Los migrantes como moneda de cambio
El endurecimiento de las condiciones legales para la admisi¨®n y permanencia de inmigrantes provoc¨® un apelotonamiento en la frontera entre M¨¦xico y EE UU
En la infame tragedia de Ciudad Ju¨¢rez con saldo hasta el momento de 38 extranjeros fallecidos en un centro de detenci¨®n, que no albergue, hay tres niveles de responsabilidad que se superponen y explican el siniestro. El m¨¢s b¨¢sico es el personal a cargo del centro en cuesti¨®n. Hombres y mujeres de a pie que, sin cometer personalmente un asesinato, provocaron por inacci¨®n y errores de juicio la terrible tragedia. La llamada banalidad del mal. La empleada de seguridad que, al parecer, ten¨ªa la llave del candado y se sali¨® de la oficina; los empleados que caminan de un lado a otro, sin que ninguno haga el intento de forzar la apertura de la puerta y en un momento dado se retiran para ponerse a salvo del humo, sabiendo que condenaban a su suerte a cerca de 70 seres humanos. No se requer¨ªa una muestra de hero¨ªsmo, solo un poco de compasi¨®n y sentido de responsabilidad respecto a personas detenidas que, sin ser criminales, estaban a su cargo. Estos empleados son los que terminar¨¢n pagando sus propias culpas, pero sobre todo la de los dos niveles superiores.
Y es que no fueron estos empleados los que, cumpliendo ¨®rdenes, decidieron convertir supuestos albergues en centros de detenci¨®n carcelarios. Basta ver im¨¢genes del b¨²nker de la ¡°Estancia Provisional del Instituto Nacional de Migraci¨®n¡± (INM) para darse cuenta de que eso no es un albergue para inmigrantes y refugiados, sino una celda improvisada, sin mobiliario siquiera para cumplir tales tareas y en condiciones de hacinamiento inadmisibles. Tampoco fueron esos empleados los que fijaron recursos obviamente insuficientes para atender las necesidades de agua y alimentos de los retenidos; raz¨®n que llev¨® a estos a incendiar las colchonetas para exigir ser tratados como seres humanos y no como animales. Los jefes de esos empleados ahora detenidos son quienes impusieron las pr¨¢cticas injustas e inhumanas que ya victimizaban a los inmigrantes y en segunda instancia desencadenaron la tragedia.
El presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador ha dicho que no habr¨¢ impunidad y se castigar¨¢ a los responsables, pero lo cierto es que solo se han emprendido acciones contra el personal de piso del inmueble. El director del INM, Francisco Gardu?o, es un connotado pol¨ªtico de 74 a?os, penalista, muy cercano al presidente desde hace d¨¦cadas. En ocasiones similares (la corrupci¨®n en Segalmex la m¨¢s reciente, y antes Julio Scherer o Gertz Manero, entre otros) el mandatario ha dejado al margen de las investigaciones o de las consecuencias a actores pol¨ªticos destacados bajo el criterio de que ¡°son personas a las que conoce bien y les tiene confianza¡±.
Y el tercer nivel de responsabilidad remite a las pol¨ªticas de Estado a las cuales las propias autoridades del INM est¨¢n sujetas y condicionan un contexto sumamente lesivo para los inmigrantes.
Al arranque de su gobierno, el presidente L¨®pez Obrador plante¨® a la comunidad nacional e internacional una tesis humanista s¨®lida y moralmente admirable: atendamos las causas de la migraci¨®n, dijo. No son delincuentes, sino seres humanos en busca de mejor vida para ellos y los suyos, y deben ser tratados con dignidad. Propuso a Estados Unidos un vasto programa de apoyo al desarrollo de las regiones expulsoras, como estrategia fundamental respecto a los flujos migratorios. Por desgracia luego vinieron Donald Trump y las implicaciones de la real politik.
El endurecimiento de las condiciones legales para la admisi¨®n y permanencia de inmigrantes en suelo de la Uni¨®n Americana, iniciado por la administraci¨®n republicana y muy poco aliviado por la de Joe Biden, provoc¨® un apelotonamiento en la frontera. El tema se convirti¨® en la principal moneda de cambio en las tensiones entre M¨¦xico y Estados Unidos.
Primero Trump y luego Biden, por necesidades pol¨ªtico-electorales, han requerido que nuestro pa¨ªs se convierta en filtro y retenci¨®n de las oleadas de migrantes latinoamericanos que buscan el llamado sue?o americano. Bajo distintas modalidades y en diferentes momentos, el gobierno de la 4T ha aceptado asumir parte de esa tarea. Desde admitir cuotas de inmigrantes de otros pa¨ªses deportados por Estados Unidos (30.000 al mes), ser pa¨ªs de espera para miles de aspirantes a conseguir visas y permisos de distinta naturaleza, asignar un considerable n¨²mero de tropas a ambas fronteras, desalentar por distintas v¨ªas inhibitorias el paso de caravanas por territorio mexicano, entre otras. Solo el llamado T¨ªtulo 42, que con el pretexto del Covid impuso Trump, provoc¨® la devoluci¨®n de 1.8 millones de casos a lo largo de dos a?os (muchas de esas personas reincidentes).
El resultado es que miles de venezolanos, haitianos, cubanos y otros caribe?os, centroamericanos, adem¨¢s de nuestros propios paisanos procedentes del sureste, se agolpan en la frontera. Poblaci¨®n de paso que no logra pasar; sin hogar, sin empleo y en su mayor¨ªa sin recursos, que inevitablemente termina deteriorando las condiciones de vida de los habitantes de las ciudades fronterizas. Una situaci¨®n en la que el migrante es la primera y la peor v¨ªctima. Una tragedia humana por donde se le mire.
Desde afuera resulta imposible saber cu¨¢les eran los m¨¢rgenes reales del gobierno mexicano para evitar tan inc¨®moda tarea. Y, por lo dem¨¢s, a ojos de Estados Unidos, M¨¦xico es corresponsable del problema, en la medida en que constituye el pa¨ªs de paso y, por fortuna, nunca ha estado dispuesto a cerrar su propia frontera sur (entre otras cosas por imposibilidad f¨ªsica).
Pero lo cierto es que la 4T utiliz¨® la necesidad pol¨ªtica de Washington en materia migratoria para negociar favorablemente temas comerciales, de inversi¨®n, de seguridad p¨²blica. El gobierno de L¨®pez Obrador ha sido tratado con alfileres por parte de las dos administraciones que han pasado por la Casa Blanca. En gran medida, tales miramientos remiten a la disposici¨®n para aliviarles parte de la presi¨®n migratoria.
Por desgracia, esto no ha venido aparejado de una pol¨ªtica realista a la altura del desaf¨ªo que representa esta acumulaci¨®n de desesperanza y necesidades en la frontera. Los recursos humanos y financieros han sido insuficientes; las pol¨ªticas y procedimientos est¨¢n desbordados. Lo que en teor¨ªa era pasajero se ha hecho insoportablemente permanente.
El siniestro de Ciudad Ju¨¢rez revela una situaci¨®n que no habr¨¢ de resolverse con promesas de cero impunidad. Responsables como son, los funcionarios de bajo rango ahora detenidos son tambi¨¦n v¨ªctimas de un estado de cosas que debe ser revisado en sus tres niveles. Lo peor ser¨ªa cargar a estos empleados de culpas, propias y ajenas, y dejar intocada la verdadera raz¨®n de esta tragedia.
Cuenta de Twitter: @jorgezepedap
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