Atropello en el plat¨® del INE
El formato encorseta el primer debate presidencial. G¨¢lvez, toda de blanco, atac¨® con prisas a Sheinbaum, que contest¨® con un desd¨¦n elegante. M¨¢ynez pele¨® por imponer una sola idea: su nombre
Por la tarde, cuando ya hab¨ªan entrado los candidatos, una letra blanca enorme, una D tama?o puerta, se desplom¨® junto a la entrada del Instituto Nacional Electoral (INE). La D de DEBATE. El viento la hab¨ªa tumbado, un peque?o incidente que anticipaba las ansiedades posteriores de los participantes, sobre todo de la candidata X¨®chitl G¨¢lvez, propiciadas, en parte, por el formato del debate, que expulsaba toda profundidad y exig¨ªa m¨¢s esl¨®ganes que argumentos.
G¨¢lvez, candidata de la coalici¨®n PRI-PAN-PRD, lleg¨® al encuentro en bicicleta, sin su familia. Ninguna noticia de su hijo, protagonista de la semana por un v¨ªdeo en que aparec¨ªa insultando al portero de un antro. El calor del sur de Ciudad de M¨¦xico parec¨ªa no importar a la candidata, saco sobre blusa, que subi¨® sonriendo al templete instalado por el INE, junto a la entrada y las letras gigantes. G¨¢lvez mandaba as¨ª un mensaje de sencillez y frescura, imagen que dur¨® lo que tard¨® en empezar el intercambio.
Todo fue inc¨®modo desde el principio. Encargado de la producci¨®n del debate, que se celebraba por primera vez en su sede, el INE hab¨ªa preparado un mensaje explicatorio del formato, un laberinto de tiempos distribuido en segmentos, bloques y bolsas, algo abrumador. El mismo reloj del plat¨® parec¨ªa confundido y dej¨® a ciegas a las candidatas y el candidato, que a veces ignoraban cu¨¢ntos segundos deb¨ªan alargar su parlamento. Otras, restaba tiempo al que estaba callado. El ruido del aire acondicionado, el eco y qui¨¦n sabe qu¨¦ otros ruidos, apuntalaban la extra?eza.
La sensaci¨®n era de atropello. Claudia Sheinbaum, candidata de Morena, l¨ªder en las encuestas, inici¨® su primera intervenci¨®n, la respuesta a una pregunta sobre educaci¨®n, saludando al cuerpo diplom¨¢tico de M¨¦xico en Ecuador, que hab¨ªa vuelto horas antes al pa¨ªs, tras el asalto a la embajada en Quito. El candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge ?lvarez M¨¢ynez, ¨²ltimo en las intenciones de voto, contest¨® a la misma pregunta diciendo su nombre al televidente, tema que no abandon¨® en toda la noche. Hasta dio su apellido en lengua de signos.
La evoluci¨®n del atropello fue m¨¢s atropello. Con cartulinas imposibles de ver desde casa, los candidatos abordaban acelerados las preguntas que les hac¨ªan los dos moderadores, Denise Maerker y Manuel L¨®pez, obligados al rigor del formato, imposibilitados de repreguntar, de exprimir el eslogan y exigir argumentos. Quedan dos debates y resulta dif¨ªcil pensar en un ejercicio m¨¢s entretenido e interesante, sin cambios en la estructura y la figura de los que moderan, o en las intervenciones de los mismos participantes.
Solo Sheinbaum parec¨ªa algo m¨¢s tranquila. La aspirante, que hab¨ªa llegado con su marido m¨¢s de dos horas antes del inicio del debate, intentaba proponer, hablar en positivo. Incluso ignor¨® los primeros ataques de sus oponentes, principalmente de G¨¢lvez, due?a, la primera, de un desd¨¦n medio elegante, altura que abandon¨® cuando G¨¢lvez empez¨® a sacar la artiller¨ªa: el accidente del metro, el colapso del colegio R¨¦bsamen, los muertos de la pandemia¡ La exsenadora trat¨® de pintar la tranquilidad de su oponente de frialdad. Le lleg¨® a decir ¡°dama de hielo¡± y mujer ¡°fr¨ªa y sin coraz¨®n¡±.
Mientras tanto, M¨¢ynez sonre¨ªa. El candidato ciudadano hab¨ªa llegado al debate en un enorme autob¨²s naranja, del que bajaron compa?eros de campa?a, caso de Dante Delgado, Sandra Cuevas -toda vestida de naranja-, su mujer y sus hijos. Con poco que perder, era esperable algo m¨¢s de filo, m¨¢s del estilo de sus criticados v¨ªdeos de campa?a, en compa?¨ªa del gobernador de Nuevo Le¨®n, Samuel Garc¨ªa, tildados de extravagantes. Pero M¨¢ynez se centr¨® en sonre¨ªr, sacar cartulinas y decir su nombre. Y si discuti¨®, lo hizo con G¨¢lvez.
Si la ca¨ªda de la D gigante anticipaba la incomodidad posterior, la despedida de G¨¢lvez cerraba el c¨ªrculo. Acostumbrada a la cartulina, la candidata del PRI-PAN-PRD ley¨® su mensaje final a trompicones, lectura que enlazaba en esp¨ªritu con los errores dial¨¦cticos del encuentro -tabasco, en vez de tabaco, actas de nacimiento y no de defunci¨®n. Para acabar, sac¨® una bandera de M¨¦xico, que dejaba ver el escudo boca abajo, las patas del ¨¢guila mirando el techo del plat¨® del INE.
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