Reintegro
¡°Los milagros son cosa que sucede muy rara vez, Sancho¡±, dice el Quijote y habr¨ªa que a?adirle los cientos de p¨¢rrafos milagrosos que se han acumulado a la sombra de una nefanda pandemia
¡°Los milagros son cosa que sucede muy rara vez, Sancho¡±, dice el Quijote y sin querer enmendarle ni una plana a Cervantes habr¨ªa que a?adirle a la mejor aventura jam¨¢s contada los cientos de p¨¢rrafos milagrosos que se han acumulado a la sombra de una nefanda pandemia y un impredecible confinamiento. Habr¨ªa que asumir que quiz¨¢ los milagros son luces invisibles que chistan a diario, a menudo impalpables y dif¨ªciles de describir.
Desde hace casi dos a?os, mis hijos y yo vivimos la sonrisa diaria de tener un puesto de peri¨®dicos a la puerta de casa; m¨¢s que quiosco ese santuario de papeles variados, revistas de todos los colores y toda la prensa posible parece un bel¨¦n en diciembre, un nacimiento de variadas golosinas y encabezados informativos bajo la sonrisa constante de Mar¨ªa, una mujer ¨ªntegra y buena que saluda como dama de antiguas zarzuelas y memoriza no solo los nombres de clientes que son lectores fieles, sino las lecturas que acostumbran casi todos los vecinos: los recetarios policromados para las se?oras en busca de reposter¨ªas y los pasquines de tejidos para la nostalgia; los tebeos y c¨®mics; las revistas de historia e historias; los viajes condensados en magazines de marcos amarillos y todos los coleccionables.
Mar¨ªa es bibliotecaria de lo inmediato y refresco para todo paso del tiempo; es en suma una dama inmaculada y desde hace tiempo brinda trabajo a Jose, un arc¨¢ngel de las aceras que duerme en un portal aleatorio. As¨ª, sin acento que lo haga Jos¨¦, Jose ayuda en el puesto de prensa con af¨¢n encomiable y contagiado de la amabilidad de Mar¨ªa a?ade a su sonrisa clochard saludos sinceros, comentarios alentadores al transe¨²nte y un ¨¢nimo de bien.
Al filo de la Epifan¨ªa del a?o 21 del siglo 21 ¨Cal tiempo en que una horda vand¨¢lica asonaba el Capitolio de la capital del imperio¡ªy con motivo de la fecha que conmemora el oro, la mirra e incienso con la que honraban al hijo de un carpintero por lo menos tres de los reyes m¨¢s sabios bajo las estrellas, Mar¨ªa tuvo a bien cumplir con el ritual de todos los a?os y repartir una docena de d¨¦cimos de la Loter¨ªa Nacional de Espa?a entre sus cercanos y ayudantes. Quiz¨¢ como aviso de que ha de escampar pronto la pandemia y amanecer de una buena vez la peste cargada de sombras, el n¨²mero elegido por Mar¨ªa obtuvo un premio que se reparti¨® a 100 euros por d¨¦cimo y un pu?ado de asiduos, familiares y allegados al pesebre de sus peri¨®dicos pudo regalarse algo m¨¢s que esperanza con el dinerillo inesperado.
Jose invirti¨® los 100 euros que le tocaron en comprarse ropa all¨¢ por la Puerta del Sol, como quien busca una capa de rayos de calor al filo de una nevada hist¨®rica, y con parte del dinero que le quedaba compr¨® otro billete de loter¨ªa. Dice que vio el n¨²mero al azar y quiz¨¢ no preve¨ªa aunque sue?a desde hace a?os con la posibilidad de que un buen dinero le permita reintegrarse a la sociedad, reintegrarse a la vida que llevaba antes de que dolores y circunstancias, doblones y quien sabe cu¨¢ntas demencias le intentaran desintegrar el alma hasta dejarlo literalmente durmiendo en las calles. As¨ª que al filo de una nevada que se cobr¨® la vida de no pocas personas sin hogar, de las que en los telediarios llaman ¡°en situaci¨®n de calle¡± y sin tener que hacer la fila de la filantrop¨ªa en la repartici¨®n de comidas o sopas calientes de la iglesia de San Ant¨®n, Jose busc¨® reintegrarse a s¨ª mismo con la ropa y el billete adicional que compr¨® con el dinero del reintegro que reparti¨® Mar¨ªa.
Jose gan¨® 25.000 euros con el billete que compr¨® con el dinero que le sobr¨® del reintegro y por primera vez en qui¨¦n sabe qu¨¦ tiempo ha dormido en hostal y sigue al pie de la trinchera de los diarios que se acomodan como en botija antes de que amanezca, al pie del portal de mi casa, por estos d¨ªas rodeada de nieve y hielo que poco a poco parece que se derrite ante la confirmaci¨®n incuestionable de que hay milagros para cada quien y todos los d¨ªas. Son se?ales que obligan a la tinta convertirse en agua salada que abre senderos en la helada p¨¢gina de nieve, encaneciendo los ¨¢rboles de un algod¨®n como nubes y recordando incluso al m¨¢s incr¨¦dulo la ef¨ªmera e inmarcesible felicidad de sabernos siempre al filo de un reintegro en medio de la desolaci¨®n o desahucio, decesos y derrotas que parecen desintegrarnos.
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