T?k??k. Los 500 a?os de la ca¨ªda de Tenochtitlan y los ¡°indios conquistadores¡±
M¨¢s que agentes pasivos en una oposici¨®n binaria espa?oles-nativos, los pueblos originarios fueron actores protag¨®nicos de lo que ahora llamamos la conquista. Creer que todo estaba bajo control de los espa?oles es creer la versi¨®n de Hern¨¢n Cort¨¦s
Los hechos ocurridos en el altiplano central en 1521, est¨¢n profundamente imantados con significados adquiridos durante los cinco siglos que han transcurrido desde entonces y atraen una diversidad de lecturas que pugnan por ocupar un espacio en el imaginario actual, un espacio dentro de las narraciones que le pueden dar sentido al presente o proyectar un futuro distinto para muchos pueblos, comunidades y proyectos. La naci¨®n mexicana, entendida como el proyecto identitario y homogeneizante del estado mexicano, logra proyectar su sombra hacia un pasado en el que no exist¨ªa.
Como lo han dicho personas especialistas como Federico Navarrete, hace 500 a?os, en estos meses, la ciudad mexica de Tenochtitlan se encontraba sitiada por unas huestes mayoritariamente integradas por personas de pueblos nativos de este territorio, m¨¢s del 90% eran personas nativas a las que no puedo llamar ind¨ªgenas porque cometer¨ªa un anacronismo imperdonable considerando que la palabra ind¨ªgena fue tomando su acepci¨®n actual hacia el siglo XIX y se plante¨® con respecto de la conformaci¨®n de los Estados modernos. Para la corona espa?ola fuimos categorizados como indios, para el Estado mexicano, como ind¨ªgenas. El sitio de la ciudad sobre el lago fue largo y complejo seg¨²n relatan especialistas: dentro de la ciudad, las disputas entre las facciones sobre lo que hab¨ªa qu¨¦ hacer y los efectos de la viruela reci¨¦n llegada complicaban terriblemente la situaci¨®n; por fuera, mantener el sitio tampoco era un d¨ªa de campo, hubo momentos en que perdieron bergantines y momentos en que hubo que negociar. M¨¢s all¨¢ de la simplificada historia oficial, hay un consenso sobre la importancia de la participaci¨®n de los pueblos nativos en la ca¨ªda de la ciudad de los tenochcas y el replanteamiento del orden pol¨ªtico en lo que despu¨¦s ser¨ªa nombrado como Mesoam¨¦rica. Una vez que Tenochtitlan cay¨®, las personas que participaron de este hecho siguieron teniendo un rol importante en las guerras de conquista que se fueron extendiendo por el territorio. En la sierra Norte de Oaxaca, muy cerca de la comunidad mixe en la que habito, hacia 1526 se estableci¨® una villa que durante mucho tiempo fue defendida por nahuas tlaxcaltecas que se establecieron en un barrio que existe a¨²n hoy en d¨ªa y que se llama Analco. Muchas de estas personas de pueblos nativos que fueron activas durante la conquista han recibido el nombre de ¡°indios conquistadores¡± y, durante la fase temprana del Virreinato y todav¨ªa despu¨¦s, pidieron y les fueron otorgados privilegios por haber participado en este proceso como, por ejemplo, no pagar tributos. La evidencia hist¨®rica muestra que m¨¢s que agentes pasivos en una oposici¨®n binaria espa?oles-nativos los pueblos originarios fueron actores protag¨®nicos en los distintos lados de lo que ahora llamamos la conquista.
La primera vez que escuch¨¦ la frase ¡°indio conquistador¡± en una presentaci¨®n del historiador Michel Oudijk me produjo el efecto de un ox¨ªmoron, una contradicci¨®n en los t¨¦rminos. ?C¨®mo era posible usar ese sustantivo (indio) que se cre¨® para nombrar a la categor¨ªa oprimida junto a un adjetivo que describe al opresor (conquistador)? La existencia de personas nativas que participaron en las guerras de conquista y que luego incluso litigaron dentro del sistema jur¨ªdico colonial para ser reconocidos como conquistadores genera efectos inc¨®modos. Por un lado, como ha hecho la historia oficial, se puede caer en la tentaci¨®n de llamarlos ¡°traidores¡±; mediante este artefacto sem¨¢ntico el M¨¦xico actual viaja en el tiempo y se convierte en el sin¨®nimo de Tenochtitlan, el pa¨ªs completo se convierte en el pasado en una sola de las unidades sociopol¨ªticas de la ¨¦poca. Una vez establecida esta equivalencia, el ej¨¦rcito en su mayor¨ªa nativo que tom¨® la ciudad sobre el lago se convierte en traidor del M¨¦xico de hoy. Por otro lado, los negacionistas de los efectos del colonialismo, utilizan el hecho innegable de la participaci¨®n de los pueblos nativos en la ca¨ªda de Tenochtitlan y en las posteriores guerras de conquista, para relativizar las atrocidades que se fueron sucediendo a lo largo de 300 a?os por parte del poder europeo y contra las cuales hubo muchas rebeliones y levantamientos. ?C¨®mo evitar que la participaci¨®n de personas y pueblos originarios en la ca¨ªda de Tenochtitl¨¢n sea utilizada como un arma para negar la opresi¨®n colonial?
