El ¡®caso Ayotzinapa¡¯, un problema de Pe?a Nieto que L¨®pez Obrador ha hecho suyo
El resquemor con los normalistas y la cercan¨ªa del presidente al Ej¨¦rcito sugieren una dif¨ªcil resoluci¨®n para una tragedia que corre el riesgo de caer en el olvido
Las ¨²ltimas protestas de los normalistas de Ayotzinapa, con todo lujo de pirotecnia y cortes de calles en la capital mexicana, que desembocaron en el destrozo de una de las puertas del Palacio Nacional estampando contra ella un veh¨ªculo, ha devuelto el conflicto a la esfera m¨¢s pol¨ªtica, en plena campa?a electoral, m¨¢xime cuando este jueves la polic¨ªa abati¨® a tiros a uno de estos estudiantes en Guerrero en un control de tr¨¢fico. La reacci¨®n del presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador puede calificarse de furibunda si se tiene en cuenta que quienes atacan su vivienda y la sede del gobierno fueron antes sus aliados para derribar la tramposa verdad hist¨®rica orquestada en la Administraci¨®n de su antecesor, Enrique Pe?a Nieto. La nueva cruzada de los estudiantes, sin embargo, no parece que vaya a restar muchos votos a los morenistas, inmunizados ya ante la sordera del presidente ante ciertos movimientos sociales; tampoco a un pueblo que no se ha inmutado por el enorme acercamiento del poder civil al Ej¨¦rcito en este sexenio. En todo caso, como dice el profesor Carlos Illades, sorprende que un pol¨ªtico tan habilidoso ¡°haya hecho suyo un problema que era de Pe?a Nieto¡± y que lo perseguir¨¢ como uno de los agujeros de su legado presidencial.
Los normalistas, curtidos en el combate por razones hist¨®ricas, han logrado centrar su causa en el mejor momento, cuando los pol¨ªticos andan en campa?a ech¨¢ndose a cubetadas las culpas de todo lo que va mal. L¨®pez Obrador ha aprovechado esa circunstancia para inscribir el asunto como un ¡°vulgar acto de provocaci¨®n¡±, en la ¡°desesperaci¨®n¡± de sus adversarios pol¨ªticos, que recurren, dice, ¡°a la guerra sucia¡±. La candidata morenista, Claudia Sheinbaum, heredera del presidente y probablemente la siguiente presidenta, no se ha apartado de esta versi¨®n, mientras la oposici¨®n hac¨ªa responsable a L¨®pez Obrador de la vandalizaci¨®n de la puerta del palacio. No es la primera vez, dicho sea de paso. En tiempos de Pe?a Nieto, una marcha en solidaridad con la misma causa acab¨® con la puerta principal del palacio en llamas, hace casi 10 a?os, al poco de la desaparici¨®n, a¨²n sin resolver, de los 43 estudiantes de Iguala.
El s¨ªmbolo de la puerta es extraordinario, porque apela directamente a la sordera que se le viene achacando al mandatario mexicano con todo lo que tiene que ver con movimientos sociales que le eran connaturales antes de llegar a la presidencia, lo mismo fueran madres buscadoras que normalistas o ambientalistas. Sin olvidar que fue esa misma puerta la que abri¨® las posibilidades presidenciales de la candidata de la oposici¨®n, X¨®chitl G¨¢lvez, por entonces casi desconocida para el gran p¨²blico. Llam¨® y no la abrieron. El presidente estaba encerrado en su castillo, lejos del pueblo, fue la lectura pol¨ªtica.
¡°Lo que ha ocurrido con los normalistas demuestra lo que ya sab¨ªamos, esa profunda desconexi¨®n que ha ido operando entre Morena, el presidente, y los movimientos sociales, que ha llegado incluso a un punto de negacionismo, se rechaza la legitimidad de esas luchas si est¨¢n fuera del partido, ya sean del feminismo, de los ambientalistas, etc¨¦tera¡±, sostiene el historiador del Colegio de M¨¦xico Humberto Beck. Aunque no cree que esto vaya a restar votos a la candidatura oficialista. Ni eso, ni la conexi¨®n inmediata que se establece entre el caso Ayotzinapa y la estrecha relaci¨®n que el presidente ha mantenido con el Ej¨¦rcito, algo que, en principio, no cuadraba con su ideario de izquierdas. M¨¢s bien al contrario, ¡°demuestra la alianza entre ambas instituciones, que se puede calificar de cogobierno entre los militares y el poder civil. Resolver este caso implicar¨ªa tocar fuerte al Ej¨¦rcito y eso es impensable en esta alianza¡±, reflexiona Beck.
