La menstruaci¨®n sale del armario
Proscrita de la conversaci¨®n p¨²blica como algo sucio y vergonzoso, la menstruaci¨®n y su cese, la menopausia, toman impulso en la producci¨®n cultural reciente con nuevos libros, pel¨ªculas y obras de arte
A Lupe G¨®mez siempre le gustaron los coches de choque. De joven, le encantaba colisionar contra los chicos en su pueblo de noche. ¡°Era algo sensacional¡±, describe en un correo electr¨®nico. Algo de ese placer violento y femenino contienen sus poemas, fogonazos de campo e intimidad que atraviesan la carne como una descarga el¨¦ctrica. ¡°Recuerdo que una vez me golpe¨¦ contra mi propio coche y casi me romp¨ª todos los dientes de la boca. Mis poemas en los a?os noventa eran coches de choque que chocaban contra la mentalidad tan conservadora de algunas personas gallegas¡±.
En aquella d¨¦cada, la autora (Fisteus, Curtis, A Coru?a, 1972) public¨® libros como Pornograf¨ªa y Os teus dedos na mi?a braga con regra (Tus dedos en mi braga con regla). En ellos exploraba asuntos tildados de escandalosos como el sexo, la masturbaci¨®n y la menstruaci¨®n: En el colegio / somos inseparables. / Con mi regla. / Con tus dedos / en mi braga. Aquellas palabras, recuerda la escritora, provocaron un encontronazo con ¡°la forma de entender la poes¨ªa que imperaba en el sistema cultural gallego¡±. Pero los versos de G¨®mez tambi¨¦n supusieron un revulsivo a escala local: ¡°Las presentaciones de mis libros en Santiago fueron aut¨¦nticas explosiones de amor, rebeld¨ªa y belleza. Fueron grandes celebraciones del asombro profundo de la vida. Siempre tuve admiradores, lectores y lectoras que me demostraron un v¨ªvido entusiasmo, un gran compromiso y una entrega total¡±.
Esos poemas menstruales, como los que han escrito autoras de Emily Dickinson a Anne Sexton, acaban de ser reeditados por La U?a Rota en versi¨®n biling¨¹e castellano-gallego. Forman parte de una creciente tendencia cultural que est¨¢ rescatando a la regla del ostracismo: ¨²ltimamente, y por nombrar solo unos ejemplos, hemos visto desfilar por pantallas y p¨¢ginas cunnilingus con el periodo (en la pel¨ªcula Saltburn); reclutas que abren sus piernas en medio de las duchas comunes para colocarse un tamp¨®n (en la novela La soldada, de Paulina Tuchschneider, publicada por Perif¨¦rica), y la menarquia (la primera regla) convertida en leitmotiv de filmes como Red, de Pixar, y ?Est¨¢s ah¨ª, Dios? Soy yo, Margaret, basado en una novela hom¨®nima enormemente popular entre las ni?as estadounidenses desde los a?os setenta.
A¨²n hoy hay manuales ginecol¨®gicos que definen la regla en negativo: el efecto de un ¨®vulo no fecundado
Por supuesto, no nos encontramos ante algo nuevo. Ni siquiera transgresor, por mucho que haya a quien se lo parezca. Se trata de un esfuerzo por normalizar y despojar de los muchos estigmas que envuelven a un hecho natural que a¨²n hoy se sigue explicando en negativo en algunos manuales ginecol¨®gicos (como el resultado de un ¨®vulo no fecundado) y para el que desde la sociedad, la cultura y hasta la religi¨®n no se ha escatimado en adjetivos denigrantes: vergonzosa, sucia, asquerosa, repugnante, abyecta, indecorosa, maloliente, t¨®xica, indecente¡ ¡°Mi poes¨ªa era, y sigue siendo, rotunda, salvaje y libertaria. Los versos eran como haikus que pueden considerarse como proclamas pol¨ªticas o revelaciones m¨ªsticas¡±, sostiene Lupe G¨®mez sobre aquellos poemas que tanto revuelo causaron. Lo que ha cambiado en estas m¨¢s de dos d¨¦cadas que separan la publicaci¨®n original de sus libros de su reedici¨®n seguramente tenga que ver con una cuesti¨®n de sensibilidad y conocimiento. ¡°Ahora mi discurso est¨¢ plenamente instalado en la contemporaneidad. Creo que mi obra es recibida con mayor respeto, como si ahora sonara con una vibraci¨®n m¨¢s amable¡±, concede la escritora, feliz de haber abanderado una peque?a revoluci¨®n: ¡°Me siento muy orgullosa de ser autora de obras que en su momento fueron consideradas como libros prohibidos¡±.
