Vivian Maier, la enigm¨¢tica ni?era que revolucion¨® la fotograf¨ªa, pone un pie en Latinoam¨¦rica desde M¨¦xico
El museo Franz Mayer de Ciudad de M¨¦xico exhibe una muestra de la obra de la artista estadounidense, descubierta en 2007 y aclamada por su singular trabajo de autorretratos y la manera como registr¨® la vida cotidiana de Nueva York y Chicago
Tal vez cansada de la tortura que significa para algunas mujeres llevar zapatos con alta aguja, una de ellas toma un descanso frente a un escaparate y se ajusta uno de sus tacones. Clic. La c¨¢mara de Vivian Maier capta ese momento personal en un espacio p¨²blico, urbano, una acci¨®n tan cotidiana que a los ojos de cualquiera pasa inadvertida, pero no para Maier, ansiosa por hacer suyos esos espacios urbanos y registrar con su c¨¢mara Rolleiflex detalles que para ella ten¨ªan una resonancia particular, especial vistos desde sus ojos y su lente. La imagen de la mujer y los tacones, registrada en blanco y negro, forma parte de una exhibici¨®n montada con delicadesa por el museo Franz Mayer de Ciudad de M¨¦xico, en la que es la primera exposici¨®n del trabajo de la creadora estadounidense en Latinoam¨¦rica. Una fot¨®grafa amateur, con una mirada singular, que toda su vida trabaj¨® como ni?era, que apenas pod¨ªa llegar a fin de mes y que no ten¨ªa el dinero suficiente para revelar sus im¨¢genes. Dej¨® m¨¢s de 150.000 negativos y muchos de ellos vieron la luz despu¨¦s de su muerte, ocurrida en 2009. Ahora forman parte de este montaje en M¨¦xico, la cuarta vez que se presenta en un museo este legado de la ni?era fot¨®grafa que ha cautivado al mundo.
El trabajo de Maier lo descubri¨® por casualidad en 2007 el realizador y fot¨®grafo estadounidense John Maloof, quien buscaba en internet fotos para ilustrar un libro sobre Chicago. Hall¨® entonces una subasta donde se pon¨ªa en remate un lote de fotograf¨ªas, un archivo que compr¨® por 380 d¨®lares, sin saber que se apropiaba de un tesoro y el trabajo desconocido de una mujer enigm¨¢tica. Maloof encontr¨® retratos, autorretratos, paisajes urbanos, gestos de gente cansada en medio del bullicio citadino, hombres centrados en la lectura de los peri¨®dicos, mujeres demostrando su fuerza y ansias de libertad en una ¨¦poca cuando de ellas solo se esperaba que se encerraran en la cocina o se dedicaran a un oficio considerado menor. ¡°Vino a revolucionar la fotograf¨ªa y a revolucionar la manera en la que se ve la autorepresentaci¨®n, especialmente la autorepresentaci¨®n femenina¡±, explica a EL PA?S la directora del museo Franz Mayer, Giovana Jaspersen, en una fresca ma?ana de una prematura primavera en Ciudad de M¨¦xico. ¡°Vino a revolucionar tambi¨¦n los canales que pueden tener las personas para mostrarse, personas que se pueden considerar de la periferia, que han sido invisibilizadas para existir en el mundo¡±.
De esa periferia viene precisamente Maier. Se conoce muy poco de su vida, sus pasiones y nada de sus amores. Sabemos de ella que naci¨® en Nueva York un fr¨ªo d¨ªa de febrero de 1926, hija de madre francesa (Maria Jaussaud) y padre austriaco (Charles Maier), que las abandon¨® a inicios de la d¨¦cada del treinta. Su madre se mud¨® entonces a Francia, donde busc¨® el apoyo de sus parientes y Vivian creci¨® en las faldas de los Alpes. Su juventud la pas¨® entre Francia y Estados Unidos, hasta que decidi¨® dejar a su madre y mudarse a la Gran Manzana. Lo franc¨¦s, al parecer, estuvo siempre con ella, a tal punto que hablaba el ingl¨¦s con un acento afrancesado. Una de sus tantas particularidades, patolog¨ªas, como las define Ann Marks, autora de una biograf¨ªa dedicada a la artista, Revelar a Vivian Maier. La historia no contada de la ni?era fot¨®grafa (Paid¨®s). Tambi¨¦n jugaba con su nombre y se hac¨ªa llamar de varias maneras. Meier trabaj¨® toda la vida como ni?era con diferentes familias y sus pupilos le dec¨ªan con cari?o ¡°la se?orita Meier¡±. Esa experiencia al cuidado de criaturas ajenas la dej¨® registrada en una gran cantidad de im¨¢genes que muestran a ni?os en sus juegos, berrinches, su mundo infantil, la inocencia de sus gestos. Jaspersen menciona uno de esos momentos, cuando un ni?o se cay¨® y la tata, en lugar de correr a auxiliarlo se hizo con su c¨¢mara y registr¨® la escena. Clic.
Maier era una mujer austera y al parecer de pocos lujos. Coleccionaba de forma compulsiva recortes de peri¨®dicos, una de sus pasiones. En la exposici¨®n del Franz Mayer se muestran im¨¢genes con portadas de diarios, pero tambi¨¦n de hombres leyendo y, vaya exotismo, mujeres sumergidas en las noticias de la ¨¦poca. En sus largos paseos urbanos con los ni?os que cuidaba, Maier cargaba con su atesorada c¨¢mara y registraba las escenas que atra¨ªan su atenci¨®n. Vivi¨® en la casa de una familia acomodada, donde ten¨ªa un cuarto propio, un lujo para muchas mujeres, dice Jaspersen, quien hace referencia al famoso ensayo de Virginia Woolf. En el ba?o de esa habitaci¨®n, la fot¨®grafa amateur mont¨® un cuarto de revelado, dado que no contaba con el dinero suficiente para llevar a una tienda de fotograf¨ªa sus muchos negativos. Ese cuarto ha sido recreado de forma muy ajustada al verdadero en la exposici¨®n del Franz Mayer. La ni?era tomaba im¨¢genes de forma compulsiva y ha dejado un legado tan grande que muchas de sus im¨¢genes siguen a la espera de ser reveladas.
Del trabajo que ha visto la luz tras su muerte se exponen en Ciudad de M¨¦xico unas 200 im¨¢genes, divididas en segmentos que re¨²nen sus fotograf¨ªas de autorretratos, las de gestos en las urbes estadounidenses (que Jaspersen cataloga, con acierto, de ¡°literarias¡±) , su colecci¨®n de fotos de ni?os, su trabajo con im¨¢genes de color y los videos que realiz¨®, que tambi¨¦n muestran escenas urbanas. ¡°El acervo es enorme, enorme, enorme, falta much¨ªsimo todav¨ªa por descubrir¡±, dice una entusiasmada Jaspersen, quien no oculta la emoci¨®n por albergar la muestra de Maier y que su museo, esa hermosa construcci¨®n barroca localizada en el coraz¨®n de la capital mexicana, sea el primero en acogerla. ¡°Falta much¨ªsimo por digitalizar y ese es un trabajo que se realiza a¨²n de manera permanente en Nueva York. Es una fot¨®grafa que va a seguir dando sorpresas¡±. El museo muestra el trabajo de Maier, titulado Rev(b)elada, desde el 9 de febrero hasta el 24 de mayo. Es un paseo emocionante por la forma en la que esta realizadora ve¨ªa el mundo y su ¨¦poca, un grito que habla de libertad, de individualidad y tambi¨¦n de cari?o y cuidado. La visi¨®n de la ni?era que paseaba a sus pupilos cargando una c¨¢mara.
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