Terry Tempest Williams: ¡°Nos distraemos con vidas superficiales¡±
La escritora y activista ambiental, autora de un libro vibrante sobre el duelo por la madre y por la naturaleza, ahora pelea, junto a los navajos, contra Donald Trump
Los buenos libros sobre la vida pueden partir de la muerte. Terry Tempest Williams (Corona, California, 1955) necesit¨® poner orden en el caos que la acosaba en 1983. El paisaje y su madre, viejos mundos de una infancia mormona, se desvanec¨ªan a la vez. De aquellos d¨ªas sali¨® Refugio (Errata Naturae, traducido ahora por Regina L¨®pez Mu?oz), donde habla de convulsiones ecol¨®gicas y de las nueve mujeres de su familia que murieron de c¨¢ncer, que la escritora asoci¨® a las radiaciones de los ensayos nucleares en el desierto de Nevada. Del ¡°clan de las mujeres de un solo pecho¡± aprendi¨® que no hay separaci¨®n entre vida y muerte. De los sucesivos duelos sali¨® una activista feroz, respetada y a ratos perseguida. Como Thoreau, ama la naturaleza y practica la desobediencia civil.
Pregunta. ?Por qu¨¦ sinti¨® la necesidad de escribir Refugio?
Respuesta. Ocurrieron dos cosas muy importantes y simult¨¢neas. Por un lado, las aguas del Gran Lago Salado [en Utah] se desbordaban y cada vez hab¨ªa menos aves migratorias. Al mismo tiempo diagnosticaron un c¨¢ncer a mi madre. Decid¨ª que quer¨ªa estar en el centro de todo aquello e implicarme en aquella realidad de p¨¦rdida y amor. La cuesti¨®n era c¨®mo hacer para encontrar un refugio en el cambio. El Gran Lago Salado se convirti¨® en mi mentor, es un lago tramposo, te dice yo soy un cuerpo de agua en el desierto que nadie puede beber por la sal. Y lo que me dijo fue no conf¨ªes en m¨ª, conf¨ªa en ti misma. Me dio coraje y valent¨ªa. A veces entraba en el lago y me sosten¨ªa porque puedes flotar por su salinidad. Era como una mano l¨ªquida que me acog¨ªa. Aprend¨ª que no solo encontramos refugio entre los seres humanos, y encontr¨¦ mi refugio en la naturaleza.
P. ?C¨®mo gestion¨® la p¨¦rdida?
R. Nos enamoramos del mundo, pero el reto consiste en descubrir c¨®mo seguir enamorados del mundo cuando el mundo se rompe. Creo que nosotras, como mujeres, somos capaces de ser fieras y compasivas al mismo tiempo. A veces me sent¨ªa muy enfadada con lo que estaba sucediendo, pero ten¨ªa que actuar. Para m¨ª la emoci¨®n es compromiso e involucrarse es un amor salvaje y funciona, es continuo. Pienso que todo lo que pas¨¦ me prepar¨® para lo que estamos viviendo ahora, en un territorio del sur de Utah que es tierra sagrada para muchos indios. Hubo un momento hist¨®rico maravilloso, cuando el presidente Obama erigi¨® all¨ª un monumento nacional y estrech¨® las manos de los indios. Luego lleg¨® Trump y dijo que usar¨ªa la tierra para la extracci¨®n de gas, petr¨®leo, carb¨®n y uranio.
P. ?Es demasiado tarde para luchar contra esas agresiones?
"Todos acarreamos esta sensaci¨®n de que hay algo que no va bien. En todo el mundo se est¨¢ perdiendo lo salvaje"
R. No lo es. Estamos luchando enfocados a los intereses de los propios indios. He escrito una carta abierta a Trump pidi¨¦ndole que pare, pero no lo ha hecho. Obama protegi¨® la tierra en 2016 y Trump la desprotegi¨® un a?o despu¨¦s. Han cerrado una mina de uranio con cemento, pero se producen fugas a la tierra. Esta es la misma historia otra vez en el pa¨ªs de los navajos. Nueve mujeres de mi familia tuvieron que ser operadas de c¨¢ncer de mama y ahora est¨¢n muertas. El uranio que hay aqu¨ª es como el que estaba en las pruebas at¨®micas que se ensayaron en Nevada.
P. ?Se buscan respuestas en la literatura de la naturaleza?
R. Creo que en nuestros cuerpos sabemos que algo va mal. Todos acarreamos esta sensaci¨®n de que hay algo que no va bien, ya sea en Do?ana, Picos de Europa, Extremadura o cualquiera de esos lugares maravillosos que hay en Espa?a. En todo el mundo se est¨¢ perdiendo lo salvaje. Y si lo perdemos, entonces seremos menos humanos, porque cuando estamos en la naturaleza somos capaces de tocar nuestra humanidad y sentirnos humildes ante su magnificencia. Recordamos que formamos parte de algo m¨¢s grande que nosotros mismos. Nuestra comunidad es al mismo tiempo humana y salvaje. Me pregunto si podemos ampliar la noci¨®n de lo que es el poder y podemos extenderlo a otras especies. En otros pa¨ªses estudian ampliar la consideraci¨®n de personas a r¨ªos o a las monta?as. Si los tribunales consideran que las grandes empresas son entes con rango de personalidades, ?entonces por qu¨¦ no los desiertos o los r¨ªos?
