Pobrecitos: d¨¦jenlos trabajar
La vigilancia al poder no puede representar un estorbo que impida a los gobiernos cumplir sus funciones sustantivas
Una de las m¨¢s comunes falsedades que se esgrimen, en la arena de la discusi¨®n p¨²blica, es que la cr¨ªtica y la vigilancia al poder representan una suerte de estorbo u obst¨¢culo que impide a los gobiernos cumplir sus funciones sustantivas o los compromisos pol¨ªticos, econ¨®micos, sociales, etc¨¦tera, que han asumido. ¡°D¨¦jennos trabajar¡±, ruegan los funcionarios sometidos al escrutinio de la prensa, la ciudadan¨ªa o los organismos aut¨®nomos. ¡°D¨¦jenlos trabajar¡±, repiten, conmovidos, los personeros en los medios y las redes de esos funcionarios p¨²blicos. Y los c¨¢ndidos de ocasi¨®n se lo creen.
?De qu¨¦ manera la cr¨ªtica o el escrutinio imposibilitan la operaci¨®n de un gobierno o frena sus iniciativas? Nadie lo explica a cabalidad, ya que, como toda consigna, es solo una petici¨®n de principio. ?Ser¨¢ que el ¡°trabajo¡± se paraliza si se siembra la duda en el alma del ciudadano, que dejar¨¢ de aplaudir los actos de propaganda de sus autoridades y comenzar¨¢ a preocuparse por el destino del dinero p¨²blico o, en el colmo, llegar¨¢ al extremo de votar para que se suban otros a la silla en las siguientes elecciones? Esto puede llegar a suceder, claro, pero tampoco es que haya comicios todos los d¨ªas y, en una democracia, ese es el mecanismo m¨¢s potente con que contamos los ciudadanos para participar en las decisiones de la ciudad, el estado y el pa¨ªs: el voto. Dado que en M¨¦xico hay elecciones en periodos de tres y seis a?os y las campa?as est¨¢n acotadas a unas pocas semanas antes del paso por las urnas, resulta insostenible que cada cr¨ªtica o se?alamiento al poder est¨¦ movido por aviesas intenciones electorales.
Para el ciudadano com¨²n, las campa?as pol¨ªticas nunca son una prioridad. Cuando llegan, resultan m¨¢s bien un fastidio que llena la vida de propaganda irritante en calles, redes y medios de comunicaci¨®n masiva. Solo los grillos incapaces de pensar en nada m¨¢s que en sus cotos de poder sostienen que la gente com¨²n anhela un perpetuo estado de campa?a y planea su calendario con respecto a las sucesiones institucionales. En fin: la acumulaci¨®n de cr¨ªticas y se?alamientos puede conseguir que alguien cambie el sentido de su voto, sin duda, pero para que algo as¨ª suceda un gobierno debe dar, adem¨¢s, abundantes pruebas de ineptitud, prepotencia y corrupci¨®n. Los ciudadanos son menos tontos de lo que los pol¨ªticos piensan y millones de ellos no caen en el juego de los supuestos ¡°medios comprados¡±, sino que observan e interpretan la realidad de lo que sus gobernantes hacen o dejan de hacer.
?De qu¨¦ otros modos afecta la cr¨ªtica al poder en el d¨ªa a d¨ªa? ?Presionando a los legisladores y orill¨¢ndolos a que les pongan un hasta aqu¨ª a las acciones de los gobernantes en los Congresos o el Senado? Caray: en un pa¨ªs como M¨¦xico, en el cual la separaci¨®n de poderes es m¨¢s bien una quimera, esto es sencillamente absurdo. Un legislador mexicano promedio cree que su lealtad le pertenece a su partido (y a sus l¨ªderes pol¨ªticos) y no al ciudadano que lo puso en la curul. Si un legislador vota en contra de su partido, en este pa¨ªs, es porque antes puso un pie en otro y ya cambi¨® de bando. Las ¡°presiones¡± p¨²blicas les valen, hist¨®ricamente, un reverendo cacahuate.
En resumidas cuentas, el ruego de ¡°D¨¦jennos trabajar¡± tiene escondido en s¨ª algo que, en realidad es una orden autoritaria: ¡°D¨¦jennos hacer nuestra regalada gana¡±. Por eso es importante que existan organismos aut¨®nomos que acoten al poder, y una prensa cr¨ªtica y una ciudadan¨ªa despierta que lo contrapesen: porque son la ¨²nica oportunidad de que un gobierno haga su trabajo y pueda ser contenido y reprendido (y hasta, eventualmente, sustituido) si es que lo deja de hacer.
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