El interlocutor favorito de L¨®pez Obrador es la derecha. Yakj?¡¯kx
Al presidente de M¨¦xico le importa tanto la derecha que es ella la que le sirve de est¨ªmulo para crear narrativas y ejecutar acciones
En pol¨ªtica, elegir con qui¨¦n se establece interlocuci¨®n no es un asunto trivial. Desde el poder, es posible elegir a quien se sube al ring de la discusi¨®n p¨²blica. Hay que estar consciente que subir a un contrincante a escena lo pondr¨¢ bajo las luces de la opini¨®n p¨²blica y puedo fortalecerlo aunque solo sea por darle visibilidad. Elegir entonces qu¨¦ contrincantes y qu¨¦ discursos se antagonizan en el debate p¨²blico puede llegar a ser una decisi¨®n delicada. Esto se relaciona con una de las viejas discusiones en torno de la libertad de expresi¨®n y los l¨ªmites de lo que es debatible. Estamos de acuerdo en que nadie deber¨ªa impedirte que en la sala de tu casa debatas en contra de una persona que tiene idea neonazis, pero resulta muy problem¨¢tico hacer este debate en televisi¨®n p¨²blica, por m¨¢s que la intenci¨®n sea desarticular ideas racistas, se corre el peligro constante de que el espacio difunda precisamente las ideas que pretend¨ªa combatir y que otras personas con ideas semejantes se den cuenta con qui¨¦nes podr¨ªan aliarse. En otras palabras, con el pretexto del debate se puede dar plataforma a ideas que pueden atentar contra la vida o los derechos de otras personas. Sin embargo, si estas ideas no se desarticulan y no se contraargumentan, ?c¨®mo se les puede combatir?. No es un asunto sencillo de determinar el modo y el lugar en el que se debaten las ideas, sobre todo las que ponen en riesgo el derecho de otras personas. Entiendo perfectamente la postura que enarbola que ¡°los derechos no se debaten¡±, sin embargo, hay ciertos derechos que no toman en cuenta ciertas particularidades de los pueblos ind¨ªgenas que, por ejemplo, a m¨ª s¨ª me gustar¨ªa debatir p¨²blicamente, pero tengo que estar consciente del espacio y del momento en el que planteo el debate.
As¨ª que determinar el cu¨¢ndo y el d¨®nde se debaten las ideas puede ser tan importante como su contenido. En medio de la violencia que sufren las personas transg¨¦nero en la actualidad ponerse a discutir su identidad en lugar de hablar de las causas de esa violencia es una elecci¨®n pol¨ªtica y hay que asumir sin escudarse en la libertad de expresi¨®n; del mismo modo, si en medio de un ataque en contra de una comunidad ind¨ªgena que defiende su territorio, elegimos debatir si sus ¡°usos y costumbres¡± son anticonstitucionales en lugar de la violencia a la que est¨¢ siendo sometida, se lanza un claro mensaje: es m¨¢s importante rizar el rizo que discutir el modo en el que esa violencia debiera parar, es decir, se est¨¢ eligiendo trivializar la violencia y, por lo tanto, se colabora con ella. Dicho en otras palabras, hay debates p¨²blicos que se establecen para acallar los debates urgentes. Durante el levantamiento zapatista y la llegada del Ej¨¦rcito a Chiapas para reprimir la movilizaci¨®n, hubo columnistas y voces con prestigio medi¨¢tico que, en lugar de debatir sobre las condiciones estructurales en las que se encontraban los pueblos ind¨ªgenas de Chiapas que explicaran las causas de la rebeli¨®n, se dedicaron a discutir si las formas de vida de los pueblos ind¨ªgenas frenaban el desarrollo de M¨¦xico o si el comunismo se hab¨ªa enquistado en las comunidades tsotsiles. Dime qu¨¦ decides debatir en qu¨¦ momento y te dir¨¦ qui¨¦n eres.
Ante las recientes muestras de fuerza de la derecha latinoamericana, me parece urgente no dar plataforma a los discursos que sostienen a estas fuerzas. A quienes hacemos cr¨ªticas al Gobierno actual en M¨¦xico se nos acusa cotidianamente de hacerle el juego a la derecha, pero se invisibiliza otro fen¨®meno que realmente da juego a la derecha y la nutre discursivamente. Las conferencias de prensa del presidente L¨®pez Obrador, conocidas popularmente como ¡°las ma?aneras¡±, han subido al ring del debate p¨²blico a una oposici¨®n que, de no ser por la atenci¨®n que les da el presidente de la rep¨²blica, tendr¨ªa una fuerza medi¨¢tica mucho menor. De hecho, la propia identidad discursiva de la derecha proviene de la boca de L¨®pez Obrador, ni siquiera los nombres con los que se hace referencia cotidianamente a los ¡°fif¨ªs¡±, a los ¡°neoliberales¡±, los ¡°conservadores¡± fueron determinados por la misma oposici¨®n. Cada que el presidente sube al ring medi¨¢tico a la derecha termina por nutrirla, por definirla, por darle un contenido discursivo y una consistencia conceptual que de otro modo no tendr¨ªa. El resto de sus voceros y simpatizantes replica este antagonismo binario y fortalece a la derecha por contraste. La gran marcha multitudinaria de noviembre del a?o pasado, con la que L¨®pez Obrador dio una contundente muestra del apoyo popular con el que cuenta, se configur¨® contra el tel¨®n de fondo de la marcha contra la reforma electoral, en gran parte organizada por la derecha. A L¨®pez Obrador le importa tanto la derecha que es ella la que le sirve de est¨ªmulo para crear narrativas y ejecutar acciones.
Al fortalecer discursivamente a la derecha y concretar conceptualmente sus l¨ªmites que de otro modo ser¨ªan difusos, el presidente de M¨¦xico condena al ostracismo a personajes y temas urgentes que desde la propia izquierda se est¨¢n planteando. No es a organismos como el CNI al que L¨®pez Obrador les est¨¢ dando plataforma o a quienes est¨¢ eligiendo como sujetos privilegiados de su interlocuci¨®n, sino a una derecha ya con poderes f¨¢cticos. Sin su fijaci¨®n por la versi¨®n de derecha que ¨¦l mismo ha creado y alimentado, el debate p¨²blico podr¨ªa ser m¨¢s rico, diverso y menos binario, los reclamos de grupos ambientalistas, defensores del territorio o pueblos ind¨ªgenas no terminar¨ªan confinados en el caj¨®n de la derecha a ridiculizar, sino que podr¨ªan ser debatidos ampliamente, desde el enfoque de muchas izquierdas, sobre las mejores maneras de enfrentar la crisis clim¨¢tica o sobre la reforma constitucional en materia de pueblos ind¨ªgenas, por mencionar solo dos temas urgentes pero desde?ados. Pero no, L¨®pez Obrador valida a la derecha como su interlocutor privilegiado y parece no tener ganas de visibilizar nada fuera de la oposici¨®n binaria que borra luchas urgentes, para ¨¦l la ¨²nica oposici¨®n que existe es la de derecha. Lo m¨¢s peligroso es que, en un futuro, quienes cosechen la atenci¨®n discursiva que el presidente de la rep¨²blica les da, sean las propias fuerzas de la derecha que est¨¢n siendo discursivamente fortalecidas, cohesionadas y definidas. Esperemos, claro, que no suceda, aunque la actualidad de los pa¨ªses del continente nos alerten de esa terrible posibilidad.
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