K??n. El estado plurinacional y unos granos de sal
El modelo del estado plurinacional puede convertirse en una estrategia que, mediante el deseo de reconocimiento, mine las autonom¨ªas de los pueblos ind¨ªgenas
En la columna anterior plante¨¦ algunas diferencias sobre el modelo de la naci¨®n pluricultural y el estado plurinacional. Este ¨²ltimo se ha convertido en un horizonte al que aspiran llegar una gran parte de los movimientos ind¨ªgenas de este continente como ya ha sucedido en Bolivia. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ del apabullante entusiasmo que hay por este modelo de estado, hay voces, sobre todo de mujeres de pueblos ind¨ªgenas que ven con precauci¨®n y con muchas dudas el camino del reconocimiento estatal y legal desde el Estado.
Pareciera que la participaci¨®n de los pueblos ind¨ªgenas dentro de la din¨¢mica del Estado podr¨ªa ser un camino justo para hacer justicia a los siglos de opresi¨®n que han sufrido. Si hist¨®ricamente estos pueblos han sido excluidos de la construcci¨®n del poder estatal, participar de ¨¦l se pinta ahora como el camino de la reivindicaci¨®n. El aparato estatal cumple muchas funciones y me pregunto qu¨¦ funciones estar¨ªa dispuesto a co-administrar con los pueblos ind¨ªgenas y los peligros que esa hipot¨¦tica co-administraci¨®n entra?a. Pareciera una necedad expresar dudas sobre el modelo del estado plurinacional. Sin embargo, la historia del reconocimiento estatal nos ha mostrado fen¨®menos interesantes, por decir lo menos.
En el estado de Oaxaca, al sur de M¨¦xico, una gran parte de las comunidades ind¨ªgenas fueron reconocidas legalmente como municipios a fines del siglo XIX. Con la nueva Constituci¨®n post-revolucionaria, este reconocimiento se hizo m¨¢s evidente lo cual gener¨® un gran n¨²mero de municipios, 570 en la actualidad, adem¨¢s de generar din¨¢micas particularmente extra?as. Dado que la mayor parte de estos municipios oaxaque?os eran reconocidos desde el Estado como uno de los tres niveles de gobierno del poder ejecutivo, era de suponerse que se ajustaran a las leyes que regulaban las unidades municipales. Sin embargo, en los hechos, esto no suced¨ªa as¨ª. Estos municipios de pueblos ind¨ªgenas, en una gran parte segu¨ªan funcionando con un sistema sociopol¨ªtico asambleario que pon¨ªa en jaque cualquier ¡°Ley org¨¢nica municipal¡±. Antes que municipios, estas unidades se comportaban como lo que hab¨ªan sido hist¨®ricamente: estructuras comunales.
Seg¨²n el marco legal, las elecciones municipales deb¨ªan llevarse a cabo por medio como en el resto de los municipios del pa¨ªs, mediante urnas y con previas campa?as de los candidatos que postularan los partidos pol¨ªticos. Pero la mayor¨ªa de los municipios pertenecientes a pueblos ind¨ªgenas no hac¨ªan esto. Ten¨ªan un sistema de cargos asignados cada cierto periodo en una asamblea sin campa?as de partidos pol¨ªticos, en los que cada funci¨®n dentro del gobierno local se ejerc¨ªa sin salario alguno. La participaci¨®n en estos sistemas de gobierno se ve¨ªa como un servicio gratuito que la poblaci¨®n deb¨ªa cumplir y que se trataba de evitar porque implicaba un gran desgaste de diversos tipos. A estos sistemas de elecci¨®n y gobierno com¨²nmente y con desd¨¦n se les llamaba ¡°usos y costumbres¡±. Este comportamiento alegal de estos municipios era tolerado por el Estado pero para hacerlo hab¨ªa que, en muchos casos, fingir que funcionaban como el resto de los municipios; por esta raz¨®n una buena cantidad reportaba ¡°oficialmente¡± que las elecciones se hab¨ªan llevado a cabo como en el resto de los municipios del pa¨ªs y que hab¨ªa ganado el candidato del PRI para los registros oficiales.