Para desbrozar estas capas superpuestas de hechos y significados, creo que es necesario plantear tres claves diferenciadas para leer los 500 a?os: el sitio y la ca¨ªda de Tenochtitlan, las subsecuentes guerras de conquista y el establecimiento del orden colonial. Las personas nativas y las alianzas que los pueblos originarios establecieron para sitiar y tomar Tenochtitlan ten¨ªan su propia agenda y agencia como ha apuntado Federico Navarrete. No era la primera vez que en Mesoam¨¦rica se establec¨ªan alianzas para cambiar las correlaciones de fuerzas sociopol¨ªticas, aunque en la maquinaria de alianzas hab¨ªa unos reci¨¦n llegados muy extra?os y violentos, con armas y animales peculiares, pero que tambi¨¦n se hallaban en situaci¨®n vulnerable por su bajo n¨²mero, su nulo conocimiento de la geograf¨ªa y de las lenguas y que depend¨ªan en gran medida de los pueblos nativos; decididamente, quienes participaron en el sitio y toma de Tenochtitlan no pensaron ni experimentaron esos hechos con los significados con los que, cinco siglos despu¨¦s, los leemos ahora, no lo vivieron de modo que pudiera decir ¡°esto es la conquista de M¨¦xico¡± como se lee en los libros de texto actuales. Creer que en esos sucesos todo estaba bajo control y voluntad de los espa?oles es creer la versi¨®n que a Hern¨¢n Cort¨¦s le conven¨ªa contar como lo han repetido diversos especialistas en el tema. Por otra parte, las subsecuentes guerras de conquista fueron distintas y particulares en cada geograf¨ªa, lo que rememoramos este a?o es la ca¨ªda de una ciudad que en la historia oficial marca la rendici¨®n inmediata de todo el territorio, pero no fue as¨ª, no hubo una conversi¨®n inmediata de todos los pueblos y todos los territorios en sujetos de la corona espa?ola, el 13 de agosto de 1521 no se convirtieron en pueblos vencidos todos los pueblos originarios de lo que ahora llamamos M¨¦xico.
Sin embargo, como tercera clave de lectura, es necesario plantear el establecimiento del orden colonial europeo como un proceso superpuesto muy amplio, un proceso ideol¨®gico, econ¨®mico, pol¨ªtico estructural, extractivista y etnocida que debe diferenciarse de la ca¨ªda de Tenochtitlan como suceso puntual. Hacer esta distinci¨®n es fundamental para que la participaci¨®n de pueblos originarios en la ca¨ªda de Tenochtitl¨¢n y en las guerras de conquista no se utilice para discursos negacionistas que, en aras de quitar responsabilidades al colonialismo europeo que se extendi¨® despu¨¦s a pueblos de aqu¨ª y despu¨¦s a otros continentes, narre aquello solo como una guerra civil entre pueblos originarios. No, tambi¨¦n germin¨® el orden colonialista opresivo que se perfeccion¨® y que se contin¨²a hasta la actualidad mediante un proyecto de genealog¨ªa criolla llamada Estado mexicano que no neg¨® el orden colonial, fue m¨¢s bien su continuaci¨®n. El establecimiento del orden colonial es el que iguala a todos los ind¨ªgenas en la actualidad, ya no hay diferencias en la actual opresi¨®n entre nahuas tlaxcaltecas conquistadores y mixes o pur¨¦pechas. La ca¨ªda de Tenochtitl¨¢n sucedi¨® hace 500 a?os, las cruentas guerras de conquista llevaron m¨¢s tiempo, mucho m¨¢s tiempo y el establecimiento del orden colonial se fue implementando desde entonces violentamente y de manera superpuesta, sigue actual, activo, capitalista, extractivo y occidentalizante hasta nuestros d¨ªas. El artificio narrativo ha residido en ocultar al Estado como el heredero del orden colonial bajo el significado de lo que se ha llamado la Independencia de M¨¦xico. Por todo esto, lo que sucedi¨® hace 500 a?os tiene tanta vigencia en la actualidad.
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