Lorenza Cano y Angelita Meraz: desaparecer o morir asesinada cuando se busca
La violencia se ensa?a con las mujeres buscadoras en M¨¦xico: el secuestro de una de ellas y el asesinato de otra vuelve a cuestionar el actuar de las autoridades de todos los niveles para proteger a los colectivos de b¨²squeda de desaparecidos
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Est¨¢n solas, no queda ninguna duda. Las mujeres buscadoras en M¨¦xico est¨¢n completa y absolutamente solas. Alma Lilia Tapia, la vocera de uno de los colectivos...
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Est¨¢n solas, no queda ninguna duda. Las mujeres buscadoras en M¨¦xico est¨¢n completa y absolutamente solas. Alma Lilia Tapia, la vocera de uno de los colectivos de buscadoras que trabajan en el Estado de Guanajuato ¡ªal que pertenece Lorenza Caro Flores, la mujer secuestrada por un comando armado¡ª contaba en un recorrido de b¨²squeda en su natal Salamanca, que las mujeres como ella, que buscan desesperadamente huesos o indicios que les lleven a sus desaparecidos est¨¢n ¡°desquiciadas¡±. Us¨® esa palabra seguida de una mirada trist¨ªsima y de resignaci¨®n. Ah¨ª, en un descampado en medio de la ciudad de Salamanca, y en presencia de un par de periodistas, ella dijo: ¡°Hay una solo pregunta que nadie nos ha hecho nunca hasta ahora. Nadie nos ha preguntado lo que pensamos o sentimos cuando llega la noche y nos quedamos solas¡±.
Curiosamente, esa soledad elegida, la de la intimidad de la oscuridad de un cuarto en sus casas, es el ¨²nico momento, seg¨²n describe Alma Lilia, en la que ellas pueden llorar y estar a solas con sus desaparecidos. Revisan una por una las fotograf¨ªas del ser amado guardadas en el celular, releen conversaciones, vuelven a reproducir audios que se quedaron ah¨ª, agazapados para siempre como el ¨²nico recuerdo vivo de sus ausencias. Nadie se lo ha preguntado, porque a nadie le importa verdaderamente. La realidad es todav¨ªa m¨¢s dura, la de estas mujeres, que una desaparici¨®n marc¨® para siempre, sin importar su origen, su edad o su realidad cotidiana. Todas o casi todas ellas han perdido, adem¨¢s, sus trabajos, sus amistades; sus v¨ªnculos familiares han quedado rotos o deteriorados. Les piden que ¡°den vuelta a la p¨¢gina¡±, que llorar no les va a resolver nada. Y ante la avalancha de una indiferencia sist¨¦mica, ellas guardan silencio y contin¨²an buscando, escarbando la tierra.
Lorenza Cano Flores tiene 55 a?os, escribo en presente porque ha pasado ya un mes desde que un comando armado entr¨® a su casa en Salamanca, Guanajuato, y asesin¨® a su hijo y esposo, antes de llev¨¢rsela. A¨²n no se sabe nada de ella y todos, incluidas sus compa?eras buscadoras del colectivo, quieren y esperan a que aparezca con vida. Cano Flores viv¨ªa en una colonia perif¨¦rica de Salamanca, cuyo paisaje es un laberinto de calles asfaltadas y sin asfaltar que tienen de horizonte una de las seis refiner¨ªas que existen en M¨¦xico. Buscaba desde 2018 a su hermano. No asist¨ªa a todas los recorridos porque ten¨ªa un problema en una de sus piernas que le imped¨ªa caminar largas distancias. Su hija, Laura, cumpl¨ªa con esas tareas, mientras Lorenza apoyaba enviando a los equipos de trabajo comida y refrigerios.
El pasado 22 de enero las autoridades de Guanajuato anunciaron la captura de dos presuntos responsables por el secuestro de Lorenza ¡ªy el asesinato de su esposo y su hijo¡ª. Una semana despu¨¦s los liberaron, no hab¨ªa pruebas en su contra. No pasaron muchos d¨ªas, para que el asesinato de Angelita Meraz Le¨®n, una mujer de 27 a?os que buscaba tambi¨¦n a su hermano desde 2018, cimbrara nuevamente a un pa¨ªs ya acostumbrado a este tipo de noticias, y con un registro oficial de m¨¢s de 111.000 personas desaparecidas. A Angelita, como le dec¨ªan sus conocidos y cercanos, la asesinaron cuando estaba trabajando en su sal¨®n de belleza, en la ciudad de Tecate, Baja California.
