El racismo que M¨¦xico no quiere ver
La evidencia estad¨ªstica sobre el aumento de la discriminaci¨®n por el color de piel y sus efectos en la vida de los mexicanos es abrumadora, sin embargo en el pa¨ªs latinoamericano apenas se empieza a hablar de este problema
M¨¦xico cierra los ojos ante el racismo, pero siempre ha estado ah¨ª. Un velo de discriminaci¨®n se extiende desde los rincones m¨¢s p¨²blicos hasta los m¨¢s ¨ªntimos y lo cubre todo. La oportunidad de estudiar y tener un empleo digno. Ser condenado por un crimen que no cometiste o ser sometida a tratamientos anticonceptivos contra tu voluntad. La entrada a un bar, un restaurante o un centro comercial. Los noticieros de todas las cadenas, los bombardeos de publicidad aspiracional y las telenovelas que se exportan a decenas de pa¨ªses con protagonistas rubios, h¨¦roes blancos y villanos prietos. Se dice que ¡°hay que mejorar la raza¡± al buscar pareja, que ¡°trabajaste como negro¡± cuando vuelves a casa y se te pide que ¡°no seas indio¡±. La lista de frases y dichos racistas es interminable, pero en el fondo hay un hecho ineludible: el estigma de ser llamado ¡°indio¡± o ¡°negro¡± a¨²n marca la vida de las personas, lo que pueden reclamar y hasta d¨®nde se les permite llegar.
EL PA?S presenta este s¨¢bado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara el documental El racismo que M¨¦xico no quiere ver para abrir la conversaci¨®n sobre las condiciones en las que este tipo de discriminaci¨®n persiste en el pa¨ªs y afecta la vida de la personas. Adem¨¢s, el diario organiza una mesa de debate con la participaci¨®n del actor Tenoch Huerta, los escritores Brenda Lozano, Y¨¢snaya Aguilar y Emiliano Monge, moderada por Javier Moreno, director de EL PA?S en Am¨¦rica.
¡°En M¨¦xico es m¨¢s f¨¢cil hablar de pol¨ªtica, f¨²tbol y religi¨®n que de racismo¡±, afirma el actor Tenoch Huerta, que tuvo que esperar m¨¢s de ocho a?os para recibir un papel protag¨®nico en el cine. ¡°No ven¨ªa de ninguna dinast¨ªa de actores, no ten¨ªa un apellido de abolengo, no era cauc¨¢sico¡±, cuenta. ¡°Estaba formado al final de la cola, con los que nunca reciben una oportunidad y siempre se topan con puertas cerradas¡±. Hasta que alguien se olvid¨® de cerrar la puerta y recibi¨® su primer gran papel como un jardinero ¨Cmoreno, por supuesto- en D¨¦ficit, la ¨®pera prima como director de Gael Garc¨ªa Bernal.
Huerta pas¨® de las calles de Coacalco, una ciudad dormitorio en la periferia de la capital mexicana, hasta la alfombra roja del Festival de Cannes en 2007. Siguieron m¨¢s de 60 apariciones en producciones de M¨¦xico, Estados Unidos y Espa?a: desde Narcos de Netflix y Mozart in the Jungle de Amazon hasta cl¨¢sicos modernos del cine mexicano como G¨¹eros y cr¨¦ditos al lado de Mel Gibson y Lucy Liu. El ¨¦xito no evit¨® que se sintiera encasillado. "Un d¨ªa le pregunt¨¦ a un amigo que trabajaba en castings por qu¨¦ siempre me daban papeles de pobre, ignorante y violento", recuerda el actor. "Porque eres moreno", contest¨® su amigo.
La historia de Huerta no se trata de un triunfo de superaci¨®n personal. Es una anomal¨ªa en el sistema. La apariencia f¨ªsica es la principal causa de discriminaci¨®n en M¨¦xico y m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n ind¨ªgena y afrodescendiente considera que sus derechos se respetan poco o nada, de acuerdo con la ¨²ltima Encuesta Nacional sobre Discriminaci¨®n (Enadis). "La discriminaci¨®n ¨¦tnico-racial es estructural porque se funda en un orden social y en una relaci¨®n de poder que tienen antecedentes hist¨®ricos en el pa¨ªs desde hace varios siglos y se reproduce de manera permanente en la sociedad, por lo que tambi¨¦n sus efectos son estructurales", apunta Patricio Sol¨ªs, investigador del Colegio de M¨¦xico (Colmex). "Aun as¨ª, se nos ense?a que 'el cambio est¨¢ en nosotros' y que 'le echemos ganas', se nos pide estar avergonzados de qui¨¦nes somos y eso nos confunde a tal grado que no dimensionamos en lo cotidiano lo que implica buscar ese ideal europeo, blanco u occidental. Y nos frustramos", agrega Judith Bautista, acad¨¦mica de origen zapoteco y directora del Colectivo para Eliminar el Racismo en M¨¦xico.
