Osorio Chong: el impredecible oto?o de un rudo
Los priistas est¨¢n divididos, desunidos; esos que siempre juraron atacarse, pero nunca hacerse da?o est¨¢n irreconocibles
Se nota que se mantiene en forma, se sienta sin dejar nunca cierta posici¨®n de alerta, pero algo ha cambiado en Miguel ?ngel Osorio Chong. El senador hidalguense, otrora rudo gobernador de su Estado y recio secretario de Gobernaci¨®n el sexenio anterior, hoy luce como un boxeador contrariado. Las manos sobre la mesa anuncian que para nada ha decidido aventar la toalla, pero su rostro muestra que los rounds de esta pelea le est¨¢n costando m¨¢s de lo que cualquier otra en su larga carrera pol¨ªtica de cuatro d¨¦cadas.
Esta semana perdieron Ad¨¢n Augusto L¨®pez y Ricardo Monreal ¡ªque no pudieron doblar a la oposici¨®n en el Senado¡ª, pero Osorio no puede cantar victoria. Sabe que si acaso sobrevivi¨® un asalto, uno que decidi¨® pelear m¨¢s desde la resistencia que lanz¨¢ndose al ataque. No es que le fallen las piernas para emplearse a fondo, es que parece reservar fuerzas porque bien a bien nadie sabe cu¨¢nto m¨¢s durar¨¢ el choque, y contra cu¨¢ntos o contra qui¨¦nes ¨Cpropios y extra?os¨C ha de lidiar en los siguientes d¨ªas, semanas y meses.
De cierta manera, la figura de Osorio encarna la disyuntiva del PRI. El partido que siempre encontr¨® la forma de que el pragmatismo fuera su mayor destreza hoy no atina, en cambio, la f¨®rmula para lidiar con un expriista en Palacio Nacional.
Los priistas est¨¢n divididos, desunidos; esos que siempre juraron atacarse, pero nunca hacerse da?o est¨¢n irreconocibles. Ser¨¢ que unos quieren la alianza con el PAN, otros, en cambio, solo suspiran por regresar al regazo presidencial, as¨ª sea el de L¨®pez Obrador.
El hidalguense no es suicida, de ah¨ª que no se jacte bravuconamente, ni en la tribuna de la C¨¢mara Alta ni en la prensa, de que a Morena no le alcanzaron las tretas para hacerse de los votos para una reforma constitucional. Parece consciente de que incluso sin esos desplantes, pueden pasarle a ¨¦l la factura de tan sonoro tropez¨®n oficialista, de que el vendaval de Macuspana puede desatarse en cualquier momento en su contra. Si ha de llegar, que llegue, pero para qu¨¦ provocarlo.
El transitorio constitucional en disputa es una trampa. Un zalamero gesto que busca el perd¨®n de los pecados del l¨ªder nacional del PRI Alejandro Alito Moreno. Una bomba de relojer¨ªa hecha en Insurgentes Norte para agradar al titular del Ejecutivo que, si detona como fue programada, har¨¢ volar por los aires no solo la alianza opositora, sino el margen de maniobra de los priistas en lo que resta del sexenio. Osorio lo sabe. Y se duele de que se achican los espacios del partido al que le ha dado pr¨¢cticamente toda su vida.
Quiz¨¢ la quijada apretada que Osorio luce en estos d¨ªas se deba a que esta batalla tiene ecos de tiempos pasados que conoce muy bien.
Como alguien que se forj¨® en las rudas lides de la pol¨ªtica (es un decir) estudiantil hidalguense, por ejemplo, sabe que Alito se encuentra hoy a sus anchas en los terrenos lodosos en que Layda Sansores, Renato Sales, Ignacio Mier, Mario Delgado y hasta Ad¨¢n Augusto L¨®pez han llevado las cosas.
La sumisi¨®n de Alito no se traducir¨¢ en un gesto de altura de miras, en un relevo de liderazgos en el PRI, en me quito yo para que no hundir conmigo a toda la nave. Osorio lee bien al campechano, criado para m¨¢s se?as bajo su axila, cuando concluye que Moreno ser¨¢ incapaz de considerar ceder la estafeta para que un nuevo l¨ªder, sin audios tan obscenos y con algo de credibilidad, tome el tim¨®n del partido de Plutarco El¨ªas Calles.
Pero no es solo el empoderamiento de la personalidad de Alito lo que desconcierta al hidalguense. Este fue forjado en una escuela de pesadas negociaciones, pero negociaciones al fin. Cuando quer¨ªa la candidatura que le har¨ªa gobernador de Hidalgo, por ejemplo, tuvo que tragar el sapo de que su principal competidor en esa contienda demandara exitosamente la presidencia del PRI a nivel estatal. El que gana, est¨¢ obligado a ceder, fue una de las m¨¢ximas que tuvo que aprender. Alito gana pero no cede. ?Se arrepentir¨¢ alg¨²n d¨ªa lo suficiente por haberlo hecho gobernador de Campeche?
Osorio est¨¢ en su esquina. Detr¨¢s de ¨¦l no hay m¨¢nager ni padrino ni manto protector. Hasta en su Estado se le ha hecho menos: en el relevo de gobernador de hace unas semanas su presencia no fue requerida. Otros exmandatarios tricolores s¨ª estuvieron en la toma de posesi¨®n del primer mandatario hidalguense no priista. Incluso su colaboradora Nuvia Mayorga, tambi¨¦n senadora, fue a la toma de protesta. Se reservaron, en cambio, el derecho de no admitir a quien a¨²n no se ha decantado a favor de Morena.