La intenci¨®n inicial de las autoridades, seg¨²n activistas y personas cercanas a Angelita, era la de comenzar la investigaci¨®n del asesinato como un presunto feminicidio. Ante esa situaci¨®n, la expareja de Meraz Le¨®n, se present¨® voluntariamente a las autoridades para declarar y dar su versi¨®n. El presidente L¨®pez Obrador, al ser cuestionado por el caso de esta mujer buscadora, respondi¨® que el presunto responsable hab¨ªa sido ya identificado y asegur¨® que ¡°todo indicaba que no hay relaci¨®n con lo que ella hac¨ªa¡±. El mandatario hablaba de la expareja de Meraz Le¨®n, quien, seg¨²n la vocera del colectivo al que pertenec¨ªa Angelita, se hab¨ªa presentado por voluntad ante las autoridades.
La vulnerabilidad a la que est¨¢n sometidas todas las personas que son parte de un colectivo de b¨²squeda tambi¨¦n tiene que ver con una dejadez que roza la indiferencia y la impunidad por parte de las autoridades de todos los niveles de Gobierno. Aunque los mecanismos y el protocolo de b¨²squeda est¨¢n delineados y perfectamente especificados para que cada autoridad haga lo que le toca, la realidad es que las rencillas pol¨ªticas entre partidos, el poder inconmensurable que tienen ya algunos grupos delincuenciales en muchos territorios del pa¨ªs, la pobreza y carencias estructurales, la desigualdad que lastima en cada rinc¨®n del pa¨ªs y una poblaci¨®n totalmente sedada ante la violencia, son solo algunos de los ingredientes que alimentan un fuego que termina por consumir a quienes intentan hacer algo por cambiar la situaci¨®n.
Las mujeres buscadoras en M¨¦xico est¨¢n solas, como cuando solas, en sus habitaciones, y con las luces apagadas, pueden llorar todo lo que ellas desean; cuando la luz del m¨®vil enciende sus cansados rostros y les devuelve la imagen o la voz de un hijo, una hija, un hermano, un esposo...
Es un escenario terrible y una realidad que cuesta mucho asimilar: hasta que estas tragedias no se acercan peligrosa y horrorosamente al resto de la ciudadan¨ªa, pareciera que no existen. Una muestra la dejaron en los noventa, los feminicidios, cuando el pa¨ªs entero se sorprend¨ªa por las ¡ªmal¡ª llamadas ¡°muertas de Ju¨¢rez¡±, all¨¢ en el norte, como si se tratara de un territorio ajeno a nosotros, ac¨¢ en el centro o en el sur, como si el ¡°nosotros¡± no englobara la tragedia de esas mujeres con nombres y realidades espec¨ªficas que las hac¨ªa ¡ªentonces¡ª todav¨ªa m¨¢s vulnerables que las mujeres de las otras latitudes de este pa¨ªs en llamas. Como si la tragedia nacional de la violencia no se nos replicara tarde o temprano tambi¨¦n, como si perteneci¨¦ramos a otro universo.
No he conocido todav¨ªa a una sola de las mujeres que buscan desaparecidos en M¨¦xico que no sienta culpa. Culpa porque no llegaron temprano del trabajo a casa para ver al hijo que nunca volvi¨®; o por no haberle comprado un celular nuevo porque el suyo se hab¨ªa perdido hace d¨ªas y por eso no pudo comunicarse cuando desapareci¨®. Se culpan por los m¨¢s m¨ªnimos e insignificantes detalles, como si ellas fueran las culpables inmediatas y como si esa culpa no fuera la de todo un pa¨ªs.
Una mujer a quien conocer y seguir: Hermila Galindo
Por Julieta Sanguino
Hermila Galindo fue una luchadora incansable por los derechos de la mujer en la ¨¦poca posrevolucionaria en M¨¦xico. Despu¨¦s de que la Constituci¨®n de 1917 no validara el voto femenino, Hermila se present¨® como candidata a diputada. Fue la primera mujer en contender por un cargo p¨²blico en M¨¦xico. Los peri¨®dicos denigraban su participaci¨®n y se burlaban de ella por intentar algo que se pensaba imposible. Una mujer no pod¨ªa ser elegida a un cargo popular. Hermila se present¨® por el distrito cinco de Ciudad de M¨¦xico y aunque perdi¨®, dej¨® huella en la historia del pa¨ªs.
Durante el Gobierno de Venustiano Carranza, Hermila fue la secretaria particular del presidente y cuando este muri¨® asesinado en 1920, Galindo decidi¨® alejarse de la vida p¨²blica. En 1940 le otorgaron la condecoraci¨®n al m¨¦rito revolucionario. Despu¨¦s de d¨¦cadas de lucha, las mujeres pudieron votar en M¨¦xico hasta 1953. El trabajo de Hermila Galindo fue imprescindible para conseguir el derecho de votar y ser votadas en el pa¨ªs. Durante aquel a?o, el presidente Adolfo Ruiz Cortines otorg¨® a Galindo el nombramiento honorario de ¡°la primera mujer congresista¡±. Un a?o despu¨¦s, la pol¨ªtica falleci¨® en Ciudad de M¨¦xico a los 68 a?os de edad.
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