Barbieland no es nuestra utop¨ªa. Ana¡¯mp
Me sorprende que muchas mesas de an¨¢lisis que hablan de que el siguiente a?o M¨¦xico elegir¨¢ a su primera jefa de Estado se centren en aclararnos que las mujeres en el poder no son garant¨ªa de feminismo
Se pensar¨ªa que, al menos desde la amarga experiencia que represent¨® Margaret Tatcher, no tendr¨ªa ya mucho sentido aclarar que el hecho de que una mujer sea jefa de Estado no es garant¨ªa de que implemente pol¨ªticas anti-patriarcales. Incluso aunque desee hacerlo y se enuncie feminista, es muy probable que las anquilosadas estructuras del aparato estatal no le permitan m¨¢s que hacer unos ligeros cambios que oxigenen un poco el descontento y la opresi¨®n; con la v¨¢lvula de escape un poco abierta por medio de algunas acciones que se le permita implementar a una presidenta de la Rep¨²blica, el sistema evita una explosi¨®n que lo destruya y asegura as¨ª su funcionamiento a largo plazo.
Considerando esto, me sorprende que muchas de las mesas de an¨¢lisis que hablan sobre el hecho de que el siguiente a?o M¨¦xico elegir¨¢ a su primera jefa de Estado se centren en aclararnos, un poco cur¨¢ndose en salud, que las mujeres en el poder no son garant¨ªa de pol¨ªticas p¨²blicas feministas. Preocupa que a¨²n se tenga que aclarar algo que la realidad ha revelado una y otra vez como una obviedad desde hace tiempo. Creo que es necesario hacer m¨¢s complejo el an¨¢lisis y partir del hecho de que no es posible desmantelar el estado patriarcal usando las herramientas de ese mismo estado, como ya Audre Lorde nos lo ha advertido en su famosa cita. En todo caso, lo que sorprende es que, por fin, la estructura estatal, de naturaleza patriarcal en esencia, haya permitido la llegada al poder de una mujer despu¨¦s de un esfuerzo desproporcionado respecto de la lucha anti-patriarcal que se puede hacer desde esa posici¨®n. Aceptando que la candidata con m¨¢s probabilidades de ganar es feminista, ?cu¨¢les ser¨¢n los l¨ªmites que el modelo estado-naci¨®n le imponga? ?Cu¨¢les ser¨¢n los costos?
Uno de los efectos que m¨¢s me preocupan de la llegada de una mujer a la presidencia es que pinta al estado-naci¨®n de morado aunque por dentro su funcionamiento siga siendo patriarcal y limita la imaginaci¨®n pol¨ªtica para construir alternativas a un mundo cada vez m¨¢s en crisis ante la emergencia clim¨¢tica. Se va a reforzar la idea de que el horizonte de la lucha de las mujeres debe ser la toma del poder dentro de las distintas posiciones dentro del estado, en un contexto en que necesitamos trabajar en estructuras alternativas para afrontar la emergencia planetaria ya en desarrollo.
Incluso en las fantas¨ªas extremas del feminismo liberal como la que vimos en la pel¨ªcula Barbie, el modelo estado-naci¨®n no desaparece, hay Barbie presidenta y Barbie jueza del tribunal porque incluso en Barbieland el estado-naci¨®n sigue siendo la estructura sociopol¨ªtica predominante, la que dise?¨® el patriarcado para la protecci¨®n del capitalismo y la burgues¨ªa.
Uno de los efectos de ciertos feminismos hegem¨®nicos ha sido disociar la lucha anti-patriarcal de la lucha anti-racista y de la lucha anti-capitalista. El colonialismo que cre¨® el racismo es un proyecto del patriarcado por excelencia y al mismo tiempo el desarrollo del capitalismo no se explica sin la esclavitud colonialista. El capitalismo y el colonialismo son los otros rostros del patriarcado que hall¨® en el estado-naci¨®n la estructura administrativa para dar protecci¨®n a la propiedad privada y para borrar la existencia de los pueblos ind¨ªgenas. Un poco en broma y un poco en serio podemos plantear un test del activismo: si haces lucha anti-patriarcal pero no anti-capitalista ni anti-colonial eres Hillary Clinton y deseas vivir en Barbieland; si haces lucha anti-capitalista pero no anti-patriarcal ni anti-racista eres el Che Guevara o alg¨²n macho de izquierda como los que sostienen que la madre de todas las luchas, y la m¨¢s importante, es la lucha de clases; si haces lucha anti-racista y lucha anti-capitalista pero no haces lucha anti-patriarcal eres Boaventura de Sousa Santos, el acad¨¦mico portugu¨¦s ahora acusado de distintas violencias por mujeres ind¨ªgenas y ex-alumnas.
Creer que basta con tomar la jefatura del estado para al menos comenzar a desmantelar el patriarcado refuerza las herramientas de este mismo y el estado-naci¨®n es una de las herramientas m¨¢s importantes del sistema patriarcal. Tal vez lo que nos queda es estar atentas a ver y denunciar las violencias que este sistema ejerce sobre una mujer que ha decidido encarnar y fortalecer el Estado cuando ella intente desobedecer o reformarlo fuera de lo que el sistema le permita. Mientras, hay que seguir pensando, construyendo e imaginando las otras urgentes alternativas para enfrentar el apocalipsis ecol¨®gico que, dicho sea de paso, al igual que los grandes sistemas de opresi¨®n, no respeta fronteras estatales de ning¨²n tipo. Como han dicho las mujeres que est¨¢n en resistencia a todos los sistemas de opresi¨®n: piensa global y act¨²a local. Barbieland no es nuestra utop¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.