El Bolsonaro que viene
El verdadero riesgo para M¨¦xico es que al margen de L¨®pez Obrador el descontento persista y se exprese por otras v¨ªas m¨¢s radicales
Lo de la senadora Lilly T¨¦llez, convertida por las redes sociales en celebridad moment¨¢nea por su discurso incendiario en contra de L¨®pez-Gatell, responsable de la cruzada contra la pandemia, es un atisbo de los infiernos pol¨ªticos que podr¨ªan esperarnos, una muestra del caldo de cultivo que sin desearlo estamos construyendo para la gestaci¨®n de un Bolsonaro mexicano. El pa¨ªs se est¨¢ poblando de lunares de resentimiento, de exigencias sin respuesta, de tentaciones de ejercer justicia por propia mano.
Hace unos d¨ªas la esposa de un embajador en M¨¦xico comparti¨® su desaz¨®n por la experiencia sufrida en la caseta de una autopista. Le acompa?aban otras personas a una excursi¨®n a Tepoztl¨¢n cuando le fue requerido el ¡°pago solidario¡± para permitirle el paso. Extra?ada explic¨® que ten¨ªa su TAG autom¨¢tico, lo cual mereci¨® burlas y el recrudecimiento de la exigencia. Les dijo que equival¨ªa a una extorsi¨®n, pag¨® y se quej¨® con el polic¨ªa que descansaba a unos metros de distancia. La respuesta de la autoridad fue que ¡°no ten¨ªa autoridad¡± para impedirlo.
M¨¢s all¨¢ de la guerra de narrativas entre el Gobierno federal que asegura que la toma de casetas est¨¢ disminuyendo y los medios que argumentan con fotos y reportajes justamente lo contrario, lo cierto es que se extiende la percepci¨®n de que el bloqueo de v¨ªas f¨¦rreas y carreteras, la toma de instalaciones p¨²blicas (desde presas hasta oficinas de Gobierno), la vandalizaci¨®n del mobiliario urbano, est¨¢n deteriorando la gobernabilidad en M¨¦xico, que de por s¨ª no ten¨ªa nada de ejemplar. Que la autoridad ha dejado de ser autoridad, como expres¨® el polic¨ªa.
Ser¨ªa f¨¢cil responsabilizar a L¨®pez Obrador por el clima de polarizaci¨®n que se percibe. Desde luego que el presidente ha atizado el fuego, pero eso ser¨ªa una explicaci¨®n simplista. Primero, porque para polarizar se necesitan dos; las descalificaciones y la visi¨®n maniquea que le atribuyen al mandatario corre en ambas aceras. Segundo, porque la polarizaci¨®n y la descalificaci¨®n fue ejercida en contra de ¨¦l lustros antes, cuando era un opositor enfrentado a un sistema mucho m¨¢s poderoso. Y tercero, porque ser¨ªa equivocado creer que estos resentimientos surgen de un reclamo inventado por la ret¨®rica presidencial. La injusticia econ¨®mica, social y jur¨ªdica del sistema, incapaz de responder a la mitad inferior de M¨¦xico, cre¨® la materia prima para esa polarizaci¨®n.
Pero en todo caso, repartir culpas en este momento carece de sentido por su inutilidad; la proliferaci¨®n de odios hace rato que dej¨® atr¨¢s la posibilidad de resolverse mediante un exhorto de buena voluntad dirigido a las partes en conflicto. Lo que est¨¢ en riesgo es mucho m¨¢s que un desagradable clima de hostilidad; comenzamos a deslizarnos a algo que podr¨ªa incidir en la inestabilidad y por ende en la represi¨®n.
La gobernabilidad de un sistema reside en la capacidad para responder a las exigencias de los grupos sociales que lo integran. El problema es que la crisis econ¨®mica ha dejado a esta capacidad al m¨ªnimo, porque el Estado se ha quedado sin recursos y la econom¨ªa se encuentra estancada.