P. Stefano Mancuso sostiene que se necesita una revoluci¨®n como la copernicana del siglo XVII, cuando la Tierra dej¨® de ser el centro del universo y se convirti¨® en el tercer planeta de una galaxia distante. Mancuso plantea que la humanidad deber¨ªa resituarse y ser consciente de que solo es una peque?a parte dentro de las especies.
R. Exactamente. Creo que es una revoluci¨®n y tambi¨¦n una reconexi¨®n.
P. ?Tiene esperanza de que sea posible?
R. Tengo esperanza y fe. Mi abuela siempre dec¨ªa: ¡°La fe sin trabajo es muerte¡±. As¨ª que mi esperanza siempre est¨¢ basada en acciones. Esta cosa es pol¨ªtica y espiritual. Mucha gente en Estados Unidos ya est¨¢ haciendo esta revoluci¨®n y resistiendo ante la Administraci¨®n de Trump, que est¨¢ empe?ada en destruir el medio ambiente. Tengo grandes esperanzas depositadas en la gente joven y en los nativos americanos. En EE UU estamos viendo estas erupciones de resistencia como Black Lives Matter, los Derechos de los Nativos Americanos, la gente joven que se ha levantado contra las armas y todo el movimiento para reclamar justicia clim¨¢tica. Si el Gobierno federal falla, recurriremos a nuestros Gobiernos locales. Para los escritores estadounidenses que escribimos sobre medio ambiente, nuestras plumas son nuestras armas en una lucha pac¨ªfica. En Refugio cuento¡ [abre el libro y lee]: ¡°Cuando la mujer vino a arrestarme porque yo estaba cometiendo desobediencia civil, ella me cache¨® el cuerpo y baj¨® a mis piernas y sinti¨® que hab¨ªa algo. Me pregunt¨® qu¨¦ ten¨ªa all¨ª y sac¨® una libretita y un boli. Y me pregunt¨® qu¨¦ es esto. Yo le dije: ¡®Armas¡¯. Entonces nuestros ojos se encontraron realmente, ella sonri¨® y volvi¨® a meterme la libretilla en la bota¡±. Este es el poder de las mujeres. Aunque me arrest¨®, me dej¨® mis armas.
P. ¡°El c¨¢ncer fomenta los secretos y las mentiras con el fin tanto de proteger como de ocultar¡±, escribe. ?Se debe decir la verdad a alguien que no quiere saberla?
R. Tenemos que ser honestos. Mi familia ha pasado por much¨ªsimos c¨¢nceres. Es complicado. Al principio intentamos mantenerlo en secreto. Mi madre trataba de proteger su intimidad. Pero luego te preguntas por qu¨¦ y aprendimos una lecci¨®n. Cuando a ella le volvi¨® el c¨¢ncer, lo que hicimos fue abrazarlo, acogerlo. Fuimos honestos y fuimos abiertos. En esa apertura y honestidad, incluyendo nuestra propia tristeza y abrazando ese luto y ese duelo, estuvimos m¨¢s vivos juntos. Y de hecho hizo que la muerte de mi madre fuese m¨¢s bella, y lo mismo ocurri¨® con la muerte de mi abuela. Y eso es lo que me dio a m¨ª ojos para mirar a la muerte a la cara, porque la muerte existe porque hay vida, y la vida, al final, tiene m¨¢s valor y cobra m¨¢s fuerza si somos conscientes de que vamos a morir. Lo llamo la ecolog¨ªa del duelo, porque si estamos cerca de la tierra, estamos cerca los unos de los otros.
P. En nuestras sociedades no hay lugar para la muerte.
R. Por eso somos adictos. A los opi¨¢ceos, al trabajo, al dinero, al consumo¡ No queremos tener que ver con nada que sea real. Nos distraemos con vidas superficiales, pero el cuerpo no miente. Antes o despu¨¦s, todos tenemos que enfrentarnos con nuestra mortalidad y la de aquellos a los que amamos. Mi madre dec¨ªa que el c¨¢ncer era su maestro. Ella baj¨® el ritmo, se abri¨® mucho m¨¢s. Y confiaba que nosotros no tuvi¨¦ramos que pasar por lo mismo para aprender esas lecciones. Yo lo aprend¨ª. No me puedo separar a m¨ª misma de mi propio cuerpo y del cuerpo de la tierra. Es lo mismo. Es un mundo interconectado e interrelacionado. Nada existe aislado.
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