La proscripci¨®n de la regla, la cultura de la ocultaci¨®n que la rodea, va levant¨¢ndose. El tanto se lo ha de apuntar el feminismo, pero, como se?ala Miren Guill¨® Arakistain, autora de Sangre y resistencia (Bellaterra), al mismo tiempo se perciben movimientos paralelos propiciados por las ¡°nuevas hegemon¨ªas por parte de las grandes corporaciones y su publicidad¡±. En una ¨¦poca donde abundan los libros destinados a educar a las ni?as y adolescentes a las que les llega su primer periodo, van sum¨¢ndose en las estanter¨ªas ensayos que abordan la cuesti¨®n desde perspectivas poli¨¦dricas y combativas: la biol¨®gica, la m¨¦dica, la antropol¨®gica, la sociol¨®gica, la econ¨®mica, la pol¨ªtica, la identitaria¡ ¡°Las nuevas generaciones est¨¢n cambiando su actitud con respecto a su propia menstruaci¨®n¡±, constata el periodista Antonio Villarreal. ¡°Vemos cosas como que [el consumo de] la p¨ªldora est¨¢ bajando y que la gente est¨¢ aprendiendo a no avergonzarse y a no tapar su menstruaci¨®n, sino a tratar de entender los mensajes que su cuerpo le est¨¢ mandando¡±.
Con la tambi¨¦n reportera Mar¨ªa Zuil, Villarreal acaba de publicar La mitad que sangra (Libros del K.O.), un ensayo planteado con un enfoque period¨ªstico que nace de un art¨ªculo que ambos autores publicaron a finales de 2021 en El Confidencial. Como explican en las primeras p¨¢ginas, aquel texto, que se mantuvo una semana entre los m¨¢s le¨ªdos del diario, gener¨® ¡°cientos de comentarios de personas con nombre y apellido agradeciendo en p¨²blico y con mucha sinceridad que nos hubi¨¦semos ocupado de un problema que, de manera ¨ªntima, las afectaba cada mes¡±. El germen del reportaje surgi¨® de una cuesti¨®n que zumbaba en muchos o¨ªdos, pero de la que muy pocos hablaban: los efectos de las vacunas de la covid sobre los ciclos menstruales de muchas mujeres. Con ese tema abren su libro, para el que han pasado dos a?os investigando y creando una base de datos con centenares de encuestas.
En su trabajo, Zuil y Villarreal plantean un recorrido por la menstruaci¨®n que abarca de la menarquia a la menopausia; de la medicalizaci¨®n a la mercantilizaci¨®n de la regla; de la investigaci¨®n cient¨ªfica a la ¡°higiene¡± menstrual; de los tab¨²es al s¨ªndrome premenstrual, el dolor y enfermedades poco estudiadas como la endometriosis, que empieza a sonar ¡ªen parte¡ª gracias a productos culturales como la novela de Sally Rooney Conversaciones entre amigos (Random House), adaptada en una serie hom¨®nima de HBO. Aunque pueda pensarse que La mitad que sangra ofrece informaci¨®n destinada mayoritariamente a las mujeres, los autores invitan a todos los p¨²blicos a su lectura. ¡°Yo tengo una mujer y una ni?a peque?a, y me gustar¨ªa que este libro lo leyera gente como yo¡±, dice Villarreal, ¡°para poder entenderlas y comprender por qu¨¦ les pasa lo que les pasa¡±.
