Candidatos de paja y de horror
Puede mover a la risa, imaginar un congreso dominado por las ¡°cartitas¡± de un ¨¢lbum, pero cuando uno piensa que esas ¡°cartitas¡± ser¨¢n una colecci¨®n de marionetas a modo para los grupos de poder, la cosa cambia
Uno, inocente que es, se pregunta c¨®mo es que la cantante Paquita la del Barrio ser¨¢ candidata a diputada. Porque hay que tener dos doctorados en teor¨ªa cr¨ªtica, cuando menos, y ser uno de esos que hacen lecturas pol¨ªticas hasta del juguito de mango, para ser capaz de entresacar una plataforma o ideario de las canciones braveras y despechadas de Paquita. Y uno se permite mostrarse a¨²n m¨¢s esc¨¦ptico, porque Paquita misma acept¨®, al lanzar su postulaci¨®n, que no tiene la menor idea de cu¨¢les ser¨¢n sus responsabilidades como hipot¨¦tica legisladora ya que, en realidad, ¡°la gente¡± que la acompa?a le dir¨¢ qu¨¦ hacer o no.
Paquita no ser¨¢ candidata en mi distrito, pero aunque lo fuera no votar¨ªa en favor de su aspiraci¨®n (y miren que me parece un personajazo), del mismo modo que no me dejar¨ªa operar una hernia discal por ella ni le permitir¨ªa extirparme una muela. Cantar con sentimiento no lo prepara a uno para ser diputado (o cirujano o dentista) y ponerse a ciegas en manos del partido que lo invit¨® y lo asesora, es aceptar ser un t¨ªtere. Para eso, mucho mejor quedarse en el palenque, recriminando a las ratas de dos patas su mezquindad ¡
Cada d¨ªa, los diarios y portales no traen una cascada de anuncios similares. Que Carlos Villagr¨¢n, Quico, quien fue parte de la tropa de c¨®micos del difunto Chespirito, va por la gobernatura de Quer¨¦taro. Que tambi¨¦n quieren ser candidatos a puestos p¨²blicos exfutbolistas como el Bofo Bautista, Jorge Campos, el Abuelo Cruz y Adolfo R¨ªos, actores telenoveleros como Alfredo Adame y Gabriela Goldsmith, cantantes como Vicente Fern¨¢ndez Jr, reinas de belleza como Lupita Jones, atletas como el clavadista Rommel Pacheco¡ ?Qu¨¦ ideas o proyectos de ley transcendentales o siquiera novedosos van a aportar estos figurones? Quiz¨¢ haya alguna excepci¨®n notable entre ellos, pero en general se trata de gente con un cierto grado de reconocimiento por actividades que nada tienen que ver con la pol¨ªtica, y a la que los partidos sacar¨¢n provecho poni¨¦ndolos a dar la cara por sus propios intereses. Como ha sucedido con Cuauht¨¦moc Blanco, sin ir m¨¢s lejos.
Puede mover a la risa, imaginar un congreso dominado por las ¡°cartitas¡± de un ¨¢lbum, pero cuando uno piensa que esas ¡°cartitas¡± ser¨¢n una colecci¨®n de marionetas a modo para los grupos de poder, la cosa cambia. Se trata de un asunto alarmante: una pol¨ªtica de espect¨¢culo, de figurantes y espantap¨¢jaros, despojada de realidad. Y no hablamos de la t¨¢ctica de un solo grupo: todos los partidos est¨¢n metidos en la tragicomedia.
Pero la cosa no para all¨ª. Hay postulaciones menos simp¨¢ticas y que adquieren ribetes siniestros. Porque tambi¨¦n se encuentra a punto de llegar a las boletas electorales F¨¦lix Salgado Macedonio, quien aspira a ser gobernador de Guerrero. Durante a?os, Salgado Macedonio fue considerado un personaje exc¨¦ntrico en la escena nacional, un tipo de comportamiento atrabiliario, pero a la vez dicharachero, siempre metido en controversias esperp¨¦nticas. Pero ya no hay motivo de risa: ahora ha sido acusado por varias mujeres de violaci¨®n, abusos y acoso. Y no parece tratarse de ninguna clase de conspiraci¨®n. Hablamos de mujeres que trabajaron en su movimiento o en oficinas p¨²blicas y a sus ¨®rdenes. En un caso, cuando menos, ya hace a?os que se present¨® una denuncia penal en su contra, pero los infaltables enjuagues pol¨ªticos la congelaron. El hecho de que Salgado Macedonio conserve el apoyo expl¨ªcito de la dirigencia de Morena, el partido en el poder, resulta inquietante.
Es, quiz¨¢, el peor s¨ªntoma de lo que nuestra clase pol¨ªtica nos tiene preparado: unas elecciones con candidatos que son figuras de paja, en una mano; y en la otra, los mismos funestos jerarcas de siempre, con sus expedientes negros y sus manos sucias. Y eso sucede tanto del lado del oficialismo como en el de la oposici¨®n.
Antes vot¨¢bamos con la nariz tapada: ahora quieren que tambi¨¦n nos tapemos los ojos.
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