Ekaterina ?lvarez, escritora: ¡°La visita a los museos debe ser una aventura para los ni?os, como un juego¡±
La autora publica ¡®?D¨®nde est¨¢ Arte?¡¯ (Alfaguara), un libro ilustrado que es un divertido recorrido por los museos de Ciudad de M¨¦xico y que pretende aproximar la cultura y el arte a las infancias
La cita es una calurosa ma?ana de primavera en las oficinas administrativas del Museo Universitario de Arte Contempor¨¢neo (MUAC), en Ciudad Universitaria, al sur de la capital mexicana. Ekaterina ?lvarez (Mosc¨², 46 a?os), subdirectora de comunicaci¨®n del museo, ha terminado la primera jornada matutina de reuniones y recibe a EL PA?S en este espacio creado entre la roca volc¨¢nica caracter¨ªstica de esta zona de la ciudad, con la vista hacia ¡°un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehist¨®ricos¡±, como dir¨ªa el afamado escritor. ?lvarez ha presentado recientemente su libro ?D¨®nde est¨¢ Arte? (Alfaguara), una obra con hermosas ilustraciones de los creadores Mar¨ªa del Mar Hern¨¢ndez y Emilio Ramos, que cuenta el divertido recorrido que hace Otta, una ni?a de once a?os, persiguiendo a su perro Artemio, a quien llaman con cari?o Arte, por nueve museos de Ciudad de M¨¦xico. Es un viaje de descubrimiento para la ni?a, que deja volar su imaginaci¨®n al ver las obras de Vicente Rojo, Francisco Toledo, Lourdes Grobet, Rufino Tamayo o Kazuya Sakai. El libro pretende aproximar la cultura y el arte a las infancias y que la visita a estos templos de la creatividad no sea una experiencia aburrida. Sobre museos y ni?os va esta conversaci¨®n.
Pregunta. ?Cada cu¨¢nto lleva a sus hijos a los museos?
Respuesta. Desde que trabajo en el MUAC les hago la visita obligada. Entr¨¦ a este museo cuando mi hijo m¨¢s chiquito ten¨ªa un a?o y ¨¦l y mi hija de seis han estado rodeados de museos desde que nacieron. Procuro llevarlos a otros museos tambi¨¦n, tres o cuatro veces al mes. Frecuentan mucho estos espacios, aunque ha tenido tambi¨¦n un efecto contraproducente.
P. ?Por qu¨¦?
R. Porque este es mi espacio de trabajo y y luego sienten que venir es una obligaci¨®n. A veces lo disfrutan, a veces no tanto.
P. ?No se divierten?
R. No siempre. Todo depende del plan. Se han divertido mucho cuando los traigo a los talleres, cuando hay actividades. S¨ª lo disfrutan cuando vamos de paseo y les explico las exposiciones.
P. ?Los museos en M¨¦xico est¨¢n creados para lograr el inter¨¦s de los ni?os?
R. Los museos s¨ª est¨¢n trabajando desde hace tiempo en prepararse para recibir infancias y est¨¢n en una b¨²squeda permanente. Tiene que ver, adem¨¢s, con este tema de los dispositivos electr¨®nicos, porque los ni?os cada vez son m¨¢s seducidos por ellos. Por eso tenemos que dise?ar distintas estrategias para poderlos llamar y que estos espacios se vuelvan atractivos. Todos en los museos estamos en la b¨²squeda, pero todav¨ªa nos falta un largo trecho para configurar un espacio que realmente ellos disfruten en todos los sentidos.
P. ?Es aburrido para los ni?os ir a un museo en M¨¦xico?
R. Creo que s¨ª, en algunos. Como lo imponen a veces como una tarea, eso se vuelve un ejercicio did¨¢ctico, cuando en realidad queremos que ellos los exploren, que los experimenten, que sea una aventura, un descubrimiento. No tiene que ser necesariamente agradable, pero s¨ª que sea una experiencia en la que no se les imponga nada, ni lectura, ni discurso. Que vengan dispuestos a ver qu¨¦ ocurre dentro de estos espacios.
P. ?C¨®mo se debe explicar el arte a los ni?os?
R. Es por eso que hice este libro. Con [la historiadora del arte y artista] Cecilia de Tavira ten¨ªamos esta inquietud de c¨®mo acercar a los ni?os al arte sin que se vuelva una tarea, sino desde un lugar de juego. El arte contempor¨¢neo, por ejemplo, est¨¢ inspirado en las experiencias de la vida, donde hay un di¨¢logo constante con la parte social, pol¨ªtica y tambi¨¦n con la est¨¦tica. Quise mostrar a trav¨¦s de esta historia c¨®mo el arte contempor¨¢neo termina siendo una aventura. La persecuci¨®n de Otta a su perro Artemio se convierte en la pieza de arte final despu¨¦s de hacer este recorrido, que es un viaje de descubrimiento. Persiguiendo a su perro empieza a descubrir que tiene una relaci¨®n con el arte.