Los subsidios sociales dise?ados por el Gobierno m¨¢s las remesas enviadas por los migrantes son un paliativo, pero est¨¢n muy lejos de modificar el estatus social de los grupos desprotegidos y, desde luego, se quedan muy lejos de las expectativas de bienestar despertadas por un intento de cambio de r¨¦gimen. Las pol¨ªticas p¨²blicas de la 4T podr¨ªan haber tenido una oportunidad en un mundo sin pandemia, eso nunca lo sabremos, pero ahora est¨¢ claro que se nos ir¨¢ buena parte del sexenio tratando simplemente de ¡°recuperar¡± los niveles de pobreza en los que nos encontr¨¢bamos en 2019 (y lamento expresarlo de ese modo).
Por ende, la estabilidad social est¨¢ amenazada por un doble fuego: por un lado, los grupos desprotegidos que si bien apoyan en lo general al presidente, ya no est¨¢n dispuestos a esperar para resolver problemas puntuales y buscar¨¢n recursos donde puedan encontrarlos. Del otro, por los grupos opositores a L¨®pez Obrador que se sienten amenazados por sus pol¨ªticas y lo culpabilizan de todos sus males; de manera creciente intentar¨¢n entorpecer su Gobierno o paralizar el efecto de sus estrategias p¨²blicas.
El riesgo es que el resto de la poblaci¨®n quede de reh¨¦n en esta disputa y termine sinti¨¦ndose v¨ªctima del caos, de la violencia a flor de piel, de las arbitrariedades por los vac¨ªos de poder. A nadie le gusta pasar por una caseta resguardada por una patrulla de soldados; pero menos a¨²n desea correr el riesgo de que su auto sea rodeado y zarandeado por una decena de encapuchados por carecer del billete que le han solicitado. Puestos a elegir, muchos preferir¨¢n los soldados y, peor a¨²n, al pol¨ªtico que prometa traerlos para meter en cintura el desorden.
Lo cual nos regresa a Lilly T¨¦llez. Estamos a tres a?os de que levanten la mano los que aspiran a suceder a AMLO (ya lo est¨¢n haciendo, pero no han llegado los m¨¢s peligrosos). Por el derrotero que vamos corremos el riesgo de acabar siendo presa de una versi¨®n a¨²n m¨¢s radical y oportunista que esta senadora. Alguien histri¨®nico, fotog¨¦nico y dispuesto a mover miedos y prejuicios con una propuesta radical de derecha podr¨ªa ser irresistible para muchos que est¨¦n dispuestos a perder libertades a cambio de orden y seguridad. El l¨ªder de Frenaa es un chiste, pero una versi¨®n inteligente de ¨¦l ser¨ªa material presidencial, tal como est¨¢n las cosas.
El verdadero peligro para M¨¦xico, he comentado en este espacio, no es L¨®pez Obrador porque ¨¦l es la expresi¨®n pol¨ªtica de un descontento real de masas que se sienten desairadas por el sistema. El verdadero riesgo es que al margen de ¨¦l, este descontento persista y se exprese por otras v¨ªas. Frente a un reclamo violento y exasperado solo quedar¨ªa de dos sopas: ceder a las peticiones o reprimirlas. El r¨¦gimen de la 4T ha intentado ser una versi¨®n amable de la primera. No lo est¨¢ consiguiendo y la responsabilidad es compartida.
Me parece que los c¨ªrculos moderados y actores pro democr¨¢ticos que ahora alientan la polarizaci¨®n, indignados por algunas medidas oficiales, no se hacen cargo de ese riesgo; como tampoco lo hace el propio L¨®pez Obrador y mucho menos los radicales, algunos de ellos fascinados por el revanchismo moment¨¢neo. Ambas partes est¨¢n invocando, sin propon¨¦rselo, una salida l¨ªmite. Si la 4T falla podr¨ªamos quedarnos sin respuestas frente a la mitad desesperada que exige el cambio. O peor, la respuesta podr¨ªa gustarnos a¨²n menos.
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