En la realidad, las elecciones de los gobiernos municipales se hab¨ªan hecho del modo en el que siempre se hab¨ªan hecho por medio de la asamblea y sin partidos pol¨ªticos. Si la ley ped¨ªa que para establecer el cabildo municipal hab¨ªa que realizar una serie de formalidades que despu¨¦s se deb¨ªan reportar en un acta para el reconocimiento estatal, las comunidades segu¨ªan haciendo ceremonias de cambio de autoridades del modo que se hab¨ªa hecho hist¨®ricamente mediante la entrega de bastones de mando aunque en la documentaci¨®n se reportara otra cosa. Esta estrategia de desacato mientras se finge acatar, ha sido una estrategia hist¨®rica de los pueblos ind¨ªgenas para mantener sus estructuras comunales.
Sin embargo, en los a?os 90 del siglo XX, diversos movimientos y voluntades pol¨ªticas comenzaron a apuntar la necesidad de que estos municipios que en realidad funcionaban bastante distinto a lo que la ley establec¨ªa deber¨ªan ser reconocidos legalmente. Este anhelo de reconocimiento estatal, este deseo de que los ojos del Estado dirijan una mirada de aprobaci¨®n a nuestras estructuras pol¨ªticas llev¨® a la creaci¨®n de leyes estatales en Oaxaca que reconocieron por fin que la mayor parte de los municipios de la entidad federativa ten¨ªan sus propios modos de elecci¨®n, gobierno y vida sociopol¨ªtica. A estos modos los llamaron no ¡°usos y costumbres¡± sino Sistemas Normativos Internos. En la actualidad 417 de los 570 municipios tienen sus propios sistemas normativos.
El reconocimiento que pareciera un acto de justicia con el paso del tiempo se convirti¨® en un elemento m¨¢s para controlar la vida interna de los pueblos. En el Instituto Estatal Electoral y de Participaci¨®n Pol¨ªtica del Estado de Oaxaca (IEEPCO) se cre¨® una oficina especializada para atender a los Sistemas Normativos Internos y ahora es necesario que este ¨®rgano apruebe que las asambleas de elecci¨®n se han llevado a cabo de una manera adecuada, este requerimiento de aprobaci¨®n ha creado din¨¢micas complejas que en muchos casos han debilitado la autonom¨ªa de las comunidades que antes se manten¨ªan parapetados tras la alegalidad sin necesidad de reconocimiento. Se realiz¨® tambi¨¦n un cat¨¢logo para describir el sistema normativo de cada municipio sin tomar en cuenta que una de las caracter¨ªsticas m¨¢s importantes de nuestros sistemas es que cambian constantemente.
Este reconocimiento ha tenido como consecuencias un mayor control del Estado sobre la vida interna de las comunidades, el reconocimiento se ha convertido en un peligroso Caballo de Troya. Mediante este proceso, no es que el Estado se haya comunalizado, m¨¢s bien las comunidades se estatizan si es que podemos llamar as¨ª al proceso mediante el cual sus sistemas sociopol¨ªticos se encuentran cada vez m¨¢s sujetos al control del Estado.
Dada esta experiencia, me parece que el modelo del estado plurinacional puede convertirse en una estrategia que, mediante el deseo de reconocimiento, mine las autonom¨ªas y ¨¦stas se sujeten al modelo estatal. Las din¨¢micas sociopol¨ªticas de los pueblos ind¨ªgenas comenzar¨¢ a traducirse y a ce?irse al marco del derecho positivo y como sabemos, lo que el estado legisla, lo controla.
Me pregunto si nuestro anhelo como movimiento desde los pueblos ind¨ªgenas solo debe ser el reconocimiento estatal, la necesidad de que el ojo del Estado nos voltee a ver y nos deje participar de las estructuras estatales que tanto da?o nos han hecho antes. Todo esto sin considerar que para construir un estado plurinacional en M¨¦xico habr¨ªa que romper una serie de estructuras racistas que son muy duras de penetrar, como la traici¨®n a los Acuerdos de San Andr¨¦s por parte de izquierda y derecha han demostrado.
?Cu¨¢les son los peligros que entra?a la construcci¨®n de un estado plurinacional?
Hablemos m¨¢s de ello mientras pensamos y retomamos otros horizontes de lucha que han existido incluso antes de la formaci¨®n de los estados-naci¨®n modernos.
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