Las descortes¨ªas que han llegado con los nuevos tiempos no parecen contrariarlo. Sabe que un d¨ªa eres don secretario de Estado y al d¨ªa siguiente Miguel a secas. O cuando mucho un senador de 128, o ¨Cpeor¡ª un senador m¨¢s de una oposici¨®n minoritaria en la que cada uno de los integrantes ver¨¢ a t¨ªtulo personal c¨®mo mantiene a buen resguardo sus expedientes, o c¨®mo abona alguna de sus ambiciones.
L¨ªder de la bancada priista es un t¨ªtulo que hoy, con el partido fracturado como est¨¢, tampoco dice mucho. Osorio es primo entre pares de una docena desigual. Donde ha sorprendido Ruiz Massieu y ha recobrado brillo Beatriz Paredes, pero en la que todas y cada una de las personas que ocupan un esca?o tricolor representan una interrogante: ?aguantar¨¢n la presi¨®n? El l¨ªder Osorio los deja votar en libertad. Que cada cual pase a la b¨¢scula para ver si dan el peso en caso de ser necesario fajarse. Eso o bajarse.
Si de suyo el poder es veleidoso, si el pecado mortal que un pol¨ªtico ha de evitar a toda costa es el confundir cuando el poder te acompa?a de cuando este te ha dejado, hoy Osorio urde un plan para definir c¨®mo saldr¨¢n del atolladero del transitorio en que meti¨® Alito a los priistas; e incluso valora ¨Csi Moreno y Rub¨¦n Moreira se niegan a compartir las riendas del tricolor¨C, cu¨¢nto espacio quedar¨¢ para ¨¦l en su partido, o si ha de salir de este en caso de querer seguir buscando que el poder no le abandone para siempre.
Pero una cosa es segura. En la sesi¨®n del mi¨¦rcoles en el Senado, Dami¨¢n Zepeda del PAN y Claudia Ruiz Massieu del PRI manifestaron la negativa opositora a ampliar la discusi¨®n sobre el dictamen del quinto transitorio con un genuino, no les creemos, y no tenemos razones para creerles. Ahora, cuando se discute la reformulaci¨®n del dictamen, con input priista, para dar legitimidad a la ampliaci¨®n de mandato a las Fuerzas Armadas en labores de seguridad, Osorio y los suyos no pueden prestarse a una simulaci¨®n.
Osorio sabe lo dif¨ªcil que ser¨¢ para los senadores priistas resistir los 10 d¨ªas que gan¨® el oficialismo para reintentar el fast track presidencial del ¡°no le mueven ni una coma¡±. Pero si eso es dif¨ªcil, en nada se comparar¨¢ con doblarse por la v¨ªa de la simulaci¨®n si se presenta una iniciativa que, as¨ª sea de autor¨ªa plural y con ayuda del PRI, suponga una rendici¨®n, una forma de solo salvar la cara.
Y es que el ¡°no les creemos¡± resumi¨® de manera precisa la inquietud de una opini¨®n p¨²blica y de una clase pol¨ªtica que en cuatro a?os no ha visto por parte del Ej¨¦rcito y de la presidencia de la Rep¨²blica el m¨¢s m¨ªnimo intento de honrar la ley que dio origen a la Guardia Nacional.
Entonces, lo menos que puede hacer hoy la oposici¨®n es forzar a un debate, y a unas negociaciones, que m¨ªnimamente renueven la esperanza de que las Fuerzas Armadas y el titular del Ejecutivo entienden que han de comprometerse a rendir cuentas, a construir una estrategia de seguridad que no excluya a nadie.
De regresar la pol¨ªtica al Congreso se disipar¨ªa el fantasma de que lo que tambi¨¦n pretend¨ªa Morena, adem¨¢s de reventar de una vez por todas la alianza opositora, era encontrar la llave para avasallar en la siguiente reforma constitucional que anunci¨® L¨®pez Obrador: la electoral.
En cuesti¨®n de horas sonar¨¢ de nuevo la campana. El fajador Osorio, famoso por rudo, cuyo estilo privilegia los resultados sobre la elegancia, luce pensativo en su esquina. Al final del sexenio cumplir¨¢ justo los 60 a?os. Una edad en la que los pol¨ªticos no se retiran voluntariamente, una edad en que el poder se les escapa si incurrieron en fallas graves y p¨¦simas decisiones, y de entre estas las peores son haber apoyado a las personas equivocadas o no haber tenido el arrojo en los momentos cruciales. Osorio se equivoc¨® con Alito, ?acertar¨¢ en que lleg¨® el timing de grandes decisiones?
Este pol¨ªtico hidalguense que se forj¨® un camino propio en una tierra de hist¨®ricos cacicazgos priistas atisba hoy su oto?o estirando los m¨²sculos del cuello, como midiendo si le alcanzan los reflejos para resistir con inteligencia y entereza los pr¨®ximos asaltos. Solo ¨¦l tiene la respuesta, y en ella se juega parte del destino de lo que quede del Partido Revolucionario Institucional.
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