La guerra contra los medios
Las v¨ªctimas principales de los ataques del poder contra la libertad de informar son los periodistas que menos apoyos tienen para defenderse. Ellos son los que han pagado la mayor cuota de sangre
Los asesinatos de la reportera Lourdes Maldonado, del fotorreportero Margarito Mart¨ªnez Esquivel y de Jos¨¦ Luis Gamboa, editor de un portal informativo, que se produjeron uno tras otro en unos pocos d¨ªas del arranque del a?o, han demostrado, por en¨¦sima ocasi¨®n, el costo terrible de que el poder institucional en M¨¦xico se empe?e en acosar y degradar al periodismo.
Ya son medio centenar los periodistas asesinados en apenas tres a?os del sexenio, con lo que ya se rebasaron las cifras reportadas en la totalidad de los periodos presidenciales de Felipe Calder¨®n y Enrique Pe?a Nieto, seg¨²n reportes de la organizaci¨®n Art¨ªculo 19 (y hay que recordar que estos mandatarios no fueron precisamente mansos corderitos y por todos fue bien conocido su obsesivo desagrado contra diferentes reporteros y articulistas). Pero no son solo los n¨²meros los que aumentan: tambi¨¦n ha crecido la hostilidad del Gobierno federal, as¨ª como de los estatales y municipales, contra la libertad de prensa.
Raro es el d¨ªa, si hay alguno, en que el presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador y su c¨ªrculo no ataquen a los medios de comunicaci¨®n en la perenne rueda matutina. El segmento de ¡°Qui¨¦n es qui¨¦n en las mentiras¡± es, tal cual, una iniciativa del poder central para denigrar el trabajo de la prensa y defender la idea, tan socorrida por los entusiastas del partido en el Gobierno, de que hay una conspiraci¨®n informativa en contra del mandatario.
Tambi¨¦n queda claro que a L¨®pez Obrador no lo conmueven las escandalosas cifras de muertes de trabajadores de medios, que convierten a M¨¦xico en uno de los pa¨ªses m¨¢s peligrosos para la pr¨¢ctica del periodismo en todo el mundo. En su mundo de ideas fijas y maniqueas, la prensa cr¨ªtica es un enemigo desagradable que no amerita ninguna empat¨ªa ni solidaridad. Tan es as¨ª que el presidente asegur¨® que los casos de asesinato de comunicadores ¡°casi siempre se detiene a los responsables¡±¡ Solo que no. El subsecretario Alejandro Encinas acept¨® que m¨¢s de 90% de esos homicidios han quedado impunes.
Otro dato notable (proporcionado por la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n) es que, en las pocas ocasiones en que se ha llegado a descubrir la identidad de los agresores, estos han mostrado tener v¨ªnculos con funcionarios p¨²blicos (a escala municipal) en 43% de los casos, lo cual est¨¢ por encima de los lazos con el crimen organizado que se ha detectado en 33,5% de los incidentes. Es decir, que el principal motivador de los ataques es el propio Estado mexicano.
Y aunque sea el presidente el principal detractor de la prensa en el pa¨ªs, hay que resaltar que no es de ninguna manera el ¨²nico. Secretarios, legisladores, magistrados, gobernadores, alcaldes, servidores p¨²blicos de todos los ¨¢mbitos y de todos los colores pol¨ªticos comparten el aborrecimiento por toda informaci¨®n que no puedan controlar y retorcer para servir a sus fines propagand¨ªsticos, y mucho m¨¢s si los cuestiona y pone en evidencia.
No nos enga?emos: en M¨¦xico hay una guerra abierta del poder contra los medios y la libertad de informar. Y, aunque los ataques ret¨®ricos sean para la prensa en su conjunto, sus v¨ªctimas principales son los periodistas de los Estados, de los municipios, de los medios independientes, los que menos apoyos tienen para defenderse. Ellos son los que han pagado la mayor cuota de sangre aqu¨ª.
Tener una prensa libre es un requisito indispensable de las democracias. El deseo de sustituir a los medios cr¨ªticos por propaganda es un rasgo obvio de los autoritarismos. Y en este contexto, la incapacidad del Estado mexicano para garantizar la vida de los comunicadores y su evidente voluntad de rebajarlos y calumniarlos deja la mesa puesta para que este tipo de cr¨ªmenes sigan imparablemente.
Lourdes, Margarito y Jos¨¦ Luis, como el resto de sus compa?eros, no deben ser olvidados.
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