Efr¨¦n Giraldo, escritor: ¡°Las plantas nos ense?an a resistir, a habitar la tierra sin arrasarla¡±
El acad¨¦mico colombiano presenta en M¨¦xico ¡®Sumario de plantas oficiosas¡¯ (Elefanta), un ensayo que ahonda en el papel del mundo vegetal en nuestras vidas y su poder de resiliencia
Las plantas se han convertido en las protagonistas de un nuevo fen¨®meno editorial. Ensayos, novelas y poemarios ponen en el debate cultural la importancia de la vegetaci¨®n. La podr¨ªamos llamar una especie de literatura vegetal. Efr¨¦n Giraldo (Medell¨ªn, 49 a?os) se ha unido a este fen¨®meno con un ensayo que ahonda en el papel de las plantas en nuestras vidas y su poder de resiliencia: Sumario de plantas oficiosas (Elefanta Editorial), que ha ganado el Premio de No Ficci¨®n Latinoam¨¦rica independiente y estos d¨ªas presenta en M¨¦xico en una gira por varias ciudades. Es, tambi¨¦n, un compendio de memorias, porque el autor parte de la nostalgia que le generan las historias de su abuela, sus padres, sobre las plantas, incluyendo frutos de la infancia que han desaparecido. El libro est¨¢ lleno de referencias a estudios cient¨ªficos, bot¨¢nicos e hist¨®ricos. Habla de la relaci¨®n de la pintura y la cultura popular con las plantas y c¨®mo la literatura se ha ¡°apropiado¡± de la naturaleza, ¡°porque las plantas nos aportan los mejores elementos simb¨®licos para entender muchas cosas de nosotros mismos¡±. Giraldo propone una nueva relaci¨®n con la naturaleza, aprendiendo de la capacidad de los plantas de resistir y adaptarse.
Pregunta. ¡°Dichoso el ¨¢rbol que es apenas sensitivo¡±, escribi¨® el poeta. Usted afirma en su libro que quiz¨¢ toda planta habla un lenguaje que no entendemos. ?Hemos despreciado los humanos el mundo vegetal?
Respuesta. S¨ª. Hay un desprecio que vemos en la actitud antropoc¨¦ntrica que tenemos y parece que hacia las plantas y hacia los hongos se expresara de una manera m¨¢s fuerte. Creo que hemos pensado que estamos m¨¢s cerca de los animales y la ceguera hacia lo vegetal es m¨¢s grande.
P. ?Cu¨¢les son la razones de ese desprecio?
R. Puede ser la perspectiva esa popular de que las plantas no se mueven. El paradigma antropoc¨¦ntrico y zooc¨¦ntrico valora la idea convencional de movimiento, de desplazamiento. Parecer¨ªa que estar atado a un lugar, como aparentemente est¨¢n las plantas, significa tener una especie de minor¨ªa de edad.
P. Habla tambi¨¦n de resiliencia. Los ¨¢rboles sobrevivientes al horror de Hiroshima, por ejemplo. Aqu¨ª en M¨¦xico hay un ¨¢rbol de Tule que tiene m¨¢s de 4.000 a?os de existencia. Es fascinante pensar todo lo que ha visto pasar ese ¨¢rbol. ?Qu¨¦ nos ense?an las plantas?
R. Lo primero que hay que asumir es que realmente ese ¨¢rbol ha visto. Tiene unos elementos perceptivos muy fuertes y una gran sensibilidad y es probable, sin que lo sepamos todav¨ªa, que tengan alg¨²n tipo de posibilidad de conservaci¨®n de muchas de las cosas que han visto. Las plantas nos ense?an a resistir, a permanecer, a habitar la tierra mejor¨¢ndola, a vivir en ella sin arrasarla. Adem¨¢s de muchas otras cosas que nos ense?aron, porque las inventaron, como la respiraci¨®n, la reproducci¨®n sexual, inventan la belleza. Las plantas marcan un camino existencial, definen cu¨¢l podr¨ªa ser una ruta para el futuro. Hay que verlas y seguirlas, porque ellas saben probablemente a d¨®nde hay que ir.
