Perder el ¨²nico juego que le importa
El problema de ser un Gobierno que solo existe para los alardes y las pol¨¦micas es que, si el presidente se sale de sus cabales, se mete zancadilla en el terreno del discurso y los s¨ªmbolos
El presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador sufri¨® una de las semanas m¨¢s complicadas de su mandato, lo que ya es decir. Los se?alamientos period¨ªsticos sobre el lujoso estilo de vida de su hijo Jos¨¦ Ram¨®n L¨®pez Beltr¨¢n, y el hecho de que el casero de la mansi¨®n que habita en Houston haya sido alto ejecutivo de Baker Hughes, empresa beneficiada por contratos de Pemex, agrietaron, sin duda, el discurso del mandatario en torno a la austeridad y la moral. Vaya: tanta saliva contra el ¡°aspiracionismo¡±, tantas parrafadas sobre la dignidad que da sostenerse nom¨¢s con lo indispensable para que resulte que su hijo se da una vida de privilegio en la esfera de los contratistas oficiales¡
Por si fuera poco, esas revelaciones saltaron a la luz en mitad de otro esc¨¢ndalo, el del reparto de medicamentos contraindicados para tratar la covid-19 por parte del gobierno de la Ciudad de M¨¦xico, que fue defendido con un estudio ¡°cuasi experimental¡± que acab¨® enlodando hasta las cejas a los funcionarios que lo llevaron a cabo (y siendo retirado de la web de textos cient¨ªficos que le hab¨ªa dado cabida, entre una lluvia de cr¨ªticas de especialistas).
Como si esos l¨ªos no bastaran, L¨®pez Obrador decidi¨®, a media semana, que era momento de intentar el truco de prestidigitaci¨®n que reserva para cambiar de agenda los d¨ªas en que predominan los temas espinosos para ¨¦l, y que consiste en presentarle reclamos a Espa?a en un rango temporal que va del siglo XVI al sexenio pasado (y qu¨¦ curioso resulta ver a dos gobiernos nominalmente de izquierda, como el de Pedro S¨¢nchez y el de L¨®pez Obrador, metidos en forcejeos cada dos por tres). ¡°Vamos a poner la relaci¨®n con Espa?a en pausa¡±, dijo el presidente, luego de quejarse de varias megaempresas ib¨¦ricas, una estrategia tan clara y comprensible que fue explicada as¨ª por la senadora (y exsecretaria de Gobernaci¨®n) Olga S¨¢nchez Cordero: ¡°Pausar no es frenar, es dejar en pausa y dejar en pausa es una pausa¡¡±.
Lamentablemente para los planes y la serenidad del presidente, nadie entendi¨® muy bien qu¨¦ significaba la pausa dichosa, ni cu¨¢l era su relevancia en mitad de las diversas crisis del pa¨ªs (violencia fuera de control, econom¨ªa golpeada, pandemia sin superar, etc¨¦tera), y L¨®pez Obrador, as¨ª, se vio de vuelta a la casilla de salida en el tablero de su furia: la controversia sobre la vida de su hijo y los contratos para la empresa que empleaba a su casero.
Sobrevino, entonces, uno de los mayores errores de c¨¢lculo en lo que va del Gobierno (lo que, de nuevo, ya es decir). L¨®pez Obrador sali¨®, en su infaltable comparecencia ante s¨ª mismo de las ma?anas, a divulgar datos financieros de Carlos Loret de Mola, el m¨¢s conocido de los periodistas que publicaron las informaciones sobre su hijo, y para anunciar que pedir¨ªa a las autoridades fiscales que lo investigaran. Adem¨¢s de violentar leyes y reglamentos (y pasarle por encima a las garant¨ªas individuales) al ponerse en ese plan, el mandatario se vio acorralado, desesperado, sin otro recurso que el autoritarismo. Tan mal lo hizo que una buena porci¨®n de sus aplaudidores habituales tuvo que reconocer que se hab¨ªa equivocado. Lo cual, considerando que se trata de personajes que le han justificado lo que sea, no es un dato menor.
Aparte de impulsor de unos cuantos elefantes blancos, el Gobierno de L¨®pez Obrador no ha sido sino una campa?a para concentrar poder y un intento de ganar la arena del discurso p¨²blico. La seguridad, la econom¨ªa, la educaci¨®n, la salud, colapsan, mientras las energ¨ªas del oficialismo se concentran en campa?as de autopromoci¨®n (como el proceso de revocaci¨®n de mandato) y campa?as de linchamiento. Y el problema de ser un Gobierno que solo existe para los alardes y las pol¨¦micas es que, si el presidente se sale de sus cabales, pues hace un papel¨®n y se mete zancadilla en el ¨²nico terreno en que, obstinadamente, ha tratado de mantenerse fuerte: el del discurso y los s¨ªmbolos. Y si tambi¨¦n en esa cancha sale derrotado, ?qu¨¦ le queda?
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