Ad¨¢n y el futuro de Morena
Aunque a menudo se habla de la abierta rebeld¨ªa de Marcelo Ebrard, poco se ha explorado sobre la renuencia de otros dos perdedores que reman a contracorriente del ¨¢nimo festivo
Esta semana se cumple un mes del triunfo de Claudia Sheinbaum en la interna lopezobradorista. Y aunque a menudo se habla de la abierta rebeld¨ªa del excanciller Marcelo Ebrard, poco se ha explorado sobre la renuencia de otros dos perdedores. Ad¨¢n Augusto L¨®pez y Ricardo Monreal reman a contracorriente del ¨¢nimo festivo con el que los tres partidos del oficialismo abrazan el resultado de la encuesta que el 6 de septiembre dio como ganadora, y, por tanto, virtual candidata a la Presidencia, a Sheinbaum.
Es de notar que Gerardo Fern¨¢ndez Noro?a, del Partido del Trabajo, y Manuel Velasco, del mal llamado Verde, son los perdedores de esa interna que sin regateos han aupado a quien les representar¨¢ en las presidenciales del 2024. En cambio, los derrotados morenistas regatean apoyo.
Dicho de otra forma, entre quienes se sent¨ªan herederos naturales de L¨®pez Obrador el triunfo de una de las corcholatas es, por lo pronto, motivo de discordia: Ebrard en tribunales, Monreal en rincones y Ad¨¢n Augusto pr¨¢cticamente desaparecido de los claudistas actos de unidad.
Antes de la interna, los ultras de Morena administraban sus recelos de manera diferenciada entre el exjefe de gobierno capitalino y el exgobernador tabasque?o. Al primero le recelaban ideol¨®gicamente, pero lo cre¨ªan bajo control, mas ve¨ªan al segundo como el verdadero peligro, un mal mayor.
El temor se podr¨ªa explicar a partir del enorme poder que en muy poco tiempo Ad¨¢n Augusto acumul¨® en la secretar¨ªa de Gobernaci¨®n, en donde muy pronto entendi¨® que lo importante no era el membrete, sino estar a la altura del encargo recibido por el titular del Ejecutivo.
A pesar de la dif¨ªcil circunstancia de su arribo, luego de una muy costosa derrota electoral morenista, y tras una crisis en el gabinete por choques entre Olga S¨¢nchez Cordero y Julio Scherer Ibarra, L¨®pez Hern¨¢ndez le cumpli¨® a su amigo al hacerse muy pronto de los hilos del poder.
Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador tuvo de pronto a un operador efectivo, a un brazo derecho que tanto con respecto al Congreso, a los gobernadores y al Poder Judicial fue tejiendo acuerdos ¡ªo apretando tuercas, seg¨²n fuera el caso¡ª para hacer avanzar la agenda presidencial.
Ad¨¢n Augusto fue discreto cuando el momento lo ameritaba, pero tambi¨¦n tuvo frases tan c¨¢usticas e hirientes como las de L¨®pez Obrador en contra de los poderes que osaron creerse contrapesos o aut¨®nomos, ll¨¢mense INE, Suprema Corte, gobernador de alg¨²n estado o miembros de la oposici¨®n.
El titular de Gobernaci¨®n se constituy¨® as¨ª en una voz que no solo hac¨ªa eco al presidente, sino que en ocasiones llegaba a sustituirle, a hablar por ¨¦l: si lo dec¨ªa Ad¨¢n era palabra de Palacio. No por nada se le ve¨ªa pastoreando a l¨ªderes del partido o, igual de simb¨®lico, de las fuerzas armadas.
A L¨®pez Obrador le gusta decir que este, su ¨²ltimo a?o, en realidad vale por dos porque trabaja doble jornada laboral. De L¨®pez Hern¨¢ndez podr¨ªa decirse tambi¨¦n que los menos de dos a?os que estuvo en Bucareli parecieron m¨¢s tiempo: llen¨® un vac¨ªo y fue desplegando su influencia en muchos ¨¢mbitos.
Por esa visibilidad, y porque se le atribu¨ªa haber tejido una red de operadores en organismos p¨²blicos, Estados y en el partido mismo, se consider¨® que podr¨ªa ser, en el juego del tapado cl¨¢sico, el caballo negro de la sucesi¨®n de L¨®pez Obrador. Y por lo visto, si alguien se crey¨® eso, fue el propio Ad¨¢n.
L¨®pez Hern¨¢ndez ha disimulado muy mal el desencanto por la derrota, lo mucho que cre¨ªa que podr¨ªa ser el sucesor de su paisano, y cu¨¢nto le cuesta incorporarse al esquema de poder que ahora arma Sheinbaum. Pas¨® de las malas caras p¨²blicas a simplemente no dar la cara en actos de Claudia.
Es temprano para decretar que, a la usanza del PRI, los perdedores de esta sucesi¨®n tambi¨¦n se eclipsar¨¢n, sin remedio, condenados al ostracismo o la irrelevancia. Morena no es el tricolor, de hecho no se sabe aun si lograr¨¢ institucionalizarse, sobrevivir a su ¨¦xito antes que, Taibo dixit, pudrirse.
Y, precisamente, puede que Ad¨¢n Augusto tenga bastante qu¨¦ decir en el tema de c¨®mo ha de madurar Morena, c¨®mo ha de forjar los acuerdos, las negociaciones --los premios y los castigos, incluso-- para caminar en el siguiente sexenio, el primero sin la presencia, al menos formal, de AMLO.
El perdedor m¨¢s notorio de la interna morenista, desplazado al cuarto lugar por Fern¨¢ndez Noro?a, podr¨ªa regresar por sus fueros. Hacer valer las alianzas que forj¨® para ser factor, por ejemplo, en varias de las nueve candidaturas del oficialismo a gobiernos estatales en disputa.
L¨®pez Hern¨¢ndez no se ir¨¢ como su amigo a un rancho. Es muy joven para retirarse luego de haber probado tanto poder, es muy duro el rev¨¦s como para dejar que sea la ¨²ltima parte de su biograf¨ªa p¨²blica. Y, sobre todo, si esto es una transformaci¨®n, falta mucho para consolidarla.
Porque como dice Stefan Zweig, ¡°una revoluci¨®n (¡) no pertenece nunca al primero, al que la empieza, sino siempre al ¨²ltimo, al que la termina y se la queda como bot¨ªn¡±.
L¨®pez Obrador pasar¨¢ a retiro, o eso dice. Con ello iniciar¨¢ una pugna donde la candidata a la presidencia, y eventual mandataria, tendr¨¢ mucho qu¨¦ definir, pero tambi¨¦n querr¨¢n intervenir otros. A saber qu¨¦ har¨¢ en esa coyuntura Ad¨¢n Augusto L¨®pez, que de alguna forma ya fue l¨ªder de esta revoluci¨®n.
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