P. Est¨¢ tambi¨¦n la violencia. Hemos demonizado plantas como la amapola. Esto en su pa¨ªs ha dejado una historia de horror y muerte. Es una muestra de c¨®mo los humanos podemos transformar algo hermoso en una pesadilla.
R. Lo que veo en el caso de algunas plantas es que vienen a potenciar, de buena y mala manera, muchas de las capacidades que tenemos lo humanos. Me interesa en particular la simbolog¨ªa que negativiza lo vegetal. La idea de plantas malas, la idea de maleza, de cultivo il¨ªcito, me parece muy interesante para entender esa relaci¨®n problem¨¢tica que podemos tener con el entorno. Hay plantas que en Colombia se han considerado malditas, que est¨¢n demonizadas y que exponen muy bien nuestra incapacidad para hacer nos da?o nosotros mismos de muchas maneras.
P. Este libro habla sobre trasplantes. Plantas para nosotros ex¨®ticas han venido a Am¨¦rica a saber bajo qu¨¦ viaje de locura y otras nuestras han sido trasladas a Europa. Menciona la historia de la pi?a, que deslumbr¨® a Fern¨¢ndez de Oviedo. Puede ser tambi¨¦n una met¨¢fora de nuestro mundo actual, un mundo de migraci¨®n y al mismo tiempo de asombro y temor al otro.
R. Esa condici¨®n de movilidad que tienen las plantas es muy interesante. Lo que intenta hacer el libro es explicar que las plantas usan a la cultura, usan las relaciones humanas, los procesos de representaci¨®n para moverse. En particular me interesan mucho las plantas que migran por razones est¨¦ticas. Plantas que se llevan porque son muy bellas, como las decorativas, que llegan a otro sistema y que se convierten en plantas invasoras. La migraci¨®n parece estar unida a una idea de precariedad y as¨ª vemos las plantas, precarias, d¨¦biles, pero creo que detr¨¢s de la idea de poder migrar, permanecer, residir en otro lugar hay una se?al de esa capacidad de instalaci¨®n que tienen, porque las plantas son sumamente adaptables, son flexibles y eso es lo que ha permitido a la investigaci¨®n neurobiol¨®gica discutir la posibilidad de que tengan alg¨²n tipo de conciencia, de subjetividad, y que sean capaces de sentir.
P. Cuenta en el libro esta historia preciosa del herbario de una Emily Dickinson. Y hace referencia a una obra que se?ala que por lo menos un tercio de los poemas de la escritora est¨¢n relacionados con el misterio de las flores. Destruimos la naturaleza y al mismo tiempo nos ha apasionado.
R. Hay una idea que no es muy c¨®moda: Al igual que la industria, el arte y la literatura se han comportado frente a la naturaleza de manera extractiva, porque las plantas nos aportan los mejores elementos simb¨®licos para entender muchas cosas de nosotros mismos. Piensa cu¨¢ntos autores cl¨¢sicos de la Filosof¨ªa han usado la met¨¢fora del ¨¢rbol, del florecimiento, de la ra¨ªz. Pero pese a esa presencia simb¨®lica no hemos aceptado el lugar que tienen a nuestro lado. Hay obras que han ido mucho m¨¢s all¨¢ de esa idea de que las plantas son un s¨ªmbolo o que hacen parte del decorado, como lo ha hecho Emily Dickinson. En el ensayo y la poes¨ªa es donde m¨¢s se ha desarrollado la posibilidad de que el ser humano sea como una planta o camine en compa?¨ªa de las plantas.
P. ?C¨®mo debe ser nuestra relaci¨®n con las plantas?
R. Necesitamos deponer todos los prejuicios que tenemos con ellas. Debemos estudiarlas, conocerlas y caminar con ellas, aprender de sus ritmos, entender que sus din¨¢micas son mucho m¨¢s ¨²tiles para comprender lo que deber¨ªamos hacer. Debemos aprender de ellas un modelo de relaci¨®n con lo existente.
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