?Votan en libertad los presos?
Los encarcelados han logrado una participaci¨®n del 90% en experiencias previas en M¨¦xico, algo que solo pasa en El Salvador
Las nuevas tecnolog¨ªas y quienes saben manejarlas presentan despu¨¦s de cada elecci¨®n un detallado paisaje del voto por ciudades, barrios, calles, tan exhaustivo que casi asusta. Es interesante, de igual modo, conocer las preferencias electorales de las mujeres, los j¨®venes, la poblaci¨®n agr¨ªcola o la industrial. Cuando las mujeres conquistaron su derecho a votar en Espa?a, all¨¢ por 1933, los debates en el Congreso fueron tenaces y una parte de la izquierda se opuso por temor a que aquellos nuevos votos estuvieran pastoreados desde las iglesias, esto es, que a las electoras las asesoraran los curas y dieran su apoyo a la derecha. Andando el tiempo, dos cosas sabemos: que una puede votar por quien le d¨¦ la real gana y que el electorado femenino es m¨¢s progresista que conservador.
En estas elecciones que se celebran en M¨¦xico el 2 de junio, por primera vez podr¨¢n ir a las urnas para elegir un presidente de la Rep¨²blica las personas privadas de libertad, no todas, claro, pero se espera un censo de alrededor de 50.000 encarcelados. ?Por qui¨¦n votar¨¢n? Experiencias pasadas, casi proyectos piloto en los penales, indican que en los ¨²ltimos comicios del Estado de M¨¦xico gan¨® el PRI, seguido por Morena, o sea, al rev¨¦s de lo que se supo cuando se abrieron las urnas, que la candidata de Morena, Delfina G¨®mez, hab¨ªa arrebatado el poder al PRI despu¨¦s de d¨¦cadas y m¨¢s d¨¦cadas. Los reclusos no segu¨ªan la tendencia de la calle, pues. En la federal de 2021, las elecciones intermedias, la poblaci¨®n carcelaria dio su apoyo mayoritario a Morena y Movimiento Ciudadano obtuvo m¨¢s preferencias que el porcentaje que lograron para este partido los ciudadanos en libertad. ¡°Movimiento Ciudadano fue el ¨²nico que envi¨® propuestas concretas, creemos que se debe a eso¡±, explica ?ngela Guerrero, de la organizaci¨®n CEA Justicia Social, quienes se est¨¢n encargando de que este derecho les llegue a todos aquellos que estando en prisi¨®n no tienen una sentencia condenatoria, por tanto, presuntos inocentes que conservan su derecho al voto. Y lo ejerci¨® el 90% de los convocados en aquella ocasi¨®n, una participaci¨®n que solo se alcanza en El Salvador (y no precisamente en sus c¨¢rceles).
Votar en M¨¦xico desde un penal no es sencillo todav¨ªa. Se necesitan convenios con los organismos p¨²blicos electorales en cada Estado, lo que dificulta el proceso. Para esta convocatoria dos Estados se han negado, Veracruz y Yucat¨¢n, atendiendo m¨¢s al asco de que un feminicida pueda votar que al derecho de las personas encarceladas de forma preventiva sin que un juez haya dictaminado su culpabilidad, que no son pocas en este pa¨ªs. ?ngela Guerrero cuenta que la promoci¨®n de la participaci¨®n se hace complicada y tambi¨¦n la informaci¨®n necesaria antes de decidir el voto. A los presos se les entregan las propuestas de cada partido, pero solo en el momento en que tienen las urnas abiertas, casi como si se tratara de un examen escolar. Leen y votan. Bueno, una ventaja tiene, obliga a una participaci¨®n m¨¢s activa e informada y se ahorra en campa?as, desde luego. Pero no hay raz¨®n para no dejarles pensar, recapacitar y volver a pensar. Por eso la organizaci¨®n CEA Justicia Social est¨¢ tratando de que los centros carcelarios concernidos puedan programar el visionado de los debates electorales que se televisan. Solo podr¨¢n ver dos, porque esta poblaci¨®n vota con antelaci¨®n y no alcanzar¨¢ a ver el tercero de los previstos. Esto tambi¨¦n es interesante para comprobar si un ¨²ltimo debate decide el voto. Como dijo el expresidente espa?ol Felipe Gonz¨¢lez cuando perdi¨® las elecciones en 1993: ¡°Me falt¨® una semana m¨¢s de campa?a o un debate electoral¡± para dar la vuelta a los resultados.
Otra de las dificultades organizativas es que la informaci¨®n oportuna llegue por igual a todos los centros de reclusi¨®n. El simple hecho de que los horarios de televisi¨®n sean distintos en unas y otras c¨¢rceles ya desajusta la balanza. Pero las estad¨ªsticas son precisas, y alg¨²n d¨ªa podremos saber con detalle cient¨ªfico por qui¨¦n votan los presos, si siguen las tendencias del resto de la poblaci¨®n o sus preferencias son otras. Queda un largo interrogante: ?ser¨¢n ¨²nicamente los programas electorales los que los gu¨ªen o su propia ideolog¨ªa inmutable? ?estar sin libertad condiciona de alg¨²n modo el voto? ?les convencer¨¢ aquel que prometa mejores condiciones en los penales o se impondr¨¢ la capacidad de no creer todo lo que se promete por m¨¢s que sea lo que desean? El voto es secreto y libre, pero ?cu¨¢nto de libre ser¨¢ pensar en pol¨ªtica cuando se est¨¢ encarcelado?
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