En los a?os setenta, en plena segunda ola feminista, creadoras como la estadounidense Judy Chicago elevaron una protesta contra la infamia menstrual a trav¨¦s de sus obras de arte: trabajos devenidos ic¨®nicos como la fotolitograf¨ªa Red Flag, un primer plano de una mano que extrae un tamp¨®n de la vagina, y la instalaci¨®n Menstruation Bathroom, un cuarto de ba?o lleno de compresas y tampones usados repartidos por el suelo y la papelera. En la actualidad, creadoras destacadas como la premio Vel¨¢zquez Cecilia Vicu?a y la premio Nacional de Fotograf¨ªa Laia Abril contin¨²an visibilizando la regla y denunciando los mitos que la empa?an: la chilena, por medio de piezas como sus Quipus menstruales, instalaciones textiles de trasfondo po¨¦tico y reivindicativo; y la espa?ola, con fotolibros como Menstruation Myths Portfolio Box (Setanta), una revisi¨®n del imaginario asociado a la regla, que la vincula err¨®neamente con el fen¨®meno de los ciclos lunares, la debilidad e incluso la enfermedad (ev¨®quese, en este sentido, la manida expresi¨®n ¡°estar mala¡±).
Los nuevos ensayos abordan el tema desde perspectivas poli¨¦dricas: la m¨¦dica, la pol¨ªtica, la econ¨®mica...
La patologizaci¨®n biom¨¦dica de la regla compone una de las varias claves del ensayo Sangre y resistencia, donde la profesora de la Universidad del Pa¨ªs Vasco Miren Guill¨® Arakistain realiza un repaso exhaustivo de las pol¨ªticas y culturas alternativas de la menstruaci¨®n en las primeras dos d¨¦cadas del siglo XXI. ¡°El ciclo menstrual ha sido poco investigado por su sesgo androc¨¦ntrico, con una visi¨®n occidental que lo vincula con la suciedad y el tab¨²; una visi¨®n estigmatizadora que ha posibilitado toda una industria y mercantilizaci¨®n menstrual¡±, apunta la autora en un e-mail. ¡°Es verdad que poco a poco est¨¢ habiendo cambios: la pr¨¢ctica m¨¦dico-sanitaria va siendo m¨¢s plural y se investiga cada vez m¨¢s en torno a la endometriosis, dismenorreas y reglas dolorosas, etc¨¦tera. Urgen investigaciones y pol¨ªticas que atiendan a estos escenarios dolorosos, y es importante tener miradas en torno a la salud desde perspectivas interseccionales y que tengan en cuenta factores estructurales, como las condiciones de vida precarias, medioambientales y econ¨®micas en esta cultura neoliberal que responsabiliza a cada cual de su propio bienestar y salud¡±.
Frente al capitalismo deshumanizante, personas y colectivos se est¨¢n organizando para llevar a cabo acciones enmarcadas en el llamado ¡°activismo menstrual¡±. Se trata, como explica Guill¨® Arakistain, de plantar cara a las ¡°hegemon¨ªas culturales, problematizando y resignificando el ciclo menstrual a trav¨¦s de pr¨¢cticas e imaginarios alternativos¡±, lo que incluye ejercicios como la realizaci¨®n de ¡°obras art¨ªsticas, talleres, fanzines, propuestas en la gesti¨®n del sangrado¡¡±. Eso, sin olvidar el relativamente reciente papel protagonista de internet y las redes sociales, un foro global donde compartir e informarse en el que, en el ¨¢mbito nacional, destacan figuras como la pedagoga Erika Irusta y la enfermera Xusa Sanz. ¡°Hay grupos por todos los sitios: por Facebook, por Instagram¡¡±, subraya Mar¨ªa Zuil. ¡°Hay cuentas de divulgaci¨®n como nunca la has habido, y eso est¨¢ permitiendo que haya campa?as concretas, por ejemplo, contra la pobreza menstrual [la dificultad para adquirir productos como compresas, tampones y copas, cuyo ¨ªndice se sit¨²a en Espa?a en torno al 20%]¡±.
