La santa c¨®lera mexicana
No hay discurso ni ¡°causa¡±, por m¨¢s noble e hist¨®rica que pretenda ser, capaz de resistir la profunda desilusi¨®n de tantos encorajinados como existen en este pa¨ªs
Muchos ciudadanos de este pa¨ªs viven enfrascados en un enojo perpetuo, tal y como si hirvieran. Se sienten agraviados todo el d¨ªa, al asomarse a las redes o escuchar las noticias, al leer los peri¨®dicos o, simplemente, al conversar sobre la actualidad. Y gru?en y se amargan por cada cosa que sucede y transitan por sus respectivas jornadas como unas cafeteras, arrojando vapor. Me atrevo a decir, de hecho, que se trata de una mayor¨ªa amplia de los mexicanos quienes se encuentran en esta situaci¨®n. Y que el suyo se trata de enfado m¨²ltiple, que no cuenta con una explicaci¨®n un¨ªvoca, pero que, en todos los casos, parece estar creciendo. Es decir, que no se ha remediado ni tiene visos de desvanecerse, sino que, por el contrario, amenaza con estallar de un modo u otro.
Podemos ver un anticipo de esos estallidos que menciono en las recientes protestas que han organizado las colectivas feministas, por ejemplo, pioneras al afirmar lo que millones de mexicanos piensan para s¨ª mismos, pero no suelen decir en voz tan alta y clara como ellas: ¡°Hasta aqu¨ª. Ya es demasiado. Basta de todo esto¡±.
Este enojo profundo y colectivo est¨¢ dirigido, antes que nada, contra la clase pol¨ªtica (la de los presidentes, secretarios, legisladores, gobernadores, alcaldes, altos funcionarios, etc¨¦tera), pero alcanza tambi¨¦n a sectores que han concentrado y concentran poderes, dinero y decisiones: empresarios, jueces, contratistas, personajes p¨²blicos, figurones¡ Se refleja en el hartazgo ante los interminables esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, arreglitos oscuros y maniobras turbias, por un lado, y en la rabia ante la degradaci¨®n de la vida cotidiana y la vida p¨²blica que sufrimos, hace a?os, en todos los niveles posibles.
Este enojo no es nuevo: jug¨® un papel enorme en la victoria electoral de 2018 del actual presidente, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, y entreg¨® las mayor¨ªas en el Congreso a su partido y aliados pol¨ªticos. La ira, el cansancio y la desesperanza por los incorregibles gobiernos del PRI y el PAN (y la cooperaci¨®n del PRD con ellos) le dio una carretada de votos a L¨®pez Obrador incluso en zonas del pa¨ªs en las que ¨¦l y su movimiento nunca antes fueron demasiado populares (como el Baj¨ªo, el centro-occidente y numerosos Estados del norte).
Y aquella no es una furia que se haya aplacado: no parece que la alianza que PRI y PAN han formado con el PRD est¨¦ levantando entusiasmos multitudinarios, por ejemplo. Habr¨¢ que ver qu¨¦ tantos espacios consiguen recuperar en las c¨¢maras o conservar en las gubernaturas en juego en las elecciones del pr¨®ximo junio, pero, de entrada, queda claro que la rabia en su contra no se esfum¨® de las cabezas de muchos mexicanos. No es f¨¢cil olvidar tantas pifias y corruptelas y usos arbitrarios del poder.
Pero un fen¨®meno similar comienza a ser observable tambi¨¦n entre miles de los ciudadanos que le entregaron el voto de la santa c¨®lera a L¨®pez Obrador, y ahora se sienten furiosos, irritados o francamente decepcionados por sus derivas autoritarias, su intolerancia, y las evidentes insuficiencias, ineptitudes y fracasos de su Gobierno. El apoyo a Salgado Macedonio, la insensibilidad ante los feminicidios, las embestidas contra cualquier contrapeso democr¨¢tico, el claro trato preferencial para amigos, aliados, socios, subalternos y militantes de su bando no est¨¢n pasando inadvertidos.
Gobernar para beneficio particular y hacer o¨ªdos sordos ante las necesidades de los dem¨¢s fue, justamente, lo que puso en pie a millones contra los gobiernos pasados. Y no hay discurso ni ¡°causa¡±, por m¨¢s noble e hist¨®rica que pretenda ser, capaz de resistir la profunda desilusi¨®n de tantos encorajinados como existen en este pa¨ªs. El no hay discurso ni ¡°causa¡±, por m¨¢s noble e hist¨®rica que pretenda ser, capaz de resistir la profunda desilusi¨®n de tantos encorajinados como existen en este pa¨ªs. El Gobierno tendr¨ªa que darse cuenta que el enojo, tarde o temprano, ir¨¢ dirigido masivamente contra ¨¦l. Porque est¨¢ dando motivos de sobra.
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