los ojos, se aten¨²a, pero a veces aparece. Como una realidad concreta que sigue sucediendo dentro de uno. Es la experiencia de todas las v¨ªctimas.
P. No tiene sue?os, ?y las pesadillas?
R. De repente tengo algunas, se han atenuado. Pero es como un no poder volver. Algo lo frustra. Trato de usar el celular, pero no puedo, se borran las teclas, se marcan mal. No puedo volver a casa.
P. ?C¨®mo es ese lugar del que no se puede ir?
R. Puede ser cualquiera¡ El ¨²ltimo era cerca de la colonia Roma, en Ciudad de M¨¦xico, pero todo era distinto. Luego me subo al metro, se pasa del lugar del que me debo bajar, total que no puedo llegar. Luego al final puedo bajar, pero me tropiezo, me caigo¡ Antes era una casa donde estaba el mal, se percib¨ªa el mal. En una de las habitaciones, o¨ªa a mi hijo gritar. Y subo y digo, ¡®agu¨¢ntame, agu¨¢ntame¡¯. Llego, abro la puerta y ya no est¨¢. Y luego llegaron estas otras, ?no? La imposibilidad del retorno¡
Vivo con una sensaci¨®n de mutilaci¨®n en mi vida diaria. No es solo personal, es el pa¨ªs mismo. Sabes que est¨¢n matando chavos, todos los d¨ªas. Es como una mutilaci¨®n m¨¢s, cada d¨ªa. Y la impotencia ante esa mutilaci¨®n¡ Solo queda resistir a nivel de lo pr¨®ximo. Se vuelve muy pobre lo que se puede hacer. Resistir en la memoria, en la escritura.
P. Hay un poema que me gusta mucho, del Tr¨ªptico del Desierto, la tercera parte de Dolor, que adem¨¢s encabeza con una cita de Bob Dylan, It¡¯s not dark yet, but it¡¯s getting there. Y luego escribe: ¡°No recuerdo a qu¨¦ vine/ el sol quema y no hay sombra/ como si el tiempo, lejos de casa, se hubiera detenido/ y no hubiese camino a casa¡±.
R. De nuevo, premonitorio. De los sue?os. Una experiencia de desolaci¨®n. Hay algo infernal en este pa¨ªs. No hay un camino de regreso.
P. Se parece a sus pesadillas
R. S¨ª. Es un poema que aprecio. (Silencio). Esa canci¨®n de Dylan es tremenda. Y hablando de todo esto, el ¨²ltimo disco de Leonard Cohen es... Uf. Hay una canci¨®n, You want it darker. Apaguemos la vela. Una conciencia muy dura de la realidad, ese estar sin salida.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.