Callen los militares y empiece la funci¨®n
La Guardia Nacional pone tal empe?o en su vigilancia al aeropuerto que los ba¨²les de una compa?¨ªa de danza corren la misma suerte que un cargamento mafioso
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El auditorio de Guanajuato tiene un aforo para 1.862 personas y es uno de los escenarios imprescindibles del Festival Internacional Cervantino por su capacidad para la programaci¨®n de grandes obras de teatro, m¨²sica y baile. El viernes pasado se representaba all¨ª uno de los espect¨¢culos m¨¢s esperados, la creaci¨®n de Deborah Colker titulada Perros sin plumas, danza moderna en la que los bailarines salen a escena embadurnados con un polvo especial que viaj¨® de Brasil a Colombia y de Colombia a M¨¦xico. 1.862 personas se quedaron sin funci¨®n el viernes porque el equipo de la compa?¨ªa, polvos de barro incluidos, qued¨® retenido durante tres d¨ªas en el aeropuerto Felipe ?ngeles. Entre bambalinas se dec¨ªa que la culpa fue de la cerraz¨®n de la Guardia Nacional, custodios del aeropuerto. Militares, pues.
Discutir con los militares no es dif¨ªcil, es imposible. Acatar la orden de un superior y nada m¨¢s que la orden de un superior es algo imprescindible en una acci¨®n b¨¦lica. Para eso est¨¢n los uniformes. El problema es que los uniformes est¨¢n para todo. Ora vigilo puertos y aduanas, ora aeropuertos, ora construyo un tren y ma?ana un banco. Y pim pam. Pero aqu¨ª se trataba de cultura, no de la guerra. En el Cervantino no sab¨ªan ya a qu¨¦ santo encomendarse para que los ba¨²les de la compa?¨ªa de Colker llegaran a Guanajuato a tiempo para la funci¨®n, pero no pudo ser. La embajada de Brasil pidi¨® ayuda a la Secretar¨ªa de Relaciones Exteriores; las autoridades del festival, a la Secretar¨ªa de Cultura, pero nada, que los cachivaches no sal¨ªan del aeropuerto. Y punto. Entre bambalinas dec¨ªan que la Guardia Nacional actuaba como burro con orejeras, sin atender a razones. Desde luego no iban a atender a la canciller¨ªa, ni a la responsable de Cultura, ellos solo obedecen al jefe.
Los bultos retenidos en el aeropuerto de la capital llegaban de Colombia, raz¨®n de sobra para extremar precauciones (y, adem¨¢s, qu¨¦ son esos polvos sospechosos que se est¨¢n colando en M¨¦xico dizque para una danza en Guanajuato, ?en Guanajuato! Danza moderna, danza moderna ni qu¨¦ ocho cuartos). Menuda obra de teatro la que montar¨ªan en el aeropuerto, sin necesidad de echarle mucha imaginaci¨®n.
La directora del Festival, Mariana Aymerich, vino a responsabilizar a la empresa que efectu¨® el traslado desde Colombia, porque el equipaje lleg¨® en dos tandas y si no aterriza la segunda no se puede liberar la primera, justificaron. Lleg¨® la segunda y all¨ª segu¨ªa todo secuestrado. Deborah Colker explot¨®: ¡°La culpa es de la polic¨ªa. Hacen cosas que no deber¨ªan hacer en nombre de la investigaci¨®n por las drogas, pero siempre est¨¢n investigando lo que no deben¡±, dijo en rueda de prensa. ¡°Para m¨ª esto es inaceptable, porque lo m¨¢s importante en mi vida es el p¨²blico. Si una persona ha comprado un solo boleto y pasa esto y no puede ver la presentaci¨®n, eso me mata¡±. La acompa?aba Jo?o El¨ªas, director ejecutivo de la compa?¨ªa, que se esmeraba discretamente en calmar el enfado de la directora.
Llevan raz¨®n las autoridades en vigilar atentamente lo que entra por las aduanas, pero el ciudadano de a pie tiene la sensaci¨®n de que en los almacenes de los aeropuertos mexicanos se requisa m¨¢s jam¨®n de pata negra que coca¨ªna, m¨¢s morcilla patatera para el pariente al que se visita que armas y cuernos de marfil. Son capaces de torturar un paquete de garbanzos hasta que cante, con un ah¨ªnco legal que ya quisiera el contribuyente que pusieran en lo que verdaderamente importa.
Para las siguientes ediciones har¨ªa bien el Cervantino, gran festival internacional donde M¨¦xico muestra al mundo una de sus mejores caras, en convocar a la comandanta suprema de las Fuerzas Armadas antes de que las compa?¨ªas empiecen a aterrizar en M¨¦xico. Y tratar de allanar el camino, con todas las cautelas legales, por supuesto, antes de que un pobre bailar¨ªn se d¨¦ de bruces con las botas de un militar. Dice el dicho: con la Iglesia hemos topado. Pero vive dios que hasta las sotanas tienen la manga m¨¢s ancha que ¡°el pueblo uniformado¡±.
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