Enrique Krauze: ¡°Las humanidades mexicanas son inimaginables sin el aporte de los intelectuales espa?oles¡±
El historiador, escritor y editor de la revista ¡®Letras Libres¡¯, que dedica un especial a las relaciones de ida y vuelta entre M¨¦xico y Espa?a, reivindica las historias olvidadas y el valor de la cultura frente a los pleitos pol¨ªticos
Cuando Enrique Krauze trabajaba en la empresa litogr¨¢fica de su padre, entre sus clientes estaban empresarios espa?oles. Eran los Pando, los Llaneza, los Rodr¨ªguez. Familias de migrantes que se dedicaban a la perfumer¨ªa o al papel y que cimentaron parte del tejido empresarial moderno mexicano. Adem¨¢s de los grandes nombres pol¨ªticos o culturales durante la colonia o del exilio republicano, esas historias poco conocidas son las que tambi¨¦n quiere reivindicar Krauze, historiador, escritor y editor de la revista Letras Libres, que este mes dedica su n¨²mero a las relaciones de ida y vuelta entre M¨¦xico y Espa?a; y que coincide con la elecci¨®n este a?o de Espa?a como pa¨ªs invitado la Feria Internacional del libro de Guadalajara.
¡°Incluso en las ¨¦pocas m¨¢s oscuras de la pol¨ªtica no dej¨® nunca de haber relaci¨®n cultural¡±, resume en el sal¨®n de su casa en Ciudad de M¨¦xico. Pone como ejemplo su propia revista, heredera de Vuelta, la publicaci¨®n de su maestro, Octavio Paz, y que cuenta con una edici¨®n espa?ola y otra mexicana. ¡°Lo que la pol¨ªtica busca separar, la cultura lo une¡±, insiste en apuntar como el coraz¨®n de una historia de m¨¢s de dos siglos, sin olvidar una de las ¨²ltimas pol¨¦micas, la carta de hace cinco a?os del expresidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador al Rey de Espa?a llam¨¢ndole a que reconociera los abusos durante la Conquista y pidiera perd¨®n.
Pregunta. Hay nombres y espacios poco conocidos, sobre todo en el siglo XIX, desde la Independencia y hasta el exilio. Muchos espa?oles que vinieron a M¨¦xico y que no eran intelectuales.
Respuesta. Es un territorio inexplorado de la historia y una tarea pendiente para los historiadores. Llegaron oleadas de espa?oles sobre todo a partir de la segunda mitad del XIX. Llegaban, como se dec¨ªa, con una mano adelante y otra atr¨¢s. El padre de Unamuno estuvo en Tepic. Ten¨ªa una panader¨ªa. Una buena parte de Espa?a est¨¢ en Am¨¦rica, en M¨¦xico. Empresarios de toda ¨ªndole, de todas las provincias. ??igo Noriega es un personaje de enorme importancia, amigo de Porfirio D¨ªaz. Es probablemente el empresario m¨¢s importante de la ¨¦poca. Y nadie lo conoce. Fueron una serie de empresarios que, en gran medida, fundaron la industria, el comercio, los servicios en M¨¦xico. Yo los conoc¨ª. Mi padre y yo ten¨ªamos una litograf¨ªa. Hac¨ªamos cajas y etiquetas para la perfumer¨ªa espa?ola. Sus proveedores eran tambi¨¦n espa?oles. Esa historia no est¨¢ contada.
R. Durante siglo XIX tambi¨¦n existieron tensiones entre M¨¦xico y Espa?a.
R. Las primeras d¨¦cadas fueron dif¨ªciles. Hubo una expulsi¨®n de espa?oles. Y sin embargo, 15 a?os despu¨¦s de la consumaci¨®n de la Independencia, en 1836, viene el primer embajador. Se empiezan a normalizar las relaciones y a venir y regresar espa?oles. Iturbide, quien consuma la Independencia, habla del tronco y la rama. Es una descripci¨®n muy bonita. La rama se separa del tronco. Pero son la misma esencia. El tronco espa?ol. La rama mexicana. Ha sido una buena relaci¨®n en estos 200 a?os. Los pueblos, las personas, las empresas, la cultura han tenido concordia y convergencia.