Otro tema que atraviesa varios de estos ensayos es el de la regla en relaci¨®n con la identidad sexual y de g¨¦nero. ¡°Cuando estudias experiencias menstruales, se puede observar la gran diversidad corporal y menstrual existente, ya que no todas las mujeres menstr¨²an por muy diferentes razones y personas no (auto)identificadas como mujeres lo hacen¡±, ilustra Miren Guill¨® Arakistain. Ya sean mujeres, hombres trans o personas no binarias, las personas que expulsan su tejido endometrial peri¨®dicamente coinciden en una cosa: el ¨²tero, ¨®rgano al que dedica su nuevo libro la matrona estadounidense Leah Hazard (El ¨²tero, Salamandra), una mirada transversal que abarca, adem¨¢s del periodo, cuestiones que van desde la reproducci¨®n a las enfermedades que afectan a la matriz, y que se suma a publicaciones recientes como la Pussypedia (Larousse), una ¡°gu¨ªa total¡± ilustrada de todo lo relativo al aparato genital femenino.
La ciencia est¨¢ constatando que el final de la funci¨®n reproductora produce cambios en el cerebro
Si la vida sigue su curso, no habr¨¢ menstruaci¨®n sin su menopausia, una experiencia igualmente normativa pero quiz¨¢s a¨²n m¨¢s vilipendiada, dada su asociaci¨®n con el final de la etapa reproductiva y la entrada en la madurez. Si con la menarquia se dice que la ni?a ¡°se hace mujer¡±, en el imaginario colectivo ese tr¨¢nsito parece revertirse con el climaterio (el cese de la funci¨®n reproductora), presentado como ¡°la madre de todas las desgracias¡±. La industria menop¨¢usica erigida en torno a esta falsa noci¨®n, ¡°que incluye las industrias farmac¨¦utica, m¨¦dica y est¨¦tica¡±, como escribe Anna Freixas, ¡°se ha sostenido en gran medida a trav¨¦s de la vinculaci¨®n que en nuestra sociedad se ha establecido entre menopausia y vejez = fealdad¡±. Autora de Nuestra menopausia, un ensayo de 2007 que acaba de ser reeditado por Capit¨¢n Swing, Freixas ofrece en su texto una necesaria vindicaci¨®n de la dignidad de esta fase de la existencia: invoca con alegr¨ªa la libertad, la celebraci¨®n, la reconciliaci¨®n con el cuerpo¡ Quiz¨¢ debido a ese entusiasmo, no deja de resultar llamativo que, como contrapunto a las virtudes de la menopausia, se refiera en repetidas ocasiones a las hormonas reproductivas como un ¡°velo oscurecedor de la visi¨®n¡±.
La ciencia est¨¢ constatando, en cualquier caso, que el final de la menstruaci¨®n promueve cambios en el cerebro. Y que, en contra de la creencia popular, que anticipa una p¨¦rdida de las capacidades, se trata de una transformaci¨®n renovadora. Lo expone en La mujer renovada (Salamandra) la doctora estadounidense Louann Brizendine, autora de t¨ªtulos como El cerebro femenino (tambi¨¦n en Salamandra). Tras su llegada en el ecuador de la edad, a¨²n queda mucha vida despu¨¦s de la menopausia. En su libro, Brizendine ¡ªque tambi¨¦n alude al efecto de las hormonas de la fertilidad con expresiones categ¨®ricas como ¡°violentas oleadas¡± y ¡°torturado estado mental¡±¡ª proporciona un listado de las cualidades que emergen de las aguas tranquilas de esta nueva etapa: franqueza, concentraci¨®n, aprobaci¨®n interior, audacia renovada, car¨¢cter expansivo, libertad. ¡°La mujer renovada (¡) puede creer que ella s¨ª lo sabe todo y que alg¨²n d¨ªa las mujeres m¨¢s j¨®venes y todos los hombres lo entender¨¢n¡±, anota Brizendine. Veremos. Por lo pronto, suena prometedor.
Tus dedos en mi braga con regla
La U?a Rota, 2023
128 p¨¢ginas, 15 euros
La mitad que sangra
Libros del K.O., 2024
264 p¨¢ginas, 21,90 euros
Sangre y resistencia
Bellaterra, 2023
308 p¨¢ginas, 22 euros
Nuestra menopausia
Capit¨¢n Swing, 2024
224 p¨¢ginas, 20 euros
La mujer renovada
Traducci¨®n de Aurora Echevarr¨ªa Salamandra, 2023
432 p¨¢ginas, 22 euros
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