210.820 menciones a mi nombre en redes sociales
Procesar emocionalmente los ataques en Twitter no es f¨¢cil, pero pensar, escribir y no callar es imprescindible para luchar contra los discursos de odio y su misoginia
Los primeros tres d¨ªas despu¨¦s de mi nombramiento como agregada cultural de M¨¦xico en Espa?a hubo 210.820 menciones a mi nombre completo en Twitter, sin contar las menciones indirectas, las menciones a mi nombre ¨²nicamente o a mi apellido, sin contar las menciones al cargo al que fui invitada, los comentarios al caso, y la cantidad de veces que se habl¨® de este tema en diversos medios. Poco despu¨¦s hab¨ªa m¨¢s de 400.000 menciones a mi persona en redes sociales. Recib¨ª una buena cantidad de solicitudes para hablar en diversos medios, que declin¨¦. La cifra en crudo no muestra las implicaciones que tiene la circulaci¨®n de la imagen propia ante una exposici¨®n de estas dimensiones. Me gustar¨ªa sobre todo subrayar la relaci¨®n que hay entre los ataques en redes sociales y el g¨¦nero: la cantidad de insultos y ataques mis¨®ginos es incontable y tuvieron toda clase de formas, desde tuits, hilos, caricaturas, comentarios, columnas, insultos y amenazas. Incluso reducir mi trabajo a unos memes son parte del mismo discurso machista.
La investigaci¨®n de mi caso por parte de Signalab ¨Cun laboratorio de investigaci¨®n en el que, entre otras labores, monitorea la salud del debate en redes sociales¨C, ilustra a la perfecci¨®n la mayor violencia que adquieren los ataques contra las mujeres y a lo feminizado. La relaci¨®n entre los ataques en redes y el g¨¦nero es tan tensa y tan violenta que en el laboratorio actualmente trabajan en un sem¨¢foro de riesgo digital en el que el factor femenino ¨Cser mujer y estar en el ojo del hurac¨¢n¨C duplica el riesgo de los ataques. Me queda claro que los ataques p¨²blicos son m¨¢s venenosos, iracundos y violentos por el hecho de ser mujer. Como tambi¨¦n se nos juzga con distintos criterios que a los hombres. Que una mujer tenga presencia p¨²blica, incrementa la intolerancia y el disenso se penaliza con ataques machistas. No es casual que cuando un periodista var¨®n es atacado, con insultos lo feminizan. No quisiera reproducir el discurso de odio, de modo que dejo fuera los ejemplos concretos tanto de otros casos como del m¨ªo. Pero quisiera mencionar con gratitud el acompa?amiento que recib¨ª de Art¨ªculo 19 y de los directivos en Facebook un domingo a deshoras cuando intentaron hackearme mis cuentas de Whatsapp e Instagram.
Si bien las cifras de los ataques en redes son indicadores de la magnitud de esta violencia, los ataques menos abundantes pueden tener efectos enormes en la persona vulnerada. La gravedad de los ataques en redes sociales no se mide ¨²nicamente por cantidades: un solo tuit puede destruir la seguridad o la autoestima de alguien. Por otro lado, un caso de ataque magno en redes se analiza a partir de tres criterios: la velocidad de la subida, las cuentas que participan en la tendencia y la coyuntura pol¨ªtica. En mi caso, las tres se juntaron. He reflexionado sobre este tema y me he preguntado qu¨¦ sentido tienen los ataques, ?hacia d¨®nde llevan en lo emocional?, ?cu¨¢l es su resultado pr¨¢ctico? Del mismo modo en que la violencia en las calles decreta la exclusividad masculina en el espacio p¨²blico, las milicias digitales y el discurso de odio imponen a sus v¨ªctimas, y sobre todo a las mujeres, el silencio. Su triunfo y prop¨®sito es inhibir la cr¨ªtica hasta extinguirla, establecer una hegemon¨ªa patriarcal. En lo emocional, buscan vulnerar, destruir. Al igual que en las calles someterse a esta discriminaci¨®n, dejar el dominio p¨²blico al discurso de odio y favorecer a la violencia, ser¨ªa su triunfo.
Las milicias digitales cancelan y atacan de formas que francamente no hab¨ªa imaginado. Yo he escrito sobre temas de g¨¦nero en este espacio, como varias de mis compa?eras tambi¨¦n lo han hecho en este espacio como en otros, con la noci¨®n de que es una lucha colectiva que hacemos desde la palabra y tambi¨¦n desde las m¨¢s distintas trincheras en las que participamos. Y esta lucha, parafraseando a Bell Hooks, nos compete a todas y a todos como sociedad. Jam¨¢s pens¨¦ que escribir sobre temas de g¨¦nero se volcar¨ªa precisamente en un ej¨¦rcito de ataques mis¨®ginos en mi contra.