P. La Revoluci¨®n tambi¨¦n marc¨® otro pico de desavenencias. Por ejemplo, con el apoyo de parte de la comunidad espa?ola al asesinato de Gustavo Madero.
R. Algunos hacendados eran espa?oles. Y esa Espa?a era conservadora. Ni Espa?a, ni Inglaterra, ni Francia vieron con buenos ojos la Revoluci¨®n mexicana. Fue un cambio muy profundo y hondamente nacionalista. Y sin embargo, ?qui¨¦n viene a M¨¦xico en 1921? Valle-Incl¨¢n. Y Alfonso Reyes se va a vivir a Espa?a en los a?os 20. Es un intercambio continuo. Incluso en las ¨¦pocas m¨¢s oscuras de la pol¨ªtica no dej¨® de haber relaci¨®n cultural. Jorge Negrete y Mar¨ªa F¨¦lix fueron ¨ªdolos en Espa?a. Igual que los toreros mexicanos. Agust¨ªn Lara le hizo una canci¨®n inmortal a Madrid. Los picos de tensi¨®n tienen que ver con la pol¨ªtica.
P. Sobre todo durante esos tres hitos: Independencia, Reforma y Revoluci¨®n. Aunque tambi¨¦n se dieron paradojas.
R. Claro. ?Qui¨¦n vino a luchar por la independencia en M¨¦xico? Un espa?ol. Francisco Javier Mina. Luego, el M¨¦xico liberal de la Reforma, como es natural, se distanci¨® de Espa?a. Pero nunca dej¨® de haber lazos. Los liberales ten¨ªan una relaci¨®n cercana con Emilio Castelar y con la Rep¨²blica. Es decir, es una de las grandes historias humanas que tiene su drama, tragedia, sangre, dolor. Pero, en t¨¦rminos de cultura, es una historia muy profunda. Pasar¨¢n generaciones y no dejaremos de admirar y estudiar. No debemos permitir que se trivialice en un pleito de cantina entre buenos y malos. La politizaci¨®n de la historia es una enfermedad de nuestro siglo y del siglo pasado.
P. Nos quedamos en la ¨¦poca de la Revoluci¨®n. El muralismo tambi¨¦n fue cr¨ªtico con la historia colonial.
R. S¨ª, Orozco y Rivera vuelven al tema de la conquista. Orozco tiene un temperamento dram¨¢tico y una visi¨®n, digamos, anarquista. Tambi¨¦n porque ha vivido la Revoluci¨®n. Tiene una visi¨®n muy cr¨ªtica de la Conquista, incluso de la evangelizaci¨®n. Rivera, sin embargo, tiene una buena imagen de los evangelizadores, pero muy mala imagen de los conquistadores. Pero eso es ya es en los treintas, que es el momento del ascenso del marxismo. Es una visi¨®n muy dicot¨®mica. Ahora, siempre hubo hispanistas e indigenistas. Pero esa pol¨¦mica qued¨® atr¨¢s gracias a la influencia de los transterrados y en particular de ese gran disc¨ªpulo de Men¨¦ndez Pidal que fue Silvio Zabala, el fundador del Centro de Estudios Hist¨®ricos del Colegio de M¨¦xico, la antigua Casa de Espa?a en M¨¦xico. Gracias a esas generaciones de historiadores mexicanos formados con los historiadores espa?oles, lo que se estableci¨® fue el estudio profesional de la historia.
P. Y aqu¨ª es clave la figura de Cos¨ªo Villegas.
R. Daniel Cos¨ªo Villegas era un intelectual mexicano que era embajador en Portugal. El gobierno por alg¨²n motivo lo ces¨® y se fue a Valencia. ?l ya conoc¨ªa a todos los intelectuales principales del pa¨ªs y se da cuenta en un momento dado de que la causa republicana va a perder. Entonces empieza escribir al ministro de Educaci¨®n, Narciso Bassols, para que convenza a C¨¢rdenas con esa carta de que tienen que llegar los intelectuales a M¨¦xico, de que tienen que acogerlos.
