Ser m¨¢s aut¨®nomas
La autonom¨ªa est¨¢ intr¨ªnsecamente ligada a tener recursos financieros y al poder ejercer control sobre ellos. Una combinaci¨®n nada trivial y que se mantiene como un desaf¨ªo para millones de mujeres en nuestro pa¨ªs
Como dec¨ªa la gran actriz de la ?poca de Oro del cine mexicano, Mar¨ªa F¨¦lix: ¡°tenemos que ser m¨¢s aut¨®nomas, m¨¢s due?as y se?oras de nuestro destino, as¨ª podremos hacer m¨¢s por este pa¨ªs¡±. Frase vanguardista para aquel entonces, pero que se mantiene vigente.
La autonom¨ªa est¨¢ intr¨ªnsecamente ligada a tener recursos financieros y materiales propios, que sean suficientes y, adem¨¢s, al poder ejercer control sobre ellos. Una combinaci¨®n nada trivial y que se mantiene como un desaf¨ªo para millones de mujeres en nuestro pa¨ªs. Hoy, ?cu¨¢ntas mujeres pueden decir que cuentan con autonom¨ªa econ¨®mica?
Pero incluso medir la autonom¨ªa econ¨®mica es complejo, cada quien define qu¨¦ nivel de ingreso es suficiente acorde a su realidad. Por otro lado, la falta de control de los recursos propios puede estar relacionado con violencia ejercida en el hogar, que tiende a estar subreportada. No hay un indicador ¨²nico ni lo suficientemente preciso, pero una forma de aproximarse a la falta de autonom¨ªa econ¨®mica es medir la proporci¨®n de la poblaci¨®n que no percibe ingresos propios.
Seg¨²n la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe (Cepal), en M¨¦xico el 25% de las mujeres no percibe ingresos propios, proporci¨®n que se reduce a 6% en el caso de los hombres. Aunque M¨¦xico est¨¢ en el promedio de Am¨¦rica Latina, se encuentra rezagado frente a pa¨ªses como Bolivia y Uruguay, donde esta cifra se reduce a 12% y 13% para las mujeres, respectivamente.
Para entender mejor la falta de autonom¨ªa econ¨®mica de las mujeres hay que comenzar por analizar la disparidad de g¨¦nero que existe en la distribuci¨®n del tiempo que hombres y mujeres dedican al trabajo, al remunerado y al no remunerado. Esta relaci¨®n est¨¢ invertida: de acuerdo con la misma Cepal, del total de tiempo de trabajo, las mujeres en Am¨¦rica Latina destinan 64% a las labores del hogar y de cuidados, mientras que los hombres destinan 72% al mercado laboral.
Analizar cu¨¢nto tiempo m¨¢s dedican las mujeres que los hombres a las tareas del hogar y de cuidados sin recibir una remuneraci¨®n a cambio es otra forma de dimensionar esta brecha de g¨¦nero. En todos los pa¨ªses latinoamericanos, la relaci¨®n es de al menos el doble de tiempo; sin embargo, hay econom¨ªas donde se cuadriplica, como Honduras, o incluso se quintuplica, como es el caso de Guatemala.
En consecuencia, las mexicanas dependen al menos el doble que los hombres de ingresos que provienen de fuentes distintas al empleo, como programas sociales, remesas o transferencias de familiares, incluidas sus parejas. La evidencia muestra que las mujeres reducen sus gastos o piden dinero prestado hasta cuatro veces m¨¢s que los hombres debido a su rol de cuidadoras, lo que reduce su margen de maniobra para decidir en libertad en un pa¨ªs donde sigue predominando la norma social de ¡°quien paga manda¡±.
Lo sab¨ªa desde entonces la Do?a y lo confirmamos en la actualidad, cada D¨ªa Internacional de la Mujer: para ser m¨¢s aut¨®nomas, necesitamos tener ingresos propios. En la medida que las mujeres tengan independencia econ¨®mica, es decir, que sus ingresos dependan cada vez menos de alguien m¨¢s, podr¨¢n tomar sus propias decisiones. As¨ª, seremos, cada vez m¨¢s, due?as y se?oras de nuestro destino.
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