Ave Barrera: ¡°Ir en contra de lo que nuestros padres consideran es una traici¨®n necesaria¡±
La escritora mexicana publica ¡®Notas desde el interior de la ballena¡¯, un libro h¨ªbrido en el que explora la complejidad del v¨ªnculo con su madre, atravesado por el duelo de su muerte
En el cuento b¨ªblico, cuando Jon¨¢s osa desafiar a Dios y cambiar el rumbo de su barco, este le manda una tormenta que casi lo ahoga en mitad del mar. Tambi¨¦n le env¨ªa una ballena, en cuyo interior sobrevive hasta que, arrepentido y dispuesto a plegarse a la voluntad divina, el animal lo expulsa a tierra firme. Depende del momento de la historia en el que uno decida fijarse, puede ser un relato de sumisi¨®n o de desobediencia. La escritora mexicana Ave Barrera (Guadalajara, 1980) eligi¨® esta segunda versi¨®n como me...
En el cuento b¨ªblico, cuando Jon¨¢s osa desafiar a Dios y cambiar el rumbo de su barco, este le manda una tormenta que casi lo ahoga en mitad del mar. Tambi¨¦n le env¨ªa una ballena, en cuyo interior sobrevive hasta que, arrepentido y dispuesto a plegarse a la voluntad divina, el animal lo expulsa a tierra firme. Depende del momento de la historia en el que uno decida fijarse, puede ser un relato de sumisi¨®n o de desobediencia. La escritora mexicana Ave Barrera (Guadalajara, 1980) eligi¨® esta segunda versi¨®n como met¨¢fora para su ¨²ltimo libro, Notas desde el interior de la ballena (Lumen, 2024), un g¨¦nero h¨ªbrido y fragmentario, entre el ensayo confesional y la novela autobiogr¨¢fica en el que explora el complejo v¨ªnculo con su madre, fallecida por un c¨¢ncer cerebral.
Hasta ahora, la autora hab¨ªa explorado sobre todo la ficci¨®n. Su primera novela, Puertas demasiado peque?as (Alianza, 2016), obtuvo el premio Sergio Galindo; y desde 2019 coordina la Colecci¨®n Vindictas de la UNAM, un proyecto que rescata novelas escritas en espa?ol por mujeres que no hayan sido editadas desde hace al menos 20 a?os. ¡°Yo encontr¨¦ en la lectura una gran escapatoria al asfixiante mundo de la religi¨®n¡±, cuenta la escritora, que recibe al peri¨®dico en las oficinas de la editorial. La lectura se convirti¨® m¨¢s tarde en escritura, alentada por un ¡°librito sin tapas¡± que le fascin¨® y que result¨® ser El llano en llamas, de Rulfo. La literatura fue su forma de desafiar los mandatos de los testigos de Jehov¨¢, confesi¨®n a la que su familia pertenece, y de desafiar las expectativas de su madre sobre su propia vida.
Pregunta. En el libro dice que en pocas circunstancias la empat¨ªa es tan dif¨ªcil como en este tipo de relaci¨®n. ?Qu¨¦ pasa con las relaciones madre-hija, que nos traen de cabeza?
Respuesta. ?Qu¨¦ pasa? [r¨ªe] Eso mismo me pregunt¨¦ cuando comenc¨¦ a escribir. Es demasiado fuerte. Es una interrogante a la que vale la pena dedicarle un rato porque es muy interesante y da para mucho autoan¨¢lisis, ?no? Creo que a partir de esa pregunta podemos encontrar respuestas acerca de qui¨¦nes somos, como mujeres sobre todo. La identidad de las mujeres finalmente est¨¢ configurada a partir de qui¨¦nes son nuestras madres, c¨®mo nos ense?aron a ser mujeres.
P. ?Hay cierta obligaci¨®n social de querer e idolatrar a las madres?
R. S¨ª, ha habido, yo creo que es algo muy decimon¨®nico, victoriano. Un mito muy primitivo, junto con este personaje romantizado de la buena mujer, que es una instituci¨®n del patriarcado. A ¨²ltimas fechas creo que se ha estado rompiendo esta adoraci¨®n irracional, desde que las propias madres llegan a contarnos qui¨¦nes son. Nos damos cuenta entonces de que no son un mito, son seres humanos y son falibles y complejas.
P. ?C¨®mo cambia el duelo cuando la relaci¨®n en vida no era especialmente estrecha?
R. Pues creo que un duelo que se vive as¨ª, desde la deuda, est¨¢ atravesado por emociones muy complejas, porque al sentimiento de p¨¦rdida, al dolor y al desconcierto, se le suman las ausencias de todo lo que no fue en vida. Y se atraviesa tambi¨¦n con la culpa, porque a las mujeres nos ense?aron muy bien a sentir culpa, y se atraviesa tambi¨¦n por la religi¨®n. Ante la negaci¨®n del hecho religioso, est¨¢ el vac¨ªo tambi¨¦n de: no la voy a volver a ver jam¨¢s, no voy a volver a estar en ning¨²n tipo de mundo ideal con ese ser querido.