P. En uno de los museos que visita Otta, sin embargo, uno de los encargados hace una descripci¨®n del arte que a ella le parece aburrido. ¡°?Qu¨¦ aburrido es su arte!¡±, le espeta la ni?a.
R. Esa es una de mis partes favoritas. Lo que quiero proponer en este libro es que los ni?os comprendan el arte a trav¨¦s de la imaginaci¨®n, de que esa imaginaci¨®n est¨¦ estimulada y despierta. En ese espacio donde le dicen a Otta que el arte se ve, pero no se toca, porque el arte est¨¢ hecho para contemplarse, para reflexionar, ella se enoja. Es el personaje de una ni?a curiosa, que todo el tiempo se distrae y deja volar la imaginaci¨®n. Piensa, por ejemplo, que la fuente del Museo de Antropolog¨ªa es una nave espacial. La imaginaci¨®n es justamente la esencia que a las infancias les permite encontrar una relaci¨®n divertida y no aburrida con lo que ofrecemos en estos espacios.
P. ?Considera que la educaci¨®n y las escuelas en M¨¦xico inculcan a las infancias el amor al arte?
R. Tambi¨¦n est¨¢n en la b¨²squeda, pero creo que sigue siendo r¨ªgida y a veces tradicional. No integramos a las infancias desde la educaci¨®n a las din¨¢micas sociales generadas en espacios culturales. Todav¨ªa nos falta ser mucho m¨¢s conscientes y sensibles como sociedad para que toda esta informaci¨®n deje de ser un tema aburrido, did¨¢ctico, r¨ªgido, al que no prestas atenci¨®n porque lo tienes estigmatizado.
P. ?De ni?a visitaba mucho los museos?
R. Tuve esa fortuna. Una gran amiga de mi mam¨¢ me hizo la experiencia del museo muy divertida. Ella es una locutora de radio y yo esperaba a que llegara el s¨¢bado para que me llevara al museo. Cuando me llevaba me contaba historias, me hac¨ªa bromas, me dec¨ªa algo absurdo, hac¨ªa juegos para explicarme una exposici¨®n de Egipto, o para describirme un cuadro de Salvador Dal¨ª.
P. ?Qu¨¦ recuerdo la apasiona m¨¢s de aquellas visitas?
R. La experiencia de ella cont¨¢ndome algo mientras camin¨¢bamos en el museo y haci¨¦ndome estos juegos, por ejemplo, jugaba mucho a que yo era un perro y me llamaba, como Otta con Artemio. Yo terminaba muy divertida y cuando acab¨¢bamos me llevaba al cine y me dec¨ªa ¡®bueno, luego de esto tenemos que cerrar con un placer culposo¡¯ y compraba palomitas. Ella s¨ª me abri¨® esa posibilidad, es una mujer que me provoc¨®, me estimul¨® y me acompa?¨®.
P. Aquellas visitas la marcaron m¨¢s tarde, ya de adulta.
R. Exacto. No solamente las visitas, porque tambi¨¦n me llevaba a ferias de libro y me le¨ªa por las tardes muchos cuentos, a veces cuentos prohibidos. Me dec¨ªa ¡®tu mam¨¢ no me dejar¨ªa leerte esto, pero vamos a leer¡¯.
P. ?Qu¨¦ tipo de cuentos?
R. Hubo uno que me dej¨® impactada. Es La mujer sentada, de Sergio Maga?a, que formaba parte de una antolog¨ªa de Gabriel Zaid. Fue un cuento que me dej¨® fr¨ªa, y cuando llegamos a casa yo estaba helada y mi mam¨¢ reclam¨® a su amiga. Tambi¨¦n me ley¨® Pedro P¨¢ramo, y como ten¨ªa esta voz entrenada de una locutora, me dejaba perpleja. Ella me acerc¨® de una manera contundente al arte.
P. ?Esa debe ser la f¨®rmula que deben seguir los adultos?
R. Debemos entrar en la l¨®gica de hacer ejercicios m¨¢s intuitivos y menos intelectualizados. Dejar esto que ahora llaman adultocentrismo, es decir, que les damos una lectura prefigurada a los ni?os. Como adultos lo que tenemos que probar es que esto se vuelva un ejercicio intuitivo y una experiencia tambi¨¦n para nosotros, involucr¨¢ndonos con ellos, porque si no volvemos a nuestro mon¨®logo.
P. Debemos jugar como ni?os.
R. Creo que tendr¨ªa que ir por ah¨ª. Yo a veces me equivoco con mis hijos y les hago la ficha, los acribillo con informaci¨®n, y veo c¨®mo se les empiezan a romper los corazoncitos. Igual lo mejor es perseguirte por el museo, jugando. En el MUAC una vez hicimos el ejercicio de que los ni?os tomaran el museo, hicieron un comit¨¦, ellos eran los due?os y se?ores de este museo y funcion¨® de forma fant¨¢stica. Las infancias estaban encantadas aventando avioncitos de papel por los pasillos, ten¨ªan libertad de hacer lo que quisieran desde el juego. Esa deber¨ªa ser la din¨¢mica: el juego.
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