"El racismo, ya como un discurso y una ideolog¨ªa, funciona en M¨¦xico desde el siglo XVIII d¨¢ndole todos los atributos negativos a las personas negroides o ind¨ªgenas de Am¨¦rica", se?ala Mar¨ªa Elisa Vel¨¢zquez, del Instituto Nacional de Antropolog¨ªa e Historia (INAH). El concepto de raza, importado desde Europa y ya sin ninguna evidencia cient¨ªfica que lo respalde, parte del aspecto f¨ªsico, pero engloba adem¨¢s la historia, el origen, la lengua y la moral para justificar falsa superioridad y la dominaci¨®n de unas personas sobre otras, explica Vel¨¢zquez. Mientras el concepto de raza se ha desechado, el racismo ha mutado generaci¨®n tras generaci¨®n, desde los indios que no pod¨ªan caminar por la misma banqueta que los blancos durante la Colonia hasta los insultos contra la actriz Yalitza Aparicio por ser nominada a los ?scar.
Una bater¨ªa de informes de los centros de investigaci¨®n m¨¢s prestigiosos del pa¨ªs en asociaci¨®n con organismos internacionales e instancias oficiales ha recolectado evidencia abrumadora de los puntos de partida desiguales y los privilegios que emanan del racismo en M¨¦xico. Ser de piel m¨¢s oscura implica tener en promedio dos a?os menos de escolaridad, menor ingreso, menor acceso a puestos directivos y menores probabilidades de mejorar la posici¨®n socioecon¨®mica. "Decimos que queremos combatir la pobreza, la desigualdad e, incluso, la violencia, pero no hemos hecho un an¨¢lisis profundo de c¨®mo la discriminaci¨®n desempe?a un papel en todos estos fen¨®menos", cuestiona Alexandra Haas, presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminaci¨®n hasta noviembre.
El componente racial de la pobreza hace que las l¨ªneas entre la clase y la "raza" sean difusas y que se tienda a reconocer m¨¢s el clasismo que el racismo. Lo cierto, coinciden los especialistas, es que ambos existen y que sus efectos son acumulativos. Se puede ser v¨ªctima de discriminaci¨®n racial y socioecon¨®mica, pero la experiencia discriminatoria ser¨¢ peor para mujeres y personas con otras identidades de g¨¦nero, por ejemplo, que ya son discriminadas por esos motivos. La Enadis, por ejemplo, revela que la mitad de la poblaci¨®n ind¨ªgena cree que sus derechos se respetan poco. La cadena de discriminaci¨®n se extiende en todos los sectores de la poblaci¨®n y crea un sistema soterrado de abusos y privilegios. "Eso trae el problema a casa", apunta Sol¨ªs: "Esto va m¨¢s all¨¢ de ser ind¨ªgena, basta solo parecerlo o tener rasgos racializados para sufrirlo, ya no estamos hablando del M¨¦xico profundo o lejano, estamos hablando de lo que vivimos todos los d¨ªas".
Tras un proceso doloroso y prolongado de denuncia social, el pa¨ªs se ha puesto poco a poco frente al espejo del racismo. "Hemos pasado de un periodo de invisibilizaci¨®n a un periodo de visibilidad inc¨®moda", sostiene Sol¨ªs. M¨¢s sectores de la sociedad indagan sobre la pigmentocracia, el blanqueamiento, los prejuicios, el doble papel que implica discriminar y ser discriminado, y qui¨¦nes se benefician de un sistema de privilegios.
El fen¨®meno no es nuevo, pero la conversaci¨®n apenas empieza y el trecho para las pol¨ªticas p¨²blicas que combatan el problema es largo. "Tenemos que hablar de esto y aceptar que vivimos en un sistema que nos da m¨¢s o menos valor por nuestra apariencia, nuestras facciones, c¨®mo vestimos y hablamos", sentencia Bautista. "El reto es tan urgente como tener que cambiar una tendencia hist¨®rica", advierte Haas. La batalla contra la discriminaci¨®n ¨¦tnica y racial no solo se libra en el pasado ni es una simple promesa hacia el futuro. Es una realidad que ya da?a y limita a millones de personas. "Luchar contra el racismo es luchar por el respeto a nosotros mismos y a lo que somos", concluye Huerta.