Cal en vez de flores
La violencia escala los muros de una c¨¢rcel en Puebla para mostrarnos una realidad muy cruel: el cuerpo de un beb¨¦ reci¨¦n nacido que apareci¨® muerto en ese lugar
A ese beb¨¦ sin nombre:
?C¨®mo nombrarlo si ni siquiera sabemos c¨®mo se llam¨®? Un beb¨¦ de tres meses sin identidad, sin m¨¢s historia que la tragedia de su muerte: un cuerpo que fue encontrado en el basurero de una c¨¢rcel.
Fue el 11 de enero en el Centro Estatal de Reinserci¨®n Social de Puebla. Una prisi¨®n con condiciones de cogobierno y hacinamiento. Donde se ejerce un encierro masivo de 4.864 personas que excede al 103% la capacidad del penal que cuenta con 2.397 espacios.
En ese lugar, en el que imaginar¨ªamos que el control del Estado es total, se encontr¨® el cuerpo de un beb¨¦ que no sabemos si muri¨® o lo mataron. Hasta el momento ninguna autoridad ha asumido responsabilidades, ni siquiera hay una explicaci¨®n p¨²blica y clara de lo sucedido.
Encierran la verdad como encierran a la gente. Hay ah¨ª dentro una acumulaci¨®n de personas de quienes no sabemos nada pero que asumimos culpables de ¡°algo¡± y merecedores de ¡°eso¡± a lo que llamamos justicia. Quienes vivimos en libertad ignoramos las realidades que se producen dentro de esas paredes y, en nombre de la ¡°seguridad¡±, aceptamos ignorar lo que ah¨ª suceda.
Sin embargo, la violencia ha escalado esos muros para mostrarnos una realidad muy cruel: el cuerpo de un mexicano reci¨¦n nacido que apareci¨® sin vida en ese lugar. Que en vez de flores recibi¨® cal.
Las versiones posibles son todas ins¨®litas: que entr¨® vivo y lo mataron adentro. ?C¨®mo podr¨ªa entrar un beb¨¦ sin ser registrado por las autoridades y sin notar que no sali¨®? Peor a¨²n ?c¨®mo podr¨ªa cometerse un infanticidio frente a las c¨¢maras de seguridad y miles de ojos de presos y custodios?
Otra versi¨®n es que al beb¨¦ lo abandonaron en la basura y entr¨® muerto por los contenedores que meten a la c¨¢rcel para que los reos separen la basura. Si es as¨ª, por esos mismos contenedores pueden tambi¨¦n entrar armas, drogas, mujeres o pueden salir internos como lo hizo El Chapo Guzm¨¢n.
No hay explicaci¨®n posible en la que las autoridades no tengan corresponsabilidad. Ac¨¢ afuera queremos creer que las c¨¢rceles son la culminaci¨®n de la cadena de justicia, pero la realidad es que las mismas c¨¢rceles operan fuera de la ley y muy lejos de la justicia.
Pero m¨¢s all¨¢ de eso, es urgente cuestionarnos ?cu¨¢ntos eslabones en la cadena humana, social y estatal, tienen que fallar para que algo as¨ª suceda?
Los eslabones que culminan en la c¨¢rcel son generalmente una serie de injusticias que llevan a otras mayores. La prisi¨®n es, muchas veces, el destino de una continuidad de sucesos que en su mayor¨ªa no se eligen: familia, barrio, rechazo social, contextos, leyes abusivas, pobreza, inequidad, estigma, humillaci¨®n, violencia. Un c¨²mulo de exclusiones que fabrican la delincuencia. Una delincuencia de la que, de alguna manera, todos somos responsables.
La c¨¢rcel y todas sus realidades son lo que justificamos que les pase a ¡°los otros¡±, no a nosotros que hemos nacido en otro contexto. Es lo que hemos avalado que le pase a quienes no tienen nombre, como ese beb¨¦.
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