El ingl¨¦s de Xochitl G¨¢lvez y nuestra complicada relaci¨®n con ese idioma. ??
?Cu¨¢l ser¨ªa el acento aceptable para que no se burlaran de la candidata? ?El de las ¨¢reas rurales de Inglaterra? ?El de Boston o el afrodescendiente vern¨¢culo? No se trata de que hable como nativa, debe hacerlo con el acento de ciertas variantes. Se trata de clase social
Hace unos d¨ªas, X¨®chitl G¨¢lvez, la aspirante a la presidencia de la Rep¨²blica por la coalici¨®n opositora, realiz¨® una gira por Estados Unidos. Como parte de sus actividades se present¨® en el Wilson Center en Washington DC, y durante su discurso mencion¨® una conocida frase en ingl¨¦s, ¡°you have to walk the talk¡±, para instar al presidente Biden a ¡°predicar con el ejemplo¡±. Toda su charla se llev¨® a cabo en espa?ol pero bast¨® escuchar su pronunciaci¨®n de esa conocida frase para desatar furibundas cr¨ªticas en redes sociales. La acusaron de mentir en cuanto a su dominio del ingl¨¦s y sugirieron que su manera de hablar este idioma deber¨ªa avergonzarla. Lo m¨¢s interesante es que muchas personas obradoristas que hab¨ªan defendido al presidente de la Rep¨²blica ante las cr¨ªticas por no hablar ingl¨¦s se mofaron abiertamente de X¨®chitl. Queda claro que hablar ingl¨¦s y la manera de hacerlo se ha convertido, desde ambos lados del espectro pol¨ªtico, en algo a lo que se deber¨ªa aspirar, en un indicador de lo deseable.
El estatus que en la actualidad tiene el idioma ingl¨¦s no es muy distinto al que han tenido a lo largo de la historia otras lenguas vehiculares. Este estatus se refleja, por ejemplo, en el hecho de que, en pa¨ªses como el nuestro, incluso las personas que no hablan ingl¨¦s deciden usar palabras en este idioma para bautizar sus proyectos, negocios, tiendas o emprendimientos porque algo del aura de prestigio que tiene esta lingua franca parece transferirse a aquello que nombramos en ingl¨¦s. Como alguna vez prometi¨® el priista Francisco Labastida durante su campa?a a la presidencia de M¨¦xico, aprender ingl¨¦s y computaci¨®n parece abrir una puerta que da a un mar de oportunidades. Esta idea simplista e ingenua sigue latiendo tanto detr¨¢s de quienes le reclaman a L¨®pez Obrador no saber el idioma como de aquellos obradoristas que se burlaron del acento de X¨®chitl G¨¢lvez.
Por otro lado, es importante considerar que el acceso al aprendizaje del ingl¨¦s como segunda idioma es clasista. Puedes pasar a?os en la escuela p¨²blica tomando clases de esta lengua sin llegar a aprenderla, lo que generalmente genera una frustraci¨®n que juega en contra para un aprendizaje futuro. ?Qu¨¦ es lo que est¨¢ mal? ?Los estudiantes o un sistema de ense?anza que fracasa sistem¨¢ticamente a pesar de a?os y a?os en los que se dan cursos de ingl¨¦s? Para aprender realmente este idioma, en la mayor¨ªa de los casos, resulta necesario pagar por ello.
En tiempos de la inteligencia artificial y de una gran gama de herramientas que facilitan la interpretaci¨®n y la traducci¨®n del ingl¨¦s, resulta bastante irrelevante que G¨¢lvez o cualquier candidata a la presidencia de la Rep¨²blica hable o no esta lengua en funci¨®n de los fines que persiguen. Votar por alguien por el hecho de que hable ingl¨¦s ser¨ªa una decisi¨®n est¨²pida. Lo ¨²nico que evidenciamos al evaluar a candidatos y pol¨ªticos por su nivel de ingl¨¦s son los prejuicios ling¨¹¨ªsticos que tenemos con respecto de ese idioma, un idioma tan complejo y completo como cualquier otro en el mundo.