P. ?Ha contribuido el libro a sustituir esa parte que cumple la religi¨®n en otras personas, como su padre?
R. Siento mucha tranquilidad, y me siento satisfecha con lo que qued¨® ah¨ª escrito, porque fue un proceso muy largo. Me regres¨¦ muchas veces a cuestionar la voz que escribe para decidir con qu¨¦ versi¨®n me quer¨ªa quedar, y creo que estoy satisfecha con esa versi¨®n, pero no siento que haya una sustituci¨®n an¨ªmica de un dolor por una satisfacci¨®n, o una ausencia por una presencia. Tampoco quer¨ªa parchar y hacer ese reemplazo porque hubiera sido caer en otra falsedad. El an¨¢lisis que plantea el libro no es concluyente, es un examen al hecho muy complejo de la hijitud.
P. ?Qu¨¦ caracterizaba esas versiones que fue desechando?
R. La autocompasi¨®n, por ejemplo, el patetismo, el sentido de tragedia. Hay una de las citas del libro que dice que todas las hijas en alg¨²n momento nos sentimos abandonadas y tenemos esta necesidad de reprochar. Me sent¨ªa con derecho de reclamar ese afecto que no sent¨ª, o no haber sido amada como yo quer¨ªa. Despu¨¦s vi que no ten¨ªa derecho a hacer juicios sobre ni madre, ni sobre mi padre, ni sobre todo ese universo del origen.
P. En un momento habla del contraste entre la rigidez del cuerpo de su madre y c¨®mo su padre se desviv¨ªa por abrazarla. Sin embargo, es ella quien dej¨® de trabajar para cuidarla. ?Es m¨¢s f¨¢cil ser padre que ser madre?
R. Depende del contexto, pero supongo que no hay manera de que sea m¨¢s f¨¢cil ser madre, porque ser madre es poner el cuerpo por completo, en todo momento, mucho m¨¢s all¨¢ de la gestaci¨®n y del parto. Mi madre renunci¨® a su propia vida para sostener la estructura de una familia tradicional. Las madres nunca tienen el lugar m¨¢s f¨¢cil.
P. ?Encontrar una voz propia implica siempre una traici¨®n, un t¨¦rmino recurrente en la novela?
R. Es uno de los conflictos que se experimentan al ser hija. Estamos renunciando a aquello que suponemos que debemos seguir y traicionando los mandatos que la sociedad patriarcal nos impone en tanto que ve a las mujeres por su finalidad biol¨®gica. Ir en contra de lo que nuestros padres consideran se siente como si estuvi¨¦ramos traicionando esa genealog¨ªa. Pero, al final, creo que es una traici¨®n necesaria, un albedr¨ªo que resulta mucho m¨¢s favorable a ese legado que si ¨²nicamente sigui¨¦ramos el camino al pie de la letra.
P. ¡°A Jehov¨¢ no le gusta que las mujeres hablen¡±, escribe. ?Es posible para las mujeres elegir la fe sin renunciar un poco a s¨ª mismas?
R. No lo s¨¦, hay muchos tipos de fe. Hay algunas muy, muy abiertas, y yo creo que la fe, el pensamiento m¨¢gico, el pensamiento religioso, incluso, son inherentes a la naturaleza humana y los necesitamos para ir navegando en el d¨ªa a d¨ªa. Lo que s¨ª es verdad es que la mayor¨ªa de las religiones, si no es que todas, tienden a hacer distingos profundos entre hombres y mujeres, y a castigar y dominar much¨ªsimo a las mujeres.
P. ?C¨®mo ha sido el di¨¢logo con las autoras que nombra en el libro y cuyas citas sirven de transici¨®n entre episodios?
R. Me siento acompa?ada por ellas y quer¨ªa dejar testimonio de la presencia de esas voces. Esas autoras fueron las que detonaron las preguntas que estuve registrando en las notas, y nos han dado esta especie de validaci¨®n o de bandera verde para hablar de la experiencia personal. Muchas veces no nos sentimos con el derecho o con el permiso de hacerlo, porque qu¨¦ van a pensar, porque no tiene importancia, porque a qui¨¦n le va a resultar relevante. Pero lo importante es que cada una de estas subjetividades suman a un discurso com¨²n.
P. Ahora hay mucha literatura de los hijos, de las hijas, sobre todo.
R. Creo que esta novela se suma a esa ola sin darme cuenta, y me parece que ya tocaba. Siempre se ha hablado de los v¨ªnculos familiares, y creo que a cada generaci¨®n nos toca problematizarlos desde nuestra subjetividad y desde el momento hist¨®rico que vivimos, y nos estamos dando a la tarea de hacerlo.
P. La venganza de los hijos.
R. No lo siento como una venganza, sino como un hallazgo. Estuvo el boom de la b¨²squeda del padre, y el personaje emblem¨¢tico era este padre abandonador al que se le perdonaba que lo fuera porque era bien macho. Y luego viene toda esta literatura de la reivindicaci¨®n del papel de las madres en la sociedad, que me parece esencial. Y est¨¢ tambi¨¦n la literatura de los hijos, pero son pivotes que apuntalan una misma estructura social, y creo que hay l¨ªneas de correspondencia entre todas estas literaturas que coinciden o chocan.
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