En lo personal, me alej¨¦ unos d¨ªas de las redes sociales. ?Pero por qu¨¦ someterse a ese control? ?Cu¨¢l ser¨ªa el efecto? El manejo de los medios de comunicaci¨®n, una herramienta crucial en los reg¨ªmenes totalitarios del siglo XX, en buena medida buscaba controlar todo aquello que se dec¨ªa, buscaba controlar la narrativa: qu¨¦ se dice y cu¨¢ndo se dice. En una democracia, tengo la convicci¨®n de que es importante escribir y luchar a favor de los derechos de las mujeres, cuestionar las conductas patriarcales en las que feminizar es un insulto y hostigar a otra persona es s¨ªmbolo de fortaleza. Los ataques en redes sociales dirigidos espec¨ªficamente en contra de las mujeres es una forma tecnol¨®gica de esa misma opresi¨®n.
Una de esas noches en el ojo del hurac¨¢n, me toc¨® leer una versi¨®n corta para ni?os de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas. Hacia el final del libro, la reina de corazones, al tiempo que se?ala a Alicia, exclama: ¡°?Qu¨¦ le corten la cabeza!¡± En el dibujo, Alicia aparece perseguida por una baraja de naipes. Esa imagen me qued¨® rondando. En los ¨²ltimos cap¨ªtulos de la novela de Lewis Carroll, Alicia va a un tribunal. El juez en el tribunal es el propio rey. Durante el juicio, Alicia crece sin poderlo medir ni controlar, uno de los tantos aspectos que lo hace un libro interesant¨ªsimo y quiz¨¢s el gran libro de las escalas, esas que cambian dependiendo el contexto que nos rodea. Mientras Alicia crece, el rey se apresura a escribir algo que lee ante el tribunal: ¡°Todas aquellas personas que midan m¨¢s de kil¨®metro y medio de altura deber¨¢n abandonar la sala.¡± Todo el mundo mira a Alicia en ese instante en el que sigue creciendo contra su voluntad, pero evidentemente no mide kil¨®metro y medio. La culpan adem¨¢s por haber robado algo que no rob¨® cuando la reina de corazones vuelve a exclamar: ¡°?Qu¨¦ le corten la cabeza!¡± Y al o¨ªr esto, una baraja entera de naipes se eleva por los aires y las cartas empiezan a atacar a Alicia. En la novela, Alicia despierta a la orilla del r¨ªo y confunde los naipes que la atacan con unas hojas secas que le caen al pie del ¨¢rbol donde despierta.
Habr¨ªa que describir la baraja de naipes: entrar en los detalles del discurso de odio machista que tiene lugar en las redes sociales, los palos, los valores de cada carta que de realizarse o insinuarse en la v¨ªa p¨²blica estar¨ªan penados con la ley. Por qu¨¦ hay empresas que lucran de esta manera, tambi¨¦n me parece algo a reflexionar. En un principio, Twitter parec¨ªa un espacio democr¨¢tico, casi una utop¨ªa: un espacio compartido, la misma cantidad de caracteres para todas y todos y la posibilidad de una comunicaci¨®n horizontal. Poder hablar lo mismo con una mujer en la pol¨ªtica, un m¨²sico famoso o un amigo. Pero el anonimato, sorprendentemente, permite ejercer una violencia sin l¨ªmite: si un futbolista afrodescendiente falla un gol, la cadena de mensajes racistas y que lo feminizan es brutal. Los discursos de odio ah¨ª est¨¢n y las redes sociales son el espacio perfecto para ejercerlos con mayor violencia que en las calles. Esos discursos que cambian nuestra escala: nos crecen, nos encogen, nos cambian de tama?o con respecto a nuestra realidad.
Parecer¨¢ que una vez que disminuyen las menciones en redes sociales, la vida cotidiana regresa a la normalidad, pero no es as¨ª. Con cada menci¨®n posterior al caso resurgen los ataques. Hasta en asuntos que nada tienen que ver, como mi afortunada y larga amistad con Elena Fortes, fundadora de Ambulante junto con Gael Garc¨ªa Bernal y Diego Luna. No creo que haya psicolog¨ªa, por m¨¢s s¨®lida y amorosa que sea la red de apoyo que nos acoja, que pueda soportar emocionalmente las dimensiones de esta misoginia. Procesar emocionalmente los ataques en redes sociales no es f¨¢cil, pero es imprescindible desde la fuerza y el amor. Creo que un arma en contra de los discursos de odio y su misoginia es pensar, escribir, no callar, tener la ¨¦tica en el mismo lugar firme y tener la voz fortalecida a pesar de que tu nombre haya sido mencionado 210.820 veces en tan solo tres d¨ªas. El silencio no prevalecer¨¢. Los discursos de odio no deben triunfar nunca.
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