Por otro lado, las personas angloparlantes est¨¢n acostumbradas a escuchar una amplia gama de acentos de su lengua porque es la lengua m¨¢s aprendida como segundo idioma en la actualidad. Lo m¨¢s importante al aprender una lengua es alcanzar la fluidez y tener la capacidad de comunicarse utilizando ese nuevo sistema ling¨¹¨ªstico, el acento es un asunto secundario y lo que dice nuestro acento de nosotros en una segunda lengua es precisamente eso, que no es nuestra lengua materna. Nuestro acento indica que somos, al menos, biling¨¹es, que nos hemos atrevido a cruzar puentes para encontrarnos con la lengua de los otros que ahora brota en nuestros labios con una pronunciaci¨®n propia que se?ala hacia nuestros or¨ªgenes. Pocos contextos est¨¢n tan preocupados por el acento al hablar ingl¨¦s como el mexicano, para muchas otras personas resulta obvio que una lingua franca como lo es ahora el ingl¨¦s ser¨¢ pronunciado en cientos de acentos diferentes, los suyos propios (sabemos que hay una incre¨ªble variedad de acentos del ingl¨¦s de nativo-hablantes) como los de aquellas personas que aprendieran este idioma como segunda lengua.
Durante mi trabajo, generalmente tengo que argumentar en contra de una falsa disyuntiva que me plantean constantemente: ¡°En lugar de aprender una lengua ind¨ªgena mejor aprendan ingl¨¦s¡±. Esta sugerencia parece implicar que no puedo hacer ambas cosas y eso no es verdad, el cerebro humano es capaz de aprender ingl¨¦s y mixe, n¨¢huatl y franc¨¦s, nada me dice que tengo que ¡°desinstalar¡± el mixe de mi cerebro para poder ahora aprender ingl¨¦s. Durante la presentaci¨®n de la llamada Estrategia Nacional de Ingl¨¦s el sexenio pasado, Aurelio Nu?o, entonces Secretario de Educaci¨®n P¨²blica, dijo que su objetivo era hacer de M¨¦xico un pa¨ªs biling¨¹e obviando que el pa¨ªs es, de hecho, multiling¨¹e. No hay que olvidar tampoco que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n hablante de lengua ind¨ªgena somos, al menos, biling¨¹es.
Regresando al punto, ?cu¨¢l es el acento de ingl¨¦s que ser¨ªa aceptable para que no se burlaran de X¨®chitl G¨¢lvez? ?El acento de las ¨¢reas rurales de Inglaterra? ?El llamado acento de Boston o el acento afrodescendiente vern¨¢culo? Como podemos inferir, no se trata de que hable ingl¨¦s como nativa, tambi¨¦n debe hacerlo con el acento de ciertas variantes prestigiosas del ingl¨¦s. Otra vez, se trata de clase social.
En el otro extremo de una posible escala, muchas personas que he conocido declaran odiar el ingl¨¦s por ser el idioma del imperio y lo asocian a la opresi¨®n que ejerce Estados Unidos sobre otras regiones del mundo. Sin embargo, el ingl¨¦s fue tambi¨¦n la lengua de los Black Panthers, es la lengua con la que muchas personas en ?frica siguen resistiendo al neocolonialismo, es la lengua materna de mucha poblaci¨®n migrante organizada que resiste al racismo en Estados Unidos. El ingl¨¦s es tambi¨¦n un idioma que articula resistencias en diversas partes del mundo. No es el idioma, es el poder.
M¨¢s que preocuparnos o centrar nuestras cr¨ªticas en el acento del ingl¨¦s de X¨®chitl G¨¢lvez deber¨ªamos analizar los mensajes que, en espa?ol, dio en el pa¨ªs del norte. Por contraste, resulta muy curioso que las mismas personas que la criticaron, no puedan pronunciar adecuadamente su nombre que est¨¢ en una lengua que, durante varios siglos, fue la lingua franca de estos territorios: el n¨¢huatl. Nadie parece escandalizarse de que la llaman ¡°S¨®chil¡± o ¡°S¨®chi-t-l¡± como si las dos ¨²ltimas letras fueran simplemente la concatenaci¨®n del sonido [t] y el sonido [l] cuando la ¡°tl¡± es m¨¢s bien un solo fono africado lateral sordo. A pesar de varios siglos de convivencia estrecha con el n¨¢huatl, a nadie le parece relevante hacer estos reclamos. Sabemos bien por qu¨¦.
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