R. Otro detalle poco conocido.
R. Cos¨ªo Villegas merece un reconocimiento en Espa?a. C¨¢rdenas acept¨® y los recibi¨®. Los primeros que llegaron fueron Le¨®n Felipe, Jos¨¦ Bergam¨ªn, los escritores. Toda esa generaci¨®n, los amigos de Octavio Paz, la generaci¨®n de Cruz y Raya. Tambi¨¦n los que luego fueron los traductores y los maestros de la Casa de Espa?a y del Fondo de Cultura Econ¨®mica, cuyo director de ambas instituciones fue Cos¨ªo Villegas. Todos los traductores de los cl¨¢sicos, de Marx, Ricardo, Weber. Todos eran espa?oles. Es obligaci¨®n de los historiadores recordar esto para que no se olvide.
P. ?Cree que ese impulso debe venir de M¨¦xico o de Espa?a?
R. De los dos. Es el mejor proyecto que tenemos. Espa?a y M¨¦xico. Tenemos que proponernos el rescate de estos dos siglos de relaci¨®n. Pero repito, no solo la intelectual, la cultural, la art¨ªstica. Tambi¨¦n la empresarial, la social. La huella de M¨¦xico en Espa?a y la de Espa?a en M¨¦xico. Es una huella mutua. Por ejemplo, todo lo relacionado son las editoriales. En los tiempos en que Espa?a estaba cerrada a la cultura fue important¨ªsimo el Fondo de Cultura en Espa?a. Toda esa historia no est¨¢ contada.
P. Esa es la tradici¨®n de Letras Libres.
R. Cuando fundamos Letras Libres en Espa?a pensamos deliberadamente que un sue?o de Octavio Paz hab¨ªa sido el tener la revista Vuelta en Espa?a. Hace 24 a?os nacimos all¨¢ con el apoyo de muchos empresarios espa?oles y ah¨ª seguimos. En este n¨²mero queremos decir que lo que la pol¨ªtica busca separar, la cultura lo une. Esto, despu¨¦s de una conducta incomprensible, inadmisible y, para mi juicio, grosera, irracional, innecesaria, de hostilidad. Espa?a y M¨¦xico. La pol¨ªtica separa, la cultura une. La pol¨ªtica ser¨ªa como la fronda superior de los ¨¢rboles que mece el viento, pero la cultura es el tronco. Aquello va a pasar y la cultura queda.
P. Qu¨¦ opina de los estudios poscoloniales, que critican la mirada occidental de los procesos pol¨ªticos, culturales o econ¨®micos de las antiguas colonias, que dicen atravesada por la dominaci¨®n y no por la igualdad.
R. Pienso en la mirada de Jos¨¦ Moreno Villa, que es la mirada del poeta y del pintor, del hombre sensible, llena de comprensi¨®n, abierta. En la obra de la inmensa mayor¨ªa de los escritores espa?oles que en sus distintas disciplinas escribieron sobre M¨¦xico tampoco vas a encontrar nada que tenga que ver con una voluntad de dominaci¨®n o con un complejo de culpa. M¨¢s bien con una actitud de respeto. Jos¨¦ Gaos escribi¨® todo un libro y reivindic¨® la filosof¨ªa mexicana. El gran intelectual Jos¨¦ Manuel Gallegos Rocafull hace la historia de la filosof¨ªa y del pensamiento en Nueva Espa?a. Son inimaginables las humanidades mexicanas sin el aporte de ellos.
Creo que todos ellos ver¨ªan con mucha extra?eza la moda actual. Esta imposici¨®n de categor¨ªas morales al estudio de la realidad y de la historia. Se trata de una moda acad¨¦mica que distorsiona la historia, que impone categor¨ªas que no le son propias y que en el fondo es una forma de la voluntad de poder y no de deseo de saber. Es un canon acad¨¦mico que simplemente repites y los alumnos no aprenden nada m¨¢s que una especie de historia dalt¨®nica de buenos y malos. Adem¨¢s, es anglosajona y viene del complejo de culpa del esclavismo. Por cierto, basta leer a John Elliot y a tantos otros para darse cuenta de que, despu¨¦s de todo, la experiencia de Espa?a en Am¨¦rica fue bastante distinta a la experiencia anglosajona en Estados Unidos. Elliot dec¨ªa que en Estados Unidos no hay un Bernardino de Sahag¨²n ni un Bartolom¨¦ de las Casas. Y ten¨ªa raz¨®n.
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