El presidente ha prometido ¡°llegar hasta el fondo¡±, pero el asunto se torna abisal una vez que las investigaciones han chocado contra el silencio militar, cuestionados los uniformados hasta el l¨ªmite en estos a?os por su implicaci¨®n en la desaparici¨®n de los estudiantes, incluso con algunos encarcelamientos. A ese muro contra el que se chocan los familiares de los malaventurados normalistas se refiere la presidenta de la Organizaci¨®n Comunitaria para la Paz, Paola Zavala Saeb, cuando se?ala algunas referencias en el camino de L¨®pez Obrador, como su empe?o en traer desde Estados Unidos y defender el expediente del general Salvador Cienfuegos, secretario de Defensa Nacional en el anterior sexenio, que estaba detenido por v¨ªnculos con el crimen organizado. Zavala Saeb menciona tambi¨¦n los intentos del grupo de expertos independientes por resolver el caso que concluyeron con la cerraz¨®n del Ej¨¦rcito a desvelar informes posiblemente esclarecedores, as¨ª como los ataques que L¨®pez Obrador ha dedicado a los abogados que rodean a los familiares.
Zavala Saeb no acierta a decir si la actual pelea de los normalistas restar¨¢ votos a Claudia Sheinbaum, ¡°pero ser¨¢ un fantasma que la perseguir¨¢ en su sexenio si gana las elecciones¡±, afirma. Porque el caso Ayotzinapa ¡°es solo un s¨ªntoma¡±, explica, de las conexiones del crimen organizado con algunas instituciones. ¡°Se pueden negar los v¨ªnculos y decir que se atienden las causas, est¨¢ bien, pero la gran causa ahora mismo es el crimen¡±, dice la analista.
Especialista en la Historia de las izquierdas y de los movimientos sociales, el profesor distinguido de la UAM Carlos Illades enmarca el conflicto de los normalistas en la historia de las guerrillas de Guerrero, antes del crimen organizado, cuando ese Estado tuvo el mayor despliegue de militares conocido hasta entonces. Guerrillas que a¨²n no se han extinguido del todo y que fueron las primeras que relacionaron la desaparici¨®n de los estudiantes con un crimen de Estado, una idea que perme¨® Ayuntamiento tras Ayuntamiento antes incluso de que Pe?a Nieto abriera la boca, a la espera de que el fuego se fuera apagando como hab¨ªa ocurrido con otras matanzas, algo que no sucedi¨®. El caso Ayotzinapa fue y sigue siendo uno de los peores escaparates al mundo de la ¨¦poca reciente mexicana. ¡°La investigaci¨®n se ha ido enredando con m¨²ltiples actores hasta convertirse en un verdadero nudo. Quiz¨¢ L¨®pez Obrador haya tenido la buena intenci¨®n de aclarar lo ocurrido, pero todo se ha enturbiado por el desaseo de su Administraci¨®n en las investigaciones, con testigos que primero fueron torturados, despu¨¦s protegidos...¡±, cita Illades entre otros obst¨¢culos, como ¡°el acercamiento a los militares del presidente. Cada vez ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil determinar un posible involucramiento del Ej¨¦rcito¡±.
Illades tampoco cree que eso pueda menoscabar la fortaleza que Morena presume ante las urnas. ¡°Lo que perdi¨® con los movimientos sociales ya est¨¢ perdido. Le dan urticaria, porque no los controla, no puede negociar con ellos¡±.
El ruido de Ayotzinapa se va acallando a base de tiempo. Son 10 a?os ya sin una respuesta que abra camino a la justicia. Se les escucha fuerte en cada aniversario de la matanza, ¡°pero el resto del tiempo, la gente no est¨¢ ya muy atenta¡±, sostiene el profesor de la UAM. La ausencia de cuerpos, nunca encontraron cad¨¢veres, apenas unos huesecillos, se alza como un muro de silencio que impide esclarecer la verdad, dice Illades. ¡°Yo creo que la apuesta pol¨ªtica ser¨¢ al olvido¡±